viernes, 31 de mayo de 2013

Carrillo, el zorro rojo.

Me acabo de leer el libro: "Santiago Carrillo, el zorro rojo", de Paul Preston, y la verdad es que no le deja en muy buen lugar. Ya habían escrito otros sobre Carrillo, como Líster en "Así destruyó Carrillo el PCE", o Fernando Claudín en "Santiago Carrillo: crónica de un secretario general", entre otros. Preston les cita a menudo, así como a bastantes otros.

La vida política de Santiago Carrillo la dividiré en varias etapas para que sea más sencillo:

La 1ª, durante la 2ª república, de 1931 a 1936:

Va desde sus 16 hasta sus 21 años. En esa época Carrillo está afiliado a la Federación de Juventudes Socialistas (FJS) desde 1929 con 14 años. Era hijo de Wenceslao Carrillo, miembro destacado de UGT y el PSOE, muy ligado a Largo Caballero. Este, junto a Bestiero y Saborit estuvieron a punto de ser ejecutados por su participación en la huelga de 1917, pero posteriormente fueron condenados a cadena perpetua. Solo estarían unos meses en prisión debido a la campaña por su amnistía. Debido a esa experiencia, es comprensible que al proclamarse la dictadura, tanto Largo Caballero como Besteiro fuesen reacios a poner en juego al partido y al sindicato en un enfrentamiento directo contra Primo de Rivera. En 1929 Largo Caballero se alinearía finalmente con Prieto, en contra de Besteiro y Saborit, dando su visto bueno al pacto de San Sebastián que formó un gobierno provisional republicano en caso de derrocar a la dictadura, y que requería que la UGT desarrollase una huelga general junto a la CNT para lograrlo. El PSOE tendría 3 ministros en el futuro Gobierno Provisional: el propio Prieto, Largo Caballero, y Fernando de los Ríos, quien siempre había estado en las posiciones de Prieto.

Sin embargo dicha huelga no se celebró en Madrid debido a la oposición de Besteiro. El joven Santiago Carrillo participó en los escasos sucesos que tuvieron lugar aquellos días de finales de 1930. Después, entraría en el comité ejecutivo de las FJS. Tras las elecciones del 12 de Abril de 1931 Santiago Carrillo salió a manifestarse junto a sus compañeros de la FJS a favor de la república, que se materializó el 14 de Abril. Luego trabajaría como cronista de las Cortes para el periódico "El Socialista". En 1932 sería elegido secretario de actas de la FJS y director de "Renovación", semanario de dicha Federación. Durante el golpe militar de Sanjurjo en agosto de 1932, Carrillo fue a Sevilla como cronista, y detalló la huelga general producida en dicha provincia. Tras la represión de Casas Viejas fue encarcelado por un breve período de tiempo debido a sus artículos escritos en "Renovación".
En las elecciones de 1933 la coalición entre socialistas y republicanos estaba rota, y triunfó la derecha debido a la ley electoral que beneficiaba a las coaliciones. En 1934 se formó un comité revolucionario en el que Santiago Carrillo tomó parte representando a la FJS. En Julio de ese año comenzarían las conversaciones (de las que Carrillo era portavoz de la FJS) con la UJC (Unión de Juventudes Comunistas) de cara a una posible unificación.
Al llegar la CEDA al gobierno, comenzó el movimiento revolucionario que sólo triunfó en Asturias. Carrillo tomó parte en los sucesos de Madrid y debido a ello fue encarcelado hasta que salió con la amnistía concedida tras las elecciones de Febrero de 1936. En la cárcel coincidió con su padre, Wenceslao Carrillo, y con Largo Caballero. Leyó a Trotski. Cuando salió, viajó a Moscú para reunirse con la Internacional. Allí reconoció que Trotski era un traidor (a pesar de que cuando le leyó quedó impresionado). Cuando volvió, logró unificar a la FJS con la UJC formando así las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas).












Sobre esta etapa no hay datos especialmente negativos. Simplemente tiene una ideología política, influenciada por su padre y por Largo Caballero, pero que se irá aproximando cada vez más a la comunista, especialmente tras su viaje a Moscú. No sería hasta aproximadamente 1967, unos 30 años después, cuando comenzó a alejarse de los dictados de la URSS.



La 2ª etapa, durante la guerra civil, de 1936 a 1939:


El golpe de Estado le pilló en París, debatiendo sobre la unión de las JSU a la Internacional Comunista, que finalmente se produciría. Entró a España por Irún, quedando atrapado en San Sebastián 2 semanas hasta que pudo volver a Madrid. El crecimiento de las JSU fue espectacular, y llegó a reunir a más militantes que el PSOE y el PCE juntos.


(Santiago Carrillo en una Asamblea de las JSU).

Cuando el gobierno de Largo Caballero se fue a Valencia dejando al general Miaja al gobierno de Madrid, Santiago Carrillo fue nombrado consejero de Orden Público, con Carzorla como 2º. Como consecuencia de la marcha de Largo Caballero, Santiago Carrillo comenzó a distanciarse de él.
Carrillo organizó un Subcomité denominado Delegación de Orden Público, encabezado por Serrano Poncela, quien llevó la Dirección General de Seguridad en Madrid. Es en esas fechas cuando tanto Carrillo como Carzorla y Poncela, se unen al PCE. Había permanecido hasta entonces en el PSOE esperando unirle con el PCE, pero desistió al ver que Largo Caballero mantenía su negativa.
Checa y Mije eran los líderes comunistas en Madrid. Con su autorización y la de Vicente Rojo, la de Miaja, la ayuda soviética y anarquista hicieron frente al problema de la evacuación de los presos. Les clasificaron en 3 grupos, los más peligrosos, que debían ser ejecutados, los menos peligrosos, que debían ser puestos en libertad, y los que estaban en posición intermedia que debían de ser trasladados. Así, durante el 7 y el 8 de noviembre se trasladaron presos hacia Alcalá de Henares, Chinchilla y Valencia, pero a los que iban a ejecutar los bajaban en Paracuellos del Jarama, situado en la carretera de Alcalá. El alcalde de Paracuellos tuvo que reunir a los vecinos para enterrar a cerca de 800 personas. Las sacas continuaron hasta el 3 de diciembre, produciéndose alrededor de 2.000-2.500 ejecuciones.
Las órdenes de traslado eran llegar a Alcalá, a Chinchilla, o ser puestos en libertad. Estas 2 últimas órdenes eran palabras en clave que querían decir ejecutados.
Durante esos días el cónsul de Noruega, Felix Schlayer, presionó para parar los traslados y por tanto las ejecuciones. Lo consiguió del 9 de Noviembre al 18, pero a partir de ese día, se reanudaron aunque a menor escala. También influyó que en esos 10 días, Melchor Rodríguez, de la CNT, fue nombrado inspector especial de prisiones. Melchor, el 9 de Noviembre, al saber que se planeaba una saca de 400 prisioneros, fue a la cárcel y echó a los milicianos. También prohibió la puesta en libertad de prisioneros entre las 6 de la tarde y las 8 de la mañana, para impedir su fusilamiento. Además insistió en acompañar a presos que eran trasladados a otras cárceles, para asegurarse de que no había ejecuciones. Sin embargo fue obligado a dimitir por el ministro de Justicia anarquista Joan García Oliver, quien quería castigar a los responsables e injustamente quitó a Melchor, por lo que las sacas continuaron tras su marcha. A Melchor se le conocería como "El ángel rojo".


Más tarde, Serrano Poncela abandonaría el PCE, diciendo que no sabía que las palabras en clave "libertad" y "Chinchilla" significasen ejecuciones, y que solo se limitaba a hacer lo que ordenaba Carrillo. Este por su parte echaría la culpa a Poncela.

