domingo, 13 de marzo de 2022

La reacción ejemplar de Occidente ante la agresión rusa a Ucrania

Estos días hay quien está intentando entender cómo Putin llegó a la conclusión de que invadir Ucrania era lo mejor que podía hacer. Algunos señalan que tras la retirada vergonzosa de EEUU de Afganistán, las diferencias en el seno de la UE con una Alemania más que reticente a cortar lazos con Rusia, y las dudas dentro de la OTAN de continuar la ampliación hacia el Este de Europa, era un momento propicio para Rusia para dar un golpe en la mesa y recuperar uno de los antiguos territorios de la URSS. No en vano, dirigentes rusos del pasado como Trotski o Brezhnev eran oriundos de Ucrania.

Frente a la posibilidad de una invasión parcial ampliando los territorios de las repúblicas separatistas del este de Ucrania que contaban con el apoyo ruso, Putin optó por una invasión total para lograr un cambio de régimen en Ucrania y alejarle definitivamente de la UE y de la OTAN. Estratégicamente se alega que si se hubiese limitado a una invasión parcial, el gobierno ucraniano podría haber estado enviando tropas al este del país constantemente, y la guerra no tendría fin.

Sin embargo, aparte del error de cálculo respecto a la reacción internacional a la que me referiré después, erró también en la reacción del pueblo ucraniano, ya que creía que la resistencia sería nula o escasa, y por el contrario está siendo heroica. Este error solo puede entenderse desde su perspectiva de que Ucrania y Rusia son el mismo pueblo, comparten una misma historia, y por lo tanto deben estar unidas, y que las aproximaciones a Occidente no se deben a otra cosa que a propaganda e injerencia, con lo que una vez librados los ucranianos de esto, los dos pueblos, el ruso y el ucraniano, convivirán en armonía bajo un mismo Estado.


Pues bien, obviamente, esa visión estaba equivocada. Puede que Ucrania y Rusia hayan compartido historia, y que incluso muchos ucranianos hablen ruso y se sientan próximos a Rusia. Pero la mentalidad ha ido cambiando, y no debido a propaganda o injerencia, sino a que han visto cómo otros países del Este de Europa entraban en la UE y prosperaban, y como los que seguían bajo influencia rusa continuaban con gobiernos autoritarios (véase Bielorrusia, Azerbaiyán, Kazajistán, Uzbekistán...) y sin un horizonte claro de futuro.

Habrá muchas cosas que criticar a la UE o a la OTAN, pero parece bastante evidente que quienes permanecen bajo su paraguas están bastante mejor que quienes quedan bajo la esfera de Rusia. Y eso lo vieron los ucranianos bastante claramente, y de ahí que cada vez más optasen por gobiernos pro europeos, hasta que llegó la revolución del Maidán de 2014, en la que después de que el gobierno ucraniano hubiese tanteado aproximarse a la UE para después dar marcha atrás y aproximarse a Rusia, la gente salió en masa a protestar logrando un cambio de régimen por uno proeuropeo. 


Rusia y sus acólitos en Europa la llamaron revolución de colores, alegando que estaba bajo el dominio occidental, y que los que protestaban no eran más que marionetas de la CIA y de la OTAN. No es nada sorprendente, ya dijeron lo mismo durante la Primavera Árabe o durante las protestas en Georgia o en la misma Ucrania años atrás. Para ellos no existe la soberanía de los pueblos, por mucho que luego la defiendan y digan que hay injerencias extranjeras. Para ellos solo existe juego de potencias, en el que uno (EEUU y sus aliados) es el malo, y otro (Rusia y sus aliados) es el bueno. Así que cuando hay una revuelta contra los intereses de EEUU está bien y el pueblo es soberano, pero cuando es contra Rusia y sus intereses está mal y el pueblo no es soberano, sino que está siendo manipulado.

Así es como piensan muchos en la izquierda desgraciadamente. Afortunadamente a algunos, que no a todos, la invasión a Ucrania por parte de Rusia, les ha abierto los ojos, aunque sea mínimamente, y han pasado a condenar a Putin y su invasión, y apoyar sanciones e incluso el envío de armamento a Ucrania.

