lunes, 26 de agosto de 2024

Ucrania ataca a Rusia en Kursk, y el caso de Pablo González y los espías rusos

Numerosos han sido los artículos que he escrito en este blog respecto a Ucrania y Rusia desde 2014 con la revuelta del Maidán que echó del poder en Ucrania al presidente proruso Yanukóvich y la posterior ocupación rusa de los territorios ucranianos de Crimea y el Donbás, pasando por un artículo posterior con un tono bastante irónico acerca del autoritarismo de Putin y los estragos que estaba realizando dentro de Rusia y en la política internacional, hasta llegar a 2022, primero con la acumulación  de tropas rusas en la frontera ucraniana y la política de la OTAN, y después con el ataque inicial ruso y la hipocresía de buena parte de la izquierda española al respecto al ponerse de algún modo del lado de Rusia.

A esos artículos les siguieron otros analizando las sanciones puestas en marcha por Occidente, así como el chantaje energético que realiza Rusia a Europa y el auge del precio de la energía y los alimentos como consecuencia de la guerra; el repliegue de posiciones ruso en el frente con Ucrania y los problemas de agilidad en la toma de decisiones en política exterior que genera la obligación de consenso entre los Estados miembros de la UE; la contraofensiva ucraniana en Jerson y Járkov; la movilización parcial en Rusia para aumentar sus efectivos militares para la guerra y la posibilidad de que utilizase bombas nucleares en el frente; hasta llegar finalmente al estancamiento de la contienda en otoño de 2023 debido al atrincheramiento de las fuerzas rusas para frenar cualquier intento de contraofensiva ucraniana y a la falta de aviación en el ejército ucraniano, así como de la rebelión fallida del grupo paramilitar Wagner contra el status quo en Rusia o del apoyo sustancial del líder checheno Kadirov a Putin.

Sin olvidar otro artículo más amplio y reciente sobre la nueva guerra fría en el que entre otras cosas mencionaba el sorteo que se hace de las sanciones para seguir comerciando con Rusia. 

Pues bien, prácticamente un año ha pasado desde el último artículo en el que analizaba la situación en el frente, y si bien sigue habiendo cierto estancamiento, también hay novedades.

La más importante sin duda es la nueva ofensiva que ha lanzado Ucrania en territorio ruso. Concretamente en Kursk. Esto es toda una novedad ya que hasta ahora se había estado combatiendo única y exclusivamente en Ucrania, y si bien se habían producido algunas pequeñas incursiones y ataques en Rusia, estos habían sido bastante anecdóticos.

Así por ejemplo, algunas legiones de voluntarios rusos que combaten del lado ucraniano, habían lanzado incursiones en más de una ocasión en el territorio ruso de Belgorod, que fueron sofocadas en poco tiempo, y Ucrania ha lanzado con cierta periodicidad drones y misiles contra territorio ruso, llegando incluso hasta Moscú, aunque no dejaban de ser meros ataques simbólicos o ataques para dañar nudos logísticos ferroviarios o de suministros rusos, como infraestructuras energéticas.



Pero ahora ha dado un paso más, y en vez de enviar o dar el visto bueno a que vayan voluntarios rusos a combatir dentro de Rusia, Ucrania ha enviado a su propio ejército, y no en una mera incursión, sino a apoderarse de territorio ruso, y ya puestos, a hacer cientos de prisioneros entre los soldados rusos que se rinden a su paso.

Esto conviene analizarlo en profundidad. ¿Por qué Ucrania realizaría un movimiento así? ¿Qué gana con todo esto?

Bueno, en primer lugar hay que señalar que Ucrania se enfrenta a numerosos problemas en el frente. Uno de los más importantes, la falta de personal. Tras dos años y medio de guerra, con las bajas que han tenido, y con muchos ucranianos refugiados fuera del país o tratando de huir o esconderse para no tener que combatir - y posiblemente morir en el frente -, las tropas ucranianas escasean en cuanto a personal. Y por mucha movilización y reclutamiento que hagan (recientemente bajaron la edad mínima de reclutamiento a los 25 años y comenzaron a reclutar asimismo en las prisiones), incluso entre los que han salido del país, siguen siendo inferiores en número a las tropas rusas. Y esto se nota en el frente, donde los rusos, mediante perseverancia, están haciendo retroceder a los ucranianos. De hecho, algo tabú hasta hace poco, como es la entrada de tropas occidentales para ayudar a los ucranianos, ya ha sido planteado por Macron entre otros. De momento no ha sucedido, pero no convendría descartarlo.

Así pues, el ataque en la región de Kursk podría ser una estrategia para que Rusia se vea obligada a rectificar y desplazar tropas del frente ucraniano hasta Kursk, para defenderse y expulsar a los ucranianos de allí. De esta forma, la presión en el frente ucraniano, tanto en Jerson y Zaporiyia como en el Donbás, se aliviaría, al haber partido de allí tropas rusas, y el ejército ucraniano podría tratar de recomponer las líneas y asentarse, en vez de estar en retroceso.

