sábado, 24 de febrero de 2024

Israel entre la paz y el genocidio

 Desde que escribí mi última entrada sobre la ofensiva de Israel en Gaza, las cosas no han mejorado. Más bien al contrario. Israel ha continuado empujando a los ciudadanos de Gaza hacia el sur, y desde hace unas semanas está anunciando que va a atacar también Rafah, que es la última localidad de Gaza antes de llegar a Egipto.

¿A dónde van a ir el millón y medio de personas que se han refugiado en Gaza provenientes de otras ciudades de la Franja? A Egipto no parece probable, pues el gobierno egipcio bien que se está apresurando a levantar un muro de contención para asegurarse de que no entren.

Esto puede parecer inhumano, y seguramente lo sea, pero hay que entenderlo desde dos vertientes. La primera, que Egipto no quiere aceptar un millón de refugiados a los que tiene que alimentar y cuidar, por todos los problemas de gestión y económicos que conllevaría. Y la segunda, y si cabe más importante, es que si entran, no hay ninguna perspectiva de que vayan a salir. Es decir, Israel habría conseguido su objetivo de expulsar a palestinos de ese territorio y anexionárselo, con lo que los refugiados en Egipto lo serían de forma permanente, no temporal.

Israel en cambio sigue con la retórica de querer acabar con Hamás y para ello insiste en que debe atacar Rafah. Poco le ha importado la resolución de la Corte Internacional de Justicia después de que Sudáfrica presentase el caso por posible genocidio, en el que se le insiste a tomar todas las medidas necesarias para evitar daños a civiles. Si decide bombardear Rafah, estará claramente incumpliendo la resolución de la Corte.


Sudáfrica ha insistido para que la Corte obligue a Israel a tomar medidas adicionales para proteger a la población de Rafah, pero esta proposición ha sido rechazada por la Corte, que ha enfatizado en que Israel debe cumplir con la primera resolución emitida.

Tiene gracia que sea Sudáfrica quien haya acudido con mayor ímpetu en auxilio de Palestina, en la medida en la que pueden hacerlo ante los tribunales, mientras que los Estados árabes, que se supone que deberían estar más involucrados en el apoyo de Palestina, han permanecido bastante silenciosos.

También es entendible, porque al fin y al cabo Sudáfrica tiene una reputación alta al haber conseguido acabar con el régimen del apartheid y ser ahora mismo una democracia, mientras que la mayor parte de los países árabes, son en mayor o menor medida, dictaduras o Estados autoritarios donde no se respetan los derechos humanos, con lo que la legitimidad que pudiesen tener contra los atropellos cometidos por Israel es más reducida.

Aún así, algo se está moviendo, también en EEUU, pese a que siguen vetando en solitario en la ONU peticiones de alto el fuego a Israel. Se está hablando de lo que debe suceder una vez finalice la ofensiva israelí, principalmente dividido en dos partes. La primera, qué sucederá en Gaza una vez Hamás haya sido neutralizado (si es que se consigue este extremo, de lo cual tengo serias dudas). La propuesta de EEUU es recuperar la gestión de la Autoridad Nacional Palestina sobre el territorio. Es decir, de Al Fatah. La segunda, qué pasará a largo plazo entre Israel y Palestina. Y la propuesta estadounidense es de reconocer al Estado Palestino, y que a cambio los Estados árabes reconozcan a Israel.

Esto, a simple vista, parece una buena solución. Sin embargo, la realidad es más compleja. Israel ha dicho de forma clara y meridiana, que no va a reconocer al Estado palestino. Que hacer eso equivaldría a dar legitimidad al ataque de Hamás del 7 de octubre, que sería una victoria política para ellos que les otorgaría popularidad, y que en cualquier caso, si algún día llegasen a reconocer al Estado palestino, sería a través de negociaciones directas, y no por demanda de terceros países.

La verdad es que la política israelí es bastante peculiar. Se insiste mucho en la figura de Netanyahu y de su gobierno, plagado de elementos extremistas religiosos que quieren hacerse con el control total de Palestina ya que entienden que bíblicamente les pertenece, y para ello les da igual el daño que tengan que hacer a los palestinos o lo que opine la Comunidad Internacional.


