viernes, 14 de febrero de 2025

La vuelta de Trump al poder

El partido republicano de EEUU ha cambiado tanto desde que adoptó el populismo con el tea party y Sarah Palin, que hoy en día Bush hijo parece hasta un moderado si se le compara con Trump. Quien nos lo iba a decir.

Cómo ha llegado el partido republicano a esto sería algo que convendría analizar, pero no está tan lejos de lo que sucede en otros países con el auge de los partidos de extrema derecha. La diferencia es que en EEUU, al estar el bipartidismo tan arraigado, la ola populista ha llegado a tomar el poder en el principal partido conservador, en vez de surgir otro partido a su derecha que le hiciese sombra y eventualmente le adelantase, como ha sucedido en Italia (Fratelli d'Italia de Meloni y la Liga Norte de Salvini adelantando por la derecha a la Forza Italia de Berlusconi y Tajani), Francia (Reagrupación Nacional de Le Pen adelantando por la derecha al partido republicano de Sarkozy y Chirac), o Polonia (el PiS de Kaczynski adelantó a la derecha tradicional de Tusk, aunque estos alineándose con otros partidos consiguieron recuperar el gobierno).

En otros países, si bien no les han adelantado, tienen una fuerza no despreciable y en auge, como Alemania con AfD, España con Vox, Portugal con Chega, o el Reino Unido con UKIP.


 (De izquierda a derecha, Orbán, Abascal y Le Pen, en una cumbre reciente celebrada en Madrid de la familia política de buena parte de los partidos de ultraderecha europeos).

Si bien hay diferencias entre estos partidos, les suelen unir algunas cosas en común, como un patriotismo exacerbado unido a la defensa de la soberanía nacional frente a otros órganos de decisión supranacionales como la UE o la ONU, un rechazo general a la inmigración relacionado especialmente con la población musulmana, y cierta nostalgia por el pasado y los valores y costumbres tradicionales que se pueden traducir en políticas restrictivas en cuanto a la diversidad de género, menor esfuerzo por luchar contra el cambio climático, o un ensalzamiento de regímenes y épocas pasadas históricas.

Aunque todo eso ya se daba en los partidos de derecha tradicionales, la diferencia es que estos nuevos partidos y líderes llevan estos temas por bandera, acusando a los partidos o líderes tradicionales de haber sucumbido al sistema y haber aceptado políticas de la izquierda.

Razón en parte no les falta. La derecha tradicional en España se opuso al divorcio, al aborto, o al matrimonio homosexual. Pero cuando gobernó, no hizo nada por cambiarlo.

Así pues, estos nuevos partidos y líderes, al poner el acento en temas candentes y señalar a quienes dicen estar en contra pero que no hacen nada por cambiarlo, consiguen arrastrar a cada vez mayor número de votantes.

También ayuda, por supuesto, que en estos nuevos partidos aparezcan líderes carismáticos y con buena oratoria. Y Trump en el caso del partido republicano, es el mejor ejemplo.

Antes de entrar en política, era un conocido empresario por protagonizar su propio programa de televisión, en el cual había varias personas que trabajaban para su empresa, y Trump las iba despidiendo una a una hasta que al final uno conseguía quedarse con el puesto. 

 

(Anuncio en la Torre Trump del programa de televisión de la NBC "The apprentice" en la que Trump es el protagonista anunciando a los empleados concursantes que están despedidos con su demoledora frase "You're fired").

 

Por tanto, era bien conocido por el público en general, y la cualidad que tiene al hablar y hacer captar la atención de la gente, manejando el tono de voz, haciendo sentirse partícipes a la gente que le escucha, y hablando claro y sin rodeos, es desde luego innegable. 

Como decía al principio, el terreno en el partido republicano estaba ya preparado desde que John McCain cometiese el error garrafal de elegir a Sarah Palin como su futura vicepresidente en caso de que ganase las elecciones frente a Obama en 2008. Sarah Palin, que era gobernadora de Alaska, lideró un movimiento conservador dentro del partido republicano, el conocido como Tea Party, que apoyaba a los congresistas y senadores más conservadores dentro del partido republicano frente a otros más moderados.

Pese a que Obama ganó las elecciones en 2008, el Tea Party continuó, y con más fuerza aún si cabe, como reacción a las políticas de Obama, en especial en relación a la salud pública. Aunque en 2012 Mitt Romney - ahora considerado como un moderado por su oposición a Trump - fue el elegido por el partido republicano para competir contra Obama, en 2016 la irrupción de Trump fue de tal magnitud que arrasó en las primarias del partido republicano, que le coronaron como candidato.

Esas elecciones estuvieron muy reñidas, y pese a que Hillary Clinton obtuvo más votos, la victoria fue para Trump, gracias al sistema electoral estadounidense, por el cual cada Estado tiene un determinado número de lo que se conoce como "votos electorales", y al haber ganado Trump en más Estados clave que Hillary, consiguió más "votos electorales", y por lo tanto se hizo con la presidencia. 

También se denunció y probó que Rusia había interferido con una campaña de desprestigio contra Hillary, y que Trump era conocedor de ello. Posteriormente saldrían bastantes más pruebas de la conexión de Trump con Rusia, incluida la financiación para sus operaciones empresariales, o los contactos durante la campaña electoral.

En cualquier caso, la campaña la marcó Trump anunciando que iba a construir un muro con México y que iba a hacer que este país lo financiease. Obviamente no llevó a cabo su promesa electoral. Donde sí apretó más fue con la OTAN, obligando a algunos Estados a incrementar su presupuesto en defensa. Razón no le faltaba, ya que EEUU es con mucha diferencia el socio principal de la OTAN, y por tanto, los demás Estados miembros de la Alianza dependen de su ayuda militar. 