Esto de momento es lo que está sucediendo, aunque no en gran medida. Es decir, para Putin, por increíble que parezca, resulta más prioritario el frente del Donbás con la toma de Prokrovsk a la vista (un importante nudo ferroviario y de suministros), que defender Kursk. Con lo que apenas ha movido tropas de allí. Y como consecuencia de ello, Ucrania sigue presente en Kursk, consolidando el territorio conquistado.

¿Es que acaso a Putin no le importa que le invadan su propio territorio? Obviamente que sí. Pero Putin, si destaca por algo, es por no ser temperamental, sino frío y calculador. Y probablemente habrá estimado que esta incursión ucraniana tiene límites, no se puede prolongar indefinidamente ni en el tiempo ni en el territorio, ya que de suceder así dejaría desprotegidos los frentes en propio territorio ucraniano. Con lo que sí, está tratando de defender Kursk, pero sin volverse loco, sino estudiando de dónde puede sacar tropas, y dónde es mejor dejarlas.


(En este gráfico se puede ver el territorio tomado por Ucrania en Kursk, en tres colores diferentes según la fecha, del 10, 15 y 21 de agosto)

Otra razón para el ataque ucraniano en Kursk, además del intercambio de prisioneros entre ambos bandos, es el de una futura negociación de paz. Y es que se ha dificultado cada vez más que EEUU apruebe entregar ayuda armamentística a Ucrania dada la negativa de muchos republicanos. De hecho, el último gran paquete de ayuda para Ucrania por parte de EEUU, fue aprobado tras intensas negociaciones en la cámara de representantes, y vino de la mano de ayuda militar para Israel. 

La posibilidad real de que Trump ganase las elecciones suponía prever que el apoyo estadounidense a Ucrania podría resentirse mucho. De todas formas, dicha posibilidad ya no es tan clara desde que Harris ha sucedido a Biden como candidata demócrata, aunque tampoco hay que descartarlo pues recientemente Robert Kennedy, hijo de Bobby Kennedy y sobrino del famoso presidente, se ha retirado de la carrera presidencial para otorgar su apoyo a Trump, algo que ha supuesto que el resto de la familia Kennedy se aleje de él, pero que no obstante podría ayudar a Trump a remontar en un momento en el que empezaban a torcérsele las cosas.

Y sin ese apoyo de EEUU, Ucrania lo pasaría muy mal en el frente, como ya se ha visto con la falta alarmante de municiones, de sistemas de defensa antiaérea y las limitaciones en cuanto al rango de alcance de los misiles otorgados, con lo que podría verse abocada a una mesa de negociación para firmar la paz con Rusia en la que probablemente tendría que ceder territorios para lograr seguir existiendo como país independiente.

De esta forma, atacando y controlando Kursk, y tal vez Belgorod, se hace con un as en la manga con el que puede jugar en una mesa de negociación. Al controlarlos militarmente, puede ofrecer devolvérselos a Rusia a cambio de que le devuelvan ciertos territorios ucranianos que controla Rusia. Obviamente cuanto mayor sea el territorio del que consiga apoderarse Ucrania, más presión podrá ejercer para lograr un buen acuerdo, o al menos para no tener que ceder demasiado.

No obstante debe tener cuidado, porque como decía previamente, si destina muchos recursos a controlar territorio en Kursk y Belgorod, puede descuidar el frente en Ucrania y eso Rusia lo podría aprovechar. En cualquier caso parece que las incursiones de voluntarios rusos que partieron de Ucrania hacia territorio ruso en el año pasado, así como la marcha rebelde de Wagner hacia Moscú indicaron a los ucranianos que las fronteras rusas no estaban bien protegidas, y que por lo tanto una operación de estas características era posible y factible.

Así, con esta jugada maestra, Ucrania ha conseguido lograr salir del estancamiento en el que se encontraba, poner la presión sobre Rusia, y levantar la moral en sus tropas. Además, los aviones occidentales largamente anunciados, parece que al fin están llegando (unos 60 F16, procedentes de Holanda y Dinamarca), y las líneas rojas antaño dibujadas, están siendo borradas. Ya no es tabú atacar territorio ruso, como sí que lo era antes.



También habría que tener en cuenta otros objetivos militares más inmediatos con esta incursión. Se habla por ejemplo de tomar por parte de Ucrania la central nuclear de Kursk, para quizás intercambiarla en una posible negociación por la central nuclear de Zaporiyia, actualmente en manos rusas; de controlar el suministro de gas a Europa desde uno de los gasoductos de Kursk que ha tomado Ucrania, y de este modo tratar de reducir la dependencia de gas ruso de Europa y por tanto la financiación rusa de la guerra; o de aislar la región para cortar la vía de suministros rusos hacia Járkov.