Pero es que la oposición en Israel tampoco es que sea mucho mejor. Puede que no sean tan extremistas como el gobierno, pero sus críticas tienen más que ver con cuestiones internas que con cuestiones en relación a Palestina, donde coinciden en gran medida con el gobierno. 

Por lo tanto, parece difícil que Israel vaya a ceder y llegar a una solución duradera al conflicto. La única forma es que la Comunidad Internacional les presione. Por eso lo que ha conseguido Sudáfrica con la Corte Internacional de Justicia es significativo. Y por eso que EEUU dejase de apoyar tan abiertamente a Israel sería también muy significativo.

Israel está en un territorio rodeado de enemigos. Tras la formación del Estado de Israel en 1948, varios Estados árabes vecinos le declararon la guerra (sus vecinos Jordania (Transjordania por aquellos años), Siria, Líbano y Egipto, a los que se sumaron Irak, Arabia Saudí y Yemen). Israel salió victorioso, y de hecho incrementó su territorio un 23 por ciento. Jordania y Egipto pasaron a ocupar Cisjordania y Gaza respectivamente.

En 1967 una coalición formada por Egipto, Siria, Jordania e Irak volvió a declarar la guerra a Israel. La contienda duró apenas 6 días, e Israel volvió a salir victorioso, apoderándose de Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este, los Altos del Golán en Siria, y la península del Sinaí.

En 1973 se volvió a enfrentar contra Egipto y Siria en la guerra del Yom Kipur, que quedó en tablas. Unos años después Israel llegó a un acuerdo con Egipto por el que este país les reconocía como Estado a cambio de la devolución de la península del Sinaí. Más tarde Jordania también firmaría la paz con Israel. En 2005 Israel salió de Gaza, entregando su control a los palestinos, mientras seguía ocupando militarmente Cisjordania, Jerusalén Este, y los Altos del Golán.

Así pues, vemos que la historia de Israel ha estado llena de conflictos y guerras con sus vecinos en los cuales Israel siempre ha salido victorioso y ha conseguido ganancias territoriales.


(En este mapa se puede observar en verde el territorio de los palestinos y en blanco el territorio de Israel. La primera imagen a la izquierda muestra los asentamientos judíos en territorio palestino antes de la creación del Estado israelí. La segunda imagen por la izquierda muestra la partición entre Israel y Palestina declarada por la ONU tras la Segunda Guerra Mundial. La tercera imagen por la izquierda muestra el territorio controlado por Israel tras la guerra árabe israelí finalizada en 1949. Y la cuarta imagen por la izquierda muestra el estado actual, donde Israel a través de asentamientos en Cisjordania está haciéndose con cada vez más territorio palestino. Actualmente los Estados árabes piden a Israel volver a las fronteras previas a 1967. Es decir, para reconocer a Israel, se conformarían con que Israel volviese a la situación de la tercera imagen a la izquierda).

Ahora, si decide atacar Rafah, la paz que consiguió con Egipto y Jordania podría romperse, al entender estos Estados que Israel está sobrepasando todos los límites imaginables. También hay que prestar atención al Líbano, pues ya ha habido en Israel quien ha asegurado que Líbano debe ser el próximo objetivo para neutralizar la amenaza de Hezbollah. Sin embargo, si la guerra contra Hamás ya está siendo dura, no solo en cuanto a bajas civiles y destrucción, sino en puros términos militares, ya que Hamás utiliza túneles y muestra una resistencia digna de consideración, la guerra contra Hezbollah sería mucho más cruenta y larga, y desde luego podría provocar una desestabilización regional considerable.

Líbano ya está en una situación muy frágil, con una economía destrozada y unas rivalidades políticas muy exacerbadas. Recordemos que el país vivió una guerra civil de 15 años que se saldó con un acuerdo de paz bastante frágil de equilibrios entre las diferentes facciones del país.

Así que una guerra de Israel contra Líbano podría ser la puntilla que le faltaba a Líbano. Recordemos también que Hezbollah está apoyada por Siria e Irán, con lo que una guerra contra esta milicia podría suponer que Siria e Irán decidiesen entrar abiertamente en conflicto con Israel, lo que podría atraer también a Yemen (ya involucrados con ataques a buques en el Mar Rojo, y por lo que se ha formado una coalición para proteger el tránsito marítimo de la que España inteligentemente se ha negado a formar parte) e Irak, aliados de Irán, con lo que la situación que ahora mismo es ya muy delicada, se descontrolaría de forma total.