También se salió del pacto de levantamiento de sanciones que se había alcanzado con Irán para que no continuase desarrollando su programa nuclear, recuperando dichas sanciones. Por el contrario, siguió la política opuesta con Corea del Norte, aventurándose a buscar un acuerdo con el régimen de dicho país para levantar las sanciones a cambio de la interrupción de su programa nuclear, aunque no consiguió llegar a buen puerto.

 
(Trump junto al líder norcoreano Kim Jong Un en una cumbre en Vietnam en 2019).


Pero lo que más se recuerda de sus primeros cuatro años, fue su desastroso final, marcado por su pésima gestión durante el COVID, llegando a sugerir que se ingeriese lejía para expulsar al virus. Incapaz de aceptar la derrota por la mínima contra Biden, alegó que había habido fraude electoral y alentó a sus seguidores a marchar al Capitolio en forma de protesta, lo que hicieron, llegando a asaltar el edificio. Por fortuna, su vicepresidente, Mike Pence, mantuvo la compostura, el rigor y la dignidad que le faltaron a Trump, y se negó a cumplir las órdenes que este le dictaba, permitiendo que se completase la certificación de los votos electorales que apartaban a Trump de la presidencia.

Finalmente, con el gobierno de Biden, pese a que la macroeconomía ha tenido buenos números, la inflación ha pesado en los votantes, que veían como con el gobierno de Trump los precios se habían mantenido estables, al contrario que con Biden. Además, el énfasis de Trump en el control de la inmigración conseguía mantener fieles a sus votantes.

Y es que el votante moderado republicano es cada vez más una excepción. Aunque hubo primarias y debates entre los candidatos republicanos, todos se acabaron retirando uno detrás del otro al constatar el apoyo mayoritario que las bases del partido daban a Trump.

Entre dichos candidatos, había los típicos políticos republicanos, como Ron DeSantis, gobernador de Florida, Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte, Tim Scott, senador de Carolina del Sur, o Nikki Haley, representante de EEUU en la ONU, pero también políticos más moderados claramente contrarios a Trump, como el mencionado Mike Pence, o el gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, así como un extravagante Vivek Ramaswamy, proveniente del mundo empresarial.

Todos, a excepción de Pence y Christie, acabaron apoyando a Trump para las elecciones.

 (Chris Christe (izquierda) y Mike Pence (derecha) en un debate televisado en Fox de las primarias del partido republicano en 2023).

De este modo, tenemos a un partido republicano totalmente entregado a Trump. Y por la otra parte, tenemos a un partido demócrata a la deriva, incapaz de convencer a Biden de que no se presentase para una segunda elección debido a su estado físico de salud, evidenciado durante un debate presidencial en el que Trump ganó la partida claramente, lo que provocó que al fin los demócratas reaccionasen y forzasen la salida de Biden de una forma poco decorosa. Auparon a Kamala Harris, que había sido vicepresidente con Biden, pero su poco carisma y su posición ambigua sobre muchos temas, no ayudaron con el electorado, especialmente entre los más jóvenes, que veían cómo el gobierno de Biden y Harris apoyaba a Israel mientras cometía en Gaza una masacre que algunos ya califican de genocidio. 

Así pues, muchos jóvenes votantes del partido demócrata decidieron quedarse en casa o votar al partido verde, en vez de a Harris. Esto, unido a la movilización del electorado de Trump, logró que este volviese al poder.

La verdad es que resulta increíble que alguien como Trump que entre otras cosas recomendó ingerir lejía para eliminar el coronavirus y que tuvo una rabieta al perder las elecciones en 2020 acusando de fraude e incitando a tomar un edificio público como el Capitolio, haya vuelto al poder por el voto de la gente.

Se explica como digo, por los fallos del gobierno de Biden en política económica (inflación) y exterior (apoyo a Israel, salida desastrosa de las tropas estuadounidenses en Afganistán que condujeron a la vuelta al poder del movimiento talibán), pero también por la polarización extrema en la que está la sociedad estadounidense y por la toma del poder del populismo en el partido republicano.

No en vano hay muchos partidarios de la teoría de la conspiración que creen que Trump es el único que puede luchar contra lo que ellos denominan "Estado profundo", y que se encuadran en el mismo campo que el movimiento anti vacunas o los que creen que la Tierra es plana, es decir, los más radicales dentro de este movimiento populista que ha logrado conquistar el poder del partido republicano en EEUU, y a los que Trump hace guiños de vez en cuando.

De hecho, una de sus primeras medidas, fue indultar a todos los procesados por el asalto al Capitolio. Claro que esto de los indultos no es nuevo, ya lo hizo Biden los últimos días de su mandato, indultando a su hijo por posesión ilegal de armas, o indultando previamente (es decir, antes de que sean condenados) a varios funcionarios clave de su gobierno, en previsión de lo que pudiese hacer Trump contra ellos.

Esto habla muy claramente de lo que es la justicia, y cómo se utiliza por unos y otros. No es algo exclusivo de EEUU, en España estamos muy acostumbrados también a ello. Pedro Sánchez sin ir más lejos, se victimiza, y dice que la persecución contra su mujer y su hermano obedecen a una campaña sucia de la oposición.

No tengo la menor duda de que la oposición en España disfruta viendo sufrir a Sánchez y su entorno. Pero tampoco tengo dudas de que si no hubiese nada, los jueces ni siquiera habrían procedido a investigar a su mujer y a su hermano. Eso no significa que sean culpables, habrá que esperar a que se dicte sentencia para saberlo, pero sí que existen dudas razonables, y por eso están siendo investigadas. 

