sábado, 15 de junio de 2024

Elecciones europeas 2024: Resultados y perspectivas

Comenzando por España, y tomando como referencia las elecciones generales de 2023, el PP ha subido ligeramente y el PSOE ha bajado ligeramente. Si tomásemos como referencia las elecciones europeas de 2019 el cambio sería mayor, pero sería un poco como hacerse trampas al solitario, ya que en 5 años suceden muchas cosas, entre otras que Ciudadanos ha desaparecido del mapa y sus escaños los ha absorbido el PP.

También hay que tener en cuenta la participación, ya que en 2019 fue inusualmente alta (60%) al coincidir con unas elecciones municipales, mientras que esta vez se ha quedado ligeramente por debajo del 50%, en la media de la UE.

Resulta sorprendente que el PSOE se mantenga por encima del 30% de los votos pese a la aprobación de la ley de amnistía, que por cierto, apenas han tardado 48 horas después de la jornada electoral para hacerla efectiva a través de su publicación en el BOE. Se ve que desde que el 30 de mayo la aprobó definitivamente el Congreso de los Diputados, no habían tenido tiempo para ello. O más bien ganas.

Está claro que su discurso de la máquina del fango, el numerito de parar 5 días por la presión de "la derecha y la extrema derecha", y las alusiones al "lawfare", han conseguido movilizar a su electorado para al menos mantener la tensión y evitar el desplome, en unos momentos críticos por la aprobación de la ley de amnistía y la investigación a la mujer y al hermano de Pedro Sánchez por posible tráfico de influencias.

Él asegura que es todo mentira y un montaje de la derecha para presionarle y quebrarle. Si es así, lo tendrán que dictaminar los jueces. Pero es curioso cómo recurre a esa estrategia cuando algo le afecta a él o a alguien de su ideología, pero no lo consideran así cuando es a alguien de la ideología contraria.

Está claro que los partidos políticos y asociaciones afines han recurrido a la justicia para intentar conseguir ventaja política. Por ejemplo con el caso Cifuentes, que se negaba a dimitir pese al escándalo del máster, está claro que alguien filtró el vídeo en el que aparecía hurtando productos en una sección de perfumería para perjudicarla.

También es evidente que la filtración sobre la investigación de Hacienda a la pareja de Ayuso se hizo en el momento preciso para perjudicarla y contrarrestar la investigación a la mujer de Sánchez.

Es bastante obvio que los partidos políticos guardan dossiers de sus rivales para utilizarlos cuando estimen oportuno. Ya lo advirtió en su día Jordi Pujol cuando empezaron a investigar a Convergencia, al advertir que caerían todas las ramas.


En cualquier caso, está bastante claro que a la izquierda le gusta hablar de montajes cuando afecta a los suyos, ya se llamen Lula, Rafael Correa, Begoña Gómez, o Pablo Iglesias, y a la derecha lo mismo cuando les afecta a ellos, ya se llamen Trump, Boris Johnson, Rita Barberá, Camps o Esperanza Aguirre.

En mi opinión hay que dejar trabajar a la justicia, quien sabrá discernir lo que es delito de lo que no. Los políticos se atacarán unos a otros, y deberían ser lo bastante inteligentes para saber hasta dónde pueden llegar.

Por cierto que apuntaban desde el PNV que no descartan que haya una repetición electoral en Cataluña (dado que Junts exige al PSOE que invista a Puigdemont como president, y ERC no quiere pactar con Illa al no ser que haya concierto económico para Cataluña) y que Sánchez lo haga coincidir con una repetición electoral nacional, para tratar de desligarse del cerco de Junts. Claro que para eso el espacio de Sumar tendría que recomponerse primero. 

Decíamos que el PSOE mantiene un suelo de votos muy considerable. Sin embargo puede deberse en parte al hundimiento del espacio de Sumar y Podemos, que acudían divididos a las elecciones por primera vez. Si en las generales de 2023 obtuvieron el 12,3% de los votos, ahora, sumando el porcentaje de Sumar y de Podemos, ni siquiera llegan al 8%. Esto comparado con las europeas de 2019 no es tan grave, ya que se traduce en 5 escaños en vez de 6. Pero comparado con las generales de 2023, y teniendo en cuenta que en unas generales no hay circunscripción única sino provincial, los resultados son catastróficos, se mire como se mire.

Sumar apenas conseguiría 4 escaños en unas elecciones generales, y Podemos 2. Hay que recordar que hoy en día ambas fuerzas tienen 31 escaños, lo que les permite gobernar junto con el PSOE apoyándose en los nacionalistas.

Sin embargo, con este resultado, la coalición gubernamental sería imposible que se repitiera. El PSOE se mantiene, sí, pero es a costa de votos que se escapan de Sumar y Podemos, que se hunden yendo por separado.

Aunque Podemos ha aguantado el tipo a Sumar, tampoco está para echar cohetes, pues con esos resultados su capacidad de influencia queda muy mermada.

