domingo, 22 de diciembre de 2024

La nueva Siria tras Al Asad

Ya han pasado dos semanas desde que el régimen de Al Asad cayó en Siria, refugiándose el presidente depuesto en Rusia, ante la negativa de los Emiratos Árabes Unidos de acogerle debido a la mala imagen que les podría causar entre la población árabe en general.

Las calles en Siria se han llenado de gente celebrando la victoria de la revolución, portando banderas, fotografiándose con los rebeldes...

Hay muchos, tanto en la prensa como en el espectro político, que se empeñan en señalar el carácter islamista y/o yihadista de HTS, el principal grupo rebelde que ha liderado la última ofensiva que ha acabado con el régimen. Y con este señalamiento, alertan de los temores de lo que puede suceder en Siria, en especial para minorías como los cristianos, los kurdos, los drusos, o lo que puede significar para las mujeres y la población en general el establecimiento de un gobierno islámico que ha tenido nexos con grupos terroristas como Al Qaeda.

Si bien estos temores están en cierta medida justificados, y conviene mantener la prudencia acerca de lo que puede suceder en el futuro cercano en relación al nuevo gobierno sirio y sus políticas, también es cierto que hay algunas cosas que deben ser matizadas o al menos puestas en contexto.

La primera, y probablemente la más importante, es analizar los hechos del presente. Y la verdad es que son positivos. Tras la caída del régimen, todos en Siria han salido a celebrarlo, incluidos los cristianos. Las zonas que supuestamente eran más favorables al régimen, como Latakia o ciertos barrios de Damasco, están llenas de gente celebrano el fin de la "dinastía" de los Asad. Los periodistas que van a Siria a cubrir lo que está sucediendo, coinciden unánimente en que hay alegría en las calles, en que la gente quiere hablar con ellos, en que no se encuentran con ningún problema por parte de las nuevas autoridades para informar y realizar su trabajo.

No solo eso. Los pasos que han ido dando las nuevas autoridades, por el momento, son dignos de aplauso. HTS ha publicado varias directrices ordenando a sus militantes respetar a las minorías religiosas, no inmiscuirse en la vestimenta de las mujeres, o no caer en represalias contra quienes apoyaban al régimen. Así por ejemplo decretaron una amnistía general, salvo para altos cargos del gobierno, del ejército o del sistema de prisiones. 

 

(Al Jolani, líder de HTS, pronuncia un discurso en la mezquita de los Omeyas en Damasco, tras la toma de la capital por parte de los rebeldes).

 

Los periodistas que cubren la situación coinciden en que todo está siendo muy pacífico. Nada que ver por ejemplo con Irak cuando cayó el régimen de Sadam Hussein, y los chiíes se vengaron de los suníes que habían apoyado mayoritariamente a Sadam, realizándose múltiples ejecuciones y arrestros en las primeras semanas, ante la pasividad estadounidense que estaba sobre el terreno.

Aquí en cambio, parece que el sentimiento contra el régimen de Al Asad estaba bien arraigado en la población, por mucho que algunos nos intentasen convencer de lo contrario. Detengámonos en esto un momento. Una persona cristiana, que supuestamente según nos decían estaba "protegida" por el régimen de Al Asad contra los fundamentalistas islámicos, resulta que celebra la caída del régimen precisamente a manos de dichos radicales. Algo falla en el argumento, ¿no? Alguien podría alegar que es una celebración fingida, para autoprotegerse. Pero tan en masa como se está dando, me resulta difícil de creer.

Se ha llegado a decir que HTS ofreció al arzobispo de Alepo el cargo de alcalde de la ciudad, pero que éste lo rechazó al considerarlo incompatible con sus labores religiosas.

Hasta ese punto parece ser que está el pueblo sirio unido. Seguramente a la comunidad cristiana les preocupe que pueda haber un gobierno islamista en el país. Pero sinceramente, más les preocupaba que continuase el régimen.