Si no hubiesen hecho nada ilegal, por mucho procedimiento que hubiese e inconveniencia que les causase, deberían estar con la conciencia tranquila, y no meditando cinco días sobre si merece la pena o no continuar.

La propuesta de eliminar la figura de la acusación particular refleja claramente su preocupación. Como digo, es cierto que la oposición va a tratar de atacar por todo hueco posible del que disponga, pero los jueces deben valorar si las acusaciones tienen algún fundamento o no. Porque lo contrario, eliminar las acusaciones populares, dejaría toda acusación en manos de la fiscalía, y eso a día de hoy sería un gravísimo error, estando como está la fiscalía controlada a rajatabla por el gobierno. ¡Si hasta el propio fiscal general está siendo investigado por filtración para perjudicar a un rival político de Sánchez! Únicamente en el caso de una fiscalía al servicio del Estado y no del gobierno, podría tener sentido la eliminación de la figura de la acusación popular. Pero en este caso sería mayor el perjuicio que el beneficio.

Y entonces, ¿cómo resolvemos que los políticos dejen de acusarse los unos a los otros en la justicia? Bueno, lo ideal sería fortalecer el sistema judicial, clarificando qué puede ser juzgado y qué no, qué entra dentro de las decisiones políticas, y qué no. Eso ya está establecido a día de hoy, pero tal vez convendría revisarlo.

Por ejemplo, volviendo a EEUU, y dejando de lado los indultos, nos encontramos con que Trump ha despedido a todos los que le estuvieron investigando por diversos asuntos. Ahí por ejemplo es donde podríamos tratar de fortalecer a la justicia, que esos puestos no puedan ser eliminados por el presidente de turno, y que sirvan al interés del Estado.

Pero claro, eso para personajes elógratas como Trump, que cree que puede hacer lo que quiera sin ninguna consecuencia, suena a chino. Y no es que lo diga yo, ya lo dijo él, que podía ir por la calle y pegar unos cuantos tiros a alguien, y la gente le seguiría apoyando.

Ese es el nivel del personaje. Por eso no es de extrañar que tenga ideas rocambolescas que no se le ocurrirían a nadie con un mínimo de conocimiento político e histórico. Como querer recuperar el control del Canal de Panamá, porque dice que se está beneficiando a China y que EEUU paga demasiado para que sus barcos pasen por allí. O querer comprar Groenlandia a Dinamarca, porque considera que es un territorio estratégico para EEUU, cuando Dinamarca ya ha dicho que no está en venta.

Claro que a mí lo que más me indigna, no son las ocurrencias de Trump, sino el silencio atronador y cómplice del resto del mundo. ¿Amenaza con tomar el Canal de Panamá y Groenlandia y nadie dice ni hace nada? Eso lo que demuestra el es poder absoluto que tiene EEUU de la economía y de la política sobre el resto del mundo. La mayor parte de los políticos occidentales han salido a contemporizar, a tratar de limar asperezas, de llegar a un acuerdo, y en general, de decir palabras suaves que no solivianten a Trump.

Así ha pasado con los aranceles y los vuelos de deportación. Una de las primeras medidas de Trump fue aumentar los aranceles con México y Canadá. Así porque sí, sin explicación real aparente, más allá de su verborrera contra la inmigración y el narcotráfico. Al final suspendió el incremento tras llegar a un acuerdo con ambos gobiernos para que estén más atentos a sus fronteras. Veremos si esa suspensión se mantiene o no, y si realmente la situación fronteriza se estabiliza, lo que parece harto difícil.

A quien no parece que se los vaya a suspender de momento es a China, a quien ve como su gran rival que puede superar a EEUU. De hecho, China ya está a la par con Occidente en la tecnología más puntera, como los coches eléctricos de la marca BYD, la inteligencia artificial de DeepSeek, los móviles de Huawei o Xiaomi, o incluso la carrera espacial. De ahí que Trump intente frenar las relaciones comerciales con China y le imponga aranceles. China, como es natural, ha respondido de la misma forma. 

Por cierto que es curioso este afán proteccionista de Trump vía aranceles. Normalmente, la derecha política siempre ha estado a favor del libre comercio, y no del proteccionismo, ya que argumentaban, y con razón, que al imponer aranceles se perjudica el comercio entre los países y por lo tanto suben los precios al haber menor oferta. Por eso sorprende que Trump, al frente del partido republicano de EEUU, que es el partido conservador por excelencia, adopte esta postura política, argumentando, como hacen los proteccionistas, que busca proteger a la industria estadounidense. La bolsa reaccionó mal ante el anuncio de aranceles a México y Canadá, pues temían que perjudicase a la economía al provocar aún mayor inflación, aunque tras la suspensión de los aranceles, recuperó los valores previos.

Pero más que la postura de Trump, sorprende la de sus idólatras, como Abascal o Milei, que siempre han defendido el libre comercio y atacado al Estado. Pues bien, ante las decisiones arancelarias de Trump, no han dicho ni mu. Seguramente si una decisión semejante la hubiese tomado Nicolás Maduro, o el presidente de China, por poner dos ejemplos, su reacción hubiese sido muy diferente. 

Hay quien puede argumentar que esos aranceles no les afectan a ellos. Pero a Abascal sí que deberían afectarle los aranceles que quiere imponer Trump a Europa sobre el aluminio y el acero. ¿Continuará callado? ¿Saldrá a defender a Trump pese al claro perjuicio que esa decisión podría suponer para España? Sin duda será interesante seguir la reacción de Vox al respecto.