Aparte de la ayuda militar mencionada por parte de Occidente, otra idea que se baraja y que ha aprobado el G7 es utilizar los fondos congelados que Rusia tiene en bancos occidentales (fundamentalmente en Bélgica y valorados en 325.000 millones de dólares) para financiar a Ucrania en su esfuerzo bélico. Esto es bastante problemático, porque por mucha ilegitimidad que pueda haber en la agresión rusa a Ucrania, no deja de ser un robo de dinero a un país para dárselo a otro, y podría crear un precedente muy peligroso. La fórmula escogida por el G7 para evitar la ilegalidad es utilizar los beneficios generados por estos activos congelados. 

Es decir, no los van a vender o apropiarse de ellos, sino que únicamente los beneficios que estos activos generan cada año, estimado en unos 3.000 millones de dólares, serían de los que se apropiarían anualmente. De esta forma, planean pedir a los mercados un préstamo de 50.000 millones de dólares y devolverlo en un período x de tiempo pagando cada año los 3.000 millones de dólares obtenidos por los intereses de estos activos congelados rusos, y de esta forma financiar a Ucrania.

Ese dinero le puede venir bien a Ucrania entre otras cosas para tratar de reconstruir su infraestructura energética, gravemente dañada por los bombardeos rusos que han supuesto cortes de luz constantes. Aunque hubo un intento de mediación de Qatar para evitar que Rusia y Ucrania se atacasen mutuamente en la infraestructura energética, estas conversaciones se han pausado debido a la ofensiva en Kursk.

Otra noticia que ha salido estos días han sido varios informes periodísticos que apuntan a la autoría ucraniana en el sabotaje en septiembre de 2022 al gasoducto Nord Stream 2 que unía Rusia con Alemania. Esto pone en un problema a este último país, porque ya hay quien se ha indignado por esto (la ultraizquierda y la ultraderecha, como no) y ha exigido cortar la ayuda a Ucrania.

Obviamente no es del gusto de nadie que un país al que consideras aliado realice un sabotaje a una infraestructura vital para ti. Pero aquí hay que entender un poco el contexto y las circunstancias. A Ucrania no le interesaba ese gasoducto porque entendía que aumentaba la dependencia energética de Europa por parte de Rusia y les dejaba a ellos aislados. Se ha informado de que Zelenski autorizó en un primer momento la operación, pero que luego quiso dar marcha atrás y ya fue demasiado tarde.

En cualquier caso no creo que esto vaya a tener grandes repercusiones. A pesar de que Europa sigue comprando gas a Rusia, el objetivo es dejar de hacerlo, no incrementarlo, con lo cual no parece que esto vaya a ir a mayores. Lo que sí que tendría que preocupar a Europa es la excesiva dependencia que aún hoy, 2 años y medio después desde que comenzó la ofensiva contra Ucrania, sigue teniendo Europa del gas ruso. ¿A qué esperan para cortar definitivamente con ello? Existen alternativas, y mientras no lo hagan seguirán beneficiando a Putin. Claro que ya lo está sorteando como puede a través de países de Asia Central, China e India, como indiqué previamente. Eso también tendría que tratar de corregirlo Europa.


(Como se puede comprobar en este gráfico, en el caso de España, en vez de reducir la compra de gas ruso desde el comienzo de la ofensiva rusa en 2022, la ha aumentado, además de forma considerable)

Por otro lado, ya han comenzado las negociaciones para que Ucrania se adhiera a la UE. Que esto empiece es bueno, pero tampoco supone realmente nada. Las negociaciones con Turquía comenzaron en 2005, y prácticamente 20 años después, Turquía sigue muy lejos de entrar en la UE. No creo que en el caso de Ucrania la cosa vaya a ir tan rematadamente lenta, pero desde luego tampoco será rápido. Entre otras cosas porque supondría un agravio para los otros países que aparte de Turquía llevan años negociando entrar, como son Serbia, Montenegro, Albania y Macedonia del Norte. Todos ellos están realizando reformas exigidas por la UE, cosa que ya ha comenzado a hacer también Ucrania. Ha habido varios arrestos por corrupción, de personas que probablemente en otras circunstancias serían intocables, como el viceministro de energía o el presidente del tribunal supremo.


Habrá que ver en qué queda la ofensiva en Kursk, cuanto territorio ruso es capaz de retener Ucrania, y si con el nuevo armamento que llegue y la posible nueva movilización, consigue fijar el frente en el Donbás y en el sur del país. Fue muy comentada en su día la destitución del general Zaluzhny como jefe de las fuerzas armadas, muy popular en Ucrania al haber sido el máximo responsable de evitar que Rusia tomase Kiev y de la contraofensiva ucraniana exitosa en Jerson y Jarkov. Muchos argumentaban que podía ser un rival del propio Zelenski de cara a unas futuras elecciones. No está del todo claro si esa fue la razón principal de su marcha, o pesaron más razones militares como el escaso éxito de la contraofensiva ucraniana realizada en 2023, algo a lo que Zaluzhny indicaba que se había producido debido a una igualdad entre ambos contendientes, y que solo se podía solucionar movilizando más tropas y adquiriendo armamento más moderno. Razón no le faltaba, pero parece que estas declaraciones no sentaron muy bien a Zelenski, quien consideró que no debería haberlas hecho públicas. Zaluzhny fue sustituido por Sirski, que hasta ese momento estaba al mando de las tropas de tierra, y que tendría buena relación con Zelenski.


