sábado, 19 de junio de 2021

Valoración del gobierno de Sánchez tres años después

Desde que Pedro Sánchez ganó la moción de censura que logró expulsar a Rajoy del partido popular justificada en los casos de corrupción, han pasado ya 3 años que han dado para mucho.

Estos días estamos viendo precisamente el juicio del caso "Kitchen", una operación de la policía dirigida desde el Ministerio del Interior para sustraer información sensible a Bárcenas y evitar que saliese a la luz. Es decir, funcionarios públicos favoreciendo con su actuación a un partido político determinado y yendo contra los propios policías y fiscales que estaban investigando el caso, como han relatado numersosos testigos. 

 

 

Y luego Casado se preguntará por qué se sigue insistiendo con la corrupción del partido popular. Es una cosa tan intrínseca a este partido, que tal vez tendría que hacer como CiU y cambiarse de nombre, porque le va a perseguir allí donde vaya. Y este caso es solo la punta del iceberg. Podríamos hablar de los casos de Esperanza Aguirre, Púnica, Tarjetas Black...etc.

Es decir, razones para echar a ese partido del poder y que no volviese a tener posibilidades de gobernar hasta que no hubiese hecho una renovación profunda, las había y las sigue habiendo. 


Tras no poder aprobar Pedro Sánchez los presupuestos de 2018, convocó elecciones, y tras no llegar a un acuerdo con Podemos al decir que le costaría dormir por la noche si estos estuviesen en el gobierno, se volvieron a repetir para aceptar incorporar a Podemos al Gobierno. La aventura de Iglesias como Vicepresidente duró 2 años, hasta que decidió participar en las elecciones madrileñas para salvar la cara de su partido al peligar incluso que obtuviese representatividad. Tras el triunfo incontestable de la derecha, decidió dejar la política y fomentar el relevo en Podemos de mano de Yolanda Díaz e Ione Belarra. Seguramente su única buena decisión en mucho tiempo. No sin razón Yolanda Díaz es una de las ministras mejor valoradas del gobierno. Tiene mucho mejor talante y es más dialogante que Pablo Iglesias, y bajo su liderazgo puede que Podemos recupere algo del terreno perdido con la soberbia de Iglesias. Podría ayudar la retirada de Echenique, uno de los últimos guardianes de la ortodoxia frentista de Podemos.

 

¿Qué ha conseguido Podemos estando en el gobierno? Pues muy poco. La gestión del ingreso mínimo vital ha sido nefasta al colapsar la tramitación por falta de personal y poner requisitos demasiado elevados. Los ERTES de momento están evitando que suba exponencialmente el paro, pero en algún momento se tendrán que acabar. Y les está costando mucho arrancar medidas sociales al PSOE, que recuerda mucho al de Zapatero o González con los recortes y las privatizaciones. Así por ejemplo, la reforma laboral sigue sin tocarse. Les está costando llegar a un acuerdo para regular el precio del alquiler, o para subir el salario mínimo. Esto último podría entenderse por el contexto de pandemia y la crisis económica que supone, pero no deja de llamar la atención las resistencias numantinas en el PSOE a negociar esta subida o a tocar la reforma laboral, representadas en su máxima expresión por Nadia Calviño.

 

Incluso ha habido amagos de recortes ocultos, como el de acabar con la tributación conjunta que perjudicaba a las familias con menos rentas, o el globo sonda que están realizando con lo de los peajes en autovías, como forma de incrementar la recaudación vendiéndolo como justificación medioambiental.

Es impresionante que desde el gobierno -un gobierno socialista, no lo olvidemos- se esté planteando y defendiendo la posibilidad de que no solo las autopistas, sino también en las autovías haya peajes para todos los conductores que las utilicen.


 

Parece que se han olvidado de todas las luchas que ha habido en muchos sitios y que sigue habiendo a día de hoy para eliminar peajes de autopistas. Porque al final estos peajes repercuten en el bolsillo de la gente que se tiene que desplazar por cuestión de trabajo, por estudios, por razones sanitarias, o incluso para visitar a la familia, y muchos, para no tener que pagar y dejarse un dinero importante, sobre todo si tienen que viajar con frecuencia, optan por hacerlo por carretera, pese a que sea un viaje más largo, el asfalto esté en peores condiciones, y sobre todo haya más riesgo de accidentes.

En Galicia por ejemplo la AP-9 es una de las autopistas más caras de España y de Europa. De este modo, el trayecto entre A Coruña y Vigo (160 km) cuesta más de 16 euros, es decir, un euro por cada 10 km. Imaginemos el desembolso que esto supone para alguien que tenga que hacer el viaje diariamente.