Algo parecido a esta falta de reacción sucede con los vuelos de deportación. Gustavo Petro, presidente de Colombia, intentó ponérsele de frente, negándose a recibir a deportados colombianos enviados de vuelta en aviones militares. Cuando Trump anunció aranceles también para Colombia, tiempo le faltó para agachar las orejas y aceptar los deportados a cambio del levantamiento de los aranceles.

Los que parece que mejor han encajado la llegada de Trump son los líderes con tintes autoritarios. Así el gobierno de Venezuela aceptó acoger a deportados venezolanos sin protestar siquiera, tal vez pretendiendo establecer una relación de confianza que pudiera conducir al levantamiento de sanciones. Por su parte, el gobierno del Salvador se ofreció voluntario para aceptar deportados de otros países, buscando seguramente también una amistad con el nuevo gobierno estadounidense.

Por si fuesen poco estas deportaciones, Trump está enviando deportados incluso a la base naval de Guantánamo que EEUU tiene en Cuba, famosa por su archiconocida cárcel donde los derechos humanos brillan por su ausencia y en la que ha habido presos durante varios años sin ser llevados a juicio y siendo sometidos a duros interrogatorios y torturas.

Irán de momento está a la espera. Trump siempre ha tenido un discurso muy duro con este país, y está por verse si da carta blanca a Israel para atacarles, o no. Seguramente dependerá de cómo se desarrollen los acontecimientos en Gaza y la pretendida paz en Oriente Medio. Aquí Trump tampoco ha defraudado, y tras presionar para que Netanyahu aceptase un alto el fuego con Hamás, ahora ha soltado la mayor ocurrencia de todas, que los ciudadanos de Gaza se vayan (no importa dónde, pero fuera de la franja), para que pueda ser reconstruida.

Es decir, para él, el problema de Israel y Palestina, no es más que una oportunidad inmobiliaria. Es realmente de psiquiátrico. Le da igual la historia, le da igual que los palestinos ya estuviesen allí antes que los israelíes, le da igual la ocupación, le da igual la resistencia...Él ve que la franja está destruida tras los bombardeos, y por lo tanto ve natural que la gente se vaya de allí para que sea reconstruida. ¿Qué problema hay? De verdad que hasta a un niño de 5 años no se le ocurriría semejante estupidez.

Alguien bienintencionado podría tratar de explicarle que los palestinos no van a aceptar verse desplazados forzosamente de su tierra, que les pertenece por historia. Podría tratar de hacer un simil con Hawai por ejemplo, y decir que si fuese ocupada por China, a nadie se le ocurriría sugerir que los habitantes de Hawai se fuesen de allí, ya que llevan históricamente muchos años en esa tierra, y lucharían por defenderla y por su derecho de permanecer en ella.

Pero eso no serviría de nada. Ya en el pasado ha habido muchos ex asesores de Trump que han dicho que pierde la capacidad de concentración enseguida, que cuando tratan de explicarle algo complejo, desconecta a los 5 minutos y cambia de tema, o sugiere algo irrealizable.

Ese es el personaje que tenemos al frente del país más importante del mundo. Ese es al que ha votado la mayor parte de los estadounidenses. Y ese es el mundo en el que estamos.

Se le podría incidir en el derecho internacional, y en cómo la deportación forzosa está expresamente prohíbida. Pero teniendo en cuenta que ha impuesto sanciones a los miembros de la Corte Penal Internacional por el sencillo hecho de realizar su trabajo y emitir una orden de arresto contra Netanyahu, es de esperar que el derecho internacional a Trump le importe más bien poco, por no decir nada.

¿Y ante esta última barbaridad pronunciada y sugerida por Trump, y aplaudida por Netanyahu, como no podía ser de otra manera, ha dicho alguien algo? Pues sí, con la boca pequeña, naturalmente, los palestinos y la mayor parte de los Estados árabes y europeos se han pronunciado en contra, e imagino, rezado, para que no se le ocurra pasar de las palabras a los hechos.

 

(Netanyahu, a la izquierda, y Trump a la derecha, en una rueda de prensa en la Casa Blanca tras recibir Trump a Netanyahu y soltar su ocurrencia sobre Gaza en una visita de Estado).

Los más perjudicados claramente son Egipto y Jordania, que son los países a los que los ciudadanos palestinos podrían desplazarse con mayor probabilidad si se viesen expulsados de Gaza. Pero claro, eso supondría un problema de gestión monumental para ambos países, por no hablar de la humillación histórica que eso supondría para los palestinos y el mundo árabe y musulmán en general.

Jordania y Egipto tienen relaciones con Israel desde que firmaron sendos acuerdos de paz con este Estado en los años 90, y reciben ayuda militar de EEUU, la cual no quieren perder, pero si para ello tienen que ceder a acoger al millón largo de personas que habitan en Gaza, la población de sus propios países podría estallar contra los gobiernos que actualmente rigen Egipto y Jordania, conduciendo tal vez a un cambio de régimen y a una ruptura de los acuerdos de paz con Israel.

De momento, Egipto ya ha convocado una reunión urgente de la Liga Árabe para tratar la situación. Y el rey jordano, que se reunió con Trump, intenta salir del meollo sin contrariarle en público, pero sin tampoco apoyar su plan, evidentemente.

Además de Egipto y Jordania, están sugiriendo o explorándose otras opciones, como la de que Arabia Saudí se convierta en el hogar de los palestinos, algo a lo que este país obviamente se ha negado. Una de las razones de Hamás para lanzar el ataque del 7 de octubre fue que Israel estaba negociando con Arabia Saudí normalizar las relaciones, y el ataque y la situación posterior frustró que se llegase a un acuerdo, ya que Arabia Saudí es un faro en el mundo musulmán al acoger las ciudades santas del Islam, y llegar a un acuerdo con Israel que no fuese favorable a los palestinos, sería visto por los musulmanes como una traición, no solo por los de otros países, sino incluso por sus propios habitantes.