Otros Estados árabes como Arabia Saudí, Qatar y Kuwait ven con buenos ojos la propuesta estadounidense de reconocer el Estado palestino a cambio de reconocer el Estado israelí.

Al final, va a tener que ser la presión internacional la que obligue a Israel a ceder y reconocer al Estado palestino, porque parece bastante evidente que por sí solos no tienen ninguna voluntad de realizarlo. Si Israel se mantiene con fuerza es sobre todo gracias al apoyo estadounidense. Si este se tambalease o se retirase, Israel sufriría mucho. Esto lo deberían de entender y aceptar por lo tanto negociar una paz duradera. Pero confían en que EEUU les va a seguir apoyando.

No hay más que ver lo que sucedió cuando gobernaba Trump, que trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, reconociendo de esta forma la posesión israelí sobre esta ciudad, y que consiguió que Estados árabes como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Marruecos reconociesen a Israel, a cambio de ciertas cesiones, como que EEUU reconociese el Sáhara como territorio marroquí (abandonando de esta forma a los saharauis, como por cierto ha hecho el gobierno español sin ningún tipo de pudor a cambio de que Marruecos le tenga controlada la frontera), o de sacar a Sudán de la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Y con las elecciones en EEUU a finales de este año en las que Trump tiene muchas posibilidades de volver al cargo, Israel pretende aguantar para así lograr sus objetivos de acabar con Hamás y transformar totalmente Gaza, ya sea para anexionársela o para ocuparla temporalmente hasta que considere seguro devolvérsela a los palestinos. Y ya veremos si Trump no le da carta blanca también para atacar a Hezbollah.

Por eso Biden debería ser más firme. Se dice que los votantes más a la izquierda del partido demócrata están desencantados con la gestión que está haciendo del conflicto israelí - palestino, y que les gustaría ver una mayor firmeza contra Israel. Por eso podrían no ir a votar, y de forma indirecta facilitar que Trump ganase las elecciones.

El rumor es que Biden está cansado de Netanyahu, pero que solo lo dice en privado. Debería dar un golpe en la mesa y poner unos límites claros a Israel. Uno de ellos debería ser que bajo ningún concepto debe atacar Rafah.

El argumento de Israel de atacar Rafah para acabar con Hamás no es válido, porque incluso aunque lo consiguiese, el saldo de víctimas civiles que iba a haber sería demasiado monstruoso como para soportarlo. Hay millón y medio de palestinos hacinados en Rafah sin ningún sitio al que escapar, totalmente dependientes de la ayuda humanitaria. Ayuda que llega con cuenta gotas, y más después de que varios Estados hayan congelado los fondos a la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, después de que Israel dijese que 10 trabajadores de esta agencia habían participado en los ataques de Hamás del 7 de octubre, extremo que está por demostrar, y que en cualquier caso no dejaría de ser un mínima representación de los 13.000 trabajadores de la UNRWA en Gaza que cumplen un papel fundamental en dar soporte humanitario a los refugiados.


Si a eso le sumásemos un bombardeo de la ciudad, las víctimas no se contarían por miles, sino por decenas de miles, y eso teniendo en cuenta que llevamos un cómputo de víctimas palestinas en esta ofensiva de cerca de 30.000 personas, sería sin duda una atrocidad digna del genocidio que le está acusando Sudáfrica de cometer ante la Corte Internacional de Justicia.

Por tanto EEUU tiene que frenar como sea a Israel para que no bombardee Rafah. Si no les frena, será corresponsable de genocidio, al haber vetado las resoluciones en la ONU respecto a un alto el fuego. Y eso será algo con lo que EEUU tendrá que convivir. Creo no obstante, que Biden no apoyaría un ataque en Rafah, y que está intentando que Israel se siente a la mesa de negociación.

De hecho, ya ha habido negociaciones en Qatar y en Egipto entre los jefes de la CIA y del Mossad (servicios secretos de EEUU e Israel) con negociadores palestinos, para alcanzar una tregua en la que Hamás liberaría en diferentes fases a los rehenes israelíes que aún siguen en su poder. De los cerca de 240 que llegó a tener ya liberó a más de 100 en la semana de tregua de noviembre a cambio de la liberación de prisioneros palestinos, en una proporción de 2,4 a 1 (es decir, 2,4 prisioneros palestinos liberados a cambio de cada rehén israelí), principalmente mujeres y niños. Quedarían 137 por liberar, pero se cree que más de 30 han muerto como consecuencia de bombardeos o tiroteos israelíes. De hecho hubo un caso en el que 3 rehenes consiguieron escapar y cuando iban con una bandera blanca hacia las tropas israelíes, estas les dispararon (y mataron) pensando que se trataba de una trampa.