Porque, y esto es importante, conviene recordar lo que era el régimen de Al Asad. No era una simple dictadura al uso. Era un régimen de terror. Hay dos palabras claves en árabe para explicarlo: Mujabarat, y Shabiha. Los primeros, los mujabarat, son los servicios de inteligencia. Y no eran comparables a los que pueda tener cualquier país, no. En el caso sirio se encargaban de vigilar a su propia población, de detener a cualquier persona sospechosa de disidencia, y en su caso torturarla o ejecutarla. Esto hacía que la población siria viviese con un miedo constante de expresarse, ante el temor de que el que pudiese estar escuchando fuse un mujabarat.

La segunda, shabiha, se refiere a los matones del régimen. Sí, matones. Gente de los bajos fondos, de la delincuencia, con la que el régimen se aliaba para aterrorizar a la población. Les permitía sus actividades delictivas (entre ellas el tráfico de drogas) a cambio de su lealtad, y de utilizarles a su conveniencia. Cuando la revuelta estalló en 2011, el régimen les envió sin miramientos a los barrios que se habían alzado, para que saqueasen, diesen palizas, violasen, ejecutasen, a todo aquel que se encontrasen por el camino.

Otra palabra en árabe: Sednaya. Se refiere a la prisión de Sednaya, que algunos, salvando las distancias, le han denominado como el Auschwitz sirio. Se trataba de la mayor prisión de Siria, donde el régimen se dedicó a recluir y torturar a cualquiera que alzase la voz. Cuando las fuerzas rebeldes entraron en la prisión a liberar a los detenidos, encontraron gente con evidentes problemas mentales al haber pasado tanto tiempo recluida. Presos que creían que les estaban liberando los iraquíes de Sadam Hussein (es decir, llevaban tanto tiempo en prisión y tan aislados de lo que sucedía en el mundo que ni siquiera sabían que Hussein había sido derrocado en Irak). Entre algunos prisioneros liberados, un antiguo soldado que se negó a disparar a civiles en Hama, en los años 80. Niños. Sí, niños en la prisión. Y no porque el régimen encarcelara a niños. No. Eran niños que habían nacido en prisión, fruto de las violaciones que los funcionarios de prisiones ejercieron sobre las mujeres presas. Instrumentos de tortura. Hay algunos tan horrendos como una prensa de papel que utilizaban para deshacerse de los cuerpos aplastando los huesos y órganos. Y cadáveres. La mayoría ejecutados poco antes de que las fuerzas rebeldes llegaran a Damasco. Algunos presos tuvieron más suerte y narraron que su ejecución estaba prevista para el día siguiente a su liberación.

Se han encontrado también múltiples fosas comunes con restos humanos a lo largo de todo el país. Hay que tener en cuenta que los liberados de prisión han sido relativamente pocos, y que sigue habiendo miles de desaparecidos. Se habla de que en estas fosas podría haber restos humanos pertenecientes a decenas de miles de personas, que se dice pronto. Algunos elevan la cifra hasta llegar a las 100.000 personas. Escalofriante. 

Pero todo esto no es nuevo. Todo esto ya se sabía. Lo habían estado narrando los sirios, al menos desde 2011, tanto dentro como fuera del país. Lo que pasa es que muchos no escucharon, o no quisieron escuchar. Los horrores de las cárceles estaban documentados, por ejemplo, a través del archivo César, con fotografías de todo lo que sucedía allí que se consiguieron sacar al exterior.

Podríamos hablar también del captagon, una nueva droga parecida a la cocaína, que el régimen se dedicó a producir en masa para exportar a otros países árabes.


A pesar de todo ello, la comunidad internacional en general decidió mirar para otro lado y dejar hacer al régimen, preocupada por la posible llegada al poder de los islamistas.

Pues bien, como digo, incluso los cristianos han celebrado la caída del régimen, y no es para menos, viendo la naturaleza de éste. Ahora, por supuesto, se abre un período de incógnita acerca de lo que puede pasar, pero como he indicado, los primeros pasos de las nuevas autoridades son positivos.

