sábado, 4 de febrero de 2023

Marruecos, España y el Sáhara: Una relación compleja

Hace bastantes años escribí una entrada en este blog sobre la cuestión del Sáhara con motivo de la protesta que estaba llevando a cabo la activista Aminatou Haidar, pero me he dado cuenta de que el tema es lo suficientemente complejo como para realizar otra entrada más detallada y que analice más a fondo la problemática respecto a este territorio, teniendo en cuenta de forma más amplia las relaciones históricas entre Marruecos y España.
Para ello, en vez de remontarnos tan solo a 1975, lo haremos a varios siglos atrás, y englobando a la totalidad de Marruecos, para hablar también de las islas Canarias, de Ceuta y de Melilla.


Marruecos, como todos los países del Mediterráneo, estuvo bajo el dominio de diferentes pueblos o imperios (fenicios, romanos, visigodos, bizantinos, árabes...). Sin embargo, durante el domino árabe, había varias tribus y dinastías que se disputaban el poder (almorávides (1040-1147), almohades (1147-1269), benimerines (1244-1465), watasíes (1472-1549), y saadíes (1554-1659)), y no fue hasta bien entrado el siglo XVII cuando la dinastía alauí, la actual, se logró hacer con el poder y unificar el reino (1666). 

Es a partir de entonces y no antes cuando podemos hablar de Marruecos como tal, como país, Estado o reino. Antes de esa fecha ese concepto no existía, estando el territorio, como digo, dividido en varios reinos o territorios, que estaban en disputa entre ellos. En ocasiones el dominio de estas dinastías podía ocupar la totalidad de lo que hoy conocemos como Marruecos más parte de Argelia, Mauritania o España, y en otras, menos territorio, según la influencia y las campañas militares del momento.

Es importante destacar que estas dinastías no obedecen simplemente a un cambio de sultanes entre diferentes familias, sino que una dinastía se hacía con el poder luchando contra la que lo ostentaba en ese momento, que solía ser de una tribu diferente asentada en un determinado territorio de lo que hoy conocemos como Marruecos.


Pues bien, resulta que una vez bien avanzada la reconquista, ya en el siglo XV, Castilla y Portugal comenzaron a lanzar expediciones al norte de África. Las que han perdurado hasta hoy en día fueron la conquista de Ceuta en 1415 por parte del infante Enrique el Navegante, de la Corona de Portugal, y la de Melilla en 1497 por parte de Pedro de Estopiñán para la Corona de Castilla. Posteriormente, tras la secesión de Portugal respecto a Castilla en 1640, la ciudad de Ceuta optó por permanecer leal a Castilla y se incorporó a esta Corona.


(Azulejos que representan la toma de Ceuta por Enrique el Navegante, presentes en la estación Sao Bento en Oporto, pintados en 1916 por el artista portugués Jorge Colaço),