domingo, 9 de diciembre de 2018

Desplome de las monedas nacionales

De un tiempo a esta parte ha habido varias monedas nacionales que se están desplomando. Sin duda el caso más sangrante es el de Venezuela.
En este gráfico (pinchar en la imagen para ampliar) se puede ver la evolución del tipo de cambio oficial (en negro) y paralelo (es decir, en el mercado negro, en azul).
Cuando la inflación comenzó a ser insoportable, el gobierno decidió estancar el tipo de cambio oficial, lo que no hizo otra cosa que aumentar el valor del dólar en el mercado negro.


Esta inflación es debida a diversos factores. Entre ellos la política de control de precios, la dependencia de las importaciones, el bajo precio del petróleo, la falta de divisas...pero sobre todo una política monetaria expansiva que pone dinero (bolívares) en circulación sin ningún control, como medida para no tener que hacer ajustes fiscales. 
Eso conlleva un exceso de moneda que unido a los demás factores hace aumentar la inflación, y con el tipo de cambio oficial estancado y los dólares escaseando, hace que el bolívar pierda su valor y la gente quiera adquirir dólares. 
Ante la imposibilidad de hacerse con ellos por los cauces oficiales, recurren al mercado negro, y este se dispara. Como se ve en el gráfico, en dicho mercado negro, un dólar pasó de intercambiarse por 10 bolívares en 2012, a 100 en 2014, a 1.000 en 2016, a 10.000 en 2017, a 100.000 en Enero de 2018, y a un millón en mayo de 2018. 

En ese momento el gobierno venezolano puso en marcha un sistema de reconversión monetaria, estableciendo el bolívar soberano, que equivalía a 100.000 de los bolívares anteriores.
Habrá que ver si da resultado. Pero la gran pregunta es por qué no se tomaron medidas antes. Es obvio que ante una devaluación de la moneda nacional tan atroz, unido a la inflación descomunal de los precios, la población ha perdido todo el poder adquisitivo que tenía y ya la moneda no tiene ningún valor.

Esto ya lo vimos antes con Zimbabue  donde se llegaron a necesitar 35.000 millones de dólares de Zimbabue para obtener un dólar estadounidense. Hoy en día solo circulan monedas extranjeras (dólar estadounidense y rand sudafricano).


(En Zimbabue llegó a imprimirse un billete de 100 billones de dólares de Zimbabue (el billón inglés equivales a mil millones españoles)).


Algo parecido sucedió en  Ecuador en el año 2000, al perder la moneda nacional un 75% de su valor. Al igual que Zimbabue, renunció a la moneda nacional y desde entonces solo circulan dólares estadounidenses.
Argentina también vivió un episodio de hiperinflación en 1990. Uno de los casos históricos más importantes por las consecuencias que tuvo, fue el de la República de Weimar en los años 20, que llegó a sufrir una inflación de un billón por ciento.

Y por desgracia estos casos se siguen repitiendo. Aunque no son tan escandalosos como el de Venezuela, países como Irán, Rusia, Turquía o la propia Argentina, están sufriendo estos procesos de devaluación de su moneda.


En el caso concreto de Irán, parece ser que la devaluación de su moneda tiene que ver con la decisión de EEUU de salirse del pacto nuclear y retornar a la política de sanciones. Trump y su gobierno consideran que Irán ha incumplido el pacto al desarrollar una política exterior agresiva (en el texto del acuerdo no estaba recogida ninguna mención a este aspecto, pero según EEUU sí en el espíritu del acuerdo), con lo que han decidido volver a imponer sanciones a Irán.

(El propio Trump anunció en Twitter la vuelta a las sanciones como si de una película se tratase).

