sábado, 23 de mayo de 2020

La política y el coronavirus

Algunos pensábamos que dada la extraordinaria gravedad de la pandemia, los políticos dejarían de echarse los trastos a la cabeza y remarían todos a una. Pues ni por esas.

Tampoco es que fuésemos ingenuos y pensásemos que no fuese a haber críticas o reproches, pero de ahí a lo que estamos viendo, va un trecho.

No se trata de salvar la cara al gobierno. Yo soy el primero que puede criticarle ciertas decisiones: Actuar con demasiada lentitud al principio, autorizar y promover la manifestación del 8 de marzo, comprar mascarillas defectuosas y tests defectuosos a empresas de dudosa confianza, o decir un día una cosa y al siguiente la contraria.

Ya lo definió bien en su día Santiago Segura cuando le preguntaron qué habría hecho Torrente de estar en el gobierno, al decir que habría sido muy parecido a lo que está sucediendo.



Pero la oposición, con honradas excepciones que también mencionaré, no se está comportando a la altura de las circunstancias. 

De Vox podía esperarse en cierta medida. Aun así, no deja de ser decepcionante que su mayor preocupación sea conseguir la dimisión del gobierno, por encima de la salud de los españoles. Y para ello no dudan en apoyar las caceroladas o promover manifestaciones en coche.