Sin embargo, entre el 6 y el 8 de marzo de 1937, Carrillo fue felicitado en Valencia. Francisco Antón, que después cobraría importancia al enfrentarse Carrillo a él, dijo: "Es difícil asegurar que en Madrid está aniquilada la Quinta Columna, pero lo que sí es cierto es que allí se han dado los golpes más fuertes....Y esto, hay que proclamarlo muy alto, se debe a la preocupación del Partido y al trabajo abnegado, constante, de dos camaradas nuevos, pero tan queridos por nosotros como si fueran viejos militantes de nuestro Partido, el camarada Carrillo cuando fue consejero de Orden Público y el camarada Cazorla que lo es ahora. (Grandes aplausos)". Sigue Preston: Cuando se apagó la ovación, Carrillo se puso en pie y alabó "la gloria de que los combatientes de las JSU luchan con la garantía de una retaguardia cubierta, de una retaguardia limpia y libre de traidores. No es un crimen, no es una maniobra sino un deber exigir tal depuración".

Serrano Poncela había dejado la Delegación de Orden Público a principios de Diciembre, y Santiago Carrillo lo haría el 25 de ese mes para irse a Valencia a certificar la unión de la FJS con la UJC. En la conferencia celebrada con ese fin, vincularía al POUM con los fascistas. Durante 1937 y 1938, con la ayuda de Fernando Claudín, con el que más tarde se enfrentaría, logró que se expulsase a los socialistas partidarios de Largo Caballero que quedaban en la JSU, de la que él era ya secretario general. De hecho, en otoño de 1938, varias federaciones (y junto con ellas Serrano Poncela, ligado a Carrillo durante su etapa en Madrid) querían volver a formar la FJS (Valencia, Alicante, Albacete, Murcia, Jaén y Ciudad Real). Carrillo, como no, les acusó de trotskistas.












Durante esta etapa sucede sin duda uno de los puntos más oscuros en su biografía: la matanza de Paracuellos. No cabe duda de que él estaba al tanto y de que la promovió, pero junto a él, otros muchos fueron responsables (Cazorla y Serrano Poncela, pero también los soviéticos, los anarquistas, Mije, Checa, Vicente Rojo y Miaja). Es injusto echarle sólo la culpa a Carrillo cuando hubo más responsables.

Yo desde luego creo que la actitud de Melchor Rodríguez, "el ángel rojo" fue mucho más meritoria que la de Santiago Carrillo. Esto es como la pena de muerte, si la criticamos porque equipara al gobierno con los criminales, también debemos criticar la represión en el campo republicano, porque de cometerse, equipara a estos con los fascistas. (O criticar así mismo la posible represión de los rebeldes sirios que les equipararía al régimen sirio. Por ello siempre hay que mantener las distancias y dar ejemplo, aunque cueste).



Hay que reconocer que en esta etapa Carrillo hizo una gran labor aumentando muchísimo el nº de militantes de las JSU. También se culmina el proceso de unificación. Es obvio que había muchos militantes de la FJS que querían unificarse con la UJC. Sin embargo, algunos militantes tras ver que más que una unificación era una absorción de la FJS por parte de la UJC, se saldrían para retomar la FJS.
Aquí, Carrillo comienza a aplicar métodos estalinistas acusándoles de trotskistas. Siguiendo la estela de Moscú también se metería con el POUM. Sin duda hay cosas criticables de este partido, pero vincularle a los fascistas es pasarse de la raya. Aunque esto no fue cosa sólo de Carrillo, desgraciadamente.


La 3ª etapa, durante los terribles años 40, de 1939 a 1950:


En esta etapa Carrillo permanece en el exilio. Uno de sus primeros actos es escribir una demoledora carta dirigida a su padre, Wenceslao Carrillo, debido a su relación junto a Besteiro y el general Miaja en el golpe de Estado de Casado, en la que rompe toda relación con él. Wenceslao dijo que esa carta la había escrito Stalin, refiriéndose a que su hijo se vio en cierto modo obligado a escribirla para que no se le pudiese acusar de complicidad con su padre y por tanto verse apartado del PCE, máxime en una época en la que el estalinismo era la regla general.
Su padre había sido nombrado, curiosamente, consejero de Orden Público. Desde su consejería se persiguió a comunistas y se trató de capturar entre otros a Líster, la Pasionaria, José Díaz, Jesús Hernández y Juan Modesto, mencionados todos ellos por Carrillo en su carta. También se apropiaron de una lista de miembros de la JSU que se la entregaron a los franquistas, lo que les serviría posteriormente para realizar numerosas detenciones.
Así mismo, en la carta criticaría a quien antaño le influyó enormemente, Largo Caballero, tachándole de trotskista, junto a Luis Araquistáin (quien fue el 2º de Largo Caballero cuando este era Ministro del Trabajo durante la 2ª República) y otros. Decía que estaba movidos por el "odio al gran país del socialismo, la Unión Soviética, y al jefe de la clase obrera mundial, el gran Stalin, porque son la vanguardia y el amigo fiel de todos los pueblos que luchan por la libertad; porque han ayudado constantemente al pueblo español, y también porque han sabido barrer con mano de hierro a vuestros hermanos gemelos, los traidores trotskistas, zinovietistas y bujarinianos".

Como se puede ver, además de criticar el golpe, algo totalmente comprensible, lógico, y seguramente acertado, reafirma el poder de Stalin haciendo frente a todos sus críticos, no solamente ya a los trotskistas, sino también a los partidarios de Zinoviev o de Bujarin. En una de sus frases finales dice: "Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin".


De hecho, su afinidad y apoyo a Stalin y a las acciones de la URSS, continuó durante mucho tiempo. Tras la carta, llegaría el pacto entre la URSS y Alemania, conocido como el pacto Molotov-Ribbentrop o de no agresión, que Carrillo aplaudió enérgicamente.
Cuando José Díaz, secretario general del PCE, enfermo por un cáncer de estómago, se suicidó para poner fin a su sufrimiento, la Pasionaria pasó a ser la nueva secretaria general. Contó con el apoyo de Francisco Antón (de quien antes hemos visto que alabó a Carrillo por su papel en Paracuellos, aunque luego se enfrentaría a él), quien era su amante a pesar de tener 15 años menos.
También había optado al puesto Jesús Hernández, que había sido ministro comunista durante el gobierno de Largo Caballero. Hernández era popular en la URSS por el apoyo que daba a los españoles que vivían allí en condiciones no muy buenas. Contaba con el apoyo de Líster y Modesto. La Pasionaria y Antón en cambio eran bastante indiferentes a las condiciones de vida de los españoles en la URSS (todo estos según Preston y los libros que cita, no me estoy inventando nada).
Un 3º candidato fue Vicente Uribe, también ministro comunista durante el gobierno de Largo Caballero. Estaba en México, pero Carrillo y Checa (quien estuvo involucrado en el asesinato de Trotski) se oponían a él y apoyaron a la Pasionaria.
Hernández viajó a México dónde reprendió a Mije y Uribe por el lujo con el que vivían. Sin embargo al hacerlo, se granjeó su enemistad, por lo que apoyaron a la Pasionaria. Herńandez fue expulsado del partido en 1944. Luego escribiría un libro con un título llamativo: "Yo fui un ministro de Stalin".



Aunque tal vez, para ser justos, más llamativo es aún un libro que escribió José Díaz 4 años antes: "Las enseñanzas de Stalin, guía luminoso para los comunistas españoles".