Esto obviamente es muy significativo para su economía, por la situación de incertidumbre que genera, ya que a EEUU le podrían seguir otros países. Aunque no fuese rompiendo el pacto, sí que se resentiría el comercio ya que EEUU impondría sanciones a las empresas que comercializasen con Irán, aunque fuesen extranjeras.
La moneda iraní, el rial, ha perdido un 40% de su valor desde la salida de EEUU del pacto. Para hacernos una idea, si el 1 de Enero de 2018 un dólar se cambiaba por 42.900 riales, el 31 de julio se cambiaba por 119.000, y el 29 de septiembre por 186.000.

La población no se ha quedado callada y ha salido a protestar mediante huelgas y manifestaciones, ante el deterioro que esta crisis monetaria supone para su poder adquisitivo. Pues como siempre en estos casos, al declive de la moneda nacional se le une un proceso de inflación extremadamente alto.

Previamente al anuncio de la ruptura del pacto, ya había habido protestas en Irán a finales de 2017 y principios de 2018. En un inicio fueron por motivos económicos, pues el gobierno había presentado un plan de ajuste que incrementaba el precio del combustible y los alimentos mientras reducía el gasto social.
Estas protestas fueron incrementándose y virando políticamente, poniendo en cuestión el propio régimen iraní. Fueron reprimidas y se saldaron con alrededor de una veintena de muertos.


 


Parece que no se va a quedar en casos aislados y la situación va a ir a peor. En las protestas de verano, los manifestantes hicieron hincapié en el enorme gasto que suponía las intervenciones militares de Irán en el exterior (Siria, Yemen, Líbano), precisamente comparándolo con los recortes presupuestarios.

La gente se está empezando a cansar de la actitud del gobierno y del régimen, y ve que los problemas internos no se solucionan mientras siguen enfrascados en problemas externos. Toda esta situación podría hacer que el gobierno iraní se replantease su estrategia en Siria y Yemen. De momento parece que no han dado su visto bueno a una ofensiva en Idlib (Siria), precisamente por los problemas económicos que eso les supondría.




Como decía, no son los únicos casos. La lira turca también se está desplomando. De Enero a Agosto perdió un 40% de su valor. Al igual que Irán también se debe en buena medida a causas externas. Desde el fallido golpe de Estado de 2016, Turquía se ha ido distanciando de Europa y EEUU, y acercándose a Rusia (a quien ha comprado misiles antiaéreos) y China.

Aunque sigue en la OTAN y mantiene su candidatura a entrar en la UE, lo cierto es que ha tenido varios encontronazos con líderes europeos, especialmente con Merkel.
Y respecto a Trump y EEUU, tiene diferencias respecto a Fethullah Gülen, clérigo turco que sigue en EEUU y al que Turquía continúa acusando de estar detrás del intento de golpe de Estado en 2016.
También difieren sobre el PKK, al que Turquía considera un grupo terrorista y al que EEUU apoya en Siria en su lucha contra el ISIS.
Pero la situación detonante fue la del pastor protestante Andrew Brunson, encarcelado en Turquía, que condujo a sanciones por parte de EEUU, duplicándose los aranceles de acero y aluminio. Turquía respondió aumentando los aranceles a automóviles, tabaco o alcohol estadounidense.
Finalmente el pastor fue liberado y las sanciones levantadas, pero mientras tanto la economía turca sufrió.

(Trump recibe al pastor Brunson tras su liberación).

Además de estas tensiones internacionales, el dólar está en auge debido al aumento de los tipos de interés en EEUU. Esto hace que los inversores vuelvan a querer invertir en este país y no en países emergentes como Turquía, máxime cuando hay incertidumbre precisamente por las tensiones internacionales que mencionaba.

La incertidumbre es lo peor que le puede pasar a la economía de un país, ya que los inversores se van o no vienen. Los ahorradores retiran su dinero, o desconfían de su moneda y la cambian por otra extranjera.

De esta forma, al desplomarse la lira, las empresas turcas que están endeudadas en dólares, ven incrementarse su deuda exponencialmente.