Todo esto ya ha tenido su primera consecuencia, que es la dimisión de Yolanda Díaz como lideresa de Sumar. Seguirá al frente del Ministerio de Trabajo, donde al menos es reconocida por haber logrado la reforma laboral, y desde donde intentará reducir la jornada laboral, pero está claro que su proyecto político ha fracasado.


Y es que conseguir unificar espacios a la izquierda del PSOE no es sencillo, por muchas razones. Ya en el tardofranquismo y la transición el PCE sufrió varias escisiones por su izquierda que le acusaban de revisionismo y que dieron lugar entre otros al PCE (m-l), a Bandera Roja, al PTE, al PCOE, o al PCPE. Cuando IU estaba al alza en tiempos de Julio Anguita, le surgió la escisión por su derecha de Nueva Izquierda, con López Garrido y Cristina Almeida al frente, que propugnaban una izquierda más próxima al PSOE de Felipe González de lo que estaba dispuesto a aceptar Anguita.

Después, sufrió la escisión de Corriente Roja en 2004, que acabaría uniéndose a la Cuarta Internacional, lo que provocó otra escisión en su seno de Red Roja, al frente del cual se situaba Ángeles Maestro.

Y en 2008 se escindió Espacio Alternativo, que procedía de la Liga Comunista Revolucionaria, cuando decidieron salirse y denominarse Izquierda Anticapitalista. No tuvieron mucho éxito, pero fueron uno de los actores clave en la fundación de Podemos, que dio la sorpresa en las elecciones europeas de 2014 en un momento en el que IU estaba al alza. El problema que tuvieron es que Pablo Iglesias comenzó a absorber todo, y los primeros damnificados fueron precisamente Izquierda Anticapitalista, que tuvieron que desaparecer como partido político y pasar a ser una corriente dentro de Podemos, denominada Anticapitalistas.

Aunque costó, finalmente IU y Podemos se unieron en Unidas Podemos. Sin embargo, fruto de la política de crispación emprendida por Pablo Iglesias, los apoyos electorales a este espacio fueron reduciéndose cada vez más.

Cabe recordar que Podemos había surgido rehuyendo de la dicotomía entre izquierda y derecha, hablando de los de abajo contra los de arriba, y que esa, junto a por ejemplo su apuesta por la renta básica universal, había sido una de las claves de su éxito. Pero poco a poco fue abandonando ese discurso pare centrarse en uno más nítidamente de izquierdas, hablando de la república, de la OTAN, y enfrentándose dialécticamente a la derecha, lo que provocó que sus votantes más moderados abandonasen paulatinamente el barco.

Así, vemos que en las elecciones europeas de 2014, los apoyos que obtuvieron IU y Podemos alcanzaban el 18% de los votos. Para las generales celebradas apenas un año después, aumentaron hasta llegar al 24% y 71 escaños junto a otros socios como Compromís. Sin embargo, este dato, si se analiza bien, es un fracaso, ya que en 2014 muy poca gente conocía a Podemos. En cambio en 2015 se habían generado expectativas muy altas, ya que todo el mundo les conocía. Pero la arrogancia de Pablo Iglesias comenzó a pesar, y esto provocó que los resultados no aumentasen como se preveía a finales de 2014. 

En la repetición electoral de 2016 ya fueron unidos en coalición, y pese a ello, bajaron en porcentaje de voto, hasta el 21%, aunque lograron mantener los 71 escaños. Sin embargo la negativa de Pablo Iglesias a pactar con Ciudadanos provocó que el PP siguiese en el poder gracias a la abstención forzada del PSOE.


(Foto conocida como el pacto de los botellines, en el cual los líderes de IU y Podemos acordaron concurrir juntos a las elecciones de 2016).

Es así como llegamos a las generales de 2019, donde Unidas Podemos bajó al 14% de los votos y 42 escaños. Estaba claro que el momento de auge de 2014-2016 había pasado, que el electorado comenzaba a darles la espalda fruto de su mala gestión en varias alcaldías que habían logrado, como en Galicia, además de la política de crispación que habían instaurado. Las elecciones se volvieron a repetir, y aunque Unidas Podemos bajó hasta rozar el 13% de los votos y 35 escaños, y le surgió la competencia de Más País que logró el 2% de los votos y 3 escaños en coalición con Compromís, Sánchez se decidió a gobernar con ellos pese a que había dicho que tendría problemas de sueño si lo hacía.

De este modo llegamos a las generales de 2023, donde Sumar consiguió retener el 12% de los votos y 31 escaños, y repetir gobierno de coalición.

Es decir, vemos que desde la irrupción de Podemos en 2014 y el momentáneo auge de 2015-2016, el espacio a la izquierda del PSOE no ha hecho otra cosa que bajar en número de votos y escaños elección tras elección. Y ahora, extrapolando los resultados de las europeas, quedarían reducidos a la mínima expresión, como IU en tiempos de Llamazares o Paco Frutos, y por tanto, sin ninguna capacidad de influencia en la política española.