Tras ascender La Pasionaria al poder, Carrillo se ocupó de las relaciones con los militantes del interior de España. Fiel a Stalin, no dudó en aplicar métodos estalinistas cuando alguno osaba contradecirle. Si bien, hay que decir que en la mayoría de las ocasiones, al menos durante la 1ª etapa, no estuvo solo en sus decisiones, sino que muchos otros militantes de rango le acompañaron en sus actuaciones o bien no alzaron la voz protestando.


El 1º afectado fue Heriberto Quiñones (aunque en realidad se llamaba Yefin Granowdiski, pues había nacido en Moldavia y era agente de la Comintern destinado a España en 1930, dónde se casó con una militante del PCE). Empezó a reconstruir el partido en abril de 1941. Para finales de ese año se podía decir que lo había logrado. Escapó durante un tiempo al control policial vestido elegantemente, aunque luego esto sería recriminado por algunos de sus compañeros. Quiñones se había mostrado muy hostil al pacto de no agresión entre la URSS y Alemania.
Los líderes en el exilio le acusaron de no haber esperado instrucciones y de dividir al interior del exterior. Uribe envió a varios militantes para calmar la situación, pero fueron capturados por la policía y ejecutados. Finalmente Quiñones fue descubierto y torturado. Por si fuera poco, recibió una carta de expulsión del PCE. Lo que verdaderamente estaba en cuestión era que había actuado con autonomía, y eso no era del agrado de los líderes en el exilio. Así, se le insultó desde varios artículos, libros y discursos, llegándole a acusar nada más y nada menos que de informador al servicio de la policía o de ser un agente inglés. Entre esas acusaciones destacó Carrillo. Pero también iban dirigidas contra quienes rechazaban la autoridad de los líderes en el exilio, acusándoles de "quiñonismo". La figura de Quiñones no sería reivindicada hasta la expulsión de Carrillo en 1985.


El 2º afectado se llamaba Jesús Monzón. Pertenecía a una familia aristocrática navarra, a pesar de lo cual era comunista. Desde Marsella animaba a los españoles a unirse a la resistencia francesa. Le ayudó Azcárate (que después cobraría importancia por su enfrentamiento con Carrillo, al igual que Antón).
Tras la entrada de la URSS en la guerra, el PCE llamó a una alianza, y concretamente la Pasionaria a aunar esfuerzos con falangistas disidentes y monárquicos desencantados, dejando abierta la puerta a una posible vuelta a la monarquía. Llamaba también a la unión a los católicos.
En este contexto, Monzón regresó a España y formó la Junta Suprema de Unión Nacional, que además de las diversas tendencias de izquierdas englobaba a franquistas desencantados y a católicos. La Pasionaria le mostró su apoyo.
Monzón tenía compañera, pero durante esa época tuvo un romance con su secretaria. La compañera de Monzón se fue a Francia, dónde conoció a Zoroa, otro militante del PCE con quien se casaría. Zoroa sería posteriormente uno de los máximos acusadores de Monzón.
Durante esa época (octubre de 1944) se promovió la invasión del Valle de Arán, con el visto bueno de Monzón y la Pasionaria. Sin embargo la operación no fue un secreto, se publicitó. Carrillo luego dijo que él se opuso, pero según Preston, fue tan entusiasta de dicha maniobra como la Pasionaria. También diría que la Junta Suprema solo existía en la imaginación de Monzón, pero en 1945 escribió una carta a la Pasionaria en la que decía que la Junta "continúa creciendo en popularidad y prestigio".
Poco después Carrillo llamó al orden a Monzón acusándole del fracaso del Valle de Arán y finalmente obtuvo permiso para expulsarle si no regresaba de España. Monzón se dispuso a dejar el país, pero fue detenido en Barcelona. Luego sería expulsado del PCE. Fue condenado a 30 años, de los que cumplió 11 pues en 1959 le pusieron en libertad (evitó la pena de muerte por haber salvado la vida a Antonio Lizarra, líder carlista durante la Guerra Civil). Según Líster, la persona enviada para guiar a Monzón por los Pirineos había recibido orden de Carrillo de asesinarlo.
La amante de Monzón sí que pudo llegar a Francia, dónde sin embargo fue interrogada por Carrillo y Fernando Claudín (quien, adelantamos, luego se opondría a Carrillo), obligándola a escribir un informe sobre sus desviaciones.

El 2º de Monzón, Trilla, fue asesinado en Madrid por militantes de una guerrilla urbana comandada por Cristino García. Este se negó a cumplir la orden de Carrillo y la Pasionaria (según versión de Líster y Uribe) de matar a Trilla, y dejó que fueran sus hombres quienes cometieran el crimen.
Además, la mano derecha de Trilla, Alberto Pérez Ayala, fue también asesinado poco después.
Luego, Cristino García fue detenido por la policía y ejecutado por su militancia comunista. Según Semprún alguien había traicionado a García desde dentro, pues no le gustaba lo que había sucedido con Trilla.



Otro episodio oscuro fue el recibimiento que el PCE dio a los españoles que habían estado encerrados en campos de concentración. No eran tratados como héroes, al contrario que los franceses o italianos por sus respectivos partidos, sino interrogados y alejados de cargos de la responsabilidad. Según Carrillo, por si acaso se habían infiltrado agentes de la Gestapo o de la Falange.
Así mismo, había españoles en la URSS que querían volver a España o a países latinoamericanos para reencontrarse con sus familiares. Dichas peticiones fueron bloquedas por temor a que hablasen mal de la URSS. A partir de noviembre de 1947, Carrillo, Claudín y Uribe dirigieron interrogatorios a los exiliados que querían marcharse. Tras la vuelta de Carrillo a Francia, el aparato liderado por Claudín enviaría a los exiliados más problemáticos a Siberia o Asia Central. Además, los cuadros que simpatizaban con estos exiliados fueron enviados a trabajar a fábricas soviéticas.
Nótese que Uribe y Claudín acabarían enfrentándose a Carrillo, pero que en 1947 estaban muy unidos.
De hecho, a finales de ese año, los 3 se inventaron un juicio en el que acusaban sin ningún tipo de fundamento a Jesús Hernández (que había sido expulsado del PCE hacía tiempo), con la ayuda de Líster y Modesto de querer asesinar a la Pasionaria y a su amante Francisco Antón. 5 militantes próximos a los exiliados de la URSS que querían marcharse fueron acusados de no haber previsto el supuesto atentado, y sólo confesándose culpables evitaron ser enviados a campos de concentración. Finalmente recayeron en una fábrica de coches.



En febrero de 1948 Carrillo solicitó a Tito que enviase paracaidistas a Levante, quien se negó. Poco después, en junio, Tito rompió relaciones con Stalin, al querer establecer un socialismo en Yugoslavia independiente de la URSS.


(El Mariscal Tito).

En Octubre, Stalin junto con Molotov y otros, recibieron a Carrillo, la Pasionaria y Francisco Antón y les aconsejaron infiltrarse en las organizaciones sindicales verticales dejando de lado la guerrilla.
Carrillo, en un acto de puro cinismo, se convirtió en uno de los máximos críticos a Tito, como antaño lo había sido con Trotski. El PCE expulsaría en los 2 años siguientes a cerca de 200 militantes por posicionarse cerca de Tito. Algunos serían ejecutados por ese motivo.
Ignacio Gallego, quien después fundaría el PCPE, se alineó con Carrillo en esa cuestión y acusó a Tito de ser un asesino fascista, además de afirmar que sus espías se habían infiltrado en las Brigadas Internacionales para ayudar a Franco. Entre esos culpables nombraba entre otros a Monzón, Trilla y Jesús Hernández.
Al Gobierno republicano en el exilio le acusarían de “cómplice de la banda fascista de Tito”.

Al igual que con el POUM, puede haber cosas criticables de Tito, pero de ahí a acusarle de asesino fascista y de las demás cosas que le acusaba Ignacio Gallego, caray que no hay trecho.