De los rehenes israelíes por liberar, en su mayoría hombres, soldados, y también algunos cadáveres de rehenes, Hamás pretende obtener una mejor proporción, y estaría exigiendo la liberación total de todos los prisioneros palestinos, incluido el mítico Marwan Barghouti, militante de Al Fatah condenado a varias cadenas perpetuas, a quien muchos en Palestina ven como el auténtico líder que podría unir a su pueblo (la ansiada reconciliación entre Hamás y Al Fatah), por su carisma, y que podría desbancar a Abu Mazen (quien tiene 88 años) del puesto del líder de la Autoridad Nacional Palestina.

(Marwan Barghouti en una imagen característica e icónica levantando las manos esposadas y sonriendo mientras es conducido por soldados israelíes).

Esto demostraría que Hamás no solo lucha por los suyos, sino por el conjunto del pueblo palestino. Israel está presionado por las familias de los rehenes, quienes instan a lograr un acuerdo para recibir de vuelta a los suyos. Y parece que el problema en las negociaciones no está tanto en el intercambio de prisioneros, sino en la duración de la tregua y en la retirada de tropas israelíes. Parece ser que Israel estaría dispuesta al intercambio de presos, pero que querría que la tregua estuviese limitada en el tiempo, y no retirar a las tropas, mientras que Hamás estaría exigiendo mayor duración de la tregua y retirada completa de las tropas israelíes durante ese período.

Veremos a ver si al final se acaba concretando esta negociación. Quiero creer que sí, porque de lo contario supondría que Israel continuaría la ofensiva, y las consecuencias de ello, como he dicho antes, serían catastróficas.

Ante todo esto, la UE está como siempre dividida, entre Estados que quieren mayor contundencia contra Israel, como España, Bélgica e Irlanda, y otros que están más en la posición de EEUU como Alemania, República Checa, Hungría o Polonia, con el resto en medio de las dos posiciones. Las sanciones que algunos Estados van a aprobar contra colonos violentos en Cisjordania están bien, pero se antojan del todo insuficientes. Ya hay quien ha dicho que hay que revisar el acuerdo de asociación de la UE con Israel, y Borrell ha insistido a EEUU a cesar la venta de armas a Israel. Por no hablar del festival de Eurovisión en el que en varios países hay artistas que están instando al boicot debido a la participación israelí.

Si vetaron a Rusia del festival debido a la agresión a Ucrania, no veo por qué no deberían hacer lo mismo con Israel. Del mismo modo que han impuesto sanciones y restricciones a Rusia en el mundo del comercio, la economía, el turismo o el deporte, deberían hacerlo también con Israel. Es el único modo de actuar, mantener la coherencia ante situaciones parecidas, ya que de lo contrario se está empleando un doble rasero dependiendo de quién es el agresor y de quién es el agredido que no deja para nada en buen lugar en este caso a la UE y a EEUU, especialmente en un contexto de guerra fría y de bloques enfrentados, lo que da munición argumental al bloque de Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua frente al bloque occidental.

Esperemos por tanto que EEUU consiga hacer entrar en razón a Israel y llegue a un acuerdo con Hamás para el intercambio de prisioneros y una tregua que alivie la situación en Gaza. De lo contrario nos encaminaremos al desastre, y si este llega, espero que al menos EEUU y la UE actúen en consecuencia y dejen de apoyar a Israel ante el desastre regional y humanitario que provocará en Rafah y Líbano. Algo que podrían hacer y que ya han planteado Estados como España, es reconocer unilateralmente a Palestina como Estado, sin esperar a las negociaciones con Israel. Sin duda un acuerdo entre las dos partes sería lo mejor. Pero si Israel se niega a negociar y continúa con su espiral de locura, en algún momento habrá que decir basta. Tal vez la amenaza de un reconocimiento unilateral de Palestina como Estado les haga recapacitar y les obligue a sentarse en la mesa de negociación.

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