Al Joulani, líder de HTS, parece que ha sabido liderar a su organización y conducirla hacia una postura más pragmática alejada del radicalismo islámico que tenía en sus inicios. La verdad es que la situación me recuerda, salvando las distancias, a Arnaldo Otegi. 

Otegi, como todo el mundo sabe, es un líder de la izquierda abertzale, que en el pasado militó en ETA, y que estuvo condenado varias veces por su pertenencia a esta organización terrorista. Pues bien, ante la ilegalización de Batasuna, partido político independentista al que pertenecía, por sus nexos evidentes con ETA, Otegi lideró una estrategia durante varios años en la que poco a poco fue liderando a la izquierda abertzale hacia un distanciamiento de la propia ETA, llegando finalmente a rechazar la violencia. Esto le permitió legalizar al partido heredero de Batasuna (Sortu), y en última instancia ampliar el número de votos recibidos, al percibir una gran parte de la población que este distanciamiento era bastante real. Obviamente también ayudó que ETA dejó de matar y finalmente se disolviese. 

No obstante, este camino que emprendió Otegi, no estuvo falto de obstáculos. Fue encarcelado mientras trataba de hacer algo parecido con Bateragune, el predecesor de Sortu, al interpretar los jueces que seguía bajo las órdenes de ETA. Por su parte, los más radicales de la izquierda abertzale le consideraron un traidor, y formaron varios crupúsculos disidentes, siendo el más numeroso de ellos ATA (Amnistia eta Askatasuna). Por suerte para él, o tal vez por su habilidad, esos grupúsculos, aunque pintorescos, no son muy numerosos, y pese a que tienen un discurso duro, no han pasado a la acción ni retomado el camino de ETA.

Por supuesto, para cierta parte de la población, Otegi sigue siendo un discípulo de ETA, y consideran que toda la estrategia que ha desarrollado no es en realidad más que una estratagema para evitar la ilegalización. Puede que en parte sea así. Es muy difícil saber si realmente Otegi ha cambiado su forma de pensar y ahora rechaza de verdad la violencia y tal vez se arrepiente de su pasado, o si simplemente es todo una trama y en realidad sigue pensando de la misma forma. Yo personalmente me inclino por una opción entre ambas. Es decir, creo que seguramente haya mucho de estrategia en la decisión de alejarse de la violencia, y que posiblemente sea más debido a razones prácticas que de convicción, aunque tampoco acabaría de descartar que haya habido un proceso de reflexión ética más profundo.

 En cualquier caso, independientemente de su sinceridad al respecto, lo que es innegable es que esa estrategia ha dado su resultado, y ahora su partido, a través de la coalición Bildu, es un partido respetado por gran parte del espectro político, aunque aún hay quien le sigue achacando su pasado y negándose a cualquier pacto con ellos, especialmente desde la derecha. Pero incluso en este arco ideológico, son pocos los que plantean una vuelta a la ilegalización, pues saben que realmente no hay fundamento para ello, entre otras cosas porque ETA ya no existe, y porque jurídicamente deben argumentar en relación a los estatutos del partido y a sus acciones, no a los pensamientos de los integrantes de Bildu o a su falta de arrepentimiento.

Pues bien, volviendo a Al Joulani y a Siria, creo que Al Joulani ha hecho un viraje parecido al de Otegi. Por cierto que Al Joulani (o Al Jolani / Al Golani, según las diferentes grafías) hace referencia a su apodo de guerra. Normalmente los combatientes yihadistas se hacen llamar por su lugar de origen. De este modo, Al Golani se refiere a su procedencia de los Altos del Golán, en el sur de Siria, territorio que Israel ocupó en 1967 y en el cual permanece desde entonces.

El nombre real de Al Golani es Ahmed Hussein al Shar'a, como se está haciendo llamar a partir de ahora, en un claro mensaje de intenciones al renunciar a su nombre de guerra, una vez que esta ha finalidado. 