Tendrán que replantearse muchas cosas, pero una de ellas está clara, y es que la división entre Podemos y Sumar no ayuda. IU se ha quedado fuera del Parlamento Europeo ya que su candidato iba de número 4 y Sumar solo ha conseguido 3. Y es que Compromís había exigido el número 3, los comunes de Cataluña el número 2, y de número 1 iba una independiente poco conocida que no ha ayudado precisamente a la hora de movilizar los votos.

Esto lo que demuestra es que dentro de la izquierda, lo que pesa más que las ideas políticas, las propuestas o el programa, son los cargos, y que hay tortazos por ir más arriba en las listas para conseguir representación y por tanto cuota de poder. Es una de las razones principales por las que Podemos se ha enemistado con Sumar, y por las que Más Madrid, que ocupaba el quinto puesto de la candidatura, ha dado un toque de atención a Yolanda Díaz.

En resumen, es un reino de taifas donde cada territorio y cada espacio político quiere su cuota de poder. Porque si analizamos las propuestas, no son tan diferentes entre sí.

Ahora que Yolanda se ha ido, han elegido a un grupo formado por Lara Hernández, Elizabeth Duval, Txema Guijarro y Rosa Martínez para comandar la vida orgánica del partido, quedando otros como  Urtasun o Errejón aún en un segundo plano.


(Algunos líderes de Sumar además de Yolana Díaz, entre los que destacan Errejón, Colau, Urtasun o Maíllo, actual líder de IU tras la marcha de Alberto Garzón).

Lo que es cierto es que la izquierda está muy fragmentada, por una cuestión de personalismos, egos, y aspiraciones, más que por propuestas políticas divergentes. Veremos si consiguen unir el espacio, pero incluso aunque lo hagan, no es probable que consigan recuperar muchos votos, pues todo esto no hace más que desprestigiarles de cara a los votantes, que prefieren optar por el voto útil al PSOE, quedarse en casa, votar nulo, o buscar otra opción extraparlamentaria que les satisfaga más aunque no vaya a obtener representación.

Con lo cual Sánchez, aunque contento por seguir por encima del 30% de los votos, tiene que estar muy preocupado por el derrumbe de su principal aliado que le dejaría sin opciones de repetir coalición electoral.

Ciudadanos por su parte ha certificado su defunción, y eso que aún ha conseguido retener 120.000 votos, que no es poco, aunque insuficiente para conseguir representación. Veremos si deciden disolverse. De momento ya han anunciado un congreso para decidir el futuro del partido.

Es algo que se veía venir desde hace tiempo, desde cuando Rivera decidió aproximarse al PP en vez de mantenerse en el centro, lo que provocó que los votantes prefiriesen el original a la copia, y que cada vez Ciudadanos tuviese menos votos y más escisiones, de gente que se iba al PP, como Toni Cantó o Adrián Vázquez, otros a Vox como Girauta, y otros a Izquierda Española, partido recientemente creado por Guillermo del Valle, procedente de UPyD, como Francisco Igea.

Con UPyD pasó algo parecido en su día, con gente yéndose al PSOE como Irene Lozano, o aproximándose al PP o a Vox, como Rosa Díez o Fernando Savater.

Izquierda Española, que ha incorporado a otros referentes antiguos de Ciudadanos, UPyD, PSOE o incluso IU como Soraya Rodríguez, Félix Ovejero, Francesc de Carreras, Antonio Robles, Gorka Maneiro, Martu Garrote, Eduardo Sotillos, Ángel Pérez o Juan Francisco Martín Seco, y que es apoyado por otros como Nicolás Redondo Terreros, se ha quedado en poco más de 32.000 votos. No está mal para un partido de reciente creación, aunque sin duda esperaban más.

(Guillermo del Valle, en el centro, junto a Francisco Igea y Soraya Rodríguez).

Seguramente les ha faltado alguna figura de mayor renombre entre el público general, pese a contar con el apoyo del actor Antonio Resines. Pienso en militantes del PSOE críticos con la deriva de Pedro Sánchez, como Felipe González, Alfonso Guerra, Lambán, Susana Díaz, García Page, o Corcuera. ¿Por qué estas personas no han dado el paso? Es una pregunta que merece la pena plantearse. Creo que hay varias razones. Una de ellas, y posiblemente la fundamental, es que las siglas pesan mucho, y siguen teniendo la confianza, esperanza, ilusión o aspiración de recuperar el PSOE de manos de Sánchez y retomarlo a la senda que ellos consideran correcta.

Sin embargo, como hemos visto, esto parece bastante complicado, al menos desde las primarias de 2017 en las que Sánchez se impuso a Susana Díaz y Patxi López con el apoyo mayoritario de la militancia. Y es que buena parte de la militancia y una parte significativa de los votantes del PSOE, están con Pedro Sánchez, en el sentido de que prefieren pactar con el diablo si es preciso, antes que con el PP, y las concesiones al nacionalismo les preocupan lo justo y necesario, es decir, más bien poco, con tal de que el PSOE siga en el poder.