Estas ocurrencias de Trump y Netanyahu no favorecen en nada a que se puedan retomar dichas negociaciones, más bien al contrario, lo tensa todo. En algunas ocasiones parece más venganza dialéctica que otra cosa, como cuando el ministro de defensa de Israel dijo que países que habían sido duros con ellos en sus críticas como Noruega, Irlanda o España, debían acoger por ley como refugiados a los ciudadanos de Gaza, algo que es totalmente impensable, no solo por el hecho de acoger a semejante tamaño de personas, que también, sino por lo injusto de la situación.

Es realmente alucinante que un pueblo que ha sufrido tanto con el holocausto como es el pueblo judío, esté en estos momentos a punto de provocar una deportación forzosa de más de un millón de personas simplemente porque les consideran inferiores y quieren quedarse con su territorio. Ya está bien de usar la excusa del holocausto como justificación para cometer o comprender todo tipo de atrocidades que realiza el Estado de Israel. Se puede y se debe condenar el holocausto y lo que hace Israel en Palestina al mismo tiempo.

Aún es pronto para ver si se pasa de las palabras a los hechos en este asunto, aunque Netanyahu, como digo, está frotándose las manos y dando instrucciones para preparar el terreno. Y los ministros israelíes radicales, también, soñando con expandir el Gran Israel, a costa de Palestina, Líbano y Siria. Ya lo están haciendo, y ven que con Trump en EEUU, pueden continuar con ello sin ningún problema.

Ahora mismo, el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás se mantiene, liberando prisioneros ambos bandos. Sin embargo, Hamás anunció que pausaba el intercambio, en protesta el plan de Trump, pero sobre todo por las violaciones del alto el fuego por parte de Israel, y por el hecho de que este está retrasando las negociaciones correspondientes a la segunda fase del acuerdo, en las que ambas partes deberían continuar negociando para convertir el alto el fuego en permanente, y de este modo lograr por un lado la liberación de todos los rehenes que Hamás tiene aún en su poder, y por el otro la retirada completa de Israel de Gaza.


 (Los tres últimos rehenes que liberó Hamás llamaron la atención por el lamentable aspecto físico en el que se encontraban. Por desgracia algunos de ellos ni siquiera sabían en el momento de su liberación que familiares suyos habían sido asesinados durante el ataque del 7 de octubre).

Al pausar el acuerdo, Hamás se guarda en la manga el as de los rehenes, que no quiere soltar hasta que Israel se comprometa en la negociación. Conociendo a Netanyahu, no es de extrañar que esté dilatando las negociaciones para culpar a Hamás de su fracaso, reanudar la guerra apoyado por Trump, barrer a Hamás de Gaza, y conquistar el terreno. La suerte de los rehenes le importa más bien poco. Pese a la presión que puedan ejercer los familiares de estos, le importa más su puesto y la presión que sobre el gobierno ejercen los ministros más radicales. 

De hecho, ante el anuncio de pausa de Hamás, ha dado órdenes de prepararse para volver a bombardear Gaza, y a Trump se le ha ocurrido dar un ultimátum a Hamás para que libere a todos los rehenes el sábado sin condiciones, en vez de los intercambios que están sucediendo periódicamente. Es decir, ordena a Hamás quedarse sin su baza negociadora, y quedarse a expensas de lo que quiera hacer Israel, lo cuál como es obvio, es muy complicado que Hamás acepte, aunque de momento ha anunciado que continuará liberando rehenes, según lo que estaba estipulado en el acuerdo, no a todos de golpe. 

De esta forma Trump ha estado a punto de conseguir cargarse el acuerdo de alto el fuego al que tanto costó llegar. Seguramente nunca estuvo interesado en él más allá de poder decir que se llegó a ello gracias a que alcanzó la presidencia, lo cual es cierto, ya que ninguna de las dos partes quería empezar mal con la administración Trump, pero en cuanto ha encontrado una oportunidad, tiempo le ha faltado para salir en apoyo de Israel en sus demandas más expansionistas y radicales.

Netanyahu sabe que está en una situación única y posiblemente irrepetible. De hecho está aprovechando la tregua para golpear duro en Cisjordania y continuar su política de asentamientos. Hamás y Hezbollah están muy debilitadas, Al Asad ha sido derrotado, el nuevo gobierno sirio está aún tratando de recuperar el control del país, Irán está muy debilitado, y el apoyo que tiene Israel en EEUU es mayor que nunca. Es su momento para tratar de cambiar el tablero de juego. Quiere a Hezbollah fuera del gobierno libanés, a Hamás fuera de Gaza, y a Irán aislado, y si es posible eliminado, mejor.

¿Lo conseguirá? Está por verse. De momento, es cierto que Hezbollah está muy debilitada, y podría ceder poder político en Líbano, a cambio de su supervivencia como grupo armado y movimiento social. Muchas opciones no le quedan, estando cortado el suministro de armas iraní a través de Siria.