Uno de los argumentos constantes de quienes defienden o defendían la actuación de Putin en Ucrania es que en Ucrania hay nazis, que se han hecho con el poder. Esto era mentira antes, y lo sigue siendo ahora. ¿Qué en Ucrania hay nazis? Sí, igual que los hay en Rusia, en Reino Unido, en EEUU, en Alemania (sí, en Alemania), en Francia, en Italia, en España o en Grecia. El problema es que había algunos en el ejército y en el parlamento, y la propaganda rusa se encargó de exagerar y de alegar que Ucrania estaba bajo dominio nazi. También han aparecido nazis en el ejército de Alemania o en el de España, o en el parlamento griego o en el parlamento europeo por parte de Alemania, sin que nadie haya dicho por eso, lógicamente, que el ejército alemán es nazi o que el parlamento griego está dominado por los nazis.

Con Ucrania en cambio sí que lo dijeron, y hubo quien se lo creyó, y quien se presentó como voluntario para combatirles en el este de Ucrania.

El actual presidente de Ucrania, Zelenski, es judío. Y cuenta con gran respaldo popular, dada su valentía al quedarse en Ucrania dirigiendo el país tras la invasión rusa. ¿Alguien se cree que en un país controlado por los nazis habría un presidente judío que contase con gran respaldo popular?


Lo cierto es que la propaganda rusa que tanto se creyeron algunos en Occidente y que hasta el mismo Putin acabó asimilando como cierta, no hace más que desmoronarse como un castillo de naipes.

Quienes tienen actitudes beligerantes y mafiosas, próximas al fascismo, son los rusos, que atacan a un pueblo como el ucraniano sin haber recibido un ataque previo, que envían a mercenarios para tratar de asesinar al presidente ucraniano, y que secuestran a alcaldes, y bombardean hospitales y fábricas de pan. Nada nuevo bajo el sol, pues esto ya lo hicieron en Siria. Pero claro, siempre hay una excusa para sus acólitos. Es que en Siria eran terroristas e islamistas. O es que es mentira y todo es propaganda occidental, y lo único que están haciendo es liberar al pueblo ucraniano. Todo mentiras para justificar lo injustificable.

El problema al que se enfrenta ahora Putin, tras su error de cálculo respecto al pueblo ucraniano, es que al no haber logrado una victoria rápida, se enfrenta a una guerra de larga duración, con resultado incierto. Según análisis militares, planeó una invasión relámpago previendo poca o nula resistencia, y cuando se encontró con una resistencia alta, las tropas rusas no estaban preparadas, entre otras cosas porque no tenían asegurado el suministro de alimentos y combustible, provocando el estancamiento de muchas de sus tropas que no podían avanzar. Además, según se ha venido narrando, muchos de sus soldados no sabían que estaban invadiendo Ucrania, y simplemente pensaban que estaban de maniobras.

Por otra parte, y hasta el momento, Rusia no ha logrado hacerse con la supremacía aérea. Algo clave en las guerras modernas. Quien controla el aire, controla la guerra. Pues bien, al parecer el ejército ucraniano está presentando batalla en el aire, y los drones turcos que compró, le están siendo bastante útiles. A pesar de ello no nos debemos llevar al engaño. Obviamente el ejército ruso es más poderoso, y es probable que se acabe haciendo con el control aéreo tarde o temprano. Por ello las autoridades ucranianas están demandando con tanta insistencia una zona de exclusión aérea a Occidente. Y es ahora cuando entro a analizar la respuesta occidental a la agresión rusa a Ucrania.



Lo cierto es que probablemente ni Putin ni nadie se esperase una respuesta occidental tan veloz ni tan firme como la que ha habido. Sin apenas fisuras. Es cierto que unos países van a mayor ritmo (EEUU, Reino Unido y países del Este de Europa), y otros como Alemania, España, Corea del Sur o Japón, van un poco más lentos, pero a pesar de ello la respuesta está siendo ejemplar.

Una de las primeras cosa que se anunció fue la paralización del gasoducto que une Rusia con Alemania. Es bastante lamentable que haya tenido que suceder una agresión de Rusia a Ucrania para que Alemania y el resto de Europa se den cuenta de que no pueden depender del gas ruso, algo que ya veníamos diciendo algunos desde hace tiempo, pero como dice el refrán, más vale tarde que nunca. 

