sábado, 21 de julio de 2018

Nicaragua: ¿Fin del Sandinismo?

Nicaragua vivió la dictadura de los Somoza más o menos durante el mismo periodo de tiempo que España bajo Franco, hasta que acabó con ella la revolución sandinista en 1979, que logró avances sociales en el país a lo largo de la década de los 80, pero que se vio obligada a hacer frente a las contras, financiadas por EEUU a fin de desestabilizar el gobierno progresista en plena guerra fría. Unido a errores del gobierno, les llevó a perder las elecciones en 1990.



(Imagen de Pedro Valtierra, fotógrafo mexicano que estaba en Nicaragua como corresponsal cuando triunfó la revolución. En la foto, tomada en Julio de 1979, un grupo de guerrilleros subidos a una tanqueta festeja el triunfo de la revolución alzando los puños y la bandera del Frente Sandinista).



Daniel Ortega, que había sido presidente del gobierno sandinista, volvió al cargo en 2007 al recuperar el apoyo popular en las elecciones. Y ha estado gobernando desde entonces. Si bien, los logros sociales están más bien cuestionados, habiéndose pasado muchos de sus antiguos socios sandinistas a la oposición, acusando a Ortega de virar hacia el clientelismo. Así como están en cuestión las formas democráticas. De hecho, en las últimas elecciones celebradas en 2016, arrasó debido a una decisión judicial controvertida que depuso del cargo de parlamentarios a varios políticos opositores. Aparte, Ortega había hecho cambios para lograr presentarse indefinidamente, y en estas últimas su mujer le acompañaba como Vicepresidenta.


(Daniel Ortega en los años 80 a la izquierda, y en la actualidad a la derecha. Foto: BBC).

Pues bien. El desencadenante de las protestas actuales ha sido una reforma del sistema de seguridad social impulsada por el gobierno por el que se aumentaba las contribuciones a realizar por empleados y empresarios así como se retenía un 5% a los jubilados para intentar paliar el déficit en el sistema.
La gente salió a protestar por estas medidas que consideraban injustas y que además no habían sido pactadas ni dialogadas con la sociedad civil, más allá de los afines al sandinismo.
Las protestas se fueron extendiendo, especialmente en el ámbito universitario. El gobierno movilizó a sus seguidores para contrarrestar, lo que originó enfrentamientos entre unos y otros. A día de hoy ya se cuentan por cientos los muertos, desaparecidos y detenidos, y por miles los huidos y heridos. Los familiares de las víctimas acusan a las "bandas" afines al gobierno de estos crímenes.
Ortega se vio obligado a dar marcha atrás a su reforma, pero ya era tarde. La tardanza y la represión causaron que la protesta mutase del ámbito socio-económico al ámbito político, exigiendo los manifestantes la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas.

(Foto: RTVE)

Dejo aquí un vídeo de abril de una nicaragüense que explica muy bien todo lo que estaba sucediendo, y que sigue sucediendo a día de hoy:






Y a todo esto...¿qué tiene la izquierda que decir?

Pues bien, recuerdo una conversación en redes sociales a raíz de los bombardeos de Israel sobre Gaza en Enero de 2009, en la que mi interlocutor se preguntaba por qué había tanta gente protestando cuando Israel bombardeaba a los palestinos, y en cambio no decían nada cuando se cometían injusticias en países árabes. Yo le dije que si algún día un país árabe se ponía a bombardear de la forma en que lo estaba haciendo Israel con Palestina, no tuviese ninguna duda de que la gente que protestaba por lo de Israel, saldría a protestar igualmente si eso mismo lo cometía un Estado árabe.

Recuerdo asimismo otra conversación a raíz de la represión del régimen sirio en 2012. Mi interlocutor me dijo que por qué no condenaba también al régimen de Cuba. Yo le dije que si un día el régimen cubano bombardease y disparase día sí y día también a la población que se manifestase pacíficamente pidiendo libertad, sin duda lo condenaría.


Pues bien, como es de sobra conocido, en la primera conversación es obvio que mi interlocutor tenía razón y yo no. La inmensa mayoría de la gente que protestaba cuando Israel bombardeó Gaza, no dijo nada cuando el régimen sirio se puso a disparar a su propia población. Y si dijeron algo, fue para decir que hacían bien, ya que eran terroristas.
Respecto a la segunda conversación, ha llegado el momento de decir que hay un régimen en América Latina "de izquierdas" que está disparando contra su población que se manifiesta pacíficamente. No se trata de Cuba, si no de Nicaragua. Pero para la idea que quiero exponer, sirve.


Y no es otra que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Una idea que ya he analizado largo y tendido en este blog. ¿Por qué mucha gente de izquierdas que se dice defensora de los derechos humanos y pone el grito en el cielo cuando Israel, EEUU, Arabia Saudí, o el gobierno colombiano cometen alguna violación de estos derechos, no dice lo mismo cuando son Rusia, China, Irán, Corea del Norte, las FARC, el régimen sirio, o el gobierno de Nicaragua quienes cometen esas tropelías? 
Muy sencillo. Porque todos esos países, gobiernos o grupos, están en contra de EEUU, o por lo menos no tienen buena relación con este país, y eso es lo más importante del mundo. ¿Que encarcelan a disidentes, disparan a manifestantes o manipulan elecciones? Callamos o decimos que es conspiración, porque como digo lo más importante es que no se llevan bien con EEUU. Ahora, ¿que hace eso mismo EEUU o uno de sus aliados? Ponemos el grito en el cielo.

Así funciona. Me sabe mal decir que estaba equivocado en esas conversaciones, pero lo reconozco. Mis interlocutores tenían razón. Aunque siempre hay excepciones -vaya mi reconocimiento más sincero a gente de izquierdas defensora de los derechos humanos que no duda en criticar violaciones de estos los cometa quien los cometa (un ejemplo podría ser Pepe Mújica, ex presidente de Uruguay)- lo cierto es que son eso, excepciones. La mayor parte de la izquierda o calla cuando las atrocidades los cometen otros que no son aliados del "Imperio", o habla de conspiración.





Lo mismo sucede con los casos de corrupción. Cuando se trata de casos de la derecha, la monarquía o los empresario, en seguida se sale a protestar. Cuando se trata de gente de partidos de izquierda o de sindicatos, decimos que todo es una campaña. No hay más que ver cómo se defiende a Lula o a Correa desde la izquierda, dos ex presidentes de Latino América acusados formalmente por corrupción, estando el primero de ellos ya condenado.




Una pena. Una auténtica pena a donde ha llegado la izquierda.

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