Los expertos en economía recomiendan subir los tipos de interés para proteger la lira y hacer más atractivo invertir en el país, pero Erdogan se resiste, pues la economía turca se ha basado mucho en la construcción y la burbuja inmobiliaria, y si se aumentan los tipos de interés puede que esta burbuja estalle y los ciudadanos no puedan pagar sus hipotecas. Algo de lo que sabemos bastante en España.

Ante ello han surgido soluciones variopintas. Así, Erdogan llamó a sus ciudadanos a cambiar divisas por liras para proteger su economía. Esto puede tener efecto a corto plazo, pero a largo la situación sigue igual o peor, pues los ciudadanos pierden sus ahorros ya que pese a cambiar sus divisas por liras, esta a largo plazo sigue cayendo.
Por si fuese poco, con el precio del petróleo subiendo, aumenta la inflación.



No obstante, aunque preocupante, la situación dista mucho de ser como la de Venezuela o siquiera la de Irán. Parece que las relaciones de Turquía con EEUU están mejorando, y de hecho Trump ha anunciado que va a permitir a algunos países comprar petróleo a Irán sin imponerles sanciones.

Veremos si la lira se recupera o al menos frena su caída. De todos modos, si los países emergentes sortearon en buena medida la crisis pasada, parece que esta les va a caer como una losa.


Y es que el peso argentino también se ha desplomado un 98% respecto al dólar en lo que va de año. La situación recuerda más a Venezuela que a Turquía o Irán porque se debe más a problemas internos que a externos. Parece ser que los inversores esperaban más reformas del gobierno de Macri para paliar el déficit, y creen que la deuda es impagable. Así, con la subida de tipos de interés en EEUU, la inversión extranjera en Argentina está volviendo a EEUU.
Por si fuese poco, han sufrido una fuerte sequía que ha reducido sus exportaciones y por tanto su ingreso de divisas.


Para frenar la caída del peso, el Banco Central argentino ha subido exponencialmente los tipos de interés. Se pretende así también contrarrestar la inflación, que se prevé del 50% para este año. Sin embargo tiene también contrapartidas, pues el crédito se congela con unos intereses tan altos, y el país entra en recesión.
Además, el gobierno argentino se ha visto obligado a solicitar ayuda al FMI, lo que conllevará más ajustes.


Quien si que tiene más que ver con Turquía e Irán es Rusia, pues la caída del rublo está muy ligada a las sanciones que Occidente le ha impuesto por su papel en Ucrania y por el caso de envenenamiento de ex-espías en Reino Unido.
También hay factores internos. De hecho Putin ha empezado a perder popularidad por su reforma que incrementa la edad de jubilación, y que ha sacado a miles de rusos a protestar por primera vez en mucho tiempo. Tampoco ayudan el aumento de la inflación ni del IVA, o el descenso de los salarios. Por no hablar de la corrupción galopante que merma el país.




La economía de Rusia depende mucho del gas y del petróleo. Así, después de la suspensión de pagos en 1998 y el desplome del rublo, se recuperó debido al incremento del precio del petróleo. Pero incluso aunque hoy en día el precio de este aumente, sigue lejos de sus máximos históricos, y con las sanciones y la incertidumbre que generan, la economía se resiente.




Hay otros países emergentes que también están viendo caer su moneda. No tanto como en los países anteriormente mencionados, pero aún así es significativo.

Ante la política comercial de Trump de volver a implantar aranceles, y la decisión de subir los tipos de interés, bajar los impuestos e invertir en infraestructuras en EEUU, los inversores se hallan en un momento de incertidumbre y deciden retirarse de las economías emergentes para refugiarse en las más sólidas, ante la previsión de que las emergentes tengan más dificultades en sus exportaciones por esta política aislacionista de EEUU, y por tanto tengan acceso a menos divisas y problemas para pagar su deuda, por lo que su moneda se deteriora. 