(Zelenski junto a Zaluzhny)

Aparte de esto, podemos señalar la nueva ley aprobada recientemente por el gobierno ucraniano en la que fija un plazo para prohibir la actividad de la iglesia ortodoxa ucraniana que continúa siendo fiel a la iglesia ortodoxa rusa rusa. 

El gobierno ucraniano mantiene que esta medida se debe a las posiciones que sostiene el patriarca ruso Kirill de apoyo al gobierno de Putin, tratando de forzar así la ruptura de la iglesia ortodoxa ucraniana con la iglesia ortodoxa rusa, y de frenar la influencia que pueden tener los clérigos ortodoxos a la hora de defender las actuaciones del gobierno ruso en Ucrania.

Esto obviamente no ha gustado nada a Putin, ni tampoco al Papa Francisco, quien ha dicho que "no hay que prohibir rezar". Me pregunto qué pensará de los clérigos ortodoxos que justifican la agresión rusa a Ucrania.

Por otra parte, también recientemente, Zelenski ha acusado a Bielorrusia de acumular tropas en la frontera, lo que podría ser un preludio de un ataque a territorio ucraniano, algo con lo que Rusia lleva presionando desde hace tiempo al gobierno bielorruso. Esperemos que no vaya a mayores y no deje de ser más que una medida de presión para mantener la tensión, sin que se crucen los límites.


En cualquier caso parece bastante claro que la guerra en Ucrania se encamina hacia una negociación, al no ser posible, en los términos actuales, que ninguna de las dos partes logre avances sustanciales. Veremos cómo llega cado uno a dicha negociación, y qué logran sacar de ella.

Lo ideal sería que Ucrania lograse la retirada completa de Rusia del territorio ucraniano. Pero si no lo consigue por las armas, parece difícil que Rusia vaya a ceder en ese punto. Un posible intercambio por el territorio controlado por Kursk puede entrar en juego, pero al no ser que el territorio conquistado por Ucrania sea muy significativo, dudo que baste como para que Rusia se retire de todos los territorios bajo su control. 

Al final esto es una guerra de desgaste, y parece que Rusia tiene más aguante que Occidente, al haber transformado su economía al servicio de la guerra, y al asegurarse Putin continuar en el poder al menos hasta 2030 en unas nuevas elecciones fraudulentas con la única oposición permitida que alaba a Putin quedando muy rezagada, habiendo eliminado a toda posible oposición incómoda, con la muerte de Navalni en una prisión del círculo ártico como mayor ejemplo. Y Putin podría continuar en el poder hasta 2036, dado que en 2020 propició un cambio en la constitución para permitirlo.

No obstante, Rusia también se enfrenta a ciertos problemas internos. Por ejemplo, el peligro yihadista, que ya ha golpeado duro, con el brutal atentado en marzo de 2024 en una sala de conciertos de Moscú reivindicado por el Estado Islámico de Jorasán, radicado en Afganistán y Asia Central, que dejó 137 personas muertas, pese a que el gobierno de Putin trató de vincular el atentado con Ucrania sin ninguna prueba sólida. Claro que también hubo alegaciones en el sentido contrario, es decir, que el FSB, los servicios secretos rusos, estarían implicados de alguna manera en el ataque. Cosa que no sería del todo descartable, dadas las amplias sospechas que existen sobre el FSB en casos similares en el pasado.

El Estado Islámico de Jorasán ya había atacado en ocasiones anteriores en otros lugares, como en Irán en enero de 2024, donde causó más de 100 muertos. O el posterior ataque a un puesto de control policial, sinagogas e iglesias ortodoxas en la región rusa de Daguestán en junio de 2024, que dejó una veintena de muertes.

También podríamos citar la recomposición interna del gobierno, como cuando Putin destituyó al ministro de defensa Sergei Shoigu, para nombrarle secretario del Consejo de Seguridad. Puede que en esta destitución pesasen las acusaciones de corrupción o las tensiones que mantenía con Prigozhin, líder de Wagner que lideró una rebelión fallida y que acabó muerto al estallar el avión en el que viajaba, pero en cualquier caso Putin ha decidido mantenerlo cerca con su nuevo puesto, de la más alta relevancia, y que antes ocupaba Nikolai Patrushev, íntimo de Putin, y a quien nombró asesor para la construcción naval. El elegido para sustituir a Shoigu ha sido Belousov, antiguo viceprimer ministro, experto en economía, lo que revela lo importante de la economía de guerra rusa que mencionaba previamente.