Por tanto, pensar que si el PSOE pierde el gobierno habrá un nuevo liderazgo en el partido que renegará de la política de Sánchez, es bastante ilusorio, en especial porque como decía al principio, el PSOE está aguantando bastante bien en cuanto a votos, aunque sea a costa de Sumar, y por lo tanto no se asoma a una hecatombe de proporciones bíblicas.

Otra de las razones por las que puede que estos líderes no se atrevan a dar el paso de romper con el PSOE es porque fuera de él hace mucho frío. Puede que ahora estén descontentos y sin mucha capacidad de influencia, pero al menos conservan algunos cargos o pueden optar a ellos, ya sea presidencias de Comunidades Autónomas, senadores o diputados rasos. En cambio si se salen y piden el voto para otro partido nuevo, la incertidumbre es máxima, y se arriesgan a perder toda cuota de poder que tenían hasta ahora. Con lo cual es posible que prefieran estar a disgusto pero estar, que ser ideológicamente coherentes pero no estar en un cargo público.

Claro que eso no debería importar demasiado en especial a quien ya ha estado en todos los cargos públicos posibles, como el caso de Felipe González, Alfonso Guerra, o Corcuera. Posiblemente en este caso pesen más las siglas que otra cosa. Aunque en mi opinión deberían ser valientes como lo han sido otros antiguos miembros del PSOE como Soraya Rodríguez, Martu Garrote, o Nicolás Redondo, y apoyar a este partido de reciente creación para ayudarle a despegar. Pues de lo contrario la izquierda seguirá condenada a tener únicamente como opciones políticas con representación a partidos dispuestos a pactar con el nacionalismo.

Me pregunto qué más tiene que pasar para que Lambán, García Page o Susana Díaz se decidan a romper con el PSOE. 


(García Page y Lambán, los dos barones territoriales más críticos con el gobierno de Pedro Sánchez).

Tal vez dado que han sido presidentes de CCAA, no les convenzan las acertadas propuestas de Izquierda Española de recentralizar las competencias de educación y sanidad, o de despolitizar la elección del CGPJ optando por el sorteo como método de elección. O sus críticas a la política educativa del gobierno, o su opción por un feminismo más clásico.

Quizás si el PSOE accede a investir a Puigdemont como presidente de Cataluña pese a haber ganado Illa las elecciones, con el fin de garantizarse el apoyo de Junts en los presupuestos generales, o si hace amago de conceder el pacto fiscal o el referéndum, aunque sea camuflado como consulta consultiva, tal vez entonces se decidan a romper con el PSOE. Pero entonces probablemente ya será tarde. El momento es ahora, para dar a conocer a este nuevo partido, que se diferencia de otros como Ciudadanos, o UPyD en que es nítidamente de izquierdas, como lo demuestra su programa y su discurso, y pienso que antiguos cargos del PSOE deberían sentirse cómodos en él. Pero claro, como decía antes, muchos prefieren el cargo a la coherencia.

Edmundo Bal, ex de Ciudadanos, también fundó un partido político, Cree en Europa, pero se ha quedado en poco más de 9.000 votos. Habrá que ver si continúan con su experimento o no. Difícil lo tienen, pues pretendían liderar un espacio de centro en el que Ciudadanos les ha ganado claramente la partida. Imagino que quedarán a la espera de lo que decida hacer Ciudadanos. Pero si optan por continuar, parece claro que no hay espacio de centro para dos.

El centro político es complicado. Se vio con UCD cuando sus cargos se vieron tentados unos por el PSOE y otros por Alianza Popular, y acabaron abandonando el barco. Posteriormente algo parecido sucedió con UPyD y Ciudadanos. Es un espacio que políticamente puede tener votantes de gente a la que no le agrada ni el PP ni el PSOE, pero que es difícil de gestionar, porque puede dar la impresión de que se pacta preferentemente con uno u otro arco ideológico, lo que espanta al otro bloque de votantes.

Por eso precisamente creo que Izquierda Española puede tener más repercusión, ya que está claramente identificada, si consigue abrir un hueco entre desencantados del PSOE y de Sumar. Más difícil lo tendrá para captar votantes de centro, ya que al denominarse Izquierda asusta a muchos votantes potenciales. Es en ese caladero donde podría optar a conseguir algo Bal o Ciudadanos. El problema que se les presenta es que con un Feijóo moderado, lo tienen muy difícil para pescar votos. Tal vez con una lideresa dura como Ayuso les sería más sencillo captar votos más centrados.

Y finalmente tenemos que hablar de la derecha, de Vox y de Se acabó la fiesta, que ha sido sin duda la noticia estrella de las elecciones.