Aún con la paralización de dicho gasoducto, Europa sigue comprando mucho gas y petróleo a Rusia, y con ello, favoreciendo la economía rusa y por tanto la agresión a Ucrania. Es cierto que no se puede parar de comprar gas y petróleo de la noche a la mañana. Esto lo único que demuestra es la falta de previsión de Europa, que se tendría que haber adelantado y previsto que esto podría suceder. No obstante, la Comisión Europea y el Consejo Europeo ya están actuando con celeridad en planes para la diversificación del gas y del petróleo, es decir, comprar a otros proveedores y que llegue por otros medios, aparte del impulso aún mayor a las energías renovables. Esto llevará tiempo, pero es buena señal que se estén marcando objetivos ambiciosos para lograrlo en el menor tiempo posible.


EEUU y Reino Unido, al depender menos del gas y el petróleo ruso, han podido cortar directamente con ello. Aparte de eso, se han puesto sanciones a oligarcas y dirigentes rusos, se están limitando las exportaciones e importaciones con Rusia, muchas empresas occidentales como Zara, Netflix, McDonalds, Visa o MasterCard están dejando de operar allí, se ha prohibido la emisión de canales de televisión del Estado ruso que actuaban como propaganda como Russia Today y Sputnik, y se está excluyendo a Rusia de muchos foros internacionales. Por ejemplo, se ha excluido a Rusia del mundial de fútbol 2022.

Es cierto que van a pagar muchos por los pecados de unos pocos. Ninguna culpa tienen los deportistas rusos o los ciudadanos rusos de lo que están haciendo sus dirigentes. Pero también es verdad que es una de las pocas formas no bélicas que Occidente tiene de presionar a Rusia para que cese en su agresión. Si la economía rusa sufre, si se prohíbe volar a compañías aéreas a Europa como está sucediendo, y si las empresas occidentales se van y los deportistas rusos son vetados de competiciones internacionales, es algo que no va a gustar nada a la población rusa. 

Ya está habiendo protestas contra la guerra, y a medida que vayan llegando ataúdes de soldados rusos, estas irán en aumento. El propio gobierno ruso ha reconocido, después de muchas negaciones, que está empleando reclutas en la guerra. Es decir, soldados con poco entrenamiento profesional. También está empleando policías, y acepta además a mercenarios. Claro indicativo de la debilidad del ejército ruso en el frente. De hecho, se señala que Rusia está presionando a Bielorrusia para que lance también a sus soldados al ataque. Lukashenko se ha resistido hasta ahora porque sabe el alto coste que eso tendría, con una población que ya está en su contra. De hecho, teme que el ejército se le rebelase, y Rusia ya está ocupando posiciones de mando en el ejército bielorruso para tratar de evitar que eso ocurra.


(El presidente bielorruso Lukashenko a la izquierda, y el presidente ruso, Putin, a la derecha. Foto: EuroEFE).


Algunas de las sanciones que está previsto que vayan en aumento son la desconexión de los bancos rusos del sistema internacional Swift. Hasta la fecha solo unos pocos bancos rusos han sido desconectados. También la prohibición de atracar a barcos rusos en los puertos europeos, la expulsión de los embajadores, o el cese de compra de trigo y cereal a Rusia. 

Esto último es lo más peliagudo, ya que puede provocar una espiral de precios en los alimentos que ya se está dando en la gasolina. Occidente tendrá que reaccionar con rapidez. Parece que en la Unión Europea ya se están abriendo a desvincular el precio del gas de la electricidad, algo que venía reclamando España desde hace tiempo y que hasta ahora le habían negado. Es lamentable que haya tenido que suceder esto para que se dignen a actuar, pero como antes dije, más vale tarde que nunca.

El problema no está en que los europeos tengan puesta la calefacción alta y la tengan que bajar para reducir el consumo y por tanto ahorrar en el precio y ser menos dependientes de Rusia, como se le ocurrió decir a Borrel y a otros. Eso sería trasladar el problema estructural a los ciudadanos, que no tienen culpa de nada. Lo que hay que hacer es lo que está haciendo la Comisión Europea. Diversificar compras para reducir la dependencia, y aislar el precio de la electricidad del precio del gas, para proteger a Europa de la inflación. Lo demás no son más que proclamas buenistas e infantiles que no conducen a ningún sitio.