Conviene recordar un poco la historia de Al Golani, para entender sus planteamientos actuales. Su padre, procedente de los Altos del Golán, era nasserista, es decir, partidario de Al Nasser, presidente de la República Árabe Unida que unió durante un breve período de tiempo a Egipto con Siria. Tras la llegada al poder del partido Baaz se reprimió a los nasseristas en Siria, y por lo tanto fue encarcelado. Cuando salió de prisión se exilió a Arabia Saudí, donde nació en 1982 el personaje que nos ocupa, Ahmed (Al Golani). Con 7 años volvió a Siria, y estuvo viviendo en Damasco hasta que en 2003 decidió ir a luchar en Irak del lado de la insurgencia irakí tras la invasión de EEUU, siendo apenas un veinteañero. 

Allí entró en contacto con diversos grupos yihadistas, de la mano de Al Qaeda, en concreto con Al Bagdadi, quien posteriormente fundaría el Estado Islámico. Antes de que este grupo se hiciese mundialmente conocido, tuvo sus inicios precisamente en Irak, entre la amalgama de grupos insurgentes que surgieron contra la ocupación estadounidense. Al Golani fue encarcelado en 2006 por EEUU hasta 2011, pasando por la infame cárcel de Abu Ghraib, en la que se documentaron numerosísimos casos de tortura por parte de EEUU a los prisioneros, lo que posiblemente ayudó en su radicalización.

Tras su salida de prisión y el estallido de la guerra civil en Siria, convenció a Al Bagdadi para marchar a Siria y establecer allí un grupo armado de oposición, el Frente Al Nusra, vinculado a Al Qaeda. Rápidamente este grupo fue creciendo en número y en poder, destacando frente a otros grupos armados de la oposición. En 2013 tuvo lugar la ruptura con Al Bagdadi, que quería que el Frente Al Nusra le jurase fidelidad y estuviese bajo sus órdenes. Al Jolani quería mantener su autonomía y se mantuvo fiel a Al Qaeda, lo que provocó que Al Bagdadi proclamase el Estado Islámico de Irak y Levante, el ISIS, y entrase directamente en el conflicto sirio enfrentándose entre otros al Frente Al Nusra.

Entre 2016 y 2017 el Frente Al Nusra se unió a otros grupos islamistas y se rebautizó como HTS (movimiento para la liberación de Levante (en árabe la palabra Levante se utiliza para referirse a los territorios de Siria y Líbano), desligándose de Al Qaeda y proclamando que su único interés era Siria.

Comenzaba de este modo el viraje de disasociación de Al Golani respecto a su pasado yihadista. Occidente en cambio, pese a este desligamiento, continuó considerando a HTS como organización terrorista, al considerar que era una mera estratagema pero que ni su ideología ni sus métodos habían cambiado.

No obstante, durante los años posteriores, HTS llegó a un acuerdo tácito de alto el fuego con el régimen, y se centró en gobernar la zona liberada de Idlib, a través del Gobierno de Salvación. Del mismo modo, fue depurando progresivamente a los elementos más radicales de sus filas, aunque también aprovechó para eliminar la influencia de otros grupos opositores no alineados con HTS, en especial el Ejército Libre Sirio y Ahrar al Sham.

El gobierno de Idlib no estuvo exento de problemas, y gente que discrepaba o que salía a protestar contra HTS fue reprimida. Algunos fueron detenidos y encarcelados, sin derecho a un juicio justo, señalando algunos de ellos haber sido sometidos a torturas.

Durante estos años, pese a estar las líneas del frente "tranquilas", parece ser que se mantuvo y mejoró la disciplina de combate en HTS, y que lograron de algún modo llegar a un entendimiento con Turquía, que a través del SNA (coalición rebelde denominada Ejército Nacional Sirio que agrupa a diversos grupos rebeldes fuera de HTS) mantiene el control sobre ciertas zonas del norte de Siria en confrontación con las SDF (milicia de mayoría kurda denominada Fuerzas Democráticas Sirias).