Hamás por su parte, también está muy debilitada, pero está lejos de ser derrotada. Pese a haber sido descabezada, y pese al monumental destrozo que la guerra ha causado en Gaza, sigue teniendo muchos militantes, continúa siendo la fuerza hegemónica en Gaza, y se le suman nuevos miembros, espoleados por la rabia contra los bombardeos israelíes. Aún tiene a rehenes en su poder con los que negociar. Pero han de ser cautos. El golpe que les han infringido ha sido duro, como a Hezbollah, y si quieren sobrevivir, tendrán que ceder en algo. De momento, ya están consiguiendo la liberación de cientos de prisioneros palestinos, y no solo de Hamás, por cierto. Lo más probable es que en la ronda de negociaciones intente llegar a un acuerdo para que Israel se retire de la franja a cambio de un gobierno provisional encabezado por la Autoridad Nacional Palestina, hasta la celebración de unas elecciones en las que pueda presentarse.

Claro que esa historia ya sabemos cómo termina. En las últimas elecciones que hubo en 2006, no se aceptó la victoria de Hamás, y por tanto decidieron tomar el poder por la fuerza en Gaza, lo que supuso el bloqueo de la franja.

¿Se aceptaría ahora una nueva victoria de Hamás en las urnas? Lo dudo mucho. Además, estoy seguro de que si esas elecciones se produjesen, Hamás ganaría. Puede parecer paradójico, dado que en buena medida han contribuido a la destrucción de Gaza. Pero es que sus rivales son muy débiles. Al Fatah está lacrada por la corrupción y por un líder octogenario que no sabe pasar el relevo. La Yihad Islámica no tiene la disciplina ni la fuerza de Hamás. Y los demás partidos o movimientos son demasiado minoritarios como para soñar siquiera con hacerles sombra. 

Lo mejor que les podría pasar a los palestinos sería un verdadero acuerdo de reconciliación entre Hamás y Al Fatah. Algo de lo que se viene hablando desde hace mucho tiempo, y con muchos intentos que nunca han acabado de cuajar. Tal vez ahora, dada la debilidad mayúscula de Palestina frente a Israel, no les quede otra que llegar a una suerte de entendimiento, si no quieren verese desplazados por la fuerza, como están sugiriendo Trump y Netanyahu. Para ello podría ser clave el rol de Marwan Barghouti, líder de Al Fatah preso en Israel, si este decide liberarle como parte del intercambio de prisioneros con Hamás, algo por lo que el propio Hamás, en compañía de la mediación de Qatar y Egipto están presionando para que se consiga, junto a la liberación de Ahmed Saadat, secretario general del FPLP, aunque probablemente para ello tendrían que llegar a la segunda fase del acuerdo de alto el fuego.

Barghouti es uno de los pocos líderes carismáticos palestinos fuera de Hamás que podría conseguir unir a las diferentes facciones en un frente común. Claro que eso asusta a Israel y de momento se niega a liberarle. 

 
(Saadat (izquerda) junto a Barghouti (derecha)).

Si Israel consigue realmente llevar a cabo el plan de deportación forzosa de Gaza, no puedo ni llegar a imaginarme las consecuencias que podría tener. Se habla mucho del islam radical y de cómo detenerlo. Pues precisamente llevando a cabo ese plan es como no se le puede detener. El yihadismo y el fanatismo islámico se hace fuerte en contextos difíciles, lastrados por la guerra o la injusticia. Los lobos solitarios del Estado Islámico se fanatizan en muy pocos meses, viendo vídeos de predicadores radicales, que suelen tener un mensaje en común: la injusticia contra los musulmanes. Pues bien, si realmente se produce el desplazamiento de los palestinos de Gaza, eso va a ser una verdadera bomba de cultivo para todos los islamistas fanatizados a día de hoy, o que están por fanatizarse. 

A nivel de Estados árabes o musulmanes, es difícil predecir la reacción. Los gobiernos son cautos y no quieren una guerra con Israel. Pero la población es diferente. La población musulmana de los países del norte de África y Oriente Medio, saldrá a protestar ante la situación. Y esas protestas pueden escaparse al control de los gobiernos, dada la gravedad de la situación. Hay que recordar que hay muchos gobiernos muy endebles. Al Asad parecía muy sólido en Siria, y en apenas 10 días cayó ante el empuje rebelde y el abandono de sus aliados. Gobiernos que hoy parecen fuertes, como las dictaduras tunecina, argelina o egipcia, podrían desmoronarse si en sus países las protestas se extienden. Hay que recordar que estos tres paíes ya vivieron protestas muy fuertes, que en el caso tunecino y egipcio condujeron a la caída del régimen anterior. Y que el régimen ahora reinante se sustenta sobre la represión, en particular del ejército. Y en un caso como el del desplazamiento forzado de los palestinos de Gaza, y protestas de la población en países de la región, los ejércitos nacionales podrían decidir secundar dichas protestas, y por tanto forzar a sus gobiernos a una posición de solidez contra Israel si quieren sobrevivir y no verse empujados por la masa a los libros de historia.

Por tanto, un desplazamiento forzado de los palestinos, si bien seguramente no suscitaría una reacción inmediata de otros países musulmanes del entorno, sí que podría implicar cambios profundos en los regímenes de estos países que condujesen a gobiernos islamistas del tipo turco o sirio, y que formasen entre ellos una alianza contra Israel, si bien no de confrontación bélica, si de aislamiento, es decir, de boicot.

Y esto podría tener implicaciones mayores a nivel global, ya que les podría desplazar a la esfera de influencia de Rusia y China, en vez de la estadounidense que respaldaría a Israel. 

Por tanto, la propuesta de Trump tiene unas implicaciones regionales y globales tan importantes que parece casi imposible que sea realizable, ya que el cataclismo que podría generar sería descomunal. 

Resulta curioso que Trump, en sus sueños considera que sus ideas son lógicas y estupendas, pero al final lo que está consiguiendo es arrastrar a numerosos países fuera de la órbita de EEUU, y en consecuencia, quien va a salir mayormente beneficiado va a ser China, el país al que supuestamente tiene Trump en su punto de mira. Peor no se puede hacer.