La histeria contra Tito no fue única del PCE. En Albania, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia y Rumanía importantes líderes comunistas fueron ejecutados por proximidad a Tito. Les acusaban de haber contactado con Noel Field, al que acusaban de ser espía estadounidense, cuando en realidad había estado en el bando republicano en la Guerra Civil y ayudó a repatriar a brigadistas internacionales, además de haber luchado por los refugiados en Francia y Suiza. En España, Monzón, su antigua compañera, y Azcárate habían mantenido contactos con él. Azcárate y Carmen de Pedro, la antigua compañera de Monzón fueron interrogados por Carrillo, quien acusaba a Field nada más y nada menos que de agitador franquista. Carmen firmó una confesión en la que aceptaba que Monzón era un traidor que debía ser liquidado. Tras eso fue expulsada. Azcárate fuer retirado de los cargos de responsabilidad.


Durante esa época se siguió ordenando ejecutar a varios militantes del interior por cuestionar sus órdenes, aunque no fueron tan relevantes como Monzón o Quiñones. Por ejemplo García Estanillo y su subordinado, Teófilo Fernández, fueron ejecutados por haber mostrado afinidad con Monzón.
Otor militante, Baldomero Fernández Ladreda, dijo que no estaba "dispuesto a aguantar a ningún pedante que no haya vivido la realidad del terror franquista porque son ellos [los] que tienen que escuchar a nosotros y no nosotros a ellos, que han estado a muchos kilómetros de la realidad del abandono en que nos dejaron". Según Preston, fue denunciado ante la Guardia Civil desde dentro del partido y acabó ejecutado.
Antonio Beltrán dijo en una reunión que la política exterior de la URSS era casi tan imperialista como la de EEUU, motivo por el cuál mandaron a 2 asesinos a Bayona para que lo mataran, pero él consiguió repelerlos. Según Preston, huyó a México mientras su mujer era retenida en Rusia para asegurar su silencio.



Ya en los años 50, Joan Comorera, líder del PSUC, que en 1944 había sido alabado por Carrillo por haber limpiado el PSUC de “la basura trotskista y su chusma”, cayó en desgracia al querer mantener la autonomía de dicho partido respecto del PCE. Sería cesado de su cargo y expulsado. Su hija Nuria se retractaría de su padre declarando su lealtad al PCE en una carta muy similar a la que escribió Santiago Carrillo a su padre. Según Líster y Uribe, Carrillo y Antón (a quien dentro de muy poco tiempo se enfrentarían los demás) habían decidido ya la muerte de Comorera, pero este consiguió esquivar al escuadrón que le estaba esperando en los Pirineos. Insultarían a Comorera acusándolde de “perro titista”, “reptil titista”, agente de Franco y de traidor que liberaba “una banda de venenosos agentes del imperialismo”. En Mundo Obrero escribían “Comorera y su banda cumplen el papel de lacayos y agentes policíacos del imperialismo y del franquismo, como lo han seguido en Yugoslavia el Judas Tito y otros “maestros” de Comorera”. Una vez más, podrá haber cosas que criticar a Comorera, pero de ahí a intentar matarle y difamarle de esa manera, mamma mia.



Líster en 1948 redactó un informe sobre estas muertes. En 1970 lo volvió a repetir, acusando a Carrillo.
Francisco Abad Soriano ya lo alegó en esa época. Copio textualmente del libro de Preston: "Al parecer, el informe fue suprimido por La Pasionaria y Claudín, quienes consiguieron la reclusión de Abad en un centro psiquiátrico soviético [...] De hecho, Abad no sufría ningún desequilibrio y, cuando consiguió enviar una copia del informe a la KGB, le dejaron salir del psiquíatrico. Le entregó un resumen del informe a su hija, quien al final reconoció la veracidad de los comentarios iniciales de Líster".













Salvando Paracuellos para mí la etapa más negra de Carrillo. Toda discrepancia la salvaba atacando personalmente a quien no se acomodaba a lo que pensaba, ya fuese Quiñones, Monzón, Trilla, Jesús Hernández, Comorera o Tito. A algunos incluso ordenó asesinarles. Daba igual que hubiesen sido muy importantes hasta el momento en que cayeron en desgracia, todo lo anterior no contaba, y había barra libre de insultos, desde agente de policía hasta vendido al imperialismo, independientemente de todo el trabajo y lo bien que se hubiesen llevado con ellos en el pasado.

Por otra parte igual de lamentable fue el trato que se dio a quien se quería ir de la URSS o a quienes volvían de los campos de concentración.

Sin embargo tal vez lo más preocupante es que esta actitud no fue única de Carrillo. La Pasionaria, figura muy respetada en el PCE, fue igualmente responsables. Es cierto que Líster y Abad Soriano informaron de lo que pasaba, pero Líster no abandonaría el Partido hasta 1970, más de 20 años después.
Otros que caerían en desgracia después como Francisco Antón, Fernando Claudín o Vicente Uribe, respaldaron en ese momento a Carrillo y La Pasionaria. Por ejemplo Claudín participó en los interrogatorios a los españoles que querían salir de la URSS junto con Uribe y Carrillo, algo que luego le reprocharía al 1º y no al 2º; y Antón participó en el interrogatorio a Azcárate, aunque no mucho después correría una suerte parecida.


La verdad es que viéndolo con perspectiva, si el PCE hubiese llegado al poder, miedo habría dado, teniendo en cuenta como trataba a los miembros de su partido que discrepaban con ellos, ¿qué no haría con otros miembros de fuerzas de izquierdas (republicanos, socialistas, anarquistas o trotskistas)? Por no hablar de lo que haría con los que fuesen de la derecha.

Lo sucedido en esta época sin embargo no fue único del PCE. Era propio de la política estalinista, acabar con toda disidencia. Por ello no soy capaz de entender como puede haber gente que sigue defendiendo a Stalin. Si no les gusta Trotski, vale, pero de ahí a defender su asesinato o a defender la represión que cometió Stalin contra todo el que osaba alzar la voz...la verdad es que no les hace muy diferentes de quienes defienden dictaduras fascistas.





La 4ª etapa, durante los años 50 y la 1ª mitad de los 60, de 1951 a 1966:

En 1950 el PCE era ilegalizado en Francia. Uribe y Mije acusaron a Carrillo y Antón de no prever la operación. Además, Líster, Mije, La Pasionaria, Fernando Claudín e Ignacio Gallego les acusaban de no informar de sus actividades correctamente. Carrillo se libró, pero no Antón, quien pese a ser amante de la Pasionaria (y ser ayudado por ella al ser intercambiado tras ser capturado por la Gestapo en 1940), mantenía relación con otra mujer más joven con la que se había casado y tenía una hija, no tuvo tanta suerte.


(La Pasionaria en el centro junto a Francisco Antón a su izquierda, que saluda al público).

Probablemente dicha relación tuvo mucho que ver en la reacción de la Pasionaria contra Antón. Le llegó a acusar incluso de ser agente de la policía, además de actividad fraccional. Carrillo en un 1º momento se solidarizó con él, pero posteriormente le siguió el juego a la Pasionaria. Antón llegó a confesar que había intentado destruir el PCE expulsando a 1.320 activistas (como si los demás no hubiesen tenido nada que ver en dichas expulsiones). Antón fue depuesto de sus cargos, dejó a su esposa e hijos en París y se fue a Varsovia donde trabajó aislado. Posteriormente se le unirían su mujer e hijas.