Tras analizar al enemigo, el momento de debilidad de los aliados de este (Rusia enfrascada en Ucrania, Hezbolláh descabezada, e Irán recibiendo duros golpes de Israel), la incógnita sobre la futura política de EEUU con la vuelta de Trump al poder, y haberse preparado durante cierto tiempo a través de instrucción y nuevo armamento, Al Golani decidió lanzar la exitosa ofensiva a la que se sumaron posteriormente el resto del grupos rebeldes (SNA, SDF, el Ejército Libre Sirio (ELS) y el Frente Sur), y que finalmente acabó con el derrocamiento del régimen.

En concreto, el ELS y el Frente Sur se movilizaron desde el sur una vez estuvo claro que la ofensiva era exitosa, y debido a que HTS estaba aún demasiado lejos, ocupada en tomar Homs después de haber liberado Alepo y Hama, los rebeldes del sur llegaron a Damasco antes que HTS. Se podría pensar que es una buena noticia, al ser estos grupos rebeldes más moderados, o menos islamistas, que HTS. Sin embargo también son más desorganizados, y se produjeron saqueos al banco central o al palacio en el que vivía la familia de Al Asad, lo que contrasta con la calma que se vivió en Alepo y Hama tras la liberación realizada por HTS, donde no se produjeron desórdenes.

En Latakia y Tartus, que no tuvieron ni que ser liberadas militarmente, ya que el régimen directamente se desmoronó, también se vieron algunas situaciones de arrestos de hombres del régimen e incluso se llegó a reportar alguna ejecución de algún alto cargo del régimen por parte de los civiles que salieron a la calle a celebrar la caída del régimen.

Algo parecido sucede con el SNA en el norte, a quien apoya Turquía. En principio también son más moderados y menos islamistas que HTS. Sin embargo, su falta de disciplina, y su rechazo visceral hacia los kurdos, provoca que haya saqueos y persecución a civiles, y que la población civil de los territorios bajo administración del SNA prefiera que sea HTS quien tome las riendas de la situación. Hasta los kurdos de las SDF les prefieren a ellos antes que al SNA.


 (En este mapa se puede observar la situación actual sobre el terreno. En verde caqui, el terreno controlado por HTS, que si hace apenas un mes se limitaba a Idlib, tras la exitosa ofensiva consiguió hacerse con Alepo, Hama y Homs. Tras la liberación de Damasco por parte del Frente Sur, en verde botella, estos se retiraron a Daraa cediendo el control de la capital a HTS, quien también pasó a dominar Latakia y Tartus tras la huida de Al Asad, así como Deir Ez Zor en el este del país tras la retirada de las SDF, en amarillo, quienes también han perdido Manbij, en el norte, a costa del SNA, en azul. El ELS por su parte, en rosa, controla la ciudad de Palmira, en el desierto).

Está claro que HTS es la fuerza hegemónica. Pero también que debe llegar a una especie de entendimiento al menos con el SNA y las SDF, si quiere evitar una nueva guerra civil. Parece ser que está dispuesto a hacer concesiones a las SDF, pero esto chocaría con Turquía, quien no duda en utilizar al SNA para debilitarlas. Así pues, al Golani tendrá que hacer un juego de equilibrios para no solviantar a quien puede ser su mayor apoyo en la esfera internacional -Turquía- pero al mismo tiempo para tampoco llegar a un enfrentamiento abierto con las SDF que están apoyadas por EEUU y que mantienen a raya al Estado Islámico, en especial custodiando prisiones con miles de militantes de este grupo en ellas, y que podrían suponer un problema si fuesen liberados.

EEUU por su parte, ha retirado la recompensa que ofrecía por la captura de Al Golani, y podría retirar la calificación de organización terrorista a su organización. Está claro que quieren llegar a un entendimiento con las nuevas autoridades sirias, y posiblemente a cambio presionen para que el nuevo gobierno que surja sea lo más inclusivo posible.