Y algo parecido tendrán que hacer con los alimentos. Desde varias organizaciones se viene reclamando desde hace tiempo la soberanía alimentaria. No puede ser que en un bien tan importante como son los alimentos, se dependa tanto del exterior, y que cuando algo perturbe el mercado, los precios suban. Hay que caminar hacia la soberanía alimentaria, tanto como hacia la soberanía energética, y depender menos del exterior en ambos casos.


Respecto a las armas, hasta ahora se han estado enviando a Ucrania armas de carácter defensivo como lanzamisiles, artillería antiaérea, metralletas, cartuchos, chalecos antibalas o cascos. Se estudió la posibilidad de enviar aviones, pero Rusia advirtió de que consideraría blanco legítimo a quien enviase aviones a Ucrania, con lo que la opción se frenó ante el riesgo evidente de escalada hacia una tercera guerra mundial. Es por ello que Occidente no se plantea aplicar la zona de exclusión aérea que reclaman las autoridades ucranianas, ya que supondría entrar directamente en conflicto con Rusia al deber derribar los aviones que esta tuviese en el espacio aéreo ucraniano. Sin embargo, parece que los lanzamisiles y la artillería antiaérea están funcionando bastante bien, y se espera que continúen los suministros, pese a la advertencia de Rusia de considerar también blancos legítimos estos suministros, ya que ve que le están haciendo daño.

La situación en algunas ciudades de Ucrania es catastrófica debido al cerco que le están sometiendo las tropas rusas, especialmente en Mariupol. La resistencia ucraniana ha cortado todos los accesos a la ciudad para evitar que esta sea tomada por Rusia, lo que al mismo tiempo dificulta la evacuación de civiles o la llegada de suministros como alimentos y medicinas. Mientras tanto, el cerco sobre Kiev y Jarkov se estrecha también, y las tropas rusas continúan aproximándose a Odesa y pretender atrapar a tropas ucranianas en una operación militar de movimiento de pinza en el este del país.

No pinta bien para el ejército ucraniano, por lo que la ayuda occidental en forma de armamento y de sanciones a Rusia, así como en el envío de alimentos y medicinas, debe incrementarse en los próximos días, a fin de que puedan aguantar y evitar el cerco, principalmente en Kiev.


(En este mapa del Institute for the Study of War se puede observar las zonas tomadas por las tropas rusas en rojo, y ampliado en la zona izquierda del mapa, el intento de cerco sobre Kiev. Se puede pinchar en la imagen para ampliar).


Hay quien dice, y con razón, que el aislamiento y las sanciones a las que se está sometiendo a Rusia debido a la agresión a Ucrania, no se ha realizado con otros países, como por ejemplo con Israel y su ocupación de Palestina, o Arabia Saudí en la guerra de Yemen. Por no hablar de otros países que internamente violan los derechos humanos de forma sistemática, como en China o Birmania.

Lo cierto es que Rusia tiene una presencia en el mundo importante, tanto a nivel económico y comercial, como político, al tener poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, y militar, al ser el país que cuenta con más armas nucleares del planeta (por encima de EEUU). Por tanto, la amenaza es mayor. Porque lo que se teme es que si no se paran los pies ahora, luego pueda continuar y atreverse a invadir Georgia, Moldavia o incluso los países bálticos.



(Foto: La Razón)


Hay quien dice que el envío de armas a Ucrania es un error, porque alimenta el conflicto. Yo digo que el error sería no enviarlo, ya que se dejaría a Ucrania a merced de Rusia. En la guerra civil española el bando republicano se las vio y deseó para obtener armas, debiendo comprarlas a muy alto precio a la URSS, y además llegando armas de mala calidad. Cuanto no habrían deseado obtener armas de Francia e Inglaterra, en vez de que estas asumiesen la política de no intervención, cuando las tropas de Franco estaban recibiendo constantemente apoyo militar de Italia y Alemania.

El no a la guerra resulta muy chistoso cuando proviene de alguien que se enorgullece de los españoles que combatieron a los nazis en la resistencia francesa, o que no duda en alabar a los rusos en la batalla de Stalingrado. Parece que es no a la guerra solamente cuando les interesa, y que hay otras guerras que sí que son justas.

Pues bien, en mi opinión la lucha del pueblo sirio contra Al Assad es justa, al igual que lo es la del pueblo palestino contra la ocupación de Israel, y la del pueblo ucraniano contra la agresión rusa. Y ante ello debemos enviar armamento a la resistencia, y aislar diplomática y económicamente al agresor.

