domingo, 13 de marzo de 2022

La reacción ejemplar de Occidente ante la agresión rusa a Ucrania

Estos días hay quien está intentando entender cómo Putin llegó a la conclusión de que invadir Ucrania era lo mejor que podía hacer. Algunos señalan que tras la retirada vergonzosa de EEUU de Afganistán, las diferencias en el seno de la UE con una Alemania más que reticente a cortar lazos con Rusia, y las dudas dentro de la OTAN de continuar la ampliación hacia el Este de Europa, era un momento propicio para Rusia para dar un golpe en la mesa y recuperar uno de los antiguos territorios de la URSS. No en vano, dirigentes rusos del pasado como Trotski o Brezhnev eran oriundos de Ucrania.

Frente a la posibilidad de una invasión parcial ampliando los territorios de las repúblicas separatistas del este de Ucrania que contaban con el apoyo ruso, Putin optó por una invasión total para lograr un cambio de régimen en Ucrania y alejarle definitivamente de la UE y de la OTAN. Estratégicamente se alega que si se hubiese limitado a una invasión parcial, el gobierno ucraniano podría haber estado enviando tropas al este del país constantemente, y la guerra no tendría fin.

Sin embargo, aparte del error de cálculo respecto a la reacción internacional a la que me referiré después, erró también en la reacción del pueblo ucraniano, ya que creía que la resistencia sería nula o escasa, y por el contrario está siendo heroica. Este error solo puede entenderse desde su perspectiva de que Ucrania y Rusia son el mismo pueblo, comparten una misma historia, y por lo tanto deben estar unidas, y que las aproximaciones a Occidente no se deben a otra cosa que a propaganda e injerencia, con lo que una vez librados los ucranianos de esto, los dos pueblos, el ruso y el ucraniano, convivirán en armonía bajo un mismo Estado.


Pues bien, obviamente, esa visión estaba equivocada. Puede que Ucrania y Rusia hayan compartido historia, y que incluso muchos ucranianos hablen ruso y se sientan próximos a Rusia. Pero la mentalidad ha ido cambiando, y no debido a propaganda o injerencia, sino a que han visto cómo otros países del Este de Europa entraban en la UE y prosperaban, y como los que seguían bajo influencia rusa continuaban con gobiernos autoritarios (véase Bielorrusia, Azerbaiyán, Kazajistán, Uzbekistán...) y sin un horizonte claro de futuro.