Como vemos, Al Golani y su grupo no tienen una historia sencilla. Es compleja y variante. Por ello cuando se califica como islamista y yihadista a su grupo o su ideología, aunque acertada en parte, es incompleto. Hay que mencionar también su cambio pragmático en la gobernación, la depuración de los elementos más radicales, y las acciones que está llevando a cabo.

Todo esto no quiere decir que Al Golani sea el liberador y haga todo bien. Como he señalado, en Idlib ha habido protestas durante los últimos meses contra el mando de HTS, y ha habido gente encarcelada y torturada. Es decir, HTS se ha caracterizado por un autoritarismo palpable. Esto significa que debemos ser prudentes y precavidos con ellos. Si miramos a su pasado, debemos ponernos en alerta. Pero también hemos de mirar al presente. Y por el momento, los pasos que están dando, están siendo positivos. Eso no supone que debamos bajar la guardia y decir que no va a haber ningún problema. Pero tampoco caer en el pesimismo y asumir que Siria va a caer bajo un fundamentalismo islámico. No. Hay que esperar a ver los acontecimientos. Y las señales que estamos percibiendo, son más positivas que negativas.

Ya me he referido antes a las directrices que han salido respecto a las minorías religiosas (cristianos, alawitas) o a la indumentaria de las mujeres. El gobernador de Idlib ha sido nombrado primer ministro interino, y se ha anunciado que se va a reunir a expertos para preparar un borrador de una constitución que se daría a votar al pueblo sirio. De todas formas, también ha habido algunos mensajes contradictorios, como que el primer ministro recién nombrado aparezca con la bandera siria rebelde pero también con la islamista, o que Al Golani aceptase realizarse una foto con una admiradora pero que antes le pidiese que para ello se cubriese el cabello. O las dudas que despierta el comité de expertos que quieren nombrar para redactar una constitución. Hay quien ha protestado llamando a que Siria sea un Estado secular, aunque se alega que varios de los manifestantes eran antiguos partidarios del régimen. 

 (El nombrado primer ministro interino, Mohamed Al Bashir, junto a la bandera rebelde siria y la bandera islamista. Foto: AFP)

Por otro lado, HTS ha emitido varios comunicados mostrando su disposición a mantener relaciones pacíficas con el resto de países vecinos y de la comunidad internacional. Entre ellos Irak, Egipto, Jordania, pero también Líbano, Irán o Israel.

Espero que la comunidad internacional esté a la altura, que respete la voluntad del pueblo sirio si esta es expresada democráticamente, y que no intente trocear Siria a su voluntad. Obviamente hay Estados con demasiados intereses y a veces contrapuestos, como Israel, Turquía, Irán y Rusia. Pero espero que las diferencias puedan ser superadas políticamente y no haya que volver a las armas para resolverlas.

Es curioso que tras haber ganado los rebeldes, la verdadera amenaza que tengan los sirios, no sea el ver quién va a gobernar el país entre las distintas facciones, sino la injerencia exterior que puede provocar que todo salte por los aires. Esta paradoja refleja muy bien lo que ha sido la guerra civil siria, que en el fondo ha sido una guerra internacional en la que diferentes potencias apoyaban  a uno u otro bando a través de diferentes grupos armados, y en el medio el pueblo sirio sufriendo las consecuencias.

Y en todo este meollo, ¿cómo queda Rusia? Pues Putin, haciendo gala de su pragmatismo, además de facilitar o incluso forzar a Al Asad a irse de Siria con destino Rusia, le ha faltado tiempo para establecer contacto con HTS, a quienes hasta hacía muy poco bombardeaba y llamaba terroristas, a fin de tratar se preservar sus bases militares naval y aérea en en país. Veremos si lo consigue, porque por su parte EEUU no creo que diese su visto bueno. Al parecer Rusia ya ha comenzado a mover equipamiento militar a Libia, ante la evidencia de falta de apoyo popular dentro de Siria a que permanezcan dentro del país.