También se tiene en cuenta que la guerra comercial con China afecta a los países que más comercio tienen con este país, ya que a China le saldrá más caro exportar a EEUU y eso perjudicará su crecimiento y por tanto su comercio con otros países. Como con Chile. Unido a que el precio del cobre está en mínimos y que Chile es el principal exportador y China el principal importador, tenemos una de las razones por las que el dólar chileno está cayendo.

En el caso de India, depende mucho de la energía, y al aumentar el precio del petróleo, aumenta la inflación. La rupia se ha depreciado un 10% en lo que vamos de año. Lo mismo sucede en Filipinas e Indonesia.
Hay otros casos en los que influye también la incertidumbre política, como el caso de Brasil, donde el real ha caído un 20% debido a la tensión electoral. 

Sudáfrica por su parte, está en recesión y su moneda ya se ha depreciado un 20% en lo que va de año. El proceso de repartición de tierras entre población negra puede haber ahuyentado a los inversores.
En el caso del peso mexicano, también se ha depreciado debido a la incertidumbre generada por las elecciones, la gestión del nuevo gobierno, y por las negociaciones del tratado de libre comercio de América del norte.




Todo esto me hace extraer al menos tres conclusiones.


La primera, es que estamos en un mundo capitalista, donde quienes mandan son quienes tienen el dinero. Deciden dónde invertir y dónde no, en función del rendimiento que puedan obtener. Y cuando ven que pueden obtener más rendimiento en otro sitio, invierten allí. Lo mismo que se van cuando algo les genera incertidumbre. Ya sea una situación política, macro-económica, tensiones internacionales...

Por eso, Trump, que antes de ser presidente fue empresario, prometió, y ha cumplido, bajar los impuestos e impulsar un plan fuerte de infraestructuras. Unido a la decisión de la Reserva Federal de subir los tipos de interés, ha conseguido atraer inversión extranjera. El paro en EEUU se halla en los niveles más bajos en décadas. Por mucho que se diga, EEUU sigue siendo la economía más grande del mundo. Y la decisión de Trump de entrar en guerra comercial con China vía aranceles, y de imponer sanciones a Irán y Turquía, aparte de hacerle quedar como un hombre fuerte, tiene repercursiones en el electorado estadounidense, muy temeroso de Irán y el pacto nuclear, así como de las deslocalizaciones de empresas estadounidenses hacia China.

Por mucho que no nos guste Trump, lo cierto es que está haciendo bastante de lo que prometió en campaña, y por lo que muchos estadounidenses le votaron.



Esta política nacionalista de la primera potencia del mundo obviamente tiene sus repercusiones en otros puntos del planeta, como estamos viendo.


En Europa, llevamos tiempo diciéndolo, están surgiendo nuevos partidos de ultraderecha con una propuesta euro-escéptica y nacionalista, de rechazo a la inmigración. La izquierda no ha sabido contrarrestar este discurso, y lo que es más grave, se está uniendo a él. No se explica de otro modo el gobierno conjunto del Movimiento 5 Estrellas y La Liga, o la decisión de Francia Insumisa de no pedir el voto para Macron en la segunda vuelta frente a Le Pen.
Anguita y Monereo firmaron un artículo recientemente alabando algunas de las políticas desarrolladas por el nuevo gobierno italiano. Esto generó estupor en parte de la izquierda al entender que blanqueaban las políticas anti-inmigración, en línea con lo que se estaban planteando también otros partidos de izquierda en Francia y Alemania.
Pero desde mi punto vista, eso no es lo más grave del artículo. Lo peor es que en ese artículo se ataca la idea de Europa, diciendo que más Europa no es la salida a la crisis, y que lo que hay que hacer es volver al proteccionismo y a la soberanía nacional. Un despropósito en toda regla. Trump y Anguita de acuerdo en algo. Quien lo iba a decir. En esta imagen (pinchar para ampliar), se puede leer parte del artículo mencionado.