 

Muchos en Galicia vienen reclamando por este motivo la transferencia de la AP-9 de la red nacional a la red autonómica para poder bajar los peajes y en última instancia eliminarlos. Y es que la concesión de la autopista a Audasa, empresa propietaria, no se extingue hasta, atención, 2048. Sí, 2048, no es una errata. En ese año se cumplirán 75 años desde que se autorizó la concesión, el máximo que permite la ley para que una empresa explote la autopista.

No es obligatorio tener que cumplir esos 75 años. De hecho, estaba previsto que se liberase su uso mucho antes. En sus inicios, en 1973, se otorgó la concesión por 39 años, estableciendo que podría prolongarse hasta los 45 años. Sin embargo, los gobiernos del PSOE y del PP ampliaron prórrogas hasta llegar a la situación en la que nos encontramos.

Pues bien, esta situación manifiestamente injusta es la que el gobierno de España, un gobierno que se dice socialista, pretende ampliar al resto de España y no de forma temporal, ¡sino de forma permanente! Todo un atraco a mano armada se mire como se mire.

Afortunadamente hay personas sensatas del partido de gobierno o sus socios que ya han mostrado su oposición, como Echenique o Susana Díaz. De Susana recordar que fue ella la impulsora de la matrícula gratuita en la Universidad para los estudiantes de 1º año de carrera en Andalucía. Hay veces que como mejor se constata si un político se preocupa realmente por el bienestar de la población de su territorio es comprobando las políticas que realiza, no los discursos que pronuncia, y en este caso Susana Díaz gana por goleada a Pedro Sánchez por mucho que este se las dé de muro de contención al PP y a Vox.

 

Uno de los argumentos que utilizan los ministros que defienden implantar peajes en todas las autovías y autopistas de forma permanente es que al Estado le cuesta mucho mantenerlas. Es decir, que no tienen dinero y tienen que buscar alguna forma de recaudar para hacer frente a los gastos. Porque para eso se pagan los impuestos, para que el Estado pueda funcionar. Todo el dinero que recaudan del bolsillo de los ciudadanos cuando compran algo o pagan por un servicio (IVA), pagan la declaración de la renta (IRPF), pagan por la gasolina, el alcohol o el tabaco que tienen impuestos especiales, pagan por vehículos o viviendas que poseen (IBI, patrimonio), pagan por herencias (sucesiones y donaciones), pagan las empresas por beneficios (sociedades) y otros que seguramente me esté dejando, todo eso, va para financiar los gastos del Estado que pueda tener en personal, infraestructuras o políticas sociales.

Pues bien, parece que no es suficiente y que ahora que se ha liberalizado el peaje de algunas autovías y el Estado se tiene que hacer cargo de su mantenimiento, no le salen las cuentas. Pero lo grave de todo esto no es que el Estado busque nuevas vías de financiación, que se puede entender si es que se quiere que siga funcionando y dedicando recursos a políticas que son necesarias, sino que lo haga de esta forma, mediante un impuesto que perjudica a todo el mundo, sin distinción de su posición social, y que en especial a aquellos que se tienen que desplazar continuamente porque no existe una alternatitva de transporte público eficiente, adecuada y económica.

Eso es lo grave del asunto. Y más aún que lo proponga un gobierno socialista que dice que mira por la igualdad social. Si realmente lo hiciese, no se le ocurriría plantear esta locura. Y que tampoco pretendan excusarse en el medio ambiente. Si quieren preocuparse por el medio ambiente, que fomenten el coche eléctrico de verdad, con baterías duraderas y de carga rápida, con estaciones de carga en todas las gasolineras, y con precios asequibles. Hasta entonces el coche eléctrico no será una alternativa viable para muchos. Y que dediquen recursos de verdad a las energías renovables y a las baterías de almacenamiento de energía.

 

(Como se ve en esta imagen, los puestos de carga eléctrica en España aún son muy escasos).


Recuerda un poco a la polémica con la factura de la luz. Da igual quien gobierne, que siempre acaba subiendo. Y para más inri, a la Vicepresidenta Carmen Calvo no se la ocurre otra cosa que decir que el problema no es planchar o poner la lavadora a las 4 de la mañana, sino quién lo pone (dando por hecho que será la mujer de la casa), llevando de esta forma el debate hacia el feminismo en vez de a lo social.

Esta reacción ilustra a la perfección a este gobierno. Lo social es lo de menos. De hecho apenas se ha avanzado o incluso se ha retrocedido. En cambio la imagen, el discurso, la identidad, es lo importante.