En Vox deberían estar bastante preocupados, porque el discurso de Alvise, líder de Se acabó la fiesta, es muy parecido al suyo en muchos aspectos, en especial contra la inmigración ilegal, asociándola a la delincuencia, y con la defensa de los intereses españoles en Europa, además de en su rechazo a la ley de amnistía o el aborto. En otros temas su populismo es mayor, al cargar contra los partidos políticos o hablar de temas sociales como la sanidad o la vivienda, señalando los problemas pero sin proponer soluciones claras. En política exterior defiende los intereses de España frente a Marruecos, pero también si es necesario, frente a EEUU o la OTAN, lo que le diferencia más de Vox, que está claramente alineado con EEUU e Israel. Por otra parte, se atreve a criticar a la monarquía, cosa que nunca haría Vox, al considerar que no está haciendo lo suficiente para parar la ley de amnistía (pese a que obviamente constitucionalmente precisamente no pueda hacer nada). 


En resumen, es un discurso muy parecido al de Vox pero más radical, populista y centrado en la defensa de los intereses de España en algunos aspectos.

Alvise se dio a conocer sacando a la luz supuestos casos de corrupción a través de las redes sociales, donde fue acumulando seguidores. Muchos de estos casos le supusieron problemas en los tribunales, y fue entonces cuando decidió presentarse a las elecciones para protegerse jurídicamente obteniendo impunidad y aforamiento.

Ideológicamente se le compara con personajes tan dispares como Beppe Grillo, Milei o Bukele. De Beppe Grillo comparte su discurso contra la corrupción, los partidos políticos, los medios de comunicación, y el sistema en general. Con Milei, sus ansias por reducir la Administración Pública, y con Bukele su patriotismo y su lucha contra la delincuencia.

Es una incógnita cómo evolucionará Se acabó la fiesta, ya que ni siquiera es un partido político, solo una agrupación de electores. Él ya ha dicho que las europeas son un escaparate para las generales, con lo que es bastante probable que se presente, convirtiendo la agrupación en partido político. Pero habrá que ver cómo se estructura, porque hasta ahora es todo muy personalista y basado en su persona, y eso no se sostiene a largo plazo. Necesitará gente, segundos espadas que le secunden y se den a conocer. Si no consigue eso, no le auguro mucho futuro. Y conseguirlo y hacerlo bien no es fácil, ya que puede arrimársele gente de dudosa procedencia y dar al traste con su discurso.

Hay quien dice que está el CNI detrás de él, y que a Sánchez le interesa dividir a la derecha y por eso le nombra cada vez que puede. No en vano Alvise ha escrito un libro junto a Villarejo.

En cualquier caso, está claro que Vox tiene un problema. Siendo solo conocido a través de redes sociales, Alvise ha logrado 800.000 votos, que se dice pronto, y eso en unas elecciones con baja participación. Ahora que la gente le está empezando a conocer y en el contexto de unas elecciones generales, podría fácilmente doblar el número de votos y arrancárselos a Vox.

A Vox le ha sucedido algo parecido a Podemos y Sumar. Primero se presentó a las europeas en 2014 como una escisión de derechas del PP al que consideraban moderado, no logrando escaño por muy pocos votos al quedarse con el 1,5%. En las elecciones generales de 2015 y 2016 se desinfló, logrando apenas el 0,2% de los votos. No obstante, en 2019, después del procés y del referéndum de Cataluña de 2017, Vox logró un auge espectacular, consiguiendo en las generales el 10% de los votos y 24 escaños, aumentando en la repetición electoral hasta el 15% de los votos y 52 escaños.

Sin embargo, ese fue su tope, pues ya en las generales de 2023 bajó hasta el 12% y 33 diputados, y ahora en las europeas de 2024 se ha quedado por debajo del 10% de los votos.

Es decir, que el auge de Vox (2019) tuvo lugar unos años después del de Podemos (2015-2016), pero al igual que este, pasado su momento, ha comenzado a desinflarse paulatinamente, y aunque aún no llega al nivel de colapso de Sumar-Podemos, no está demasiado lejos, más con la aparición de Se acabó la fiesta.

Por el camino, al igual que Podemos, ha vivido luchas internas cainitas que han hecho que dirigentes importantes se aparten del partido. El primero fue uno de sus máximos fundadores, Alejo Vidal Quadras, a quien no le gustó que Vox se acercase tanto a la extrema derecha europea. Más tarde le seguirían otros como Macarena Olona o Iván Espinosa de los Monteros, quienes denunciaron que Vox se estaba apartando de la senda neoliberal para abrazar una suerte de proteccionismo económico al estilo Le Pen en Francia.


(Iván Espinosa de los Monteros y Macarena Olona).

En cualquier caso, todo esto no explica por qué hay 800.000 votantes que han optado por Alvise antes que por Vox. Está claro que en su mayoría son votantes jóvenes que siguen la actualidad a través de las redes sociales y no de los medios tradicionales como la prensa, televisión o radio, y que dentro de ese mundo, el mensaje de Alvise ha calado profundamente. Tal vez le ven como alguien más cercano, como ellos, más que los líderes de Vox que están un tanto más distanciados de la calle, y a quienes pueden considerar que se han adormecido o domesticado al entrar en las instituciones y respaldar al PP en diversos ayuntamientos y comunidades autónomas.