(De izquierda a derecha, Belousov, Shoigu y Patrushev)

Por su parte, los líderes occidentales estarían cansados y presionan para que se llegue a una solución política. Tampoco hay que olvidar que dos años y medio de guerra también pesan en Ucrania. Con lo que al no ser que se vean avances significativos en el campo de batalla con la nueva aviación disponible, me parece que más tarde o más temprano Ucrania se tendrá que sentar a negociar, y no será fácil, ya que claudicar territorios ante el enemigo que te los ha quitado por la fuerza, nunca es del gusto de nadie.


Otra noticia en la que me quería detener, y que está también relacionada con Ucrania y Rusia, es el intercambio de prisioneros que se ha realizado en Turquía entre Rusia y Bielorrusia por un lado, y EEUU,  Alemania, Eslovenia, Polonia y Noruega por el otro. Rusia y Bielorrusia tienen encarcelados a varios opositores además de a ciudadanos occidentales a los que acusan de espionaje, y EEUU y Europa tienen por su parte encarcelados a varios ciudadanos rusos por espionaje u otros crímenes. En total, Rusia y Bielorrusia liberaron a 16 personas y EEUU y Europa a 8. Entre las personas liberadas por Europa que han vuelto a Rusia, destaca el español Pablo González, también conocido como Pavel Rubtsov, pues tenía doble nacionalidad hispanorusa, al ser hijo del ruso Alexei Rubtsov, quien trabajó para los servicios secretos rusos, y de María Elena González, hija de Andrés González Yagüe, un niño de la guerra (de los muchos que fueron a Rusia tras la guerra civil). Pablo nació en Rusia, bajo el nombre de Pavel Rubtsov, pero cuando sus padres se divorciaron, se fue con su madre a España y allí se le registró como Pablo González.

En este vídeo se puede ver el recibimiento que otorga Putin a los presos rusos liberados, entre ellos a Pablo González:


Pues bien, Pablo, que era periodista freelance (es decir, autónomo) para medios como la Sexta, Público o Gara, fue arrestado en Polonia en 2022, acusado de realizar acciones de espionaje contra miembros de la oposición rusa, gracias, se dice, a su relación sentimental con Zhanna Nemtsova, hija del político opositor ruso y asesinado en 2015, Boris Nemtsov, situación que habría aprovechado para acceder al mundo de la oposición rusa y obtener información de varios de los opositores, como Vladimir Kara Murza, quien había sufrido dos intentos de envenenamiento por parte de los servicios secretos rusos, o  Ilya Yashin. Ambos fueron liberados curiosamente en el mismo canje que Pablo, solo que estos dos para no volver a Rusia. 

En España hubo una campaña importante por su liberación, acusando a Polonia de retenerlo injustamente, y de tenerlo prácticamente incomunicado. En dicha campaña liderada por su mujer Oiana Goiriena, participaron periodistas, como Gervasio Sánchez, Antonio Maestre u Olga Rodríguez, artistas como Carlos Bardem, Pulpul o Willy Toledo, intelectuales o personas influyentes como Baltasar Garzón, Carlos Taibo, Rubén Sánchez o Javier Couso, y varios políticos de Podemos, Bildu, ERC, PNV, Compromís, Junts, CUP y BNG. Sin embargo, Pablo siguió retenido, hasta que ha sido liberado en este intercambio, y acogido en Rusia por Putin, junto al resto de presos excarcelados por parte de Occidente y que reclamaba Rusia.

Una vez liberado, han comenzado a publicarse muchas historias acerca de él. Está casado con Oiana y tienen tres hijos, pero al parecer hacía tiempo que no veía a su mujer y tenía una relación con una periodista polaca, que también fue arrestada en Polonia aunque posteriormente la dejaron en libertad con cargos, y por lo que cuentan varios de los compañeros de trabajo de Pablo, ya hubo quien sospechó de él por su actitud y por su nivel de vida, que no encajaba con el de un periodista freelance. 

Además, se ha informado de que en una ocasión Pablo viajó en un avión junto a Sergey Turbin, un miembro de los servicios secretos rusos que al parecer está al cargo de los agentes encubiertos en Europa, y que ambos billetes fueron comprados con la misma cuenta bancaria.

No parece probable que Pablo vaya a volver a España o Polonia, al reclamarle la fiscalía polaca acusándole de espionaje. Su abogado, por cierto, es Gonzalo Boye, el mismo que defiende a Puigdemont, y que junto a él y Artur Mas entre otros, está siendo investigado bajo la acusación de traición por conspirar para la secesión de la mano de Rusia.

Creo que si alguien seguía teniendo dudas sobre si Pablo era un espía o no, el hecho de que haya sido incluido en este canje y recibido por Putin en la pista de aterrizaje, despeja cualquier tipo de duda.