Ahí están tramitándose las leyes del "solo sí es sí" pese a que el CGPJ ha manifestado sus dudas al respecto. Por unanimidad, cuidado. Aquí no vale hablar de jueces conservadores y hombres. Todos los miembros del CGPJ, hombres y mujeres, conservadores y progresistas, por razones jurídicas, se han opuesto a esta ley. Resumiendo su dictamen, vienen a decir que el exigirse un consentimiento claro hace que sea el acusado el que tenga que demostrar su inocencia, en vez de que la fiscalía pruebe su culpabilidad, haciendo peligrar de este modo la presunción de inocencia, concepto clave en cualquier estado de derecho. Por otra parte, tampoco ven bien que se elimine la distinción entre abuso sexual y violación, ya que podrían ser condenados a los mismos años personas que hubiesen actuado de forma muy diferente.

Pese a ello, el gobierno sigue adelante con la tramitación de esta ley. No es sorprendente, ya hace lo mismo con los indultos a los condenados por el 1 de octubre, cuando hay dictamen contrario del Tribunal Supremo ya que no hay arrepentimiento ni seguridad de que no se vuelva a repetir. ¿Y qué razón puede haber entonces para que los indulten? Pues sencillamente mantenerse en el poder, porque de lo contrario ERC les retiraría su apoyo. Por eso están también con el paripé de la mesa de negociación sobre Cataluña en la que el PSOE quiere proponer una reforma del Estatut y ERC dirá que o referéndum o nada, simplemente otra forma de perder tiempo, o ganarlo más bien, para que el PSOE siga en el poder.

 

Y el coste político que esto les va a suponer (las encuestas ya dan ganador al PP con el apoyo de Vox) pretenden contrarrestarlo con la campaña de vacunación, el fin de la mascarilla en el exterior y la recuperación económica. Que no se las prometan tan felices. La variante india del COVID está haciendo que la variante británica sea una broma a su lado, y como no se den prisa de verdad con la vacunación, en otoño puede que tengamos que volver otra vez a las restricciones, con todo lo que eso supondrá para la economía.

Parece que la gente y el gobierno se está relajando demasiado con el asunto del COVID. Es cierto que estamos mejor que antes y que todos estamos ya muy cansados de las restricciones, pero nos guste o no el virus sigue ahí, y que en verano todo el mundo vaya a ir sin mascarilla por la calle y haya manifestaciones y gente en los estadios, no creo que sea la decisión más acertada. Tal vez no afecte ya a la gente mayor que está vacunada, pero puede seguir afectando a los jóvenes. Y aunque la mayoría son asintomáticos o tienen síntomas leves, no deja de ser un riesgo que sería mejor evitar, al menos hasta que el 90% de la población adulta estuviese vacunada. Sería del todo estúpido dar marcha atrás cuando ya se ve la luz al final del túnel por querer correr demasiado.

 

Volviendo a las políticas identitarias, ahí tenemos a Errejón, que está subiendo en las encuestas y suele apoyar al gobierno, proponiendo un indulto para Juana Rivas. Una mujer que retuvo a sus hijos impidiendo que el padre les visitase alegando un supuesto maltrato. Todas las denuncias que presentó al respecto fueron desestimadas, y la obligaron a devolver a sus hijos a su padre, condenándola a prisión por sustración ilícita de menores.

Su caso no es único, hay otras de mujeres que han impedido que los padres visiten a sus hijos mediante denuncia de maltrato de por medio, y que al demostrarse que esa denuncia era falsa, han sido condenadas.

 

Con todo esto no estoy queriendo decir que no haya violaciones, maltratos, o crímenes de violencia de género. Pero sí que no automáticamente que haya una denuncia ya se puede dar por válida. Será un juzgado quien tendrá que decidir si hay peso o no en esa denuncia, según razones jurídicas (pruebas, testimonios, testigos, coherencia...etc). De lo contrario nos cargamos todo el sistema jurídico y la presunción de inocencia, y pasamos de la condena mediática y social a la real, olvidándonos de la que realmente importa en cualquier Estado de derecho, la jurídica. 

Y eso es lo que está haciendo Errejón y otros como él al solicitar un indulto alegando que ha sido condenada por defender a sus hijos de un padre maltratador cuando todas esas denuncias han sido desestimadas. Está poniéndose él por encima de la decisión judicial, dictaminando él el comportamiento del padre por encima de lo que ha dicho el tribunal.

Luego se extrañarán de que suba Vox. Precisamente por casos como este en el que ciertos políticos dan la razón a quienes ponen denuncias falsas por encima de las decisiones judiciales simplemente por razones ideológicas es por lo que mucha gente se está cansando de estas políticas identitarias y se vuelven hacia quienes dicen combatirlas, pese a que luego haya otras cosas que puedan no compartir con estos partidos.