Habrá que estar muy atentos a si realmente pasa de las palabras a los hechos en su plan para Gaza. Quiero creer que dentro del gobierno de Trump habrá alguien sensato que le convenza de que eso es una mala idea, pero lo cierto es que estamos en tiempos extraños, donde lo que antes era normal ahora es extraño, y viceversa. Con lo cual, no descartaría que Trump, aunque en su mente intente hacer el bien, acabe conduciendo a todos a un cambio de paradigma absolutamente inconcebible hace un par de años.

Y es que el problema no es solo Trump. También lo es Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y que compite con Trump a nivel de egolatría. Es una pena que una mente tan brillante como la de Musk para el mundo de los negocios, sea tan mezquina para el mundo de la política. A Musk se le reconocía por Tesla, su empresa de coches eléctricos, por sus logros con SpaceX, su empresa de cohetes espaciales, por Starlink, su empresa de satélites espaciles, o por SolarCity, su empresa de paneles solares. Pero desde que decidió adquirir la red social Twitter, las controversias se le han multiplicado. Primero, despidió al 90% de sus empleados. Luego, incumplió muchas de sus promesas, como limpiar de bots (cuentas automatizadas no vinculadas a ninguna persona real) la plataforma, y experimentó cambios en el negocio bastante polémicos, como la verificación por pago que provocó que cualquiera dispuesto a pasar por caja pudiese hacerse pasar por alguien conocido, o cambios en el algoritmo y en el control de contenido, que han permitido a cuentas extremistas o discursos de odio ganar en notoriedad.

Pero todo eso no dejaría de ser anecdótico si no fuese porque Musk decidió apoyar a golpe de talonario a la campaña presidencial de Trump. Este le devolvió el favor otorgándole un puesto en su gobierno como supervisor de la eficiencia gubernamental.

Y por supuesto, una de las primeas cosas que ha empezado a hacer el gobierno de Trump y Musk, ha sido el despedir a gente y cerrar programas del gobierno, como la USAID (Agencia de EEUU para la ayuda exterior), así como salirse de organizaciones multilaterales en las que no creen, como la OMS (organización mundial de la salud).

Es curioso que Musk discrepa en algunas cosas de algunos de los votantes más acérrimos de Trump, como en la cuestión de la inmigración. No conviene olvidar que Musk es sudafricano, y que si llegó a EEUU fue por un visado, opción que él defiende para inmigrantes cualificados, y asunto en el que Trump le respaldó frente a partidarios suyos que querían acabar con dicho sistema.

Otras decisiones llevadas a cabo por Trump en este primer mes de presidencia han sido más políticas, como prohibir las operaciones de cambio de género para menores de edad, o retirar a funcionarios del ámbito de la diversidad y medio ambiente. Por no hablar de cambio de nombres geográficos, como la decisión de que el Golfo de México pase ahora a llamarse Golfo de América, así porque sí, porque lo quiere Trump, sin consultarlo ni decidirlo con nadie, porque no hace falta.

En cualquier caso, no tenemos a un lunático en la Casa Blanca, sino a dos, y es difícil precisar cuál es el más peligroso. El de Musk no es el único nombramiento polémico. También podríamos citar a Robert F. Kennedy Jr., sobrino del famoso presidente, y recientemente nombrado secretario de salud...cuando es un conocido antivacunas.

Finalmente, hay que estar también muy atentos a lo que sucede con Ucrania. De momento Trump ha dicho que quiere garantías con las tierras raras ucranianas, un mineral propio del país, como pago por toda la ayuda que EEUU ha prestado a este país, y tras una conversación con Putin ha anunciado el inicio de las negociaciones en Arabia Saudí, en las que ya ha asegurado que no es posible volver a las fronteras anteriores a 2014 ni que Ucrania entre en la OTAN o que firme un pacto de seguridad con EEUU.

Es decir, ya está realizando concesiones a Putin antes siquiera de empezar a negociar, y por supuesto obviando lo que Ucrania o Europa tengan que decir al respecto.

Zelenski sabe que está en una posición de debilidad, ya que Ucrania es dependiente de la ayuda occidental, y ante el panorama, no le queda otra que apechugar, acudir a las negociaciones, y obtener el mejor resultado posible.

Muy probablemente se verá forzado a renunciar a Crimea y a parte del Donbás en favor de Rusia. Y en cuanto a las garantías para que Rusia no vuelva a atacar territorio ucraniano, parece ser que EEUU quiere que sea Europa quien se involucre, desplegando tropas europeas en la línea de frente. Claro que eso supone un esfuerzo y compromiso considerable por parte de los Estados europeos, cuyos presupuestos de defensa no se pueden equiparar al de EEUU.

De todos modos esto no debería coger desprevenido a nadie. De sobra era conocida la buena relación que tenía Trump con Putin, y lo poco que le preocupaba Europa o la OTAN. De hecho, el nombramiento de Tulsi Gabbard como directora de inteligencia nacional, lo dice todo. Gabbard, si destaca por algo, es por su admiración hacia Putin y Al Asad. Es increíble que los senadores republicanos hayan confirmado este nombramiento, y dice mucho de cómo está ese partido en estos momentos.

La obsesión de Trump está en China, aunque en mi opinión está errando en todos los movimientos y en vez de debilitar a China la está fortaleciendo. En cualquier caso, es en el Océano Pacífico donde quiere que EEUU se centre militarmente en vez de en Europa, y para ello presiona a los Estados europeos para que incrementen su presupuesto de defensa y dejen de depender de EEUU.