También es paradójico que una de las primeras reacciones de la comunidad internacional, antes incluso de reconocer al nuevo gobierno sirio, haya sido suspender las solicitudes de asilo o de refugio de ciudadanos sirios. Es cierto que hay muchos sirios que desean volver a su país. Pero también es evidente que todo es muy reciente, y que la prudencia invita a esperar a que se estabilice la situación. Por lo tanto, suspender las solicitudes de asilo y refugio me parece, como menos, prematuro. Pero refleja muy bien lo que es hoy en día la comunidad internacional. Que en vez de enviar ayuda humanitar a Siria, o reforzar la diplomacia para asegurar una transición tranquila, su prioridad sea parar el proceso de solicitudes de asilo. Es muy signficativo y refleja muy bien por desgracia lo que para ella es importante en estos momentos.

 

Volviendo a Al Golani, es alguien, como digo, que ha evolucionado, y ha adoptado una estrategia más pragmática que como indicaba me recuerda, salvando las distancias, a la de Otegi. Que este cambio de Al Golani se deba más a convicción o sea simplemente una estratagema para hacerse respetar por la comunidad internacional, es demasiado prematuro como para determinarlo. No conviene bajar la guardia, pues como digo su pasado es como para estar alerta. Pero tampoco cerrar los ojos a la realidad, y hasta el momento, los pasos que están dando son positivos, lo cual nos debería alegrar a todos.

Por desgracia, no parece ser ese el caso, y aún a día de hoy sigue habiendo quien lamenta la caída del régimen de Al Asad. Podemos y el Partido Comunista, por citar dos ejemplos. Pero por fortuna, cada vez son más las voces incluso dentro de la izquierda que disienten de esta postura. Algunas lo han hecho con gran valentía desde un principio, como Santiago Alba Rico, quien por ello ha sufrido gran cantidad de insultos y menosprecio por parte de quienes no comulgan con su postura al respecto. Otras declaraciones de condena al régimen sirio, como la realizada por Urtasun, portavoz de Sumar, se agradecen, aunque a mí me resultan tardías. Pero por lo menos ya se aprecia una diferenciación respecto a la postura de Podemos-IU. Otra voz valiente que habría que señalar es la de Alberto Garzón, quien recordemos, ya no es secretario general de IU, y quien en un reciente artículo reflexionaba sobre el antiimperialismo de quienes siguen defendiendo al brutal régimen de Al Asad, señalando acertadamente que al final ese supuesto antiimperialismo no es otra cosa que un argumento geopolítico contra EEUU, ya que no sostienen ni por asomo lo mismo cuando son otras potencias como Rusia o China quienes adoptan posiciones imperialistas.

Yéndonos un poco al ámbito internacional, voces autorizadas dentro de la izquierda, como Owen Jones o Yannis Varoufakis, han señalado que si bien no confían en las fuerzas rebeldes que han resultado victoriosas, tienen claro que el régimen de Al Asad es condebable e indefendible. Esto por lo menos reconforta, ya que por desgracia sigue habiendo gente que continúa defendiendo al régimen señalando principalmente tres argumentos: que era laico, que era antiimperailista y antisionista, y que era pro-socialismo, o anti-mercado. Realmente los tres argumentos son falsos, por múltiples razones. 

Lo del laicismo es un argumento que sostiene no solo la izquierda, sino también la derecha, a la hora de hablar de países musulmanes, contraponiéndolo a la sharia o ley islámica. Pero lo cierto es que la sharia rige en la mayor parte de los países musulmanes, con resultados muy dispares. No hay una única sharia ni un único modo de intepretarla. Por tanto cuando hay quien se escandaliza porque un determinado país ha dicho que se va a regir por la sharia, hay que poner las cosas en contexto, y explicar que todo depende de la interpretación que se le dé. No es lo mismo la aplicación de la sharia en Afganistán o Arabia Saudí, por ejemplo, que en Marruecos o Argelia.