Pensando en otras medidas que ha llevado a cabo el gobierno de Sánchez durante estos 3 años, viene a la mente la salida de Franco del Valle de los Caídos, y la propuesta de que sea un delito hacer apología del franquismo, pese a que, una vez más, el CGPJ se opone a esta medida, argumentando que entra dentro de la libertad de expresión, siempre que no haya menosprecio a las víctimas. A mí me parece razonable lo que dice el CGPJ. Uno puede defender una ideología o un sistema político determinado. Los demás no tienen por qué estar de acuerdo. Pero si se hace sin menospreciar a nadie, debería entrar dentro de lo que está permitido. Porque si no podríamos entrar en un círculo muy peligroso en el que se podría empezar a prohibir hacer apología de esto y de aquello, coartando de una forma muy peligrosa la libertad de expresión.

 

Pero visto lo visto, no sorprende ya que el gobierno haga caso omiso a lo que el CGPJ o el Tribunal Supremo puedan decir. No hay más que ver el respeto que tiene por la independencia judicial que nombró como Fiscal General a quien fue Ministra de Justicia, cuando se supone que la fiscalía tiene que obedecer al Estado, no al gobierno, el cual está claro que se guía más por la imagen y la identidad que por la seguridad jurícia, o no digamos ya las políticas sociales.

Eso no quiere decir que todas las medidas que ha tomado el gobierno, aunque simbólicas y específicas sean malas. Algunas, como la de la eutanasia o la de limitar las apuestas deportivas, se venían pidiendo desde hace tiempo. Pero se siguen echando en falta muchas otras de caracter más social.

Hace poco salía que en 2020 ha habido muy pocos nacimientos, que no había tan pocos desde 1941, en plena posguerra. ¿Cómo va a haber nacimientos con los sueldos de miseria que hay, la precariedad, el paro, la inestabilidad laboral, y unos alquileres por las nubes? De eso es de lo que se tendría que estar preocupando el gobierno, y no de contentar a ERC para seguir en el poder o de hacer un discurso feminista que se queda en lo superfluo. 

Si de verdad quiere ayudar a las mujeres, y a la población en general, debería tomar la idea de Errejón -esta sí que está bien planteada- de una jornada laboral de 32 horas semanales sin pérdida salarial. Es increíble que desde que se aprobó la jornada laboral de 40 horas allá por 1919 gracias a la lucha histórica llevada a cabo por los trabajadores afiliados a la CNT de una compañía eléctrica en Barcelona, sigamos, más de 100 años después, con las mismas horas por semana.

Anda que no ha evolucionado el mundo en 100 años. Con las nuevas tecnologías no hay necesidad de estar tantas horas trabajando, permitiendo de esta forma una mayor calidad de vida. Esto no supondría la solución a todos los problemas, por supuesto, pero ayudaría. Se debería fomentar desde el gobierno la contratación, y acabar o al menos disminuir la temporalidad. 

Pero claro, hoy en día los sindicatos no tienen la fuerza ni la convicción que tenían en 1919. Hemos tendido mucho más hacia el conformismo y la individualidad, en vez de hacia la colectividad y la indignación que había hace 100 años. Y así nos va. 

 

Y desde luego un gobierno del PSOE con apoyo de Podemos no nos va a solucionar la papeleta, como estamos viendo. Tampoco lo va ha hacer ni mucho menos un gobierno de derechas. Y esa es la pena, que cada vez que gobierna la izquierda se pega un tiro en el pie para apartarse y que vuelva la derecha. Esta nunca está ahí por méritos propios, sino por la propia incompetencia de la izquierda.

Si la izquierda quiere ser realmente transformadora y cambiar las cosas, debería dejarse de políticas identitarias que solo espantan votantes y que no cambian realmente nada, y centrarse en lograr políticas sociales. Está claro que con el PSOE es imposible, al menos dada la correlación de fuerzas actual. Ojalá Yolanda Díaz sea capaz de articular junto a Errejón una alternativa viable, porque de lo contrario nos esperan años muy oscuros.


Y qué decir de la política internacional de este gobierno. Acabamos de ver el esperpento con Marruecos, a quien no le tiembla el pulso para enviar niños a España y presionar porque hemos tenido la osadía de otorgar asistencia médica a un líder del Frente Polisario. Desde luego si somos poco firmes con Marruecos, van a jugar con nosotros de la forma que quieran. Y si encima estamos sumidos en la irrelevancia más absoluta en el panorama internacional, como se demostró con los 30 segundos de Pedro Sánchez con Biden en la cumbre de la OTAN, apaga y vámonos.

Claro que esto no es nuevo. Ya cuando vino Obama aquí recortó su visita y apenas habló unos segundos con Sánchez e Iglesias cuando estaban en la oposición. O Moratinos cuando tuvo que explicar a Colin Powell la retirada de España de Iraq.

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