El mismo discurso mantenían en 1953 al celebrarse el V Congreso del PCE: “El Partido ha tropezado con la perfidia de un grupo de gentes turbias, de degenerados políticos que habían vivido agazapados ocultando su verdadera faz de agentes del enemigo y cuya misión consistía en castrar el Partido...Hemos desenmascarado y arrojado de nuestras filas a los Hernández, a los Comorera y a los Del Barrio, tipos de conciencia podrida, cuyos dientes ratoneros se han mellado en el acerado tejido muscular del Partido...Y ahí están, engargantados como capones en cebadero, contando las glorias del imperialismo de cuyos desperdicios se alimentan...Hemos debido enfrentarnos con las deserciones de los menos firmes, de los más influenciables por la propaganda enemiga, con el derrumbamiento moral que las derrotas producen siempre, y también con la traición de gentes que accidentalmente cayeron en nuestras filas con la esperanza de hacer carrera y que al fallarles esta esperanza se han convertido en perros rabiosos que babean sobre el Partido su hidrofobia de impotentes y de tarados”.
José del Barrio era uno de los pocos auténticos titistas y había abandonado el PCE en protesta por el pacto de no agresión entre la URSS y Alemania, formando un partido apoyado por Tito.
Sin embargo, 3 años después, en 1956, tras un vuelco total en la situación del partido y de la URSS, se levantarían las sanciones a Antón por propuesta de Fernando Claudín (que había sido uno de sus acusadores junto a Uribe, Ignacio Gallego, Líster o La Pasionaria).


El 5 de marzo de 1953 murió Stalin. Beria, jefe de la NKVD, le siguió en el poder y comenzó la desestalinización (a pesar de que había sido uno de sus más fervientes defensores). Detuvo las purgas y propuso revelar los crímenes de Stalin. Sin embargo, ser organizó el arresto de Beria y se el ejecutó, acusándole, nada más y nada menos, a él, que había sido siempre fiel a Stalin, de ser, atención ¡un agente estadounidense!
Jruschov ascendió al poder y acusó de todos los crímenes a Stalin y Beria, lavándose las manos. En 1955 se reconcilió con Tito para gran asombro de Carrillo y la Pasionaria que no habían dudado en llamarle fascista.
Después, la URSS votaría a favor de la entrada en la ONU de España (a cambio entraron Hungría, Bulgaria, Rumanía y Albania). Carrillo lo aplaudió, junto a Semprún (un nuevo militante muy prometedor alias Federico Sánchez, que sin embargo años después junto con Fernando Claudín acabaría enfrentado con Carrillo) y Claudín, pues decían que así el intercambio cultural favorecería la aproximación del pueblo español a la democracia. La Pasionaria, Uribe, Mije y Líster no estaban por el mismo sentido.
Sin embargo, en 1956 se revelaron los monstruosos crímenes de Stalin en un informe secreto en el XX congreso del PCUS. Esto llevó a La Pasionaria, que había decidido oponerse a Carrillo, a cambiar de actitud y apoyarle en su opinión sobre la entrada de España en la ONU. Cuando Líster y Mije se dieron cuenta, no tardaron en alinearse con ella, dejando vendido a Uribe.

Así, Carrillo dijo de Uribe: “Sobre todo en los últimos años se caracteriza por un enfautamiento, por una egolatría que le ha llevado a establecer un verdadero culto a su personalidad. No pierde ocasión de realzar su propio papel, la importancia decisiva de su actividad, el papel de sus ideas en la dirección del Partido. Esto lo hace, entre nosotros, en todas las reuniones, con una inmodestia y una falta del sentido del ridículo verdaderamente lamentable. Cuando Uribe realza su papel, rebaja el del Buró Político y el del secretario general del Partido sin ningún respeto para ellos”. Resulta desternillante, pues lo mismo sino más podría haberse dicho de Carrillo o de La Pasionaria.
Fernando Claudín, en un acto de cinismo lamentable, se confesó avergonzado de haber participado junto a Uribe en los interrogatorios contra los exiliados que se querían salir de la URSS (obviando que Carrillo había participado en ellos). También criticó que no se hubiesen aclarado las medidas adoptadas contra Jesús Hernández o Francisco Antón.
Uribe sería depuesto de sus cargos.

Si bien seguían las mismas prácticas estalinistas que antes, al menos ya no se les trataba de ejecutar (o se les ejecutaba directamente cuando lo conseguían), como les ocurrió a Quiñones, Monzón, Trilla o Comorera. Ahora, a Antón o Uribe, les deponían de sus cargos, aún a base de falsedades o por lo menos, acusándoles de cosas de las que los demás eran igual de culpables.


El conflicto con Claudín comenzaría poco después, con la invasión soviética de Hungría. Carrillo la aplaudió, firme a su convicción de ir siempre con la URSS (cuando viajó a Moscú en 1936 dijo sin problemas que Trotski era un traidor; después se mostró conforme al pacto de no agresión, luego a la idea de infiltrarse en las organizaciones sindicales verticales; más tarde en sus ataques a Tito; y luego siguió la estela de Jruschov en las votaciones de la ONU sobre España y al hablar sobre el informe del XX Congreso del PCUS).
Fernando Claudín sin embargo quedó consternado por dicho informe, y no le gustó la invasión de Hungría por parte de la URSS. Este alejamiento le llevaría a escribir en 1970 un libro titulado: “La crisis del movimiento comunista: de la komintern al kominform”. Se podrá estar de acuerdo o no con la revolución húngara (o contrarrevolución, según como se mire). Pero lo que es indudable es que la URSS pisoteó su soberanía al meterse en asuntos internos de otro país.


(Foto característica de la invasión de Hungría por parte de la URSS en 1956).

Después el PCE se embarcaría en la “Reconciliación Nacional”. En España, las huelgas, además de contar con presencia de la izquierda, habían tenido el apoyo de católicos organizados en la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y de falangistas. También los universitarios habían comenzado a movilizarse, y pertenecían más bien a clase medias y acomodadas.
En este contexto, Carrillo abogó por enterrar los odios de la guerra, y mostraba disposición a unirse a monárquicos y católicos, así como a realizar un cambio pacífico (hay que recordar que esto no es nada nuevo, ya en 1941 la Pasionaria abogaba por unir a monárquicos, católicos y falangistas por la democracia). De hecho, la Pasionaria apoyó a Carrillo en la necesidad de aliarse con fuerzas conservadoras y liberales para garantizar una transición pacífica a la democracia.
Carrillo promovió una huelga nacional pacífica en España que fue un absoluto fracaso pero que vendió como un gran éxito. Solo Fernando Claudín votaría en contra de dicho informe. Ignacio Gallego, pese a estar en las posiciones de Claudín respecto al fracaso de la huelga, votó con Carrillo.
Luego Semprún se alinearía con Claudín.
La Pasionaria se había sentido excluida de la aprobación de dicha iniciativa, y presentó la dimisión en 1959. Finalmente, a propuesta de Líster, Carrillo pasó a ocupar el puesto de secretario general que hasta entonces ocupaba La Pasionaria (recordemos la pelea que hubo entre ella, Jesús Hernández y Vicente Uribe tras la muerte de José Díaz), y esta pasó a ser presidenta del partido, un cargo de reciente invención más simbólico que otra cosa.

Aún así, la política de reconciliación nacional no cayó demasiado bien en ciertos sectores de la izquierda en España que incluso consideraban que el PCE había tenido un papel reaccionario en la Guerra Civil, e insistían en las realidades de clase. Así surgieron nuevos grupos como el Frente de Liberación Popular (FLP o “Felipe”), compuesto mayoritariamente por católicos próximos al comunismo. También organizaciones pro chinas y marxistas-leninistas, críticas con Jruschov y más próximas a la nostalgia de Stalin o a los en ese momento actuales Mao Tse Tung y Fidel Castro.