Es cierto que hay una doble moral y que eso no se está haciendo con Israel. Es más, EEUU está armando y protegiendo al agresor. Y en cuanto al conflicto sirio, aunque el régimen está en cierta medida aislado económica y diplomáticamente, la resistencia apenas cuenta con armamento para hacerle frente.

Parece pues evidente que Europa ha reaccionado con contundencia ante Rusia por tratarse de un país vecino que ha atacado a un país europeo, pero que cuando algo similar sucede fuera de Europa, la respuesta es más tardía y más endeble, con más dudas y menos firmeza, ya sea Siria, Israel, Arabia Saudí, o China.

No obstante, en cierta medida es entendible dada la geografía, que la UE se preocupe más por lo que hace Rusia en un país europeo, que México se preocupe más por lo que sucede en América Central ya que le puede acabar afectando en olas migratorias, que EEUU se preocupe más de lo que sucede en Canadá y México, que Colombia se preocupe más de lo que sucede en Venezuela, que los países del norte de África se preocupen más por lo que sucede en sus países vecinos, que en Oriente Medio se preocupen más por lo que sucede en sus países, que en Pakistán se preocupen más por lo que sucede en la India, o que en Japón, Australia y Corea del Sur se preocupen más por lo que sucede en China y Corea del Norte. Es lógico, pues cuando paso algo cerca de tus fronteras siempre lo sientes más cercano, tanto por cuestiones económicas y comerciales, como por cuestiones políticas y migratorias.

Lo deseable sería que la ONU funcionase de manera correcta, y que cuando hubiese un conflicto, ya fuese entre dos países, o dentro de un mismo país, se formase una coalición internacional para detenerlo, ya fuese enviando tropas sobre el terreno, armamento, o mediante sanciones económicas y diplomáticas. Pero al tener cinco países el derecho a veto, es una misión imposible, ya que EEUU vetará cualquier iniciativa que vaya contra Israel, China hará lo propio contra cualquier iniciativa que vaya contra ellos, Birmania o Corea del Norte, y Rusia hará lo propio contra cualquier iniciativa con la que no esté de acuerdo al considerar que va contra sus intereses. 

(Gráfico que muestra el número de veces que cada país con derecho al voto en la ONU lo ha ejercido en las votaciones del Consejo de Seguridad, desde 1946 hasta 2017).


Por tanto, hasta que no se reforme dicho sistema, y se pase a uno donde por ejemplo sea la Asamblea General de la ONU quien decida, por mayoría amplia si se quiere, como dos tercios, no habrá nada que hacer. 

Ya hubo una votación en la Asamblea para deplorar la agresión rusa a Ucrania, que salió adelante con más de dos tercios de los votos. En contra solo votaron cinco países: Rusia, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea. Se abstuvieron algo más de 30, entre ellos China, India, Kazajistán, Armenia, Bolivia, Cuba o Nicaragua. Y algunos como Marruecos o Venezuela no votaron. Esto da una idea del aislamiento al que está sometido Rusia, ya que solo cuenta con el voto de los regímenes que le deben el seguir en pie. Evidente en el caso de Bielorrusia y de Siria, que de no ser por el apoyo ruso, haría tiempo que habrían caído. Otros países que están próximos a Rusia optaron por la abstención, dadas las evidencias de la agresión rusa.


(Gráfico que muestra qué votó cada país en dicha votación. Pinchar en la imagen para ampliar).


En cualquier caso, parece que se le está complicando el asunto a Putin. Incluso aunque lograse tomar Kiev y las principales ciudades ucranianas, se enfrentaría a una población hostil, por mucho gobierno marioneta que lograse imponer, y a un probable hostigamiento de los núcleos de resistencia ucranianos que quedasen hacia las tropas rusas en forma de sabotaje, además de un gobierno en el exilio que enviase armamento a dichos grupos. Es decir, algo muy difícil de gestionar, aparte del aislamiento económico y político al que estaría sometido, y de las protestas internas y en Bielorrusia por las consecuencias de esto.