En parte eso no es malo, pero claro, tampoco se puede hacer bruscamente de la noche a la mañana. Y más teniendo en cuenta el panorama europeo, donde como he dicho al principio, los líderes de ultraderecha están al acecho, y podrían querer arrimarse a Rusia y llegar con Putin a un entendimiento para no tener que gastar en defensa.

Con lo cual el panorama es bastante oscuro. No hay por desgracia líderes europeos capaces de coger el toro por los cuernos. Los pocos que identifico con resolución para apoyar decididamente a la Ucrania de Zelenski, son Donald Tusk (primer ministro de Pononia), Mark Rutte (Secretario general de la OTAN), y Kaja Kallas (alta representante de la UE), pero lamentablemente, por muy decididos que estén, no pueden por ellos mismos hacerlo todo, y necesitan que la propia UE y los líderes de sus Estados miembros les sigan y les apoyen. 


 (Donald Tusk (izquierda), probablemente el líder europeo que más apoyo otorga a Ucrania en estos momentos, junto a Zelensky (derecha), en una visita de Estado del primero a Ucrania durante el año pasado).

Sin embargo, la debilidad de los principales líderes europeos es manifiesta. En Alemania hay elecciones en una semana, y se espera que ganen los conservadores, con la ultraderecha al acecho. En Francia aún quedan dos años para las elecciones, pero Macron cada día está más débil con un gobierno que no tiene apoyos parlamentarios, y Reagrupación Nacional de Le Pen espera pacientemente su turno. España como siempre está enfrascada en sus problemas internos, y la política exterior no es una prioridad. De hecho, desde que comenzó la guerra y gracias a la estupidez de priorizar las relaciones con Marruecos en vez de con Argelia, ahora España compra más gas a Rusia que antes de la guerra. Alucinante. La única que podría liderar sería Meloni, en Italia, pero su familia política conservadora le perjudica, sobre todo para que le sigan desde posiciones socialdemócratas.

Así pues me temo que Ucrania estará bastante sola en las negociaciones, y la ayuda que le pueda proporcionar Europa será más bien testimonial.

Espero y deseo equivocarme, y que Ucrania pueda obtener un acuerdo decente que le permita vivir en paz y acceder a la UE en unos años sin temer una invasión rusa, pero conociendo a Putin, no parece probable. Estaría bien que la UE aprendiese y se tomase la amenaza en serio, pero como decía antes, viendo el panorama de líderes que tenemos, por desgracia tampoco parece probable a día de hoy.

Con lo cual, la situación actual favorece claramente a Rusia y China. Estamos yendo a un mundo en el que Occidente va a dejar de ser dominante, y no necesariamente porque Rusia y China lo hayan hecho bien, que han sabido jugar sus cartas, sin duda alguna, sino que también porque Occidente ha hecho un renuncio en toda regla. 

EEUU con Trump en la cabeza ha decidido desentenderse de Europa y dar vía libre a Putin, con lo cual los europeos se ven abandonados de su protector quedando a la merced del agresor, y el resto del mundo contempla eso y lo compara con el inquebrantable sustento de EEUU a Israel, y obviamente llega a la conclusión de que no se pueden fiar de EEUU ya que escoge a sus aliados según su interés, y por lo tanto, no les separa gran cosa de Rusia o China. Y si los tratos comerciales con estos países son mejores, ¿por qué iba a negociar con EEUU si no me va a ofrecer ninguna garantía fiable de seguridad?

El aislacionismo, en este caso de la mayor potencia del mundo, va a provocar que Rusia y China ganen mucho terreno. Ya dominan África, Rusia por la vía militar debido a la retirada de Francia, y China por la económica debido al desinterés de Occidente. Ciertos países autoritarios de América Latina también están en la órbita chino-rusa, y la ultraderecha europea ve con buenos ojos a Rusia mientras que la ultraizquierda prefiere a China.

A ese mundo nos estamos dirigiendo, y es en buena medida gracias a que EEUU ha decidido aislarse sobre sí mismo, y a que Europa no ha sabido unirse con una sola voz firme y con decisión.

Si al principio del artículo situaba el comienzo del declive de EEUU con el fiasco de John McCain de elegir a Sarah Palin como candidata a vicepresidente legitimando así el movimiento populista dentro del partido republicano, en el caso europeo seguramente podríamos citar el comienzo del declive con el fracaso del proyecto de constitución europea gracias al voto negativo de franceses y holandeses, a lo que le seguiría la nula anticipación de la división que iba a causar la ampliación a Europa del Este en cuanto a celeridad en la toma de decisiones, la pésima gestión de la crisis económica de 2008, y el Brexit. Posteriormente ha logrado recuperarse algo con una buena gestión en la pandemia y respecto a Ucrania, pero ha vuelto a fallar en tener una sola voz respecto a Israel, y eso le continuará perjudicando hasta que no sea capaz de solucionarlo.

Hay muchas prioridades diferentes. Mario Draghi emitió un informe de lo que tendría que hacer la UE si quiere competir de tú a tú con EEUU y China, lo que pasa básicamente por invertir sustanciales cantidades de dinero para reindustrializarse. Si a eso le sumamos las nuevas presiones de defensa que piden incrementar los presupuestos, más los gastos que ya tiene, y las futuras ampliaciones a otros Estados que debería acometer si no quiere que queden bajo la influencia rusa, los retos son enormes. Y como digo, me temo que los líderes no están a la altura, y prefieren hacer como Rajoy, dejar que las cosas se arreglen por sí solas. Y así no vamos a ninguna parte.

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