Habrá que ver cómo reacciona Vox, si radicaliza su discurso para intentar frenar la previsible sangría, o en cambio lo modera, con la esperanza de atraer a votantes del PP desencantados con la moderación de Feijóo.

No es fácil decidir qué estrategia es más acertada, teniendo en cuenta que el PP está bastante cohesionado y centrado en echar al PSOE de la Moncloa y que es difícil que se produzcan fisuras en su seno. Cosa distinta será cuando tengan que decidir si pactan con Vox o intentan lograr una abstención del PSOE, PNV, Coalición Canaria y Junts para poder gobernar. Dependerá de los números, obviamente. Pero conociendo a Feijóo, creo que preferiría lo segundo antes que lo primero, y ahí sí que se le podrían rebotar algunos miembros que están más escorados a la derecha en el PP, como Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo.

Pero hasta que eso suceda, Vox tendrá que aguantar el chaparrón de Alvise. Veremos cómo es la convivencia con ellos en el Parlamento Europeo, y a qué grupo decide adherirse Alvise, o si prefiere quedarse como no inscrito.

Por terminar, los partidos nacionalistas han logrado la representación que esperaban, con Junts con 1 escaño, la coalición del PNV y Coalición Canaria con otro escaño, y la coalición de ERC, Bildu y el BNG con 3 escaños.

Fuera del parlamento europeo, aparte de los ya mencionados Izquierda Española, Ciudadanos y Cree en Europa, se ha quedado el PACMA con el 0,7% de los votos. Este partido es uno de los más grandes dentro de los extraparlamentarios, y obtuvo su mejor porcentaje de voto en 2019 al lograr un 1,3% de los votos. Es decir, mantuvo un crecimiento constante hasta esa fecha, y a partir de ahí, comenzó a decrecer. Tal vez se deba a que la agenda política verde y animalista ya está bastante presente en Sumar.

Del resto de partidos extraparlamentarios, la coalición Existe, que agrupa a partidos localistas de la España vaciada se ha quedado con poco más de 40.000 votos, insuficiente para lograr escaño. En cualquier caso sus votantes al menos han tenido la opción de elegir su papeleta, y en su ámbito más directo de actuación, las elecciones locales y autonómicas, no es descartable que sigan siendo una opción a considerar.

(Líderes de la coalición La España vaciada Existe, en campaña electoral).

Otro que ha dado mucha guerra en redes sociales ha sido el Frente Obrero de Roberto Vaquero, que se ha quedado en algo más de 66.000 votos. Comunista admirador de Stalin y Hoxha pero crítico con la inmigración y defensor de España, se ve que su mensaje tiene un público más reducido que el de Alvise. Aún así habrá que seguir atentos a ellos, ya que son de reciente creación, y han conseguido un nicho significativo de votantes.

La historia de Roberto Vaquero viene de lejos. Anteriormente al Frente Obrero fundó Reconstrucción Comunista, partido que fue ilegalizado temporalmente ya que varios de sus miembros, fueron a luchar contra el ISIS de la mano del YPG kurdo en Siria, aliado del PKK, organización terrorista kurda en Turquía.

Más testimoniales han sido los votos para el PCTE, el PCPE y la CRT, con algo más de 15.000, 11.000 y 5.000 votos respectivamente. El PCTE surge de una escisión del PCPE, cuando la facción liderada por Astor García recibió el respaldo del CJC (juventudes del partido) y del KKE en Grecia, mientras que el PCPE recibió el apoyo de Corea del Norte. Por su parte la CRT es un partido trotskista surgida del mundo del Sindicato de Estudiantes. Son partidos de izquierdas que anteponen las diferencias a las similitudes, con lo cual se mantienen puros, pero sin opción ninguna de obtener representación. 

Otros partidos también de izquierdas como Recortes Cero (coalición de los Verdes y Unificación Comunista de España) y el Partido Humanista apenas logran algo más de 7.000 y 6.000 votos respectivamente. Los partidos de derecha o centro extraparlamentarios como Iustita Europea, Falange y Futuro apenas han superado los 27.000, 9.000 y 5.000 votos respectivamente. Es curioso ver cómo Falange Española de las JONS es uno de los pocos partidos de extrema derecha tradicionales que persisten. Otros, como Falange Auténtica, Democracia Nacional, España 2000, Movimiento Social Republicano o Comunión Tradicional Carlista, acabaron quedando por el camino decidiendo no presentarse o pedir el voto para Vox.

Y otros partidos más temáticos como Feministas (formado por feministas clásicas contrarias a la teoría queer), Escaños en blanco o Piratas, apenas han conseguido algo más de 28.000, 20.000 y 14.000 votos respectivamente, lo que significa que aunque cuentan con votantes fieles, no dejan de ser opciones de voto testimoniales.