En marzo de 1960, Javier Pradera, militante comunista, redactó un informe sobre la desastrosa huelga nacional pacífica. A pesar de que Semprún estaba en sus posiciones, escribió un artículo (apremiado por Carrillo), en el que le rebatía. Pradera le contestó diciendo que no se esperaba dicha traición por quien consideraba su amigo. Fue excluido del partido, y en 1962 interrogado por Carrillo en presencia de Claudín y Semprún, quienes no hicieron nada por defender a su amigo a pesar de que opinaban como él.

También en 1962 se produjo la detención, tortura y ejecución de Julián Grimau. Era el responsable del Partido en Madrid. Semprún acusó a Carrillo de inconsciencia al haber enviado a Grimau a España a pesar del riesgo que suponía. Carrillo le conocía bien, pues Grimau, que se había afiliado al PCE durante la guerra civil, había sido puesto a cargo de una de las unidades que controlaban la Quinta Columna por orden del propio Carrillo.
Sobre todo, más que de enviarle a España, se le reprochaba no haberle sacado a tiempo.

La situación con Semprún y Claudín se fue haciendo cada vez más tensa. Algunos militantes del interior formaron el PCE (m-l). También hubo expulsiones de militantes pro chinos.
En 1963 Claudín escribió un artículo criticando el realismo socialista y defendiendo la libertad en el arte, y Semprún por su parte alababa la postura del PCI (Partido Comunista Italiano) al defender su independencia del PCUS. Finalmente serían expulsados en Abril de 1965, puesto que ponían en cuestión al PCUS, además de por discrepar con Carrillo sobre la huelga nacional pacífica y el análisis de la situación en España. Líster y la Pasionaria, entre otros, apoyaron a Carrillo. Acusaron a Claudín y Semprún de derrotistas y revisionistas. Jordi Solé Tura (quien luego sería ponente de la Constitución), fue uno de los pocos que defendió a Claudín y Semprún, junto a Francesc Vicens. Este último también sería expulsado debido a dicha alineación.



En otro acto de hipocresía característico de Carrillo, al caer en desgracia Jruschov en 1964, se cubrió las espaldas alabando al PCUS y criticando al PCI (no tardaría mucho en cambiar de bando). También continuó criticando a Mao por su Revolución Cultural.












Esta etapa no resulta tan desastrosamente mala como la anterior, al menos no se ordena matar a nadie, aunque Carrillo sigue haciéndole el juego a la URSS 1º alabando a Stalin, luego a Jruschov, y cuando este cae, al PCUS. No se ve atisbo de arrepentimiento por parte de ninguno respecto a lo que dijeron sobre Tito y sus seguidores cuando este se reconcilió con Jruschov. Así utilizan a Francisco Antón y a Vicente Uribe como chivos expiatorios, a pesar de que Carrillo, La Pasionaria, Ignacio Gallego o Líster habían cometido sus mismos errores.

Por otra parte el PCE toma la estrategia acertada de dejar de lado la guerrilla e infiltrarse en los sindicatos verticales, muestra de que con la violencia ya era imposible alcanzar la democracia, y sí en cambio a través del contacto con las masas. Curiosamente después saldrían grupos que no opinaban lo mismo, equivocadamente en mi opinión, pues con sus actos violentos solo conseguían alejar a las masas de ellos.

La etapa culmina con la expulsión de Pradera, Claudín, Semprún y Vicens, muestra de que las discrepancias sólo las arreglaban expulsando y difamando, y no debatiendo. Por lo menos ya no matan.



La 5ª etapa, finales de los 60 y la década de los 70, de 1967 a 1978:


En 1967 Carrillo y La Pasionaria, entre otros, fueron recibidos por Brezhnev. Ahí empezó la congelación de relaciones entre Carrillo y la URSS, el PCUS, y Brezhnev. Empezó a criticar a los países socialistas de Europa del Este por su falta de democracia, aunque lo achacaba a las dificultades de la Guerra Fría. Cuando ocurrió la Primavera de Praga, Carrillo, a diferencia de lo que hizo con Hungría, se posicionó del lado de los checos, que combinaban socialismo y libertad. 


(Dubcek, 1º ministro checo, aclamado por su pueblo).

También hicieron lo mismo los comunistas rumanos e italianos. Nótese que una de las cosas que le reprochó a Semprún fue su acercamiento al PCI.
Agustín Gómez Pagola, secretario general del Partido Comunista Vasco se posicionó del lado de la URSS y contra lo que él consideraba como contrarrevolución checa. Criticó así mismo a Carrillo por sus críticas hacia el PCUS.
Sin embargo, el Comité Central respaldó a Carrillo por 66 votos a 5. Una delegación compuesta por Líster, La Pasionaria, Azcárate y Carrillo viajó a Moscú para tratar el enfrentamiento. Recordemos que Azcárate había sido previamente purgado por sus supuesta relación con Noel Field, el supuesto espía que no era tal.
A pesar de mantener la postura de Carrillo, firmaron la declaración de la Conferencia, algo que Belinguer, del PCI, se negó a hacer. Como Gómez Pagola seguía alineado con el PCUS, este partido financió a su sector, y por ello fueron expulsados en Diciembre de 1969. Líster les defendió, no así La Pasionaria, que apoyó a Carrillo. Líster fue también expulsado junto a otros disidentes pro PCUS. Luego formarían el PCOE (Partido Comunista Obrero Español), que pasaría a ser una organización más a la izquierda del PCE de las muchas que habían proliferado a finales de los años 60, como la JOC (Juventud Obrera Católica), la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), Bandera Roja, o la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores). La mayoría de ellas (a excepción de la JOC), comprometidas de una forma o de otra con la revolución violenta. Destacó el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), creado en 1971 a partir del PCE (m-l) y su grupo de estudiantes FUDE (Federación Universitaria Democrática Española). Había sospechas de que en los FRAP había infiltrados policiales.

Ignacio Gallego (futuro fundador del PCPE) se posicionó con Carrillo tachando a Líster de fraccionista. A pesar del mensaje renovador en favor de la libertad, dentro del PCE se siguieron aplicando métodos estalinistas. Si bien ya (afortunadamente) no había ejecuciones ni humillaciones sumarísimas, las discrepancias se resolvían mediante expulsiones en vez de mediante debates y votaciones.

En 1973, Azcárate (que en los 40 había sido castigado por su conexión con Noel Field), presentó un informe en el cual aseguraba que la fusión del PCUS con el Estado Soviético hacían imposible un socialismo democrático en la URSS.

De cara al interior, durante los años 70 el PCE creció espectacularmente y se involucró más en CCOO y en los movimientos vecinales. También contactaron con la jerarquía católica, con empresarios y banqueros, además de con representantes de Don Juan de Borbón, al que le prometieron que de celebrarse un referéndum entre monarquía y república, el PCE respetaría el resultado fuese cual fuese.
El PCE fue muy criticado por estos acercamientos por parte de la extrema izquierda que consideraba que claudicaban ante la burguesía en vez de buscar la revolución social.

En Julio de 1974 el PCE lanzó la Junta Democrática, alianza compuesta además de por ellos mismos, por el PSP (Partido Socialista Popular) de Enrique Tierno Galván, los carlistas, y varios intelecutales, entre ellos algunos monárquicos. Su manifiesto abogaba por un Gobierno provisional, amnistía por cualquier delito político, libertad de prensa, libertad para los sindicatos, derecho a huelga, justicia independiente, separación de Iglesia y Estado, elecciones libres, y la entrada en la Comunidad Económica Europea.
Un año después el PSOE formaría junto a la Democracia Cristiana y el PNV la Plataforma de Convergencia Democrática.
En Agosto de 1974, José Mario Armero, presidente de la agencia de noticias Europa Press se puso en contacto con Carrillo en París, con un invitado especial, el sobrino de Franco, que le llevó un mensaje del entonces príncipe Juan Carlos: la petición de que cuando Franco muriera, el PCE no organizase manifestaciones masivas sino que diese 6 meses de gracia para iniciar el cambio político. Carrillo le dijo que el PCE era un partido serio pero que lo mínimo era la amnistía, la vuelta de exiliados y elecciones libres.