Aparte de la historia de Pablo, han salido a la luz otras bastante curiosas acerca de las personas liberadas en este intercambio, como la pareja formada por Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch, acompañados de sus hijos menores de edad, que se hacían pasar por argentinos afincados en Eslovenia con trabajos tapadera, cuando en realidad eran ciudadanos rusos espiando para la madre patria en Europa, con la que se comunicaban a través de un programa cifrado con el ordenador, y que contaban con cientos de miles de euros escondidos en su casa. Sus verdaderos nombres eran Ana Valerievna Dulceva y Artem Viktorovic Dulcev, como destapó la Interpol al cotejar sus huellas dactilares y dar con sus verdaderos nombres. Ambos aceptaron su culpabilidad para poder ser partícipes del intercambio, bajo condición de no volver a Eslovenia en los próximos cinco años. 

Gisch llegó en un inicio a Argentina desde Uruguay, y Mayer Muños desde México. Ambos reclamaron y obtuvieron la nacionalidad argentina en 2012 gracias a documentos falsos. Gisch alegando que era un ciudadano austriaco nacido en Namibia y que su madre era argentina, y Mayer Muños dijo que era mexicana y que había nacido en Grecia. Estando en Argentina se casaron, tuvieron a sus hijos Sophie y Daniel, y en 2017 marcharon para Eslovenia, hasta que en diciembre de 2022 fueron detenidos acusados de espionaje. Sus hijos fueron puestos bajo la protección del Estado, hasta ahora que han acompañado a sus padres en el intercambio de prisioneros. 


(Imagen de la familia que publicaron en redes sociales)

Tras la detención de Gisch y Muños, se supo de otros espías que marcharon a Rusia ante el temor de ser detenidos, como Irina Alexandrova Smireva, quien había adoptado en 2018 la identidad de la griega María Tsalla, un bebé que nació en 1991 pero que murió al poco tiempo. El esposo de Irina, que decía ser el brasileño Gerhard Daniel Campos Wittich, también se esfumó tras las detenciones. Claro que otros no tuvieron tanta suerte y fueron arrestados, como Mikhail Mikushin que se hacía pasar en Noruega por el brasileño José Assis Giammarias, o el caso de Sergej Vladimirovich Cherkasov, quien intentó infiltrarse en la Corte Penal Internacional mediante unas prácticas bajo la identidad del brasileño Viktor Muller Ferreira.

La propia historia de Gisch y Muños no es algo nuevo para Eslovenia, pues ya en 2018 descubrieron a otros dos espías rusos, Anatoly Chepiga y Alexander Mishkin, quienes también se hacían pasar por argentinos.

A este tipo de espías se les conoce como agentes ilegales o durmientes, ya que aparentemente llevan una vida civil bajo una identidad falsa para no levantar sospechas como podría ser el caso de diplomáticos, cuando en realidad están espiando para un Estado extranjero, y al parecer es una práctica habitual rusa, algo que ha inspirado películas y series de televisión, como la magistral "The Americans".

Otro liberado en este canje de prisioneros fue el ruso Vadim Krasikov, condenado en 2021 a cadena perpetua por asesinar en Berlín en 2019 al ex líder de la insurgencia chechena Zelimkhan Tornike Khangoshvili, y de quien Rusia admitió que trabajaba para los servicios secretos.

Además, EEUU liberó a los rusos Vadim Konoshchenok, acusado de blanqueo de capitales para el gobierno ruso así como de integrar la red del FSB (serivicios secretos rusos) para suministrar a Rusia componentes electrónicos y munición de procedencia estadounidense; Roman Seleznev, detenido en 2014 y condenado en 2017 a 27 años de prisión por piratería informática y estafa; y Vladislav Klyushin, condenado a 9 años de prisión por piratería informática, mientras que Noruega liberó al ruso Mikhail Mikushin, quien estaba acusado de espiar para Rusia haciéndose pasar por un ciudadano brasileño.

Por parte de Rusia, liberaron a los estadounidenses Evan Gershkovich, periodista de The Wall Street Journal que había sido arrestado en marzo de 2023 y posteriormente condenado a 16 años por espionaje; al marine Paul Whelan también condenado por espionaje desde 2018; y a la periodista rusoestadounidense Alsu Kurmasheva detenida en junio de 2023 y condenada a 6 años de prisión por espionaje; así como al rusoalemán Kevin Lik, condenado por traición en diciembre de 2023 al estimar que planeaba otorgar información militar rusa a los servicios de inteligencia alemanes; y a los alemanes Demeuri Dieter Voronin, condenado a 13 años de prisión por colaboración en actividades de espionaje; Herman Moyzhes, acusado de traición por ayudar a ciudadanos rusos a obtener permisos de residencia en Europa; y Patick Schoebel, detenido por posesión de cánnabis.