Volt por su parte ha empeorado ligeramente su porcentaje de voto al pasar del 0,15 al 0,12%. Es una pena porque es una propuesta interesante, europeísta, pero en una sociedad tan polarizada como la española donde se antepone cualquier tema nacional al europeo, tienen difícil hacerse con un hueco. Aún así, han conseguido representación en Alemania y Holanda, con lo que su influencia aumenta, y es una opción a seguir en los próximos años.


Paso ahora a analizar los resultados en los demás Estados miembros de la UE:

Comenzando con nuestros hermanos de Portugal, que también tuvieron elecciones generales muy recientemente, el Partido Socialista recupera terreno, volviendo a ser primera fuerza, aunque la Alianza Democrática, partido actualmente en el gobierno, le sigue de cerca. Sus socios Iniciativa Liberal y Chega obtienen buenos resultados, pero en el caso de Chega sorprende que en las generales llegaron al 18% de los votos y en estas no han alcanzado siquiera el 10%, con lo cual podrían haber agotado su momento de auge, aunque aún es pronto para decirlo.

Los partidos más a la izquierda por su parte, siguen a la baja, igual que en España. Los comunistas de la CDU apenas logran un escaño, al igual que el Bloco de Esquerdas, ambos con poco más del 4% de los votos.

Continuando con nuestros vecinos del norte, en Francia el partido de Le Pen ha arrasado de tal forma que ha obligado a Macron a convocar elecciones anticipadas a la Asamblea. Recordemos que Francia es una república presidencialista y que las elecciones presidenciales son diferentes de las legislativas. Macron necesita de una mayoría parlamentaria para gobernar, que actualmente no tiene. 


Pero es que es bastante probable que incluso con este movimiento agrave aún más la situación. La izquierda había acudido desunida a las europeas, cansadas del liderazgo personalista y poco conciliador de Mélenchon. Sorprendentemente, el partido socialista, que en las elecciones presidenciales de 2022 tocó suelo con apenas el 1,7% de los votos en primera vuelta, ha resurgido de sus cenizas y ha logrado un 13% de los votos, situándose como tercera fuerza política, tan solo por detrás de los partidos de Le Pen y Macron.

Los Verdes por su parte consiguen mantener el tipo con el 5% de los votos. La Francia Insumisa de Mélenchon ha logrado el 9% de los votos y 9 escaños, un resultado bastante pobre si lo comparamos con el 21% que logró en primera vuelta en las presidenciales de 2022. Por su parte el PCF se queda sin representación al lograr únicamente el 2,3% de los votos.

Pues bien, esta izquierda que se presentó desunida a las europeas, ahora han acordado formar una alianza para las legislativas, apoyando al candidato con más posibilidades de salir elegido en cada circunscripción. De esta forma no dividen el voto, ya que en Francia únicamente sale elegido el ganador por cada circunscripción.

Por el lado de la derecha, los Republicanos, el partido de Sarkozy, recupera con un 7% de los votos algo de terreno respecto a las elecciones presidenciales de 2022, donde se quedó con el 4% de los votos. La debacle de este partido es muy considerable si tenemos en cuenta que en las presidenciales de 2017 lograron el 20% de los votos.

También está Reconquête, el partido más a la derecha incluso que el de Le Pen, comandado por el presentador de televisión Éric Zemmour y la sobrina de Le Pen Marion Maréchal, más próxima ideológicamente a su abuelo que a su tía, que se mantiene con el 5% de los votos aunque baja ligeramente respecto al 7% obtenido en las presidenciales de 2022.

Le Pen estudió una coalición con los republicanos y Reconquête al estilo de la izquierda, para no perjudicarse en las legislativas, aunque se ha encontrado con dificultades ante la negativa de Zemmour y de una parte considerable de los republicanos. La propia Maréchal, sobrina de Marine Le Pen, ha acusado a Zemmour de intransigente y de dividir a la derecha, a lo que Zemmour ha respondido expulsándola del partido, apenas unos días después de salir elegida como eurodiputada. Sin embargo no está sola, y hay varios en Reconquête que acompañan a Marion en agrupar el voto en el partido de Le Pen.

Mientras tanto, el líder de los republicanos Éric Ciotti aceptó la propuesta, pero esto ha supuesto un terremoto en su partido, con muchos pesos pesados rechazando la idea, hasta que finalmente han decidido expulsarle, aunque él se negó a dejar el cargo asegurando que cuenta con mucho respaldo entre la base del partido y sus votantes. De hecho, la justicia ha anulado dicha expulsión considerándola ilegal. Acabe como acabe el culebrón, lo que está claro es que los Republicanos están tocados de muerte, y una parte se acabará alineando con Macron y la otra con Le Pen.

Con lo cual, si tenemos a una coalición de izquierdas y a Le Pen fuerte del otro lado, es bastante probable que el partido de Macron no solo no consiga más apoyos, sino que los pierda, y la situación de gobernabilidad se le complique mucho.