En resumen, Putin tiene muy difícil salir airoso de todo esto, debido por una parte a la resistencia heroica de los ucranianos, y por otra a la respuesta firme occidental, por no hablar de los problemas internos de su ejército o de las protestas que se le pueden avecinar en su propio territorio. Habría que preguntarse si hubiese actuado de la misma forma de haber sabido lo que podría pasar. O tal vez preguntarse si ya lo preveía y le daba igual.

Hay quien dice ahora que la guerra fría ha vuelto. Yo llevo diciendo desde hace tiempo que nunca se terminó de ir. Al menos desde que decidió actuar en Siria en 2015, o en Ucrania en 2014, y posiblemente desde antes, cuando intervino en Georgia en 2008.

Parece claro que esto está siendo un cambio a nivel global que va a durar años, al no ser que Putin de marcha atrás, lo cual parece poco probable, o que salga del poder, ya sea por una protesta popular, o por un golpe de Estado, lo cual si bien no parece probable, tampoco es del todo descartable, máxime cuando los efectos de las sanciones y la duración de la guerra vayan en aumento.

Lo bueno de todo esto es que Europa ha mostrado una gran entereza y se ha unido en sus esfuerzos por apoyar a Ucrania. De hecho, países que estaban en el punto de mira como Polonia o Hungría, están unidos en el esfuerzo, e incluso en el caso de Polonia, tirando del carro para apoyar a Ucrania, y apoyando su entrada en la Unión Europea.

Este asunto, la entrada de Ucrania en la UE, y la de Georgia y Moldavia, que también lo han solicitado, está claro que no se va a dar de la noche a la mañana, máxime cuando uno de estos países está en guerra con Rusia, pero por lo menos iniciar el proceso, considerarles parte de la familia europea, y otorgarles el estatus de país candidato, daría un impulso muy fuerte a la Unión.

Esto demuestra también que pese a todos los problemas que hay en la UE, y especialmente con Polonia y Hungría, estos países no se quieren salir de la UE, sino que la ven como algo positivo, y por ello instan a que otros países se unan. Cuestión diferente es lo que ellos entienden que debe ser la Unión -algo comercial y económico, pero no tanto político, y reservando espacios de soberanía, de ahí la tardanza de algunos países en adoptar el euro - y lo que otros pueden entender que deber ser la Unión.

Pero en cualquier caso, parece claro que la Unión está aquí y ha venido para quedarse. Y que tras las dudas del Brexit, está más fuerte que nunca, que va a acelerar la transición energética, y que debería abordar de una vez por todas el proceso de ampliación.

Y es que hay países que llevan teniendo el estatus de candidato oficial a la Unión Europea desde hace bastante tiempo, como Turquía, Albania, o Macedonia del Norte, y que por una razón u otra no acaban de entrar.


Otros que estuvieron en negociaciones, como Islandia, acabaron desistiendo. No descartaría que visto lo visto se planteasen volver a reiniciar el proceso.

Está claro que este no es sencillo, y que hay que superar muchas dificultades. También que hay muchas reticencias porque se considera que la ampliación hacia el este se hizo demasiado deprisa y que había países que no estaban preparados para entrar y que ahora se está viendo con sus cuestionamientos al Estado de Derecho o sus problemas de corrupción.

También queda por ver qué pasa con los Balcanes, pues Serbia y Bosnia también son países candidatos. Es innegable que hay muchos problemas que persisten, como los fuertes nexos de Serbia con Rusia, o las reticencias de los serbios de Bosnia que se quieren separar y unirse a Serbia. O Kosovo, que se quiere unir a la OTAN y que podría suponer un problema extra con Serbia, quien se opone.

No son cuestiones sencillas, pero la Unión Europea debería marcar el camino. Si bien existe un proceso para unirse, este en ocasiones no está muy claro, es demasiado lento y farragoso, y sobre todo, depende de la unanimidad de los Estados Miembro. Por lo tanto, deberían aclarar los requisitos a cumplir, y que una vez que estos fuesen cumplidos, comprometerse a que todos los Estados Miembros aceptarían a los países candidatos.

Porque está claro que la Unión es una historia de éxito, y por ello cada vez más países quieren unirse. Y si consiguen cumplir los requisitos, los países ya miembros de la Unión deberían ser generosos y ofrecerles la entrada, pues al fin y al cabo, todos son europeos, y se merecen estar en una Unión de Estados con las ventajas que eso supone.

1 comentario:

Nicholas Collins dijo...

An excellent analysis Jesus.