Asimismo Rusia liberó como parte del mismo intercambio a los ya mencionados anteriormente cuando hablaba de Pablo González, el opositor británicoruso Vladimir Kara Murza, condenado en 2022 a 25 años de prisión por traición al criticar la guerra y al régimen de Putin, y que había sobrevivido a dos intentos de envenenamiento; y el opositor ruso Ilya Yashin, condenado en diciembre de 2022 a 8 años de prisión por supuestamente difundir información falsa sobre el ejército ruso cuando realmente lo único que hizo fue informar sobre la matanza rusa cometida en Bucha, en Ucrania, contra civiles ucranianos.

Otro destacado opositor ruso liberado en este intercambio es Oleg Orlov, veterano defensor de los derechos humanos que estuvo al cargo de la organización Memorial, fundada entre otros por Sájarov y galardonada en 2022 con el premio nobel de la paz como reconocimiento a su trabajo a la hora de documentar violaciones de derechos humanos en Rusia desde la época de Stalin hasta la actualidad, y que fue clausurada por el gobierno ruso en 2021. Orlov fue condenado a 2 años y medio de prisión por supuestamente desprestigiar al ejército al realizar una crítica a la guerra.

Del mismo modo, fueron liberados Ksenia Fadeeva, Vadim Ostanin y Lilia Chanysheva, antiguos colaboradores de Navalni que se encontraban en prisión cumpliendo una condena de 9 años después de que el gobierno ruso ilegalizase su organización.

Otros opositores rusos liberados en este intercambio fueron Andrei Pivoravov, condenado en 2022 a 4 años de prisión por su papel en el grupo opositor Open Russia (Rusia Abierta) fundado por el magnate ruso exiliado Mijail Jodorkovski, que fue clausurado por el gobierno ruso en 2021; y Alexandra Skochilenko, que había sido condenada a 7 años en 2023 por protestar contra la guerra colocando mensajes en las etiquetas de los precios en una tienda de comestibles en San Petesburgo. 

Bielorrusia por su parte liberó al alemán Rico Krieger, quien había sido condenado a muerte por terrorismo, ya que le acusaron de unirse a voluntarios de Bielorrusia que luchan junto a Ucrania y de espiar objetivos en la propia Bielorrusia.



Otros como el médico estadounidense Marc Fogel condenado en Rusia a 14 años de prisión por contrabando de marihuana no han sido incluidos en el intercambio. Se informó también de que Navalni podría haber sido incluido en el canje, pero lamentablemente murió antes de que este se realizase. Otros opositores rusos y bielorrusos aún continúan en prisión, como el ruso Alexei Gorinov, condenado a 7 años de prisión por sugerir guardar un minuto de silencio por los niños muertos en Ucrania; el periodista ruso Ivan Safronov condenado en 2023 a 22 años de prisión por alta traición al supuestamente haber entregado información confidencial a una agencia de inteligencia de la OTAN; la opositora bielorrusa Maryja Kalesnikawa condenada a 11 años de prisión; la activista bielorrusa Natallya Malets, acusada de enviar fondos a presos políticos; los periodistas bielorrusos Aliaksandr Ales Kirkevich e Iryna Charniauka, acusados de rebeldía; o el bielorruso Syarhej Tsikhanouski, condenado a 18 años de prisión en 2021 por una manifestación no autorizada.

En el caso del periodista estadounidense liberado y anteriormente mencionado Evan Gershkovich, hay que señalar que Rusia quiere controlar la información periodística. Y si bien en este caso había optado por arrestarle y condenarle (el primer arresto a un periodista estadounidense acusándole de espionaje desde que en 1986 hicieran lo propio con Nicholas Daniloff), en otros casos opta por expulsar a periodistas de su territorio, como le sucedió a Xavier Colás, corresponsal de El Mundo en Rusia.

Este no es el primer intercambio que se produce, pero sí el más numeroso y que a más países ha implicado. Anteriormente EEUU había intercambiado algunos prisioneros con Rusia, como cuando accedió a liberar a Victor Bout (un traficante de armas archiconocido que inspiró entre otras la película "El señor de la guerra" protagonizada por Nicolas Cage) por Brittney Griner, una jugadora estadounidense de baloncesto encarcelada en Rusia por posesión de cannabis. 


(Brittney Griner, a la izquierda, fue intercambiada por Victor Bout, a la derecha)

O cuando intercambió al piloto ruso Konstantin Yaroshenko, condenado por traficar con cocaína, por Trevor Reed, un estadounidense que fue condenado por agresión a policías rusos.

Previamente se había intercambiado en 2010 a Anna Chapman y otros 9 agentes durmientes rusos en EEUU por 4 personas, entre ellas Serguei Skripal, ex agente de inteligencia rusa condenado en 2006 a 13 años por espiar para Reino Unido. El propio Skripal sobrevivió junto con su hija a un intento de envenenamiento en 2018 en Reino Unido.