Tras la revolución portugesa se produjo un cierto distanciamiento con el PCP (Partido Comunista Portugués) de Alvaro Cunhal, quien hablaba de crear un socialismo en su país al estilo de Europa del Este (al contrario que Carrillo que prefería el modelo italiano). Algunos militantes del PCE veían con simpatía a Cunhal pues creían que así se evitarían los problemas de Allende en Chile.
Es comprensible, pero al reprimir la libertad para salvaguardar el socialismo, este se pervierte, perdiendo su esencia, y dando argumentos a sus contrarios.
De hecho, en junio de 1975, Carrillo, en un mitin conjunto con Berlinguer, su homólogo italiano, aseguró que si el PCE llegaba al poder, abandonaría el Gobierno en caso de una derrota electoral.


(Carrillo junto a Berlinguer).

A mí me parece muy razonable, las reglas han de ser iguales para todos, no por una derrota vas a establecer una dictadura para asegurarte el poder por mucho que te duela. Lo que has de hacer es convencer para ganar en las siguientes.

En Febrero de 1976, tras la muerte de Franco, Carrillo entró en España disfrazado con su famosa peluca. Juan Carlos volvió a enviar un emisario a Carrillo en Marzo instándole a no pedir la legalización de su partido en al menos 2 años. Este se negó. A finales de ese mes, la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática se unificaron en Coordinación Democrática.
En Julio, Juan Carlos sustituiría a Arias Navarro por Adolfo Suárez. Carrillo dio un discurso en Roma en el que aseguraba que el PCE era un partido independiente de Moscú comprometido con el pluralismo socialista, con los medios pacíficos y democráticos, y dispuesto a respetar diferencias ideológicas y religiosas e incluso veredictos hostiles del electorado.
En Agosto, Suárez otorgó una amnistía a presos políticos no condenados por delitos de sangre. En Septiembre presentó su programa de reforma política a las Fuerzas Armadas, asegurando que no legalizaría al PCE pues dependía de Moscú. Después lo presentó ante las Cortes franquistas. La reforma fue aprobada en referéndum popular el 15 de Diciembre. Carrillo había dado una rueda de prensa el 10 en Madrid, motivo por el que fue encarcelado el día 22 durante una semana, hasta que le soltaron debido a la presión popular.

En Enero de 1977 la ultraderecha reaccionó con varios atentados, como el de los abogados laboralistas de Atocha. Además, Preston, asegura que había infiltrados de la derecha y de la policía en los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), vinculados al PCE (reconstituido), que cometieron varios secuestros en esa época. Así asegura que lo sospechaban 3 ministros de Suárez: el general Manuel Gutiérrez Mellado (Defensa), Rodolfo Martín Villa (Interior) y Enrique de la Mata Gorostizaga (Sindicatos), además de miembros destacados del PCE.

En una reunión con Suárez en Febrero de 1977, este le ofreció que los comunistas fuesen como independientes en las listas, algo a lo que Carrillo se negó, pero le ofreció a cambio reconocer la monarquía, la bandera bicolor y a participar en un pacto social. Esta oferta la hizo sin consultarla apenas con nadie, y dejaría consternados a muchos militantes.
Después, para más inri, Carrillo aseguró que el PCE aceptaba la existencia de bases estadounidenses en España. Para facilitar su legalización eliminaron de sus estatutos las referencias al internacionalismo proletario. Esta llegaría el Sábado Santo 9 de Abril, y poco después Carrillo compareció ante la prensa con la bandera bicolor detrás.


(La plana mayor del PCE en la famosa rueda de prensa con la bandera bicolor).

Luego Carrillo se preguntaría: “¿Teníamos otra alternativa? ¿Cuál? ¿Sacar las masas a la calle, batirnos frontalmente contra el aparato del Estado? ¿Y a qué nos hubiera conducido eso sino a una derrota brutal que los primeros en reprocharnos serían quizá quienes hoy nos critican la moderación?”.
He de decir que estoy bastante de acuerdo con estas afirmaciones. Obviamente fue muy doloroso aceptar la monarquía y la bandera bicolor, pero si se quería recuperar la legalidad tras, no lo olvidemos, casi 40 años fuera de la ley con represión y torturas, no quedaba otra que resignarse.
Tal vez lo malo no estuvo en lo que hizo sino en la forma en que lo hizo, sin consultarlo con casi nadie.

Posteriormente, el 25 de Mayo, presentaría su libro “Eurocomunismo y Estado”. El PCUS se molestó especialmente por la afirmación de Carrillo de que el éxito del socialismo democrático entre los partidos comunistas occidentales tendría un gran impacto en el Bloque Oriental y desembocaría en varias Primaveras de Praga.
Luego llegarían las elecciones del 15 de Junio, en las que el PCE sacó el 9,2% de los votos. Se esperaban más, y las causas de los malos resultados podrían estar en cierto descontento de la base por lo que entendían que eran demasiadas claudicaciones, pero también por la buena imagen de Felipe González, por la financiación que recibieron la UCD y el PSOE, por el miedo que había entre mucha población tras 40 años de propaganda anti-comunista, por una ley electoral que les perjudicaba, y porque los primeros en sus listas fueron los líderes en el exilio en vez de los militantes en el interior, dando una imagen de partido anclado en la Guerra Civil.

Tras las elecciones se pasó a iniciar la elaboración de la Constitución. Suárez quería 3 ponentes de UCD y 2 del PSOE, pero Carrillo argumentó que también tenían que estar ellos, Alianza Popular (AP), que era el partido de Fraga, y representantes de las regiones, con lo que el PSOE cedió uno a estos últimos (Miquel Roca de CiU) quedándose tan solo con Peces Barba, mientras que UCD conservó los 3 que tenía, y entraron uno del PSUC (Jordi Solé Tura) y Manuel Fraga. A comienzos de 1978 ya tenían un borrador. El PCE renunció al referéndum sobre monarquía o república, aceptando la institución de Juan Carlos.
Antes, en Octubre de 1977, habían firmado los Pactos de la Moncloa para responder de forma común al terrorismo, la inflación, el desempleo y el déficit comercial. Sin embargo, el paro continuó aumentando. El PCE bajó en afiliación, de 200.000 en el 77 a 170.000 en el 78.

Por esa época apareció “Autobiografía de Federico Sánchez”, escrito por Jorge Semprún, en el que entre otras cosas recriminaba a Carrillo ser eurocomunista por fuera pero estalinista por dentro. Este libro fue criticado entre otros por Azcárate, quien curiosamente poco después acusaría a Carrillo de lo mismo (recordemos que Azcárate había sido purgado por el caso de Noel Field para luego volver a ser recuperado). En una muestra más de puro cinismo Carrillo acusó a Semprún de métodos estalinistas propios de los discípulos de Beria. Más acertado habría sido si se hubiese acusado a sí mismo de ello.
El IX Congreso del PCE celebrado en Abril de 1978 comenzó con la polémica de eliminar el término marxismo-leninismo de los Estatutos, y con el cuestionamiento a Carrillo por hacer política sin debate alguno.