El nacionalismo y el proteccionismo lo que pretenden es beneficiar a uno mismo a costa de los demás (aranceles), pero lo cierto es que a la larga se acaba perjudicando también a él mismo, pues suele desatar una guerra arancelaria, y en un mundo globalizado como el de hoy, ningún país es auto-suficiente.

Hacia lo que habría que tender precisamente es hacia más Europa. Y enlazo aquí con la segunda conclusión que saco de todo este desplome de las monedas nacionales.


Y no es otra que menos mal que tenemos el euro. Quieras o no, es una moneda fuerte, que agrupa a muchos países, y que está bien protegida. Si hubiésemos seguido o vuelto a la peseta, seguro que ahora estaríamos en una situación parecida a la de los países emergentes que están luchando por no ver desaparecer su moneda y con ella los ahorros de sus ciudadanos.


En este gráfico se puede ver cómo en 1960 un dólar se intercambiaba por 60 pesetas, y cómo en las crisis de finales de los 70 y mediados de los 90, se decidió devaluarla para salir de ella. Es lo que proponían algunos para salir de la crisis, volver a la peseta para poder devaluarla sin hacer recortes. Pero lo cierto es que al devaluarla las importaciones se encarecen, y en un país tan dependiente del petróleo como es España, eso es mortal. Por no hablar de que se podría entrar, como les sucede a otros países, en una espiral de depreciación de la moneda que hace que la gente deje de confiar en ella.

Está claro que la unión hace la fuerza, y una Europa unida puede resistir mucho mejor los embistes de una crisis o de una política comercial estadounidense agresiva, que una Europa desunida.

Por eso me da tanto miedo que la ultra-derecha y la izquierda se unan en reclamar más soberanía nacional y vuelta a las monedas nacionales. Porque cada vez tienen más votos, y si consiguen sus objetivos, el resultado sería catastrófico, pues entonces si que estaríamos a merced de la política y la economía internacional, sin un paraguas como es el euro que nos protege de la inflación y la depreciación, y por lo tanto mantiene nuestros ahorros a salvo.

Por eso es necesario más Europa, para que no solo se quede en eso, sino que con una unión fiscal y política, se llegue a una igualdad en cuestión de derechos, de impuestos, de jornada laboral, de vacaciones, de conciliación...Porque unidos es más fácil superar las adversidades que yendo cada uno por su lado.

Y la tercera conclusión que saco, es que la teoría monetaria moderna que tanto promulgan los hermanos Garzón, es una solemne tontería. Esta teoría sostiene que al no estar sustentada la emisión del dinero en lingotes de oro como lo estaba antaño, se puede emitir la cantidad de dinero que se desee, y con ello se podría solucionar problemas como el paro o la falta de liquidez.

 (Los hermanos Garzón junto a Randall Wray, uno de los propulsores de esta teoría).

Como bien les recuerdan algunos economistas marxistas como Rolando Astarita, parecen olvidar que vivimos en el capitalismo. Que si haces eso, te pones a emitir dinero sin más, estás copiando la estrategia de Venezuela, y ya vemos donde ha acabado. La gente no es tonta, y sabe que esa emisión de dinero no tiene sustento real. Da igual que ahora no se sustente en lingotes de oro. Se sustenta en factores como el crecimiento, el déficit, la deuda...y si no tienes en cuenta nada de eso, pasa lo que pasa. Que la gente deja de confiar en tu moneda y se pasa a otra que ve más segura.




En conclusión. Que estamos ante el inicio de una nueva crisis debido a la política nacionalista estadounidense, que se puede agrandar si en Europa triunfa alguien de su cuerda, y que para salir o hacer frente a ese atolladero, lo que no hay que hacer es ir cada uno por su lado con su propia moneda, sino unirse para ser más fuertes.

1 comentario:

Marta dijo...

Muchas gracias, Jesús, como siempre muy claro y muy bien argumentado.