Las otras 3 personas liberadas por Rusia fueron Igor Sutyagin, científico nuclear en prisión desde 2004, condenado a 15 años por compartir información confidencial militar con servicios de inteligencia extranjeros; Aleksander Zaporozhsky, condenado a 18 años en 2003 por espionaje, y Gennady Vasilenko, ex funcionario de la KGB condenado a 3 años de prisión por posesión ilegal de armas y resistencia a la autoridad, aunque se sospechaba que espiaba para EEUU.

Los otros 10 agentes rusos que detuvo e intercambió EEUU eran Vicky Peláez, periodista peruana, y su marido que se hacía pasar por peruano de origen uruguayo bajo el nombre de Juan Lázaro, cuando en realidad su verdadero nombre era Mikhail Vasenkov; Richard Murphy y su esposa Cynthia, cuyos nombres reales eran Vladimir Guryev y Lyndia Guryev; Michael Zottoli y Patricia Mills, cuyos verdaderos nombres eran Mikhail Kutsik y Natalia Pereverzeva, y que tenían dos hijos; Mijaíl Semenko; Christopher Metsos, arrestado en Chipre y de quien se dice que era el tesorero del resto de agentes; y Tracy Lee Ann Foley y Donald Howard Heathfield. Todos ellos fueron acusados de asumir identidades falsas y de espiar para Rusia, además de blanqueo de dinero.

La historia de estos dos últimos, Tracy y Donald, fue la que acabó inspirando la serie "The Americans", a la que me he referido antes, ya que adoptaron nombres falsos de personas que habían muerto con muy pocos días de vida (sus nombres reales eran Elena Vavilova y Andrei Bezrukov), y tuvieron hijos en EEUU que desconocían a lo que realmente se dedicaban sus padres. Por cierto que se informó que ambos estarían implicados en la trama rusa de apoyo al procés, al haber contactado con gente cercana al entorno de Puigdemont para tantear la posibilidad de que Rusia apoyase a una posible futura Cataluña independiente.



Esto por no remontarnos más años atrás, en los que podríamos encontrar el caso de Robert Hanssen, un agente del FBI que espió para Rusia y que fue condenado a cadena perpetua, o el de Aldrich Ames, agente de la CIA que también espió para Rusia alertando sobre espías estadounidenses en territorio ruso, lo que provocó que hasta 10 agentes fueran arrestados, de los cuales 8 acabaron siendo ejecutados. Ames acabó siendo condenado a cadena perpetua cuando fue descubierto.

También podríamos destacar el intercambio que realizaron Suecia e Irán, en el cual Irán logró que Suecia liberase a Hamid Noury, quien había sido arrestado en Suecia en noviembre de 2019 y posteriormente condenado a cadena perpetua por su papel en las ejecuciones de presos políticos iraníes en 1988, a cambio de liberar a Johan Floderus, ciudadano sueco y diplomático de la UE que había sido encarcelado en abril de 2022 acusado de espionaje mientras visitaba el país, así como a otro ciudadano sueco retenido desde noviembre de 2023, Saeed Azizi.

En cambio Ahmed Reza Jalali, con doble nacionalidad sueca iraní, se enfrenta en Irán a la pena de muerte acusado de espionaje.

Claro que estos no han sido los únicos casos de ciudadanos occidentales arrestados en Irán. En España conocimos el caso de Santiago Sánchez Cogedor, un turista que viajaba andando con el objetivo de llegar a Qatar para el mundial de fútbol que se iba a celebrar allí en diciembre de 2022, y que a su paso por Irán se le ocurrió visitar la tumba de Mahsa Amini, la ciudadana iraní que murió a causa de la paliza que le propinó la policía por llevar mal puesto el velo islámico, como consecuencia de lo cuál fue arrestado en octubre de 2022 y no fue liberado hasta finales de 2023.

Francia vivió algo parecido con su ciudadano Luis Arnaud, que había sido detenido por participar en las protestas tras la muerte de Amini, y que estuvo cerca de 2 años entre rejas antes de ser liberado. Otros ciudadanos franceses como Jacques Paris y Cecile Koller aún siguen en prisión en Irán.

Se ha alegado que Irán, y al parecer Rusia también, utilizan la diplomacia de rehenes. Es decir, arrestar y condenar a civiles occidentales muchas veces bajo pretextos falsos o exagerados, para así lograr que los países de los que son nacionales accedan a un intercambio y recibir a ciudadanos suyos encarcelados en otros países que les interesan, aunque hayan sido condenados por crímenes o espionaje.

Al final todo esto no hace otras cosa que demostrar que la guerra fría ha vuelto, y Rusia envía espías a Occidente y cuando son capturados o descubiertos, se apresura a capturar occidentales bajo cualquier pretexto para conseguir la liberación de sus espías. Lo que parecía cosa de películas y novelas, no viene de otro sitio que de la realidad, y cuanto antes lo asimilemos, mejor.

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