Esta etapa para mí es la mejor de Santiago Carrillo (salvando tal vez la 1ª, que por su juventud no es demasiado relevante). A muchos podrá sorprenderles, pues no les gusta nada el papel de Carrillo en la transición, su postura eurocomunista o las concesiones que hizo. Es cierto, como dijo Semprún, que Carrillo era eurocomunista por fuera pero estalinista por dentro. Azcárate después, acertadamente según mi opinión, solicitaría que el eurocomunismo entrase también en la vida interna del Partido.
Me parece acertada la posición de Carrillo de distanciamiento del PCUS, de la URSS y de su compromiso con el socialismo pluralista y democrático, al igual que Berlinguer. Es un claro triunfo del socialismo saber combinarlo con libertad, como quería Dubcek, como hizo Allende, y como querían Berlinguer y Carrillo. Creo que es indefendible un socialismo sin libertad, más en esa época en la que salían de 40 años de dictadura.

Sobre las concesiones, es cierto que fueron muy dolorosas, pero también lo es que estaban entre la espada y la pared, que la derecha y los militares eran muy fuertes (normal, habían estado gobernando 40 años), y que no había ganas en la población de un nuevo enfrentamiento armado (a pesar de lo que pensasen algunos grupúsculos de izquierdas que no eran demasiado representativos).
Viéndolo con perspectiva muchos aseguran que se cedió demasiado. Tal vez sea cierto, pero no veo como habría sido posible sino la legalización. Más que en el fondo yo creo que lo que se le debe reprochar a Carrillo es las formas con las que cedió, sin consultarlo. Eso es lo grave en mi opinión. Lo otro también fue grave, pero necesario.
Además, que en ese momento se optase por ello, no quita para que 35 años después se pueda optar por otra cosa. Respetando que en su momento se hizo lo que fue necesario (por muy doloroso que fuese), pero que ahora las cosas han cambiado y se puede hacer un planteamiento distinto (que era muy difícil 35 años antes).
De todos modos también conviene recordar que ya en 1941 La Pasionaria abogaba por establecer contactos con falangistas, monárquicos y católicos. Es decir, que lo prioritario era acabar con la dictadura. Al igual que lo prioritario durante la Guerra Civil fue ganarla, por encima de la revolución social, lo prioritario durante el franquismo y la transición era acabar con la dictadura y asentar la democracia, por encima también de la revolución social. Y si para ello era necesario un pacto de Reconciliación Nacional o pactar con gente de derechas, pues bienvenido fuese, luego ya cuando se hubiese alcanzado el objetivo habría tiempo para discutir entre ellos.

Y la Constitución, se hizo la mejor que se pudo en esas circunstancias. Luego Anguita diría con razón que no se está cumpliendo. Pero si se cumpliese mucho mejor nos iría a todos, a pesar de que la Monaquía y la bandera perdurasen. Es irreal creer que se podría haber hecho otra Constitución en esa época viendo la correlación de fuerzas que había. La derecha era muy poderosa y quería ceder lo mínimo posible. Haberse quedado fuera habría sido peor, más represión y menos derechos. Se cedió, sí, pero era necesario, lo contrario habría tenido consecuencias más negativas.



La 6ª etapa, de 1979 a la actualidad:

En las elecciones de 1979 el PCE incremento su porcentaje de votos hasta llegar al 10,9%.
El cuestionamiento a Carrilo continuó, siendo Azcárate uno de sus máximos críticos proponiendo extender el eurocomunismo dentro del PCE en vez de que existiese solo de cara al exterior.
Hubo otro sector que seguía vinculado en cierto modo a la URSS y al PSUC y apoyó la invasión de Afganistán, otra muestra más de como la URSS intervenía en asuntos internos de otros países.
Finalmente se celebró el X Congreso del PCE en Julio de 1981. Los afiliados eran 130.000. Carrillo fue respaldado con 689 votos a favor frente a 64 en contra y 266 abstenciones. Poco después, el Partido Comunista Vasco se escindiría para unirse a Euskadiko Ezkerra, formación de Mario Onaindia. Azcárate y otros eurocomunistas fueron expulsados.
Tras las elecciones de Octubre de 1982 en las que el PCE bajó hasta el 3,6% de los votos, Carrillo dimitió proponiendo a Gerardo Iglesias como sucesor. Aún así pretendía seguir mandando en el PCE. En cambio, Iglesias se alió con los renovadores eurocomunistas. En Febrero de 1983 Carrillo fue derrotado al oponerse a Iglesias. En una tontería como un templo propia de quien no sabe perder ni admite críticas, dijo que todos los que votaron contra él eran marionetas de los servicios de inteligencia occidentales. Los afiliados en el PCE ya eran menos de 85.000.
Fue expulsado en 1985. Fundó Partido de los Trabajadores-Unidad Comunista, mientras que Ignacio Gallego fundaría el PCPE. En 1991 el nuevo partido de Carrillo se integró en el PSOE, aunque él tardó un poco más.













Esta etapa, ya de declive, es mala, obviamente. Aún así creo que la de paracuellos y la de los años 40 fue peor (se cometieron crímenes abominables), y también quizás la de los 50 y mediados de los 60, pues se aplicaron métodos estalinistas aunque ya sin ejecuciones.
Esta última etapa de 1979 a la actualidad, está marcada por la rebelión final. Solo unas elecciones con pésimos resultados consiguieron hacer dimitir a Carrillo, quien 3 años después sería expulsado. A partir de ahí comenzaría un viaje en el desierto del PCE hasta que formó junto a otros grupos Izquierda Unida (IU).












Al final, lo que queda de Carrillo, es que cometió varios crímenes y que todas las críticas se las tomaba como algo personal y se saldaban con expulsiones y difamaciones, cuando no cosas peores.
Mucha gente cree que las concesiones en su etapa de transición y las críticas a la URSS fueron demasiadas, yo creo que no, que fueron necesarias, pero sí que es cierto que lo peor fue cómo organizó el Partido por dentro.

Ahora bien, lo que observo es que siempre se critica mucho a Carrillo, pero, ¿qué pasa con La Pasionaria que le estuvo apoyando siempre codo con codo? Líster habló mucho, pero no se fue hasta 1970. Claudín y Semprún otros 2 de sus críticos importantes, también estuvieron con él muchos años, especialmente el 1º. Igual que Azcárate o Ignacio Gallego, que aguantaron más de 40 años a su lado sin levantar la voz hasta el último momento.

Por tanto, sí, hay que criticar a Carrillo por lo que hizo dentro del PCE especialmente en los años 40, pero también a La Pasionaria y los demás que le respaldaron. Muchas veces se tiende a personalizar cuando los demás fueron igualmente responsables.

En la web del PCE se suelen encontrar alabanzas a antiguos camaradas, especialmente a La Pasionaria. En otras webs de otros Partidos, alabanzas a Líster o a Ignacio Gallego. En otros sitios se habla bien de Claudín o de Semprún. Pero no cuentan que estuvieron codo con codo con Carrillo durante mucho tiempo.

Creo que hay que aprender de los errores, y hacer una revisión crítica de la historia para que no vuelva a suceder lo que pasó es fundamental. Porque lo contrario, hacer una historia propia que sea una mera alabanza sin ninguna crítica, no es más que propaganda, y no reflexión. Por ejemplo, criticar las difamaciones exageradas que se hicieron sobre Quiñones, Monzón, Coromera o Tito, entre muchos otros.
También dejar de lado críticas inverosímiles como agente estadounidense, al servicio del imperialismo, fascista, o informador de la policía, que como ya hemos visto fueron muy utilizados para desprestigiar cuando no tenían nada que ver y solamente se les criticaba por haber caído en desgracia, pues antes habían sido camaradas dignos de alabanzas.



En resumen, bastante interesante el libro. Seguramente los de Líster, Claudín o Semprún también lo sean, aunque no tengan tanta difusión.