 

(En este mapa se puede observar la aplicación de la sharia en los países con población musulmana. En verde, los países en los que la sharia no está recogido en las leyes. En amarillo, los países que lo recogen para el derecho de familia, en morado, los que lo recogen para todos los ámbitos, y en naranja los que tienen una aplicación regional diferente).

Pero es que además, parece como que el argumento de laicismo ya tapase a todos los demás. Es decir, ¿es mejor un gobierno laico que aterroriza a su población, la reprime, y gobierna de forma autoritaria, a un gobierno islamista que gobierna de forma democrática? Habrá quien diga que un gobierno islamista no puede ser demócrata. Craso error. Eso significa que no entiende nada sobre el islamismo.

El islamismo no es más que una corriente política que quiere llevar el Islam al centro de la política. Pero la forma para conseguirlo, y la forma de implementarlo, es muy variada. Puede ser a través de medios violentos e intolerantes (yihadismo), o a través de métodos democráticos y tolerantes. Así es como ha llegado Erdogan al poder en Turquía, o como llegó Mursi al poder en Egipto. Con elecciones, y con un programa. Luego habría gente a la que no le gustarían ciertas cosas de los gobiernos de Erdogan o de Mursi. Pero lo cierto es que el período de libertad que hubo en Egipto con Mursi, un presidente islamista, no lo hubo antes con Mubarak, un dictador "laico", ni lo hay ahora con Al Sisis, otro dictador "laico". Habrá quien argumente que no hay que comparlo con dictaduras, sino con democracias "laicas". Pero el problema está en que en los países árabes las democracias no abundan, y como digo, los gobiernos islamistas en países democráticos, han adoptado una postura tolerante. Quieren el Islam, sí, pero tampoco tratan de imponerlo por la fuerza a toda la población, ni mucho menos.

Por lo tanto, todo el discurso antiislamista y prolaico que argumentan algunos, no refleja en muchos casos más que ignorancia. Esto no quiere decir que no haya que ser precavidos contra ciertos grupos islamistas que quieren imponer su ideología, por supuesto. Pero también hay que saber diferenciar la agenda de unos y de otros, y no meter a todos bajo el mismo saco ni la misma etiqueta.

Por no hablar de que al menos desde la izquierda, se tiene un discurso contradictorio, ya que aparentemente se preocupan por el islamismo de HTS pero no muestran la misma alarma ante Irán, Hamás o Hezbollah, que son grupos armados o Estados muy vinculados también a una agenda religiosa. Lo que demuestra que al menos para este espectro ideológico, el islamismo no es realmente el problema, sino que lo presentan como una excusa, siendo el verdadero problema que tienen en este caso con HTS el hecho de que peleaba contra el régimen de Al Asad, al que ellos consideraban un aliado por antiimperialista y antisionista. 

Pero es que esto no es más que discurso. Más allá de permitir que su territorio sirviese de zona de paso para que Irán suministrase armas a Hezbollah, los Asad no hicieron nunca nada por el pueblo palestino. Es más, cuando ocurrió el levantamiento en 2011, entre otras cosas cercaron el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, que también se había levantado, provocando muchas muertes por hambre.

Y sobre sus posturas pro economía estatal en vez de pro mercado, también poco que decir. Ya con Bachar al Asad hubo numerosas privatizaciones. No es más que un cuento chino de gente desinformada que sigue en sus trece, con sus esquemas rígidos, negándose a intentar entender la realidad leyendo a gente experimentada en la materia.

En fin, veremos a ver en qué resulta todo. Ojalá el experimento sirio salga bien, que el ego no se le suba a la cabeza a Al Golani, que no intente imponer su voluntad, que sean los sirios los que decidan su propio destino, que logren vivir en paz, y que den una lección al mundo, y en especial a la gente que no creyó en ellos. Tal vez algunos consigan así ver la luz. Aunque como dice el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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