Hace tiempo que vengo sosteniendo, y me reafirmo en ello, que Le Pen llegará a gobernar Francia en 2027. Hay que tener en cuenta que Macron no se podrá presentar para entonces. Y el temor que podía inspirar el Frente Nacional en 2002 o 2017 ya no es tal, en parte porque su partido se ha moderado mucho, llegando a expulsar hasta a su fundador Jean Marie Le Pen, el padre de Marine, y modulando su discurso contra la UE y el euro. El hecho de que los republicanos y parte del partido de Macron traten de emularla en cuestiones de inmigración, no hace más que reforzarla.

La debacle del partido de Macron en las europeas, que pasa del 22 al 14% de los votos, es considerable, sobre todo teniendo en cuenta que en la primera vuelta de las presidenciales de 2022 logró el 27%. El hundimiento de su partido y de su figura en la política francesa es bastante evidente, y también para su grupo político en el Parlamento Europeo, los liberales. Tan solo con el hundimiento de Ciudadanos y del partido de Macron pierden 15 escaños, que se dice pronto.


Siguiendo por el sur de Europa y enlazando con Francia, tenemos a Italia, donde Georgia Meloni se consolia al frente de su partido Fratelli d'Italia. Comparados los datos con las elecciones generales en Italia en 2022, el partido de Meloni sube del 26 al 28%.

Meloni ha conseguido que el ascenso de un partido de extrema derecha al poder deje de ser visto como una amenaza. Y para ello hay varios factores. Uno, y bastante importante, es que Meloni es pro OTAN y pro Ucrania, lo que contrasta bastante con otros partidos de extrema derecha como Alternativa por Alemania o Reagrupamiento Nacional en Francia, que son bastante más ambiguos en esta cuestión.

Otro aspecto importante es que no ha tenido una política frontal contra las instituciones europeas, al estilo Orbán o el PiS en Polonia, sino de colaboración. Por tanto, ha normalizado que un partido de extrema derecha de el sorpasso a un partido de derecha tradicional, y pase a ocupar la hegemonía política, apoyándose en otros partido de derecha que han quedado como apoyos cuando antes gobernaban, como es el caso de Forza Italia y la Liga, que se quedan con el 9% de los votos cada una.

De hecho Von der Leyen se abrió a pactar con ellos si era necesario, normalizando así las relaciones con este partido.


Habrá que ver cómo se reconfiguran los grupos políticos en el parlamento europeo, ya que Vox estaba intentando propiciar un acercamiento entre los partidos de Meloni y Le Pen para unirlos en una gran familia política. Veremos si es posible o si persisten las diferencias. Una de ellas es la cercanía o no a Putin. Vox fue ambiguo durante un tiempo, con personajes como Sánchez Dragó muy próximos a Putin, aunque en los últimos tiempos parece haber reculado y adoptar una actitud más crítica respecto a la agresión rusa a Ucrania.

Por su parte, el Partido Demócrata ha logrado un 24% de los votos, lo que no está nada mal teniendo en cuenta que en las generales de 2022 tan sólo obtuvo el 19%, convirtiéndose de este modo en la delegación más numerosa dentro del grupo político socialista en el parlamento europea, seguido por los españoles.

El que baja bastante, como era previsible, es el Movimiento 5 estrellas, que se queda con un 10% de los votos, cuando en las europeas de 2019 obtuvo un 17%, y venía de obtener un 15% en las generales de 2022 y un espectacular 32% en las de 2018 que le permitió gobernar.

La debacle de 5 estrellas es similar a la de Podemos o Syriza en Grecia. Tuvieron su momento de auge, no lo gestionaron bien, y a ello siguió la pérdida progresiva de apoyos. Habrá que comprobar si continúan como no inscritos o si deciden incorporarse a algún grupo político. Pero parece bastante claro que el voto de izquierdas se va a repartir entre el partido demócrata y la alianza verde e izquierda, enésima reconfiguración del espacio a la izquierda del partido demócrata que ha logrado un 6% de los votos, cuando venía de un 3% en las generales de 2022.

Y ya que estamos en el sur, vamos a Grecia, donde Nueva Democracia sigue como primera fuerza con el 28% de los votos, aunque baja mucho respecto a las elecciones generales de 2023, cuando obtuvo el 40%. Parece ser que su apuesta por legalizar el matrimonio homosexual no ha convencido a sus votantes, lo que ha beneficiado a la extrema derecha, que pasa de un 13% de apoyos en las generales de 2023, a un 16%. 


El caso griego es curioso porque la ultraderecha está fragmentada en varios partidos. Habrá que ver en qué grupo político se adhieren los 4 escaños que han conseguido.

En cuanto a la izquierda, Syriza continúa su debacle quedando por debajo del 15% de los votos cuando en las europeas de 2019 había logrado un 23% y en las generales de 2023 un 17%. Lo dicho, al igual que con Podemos y el Movimiento 5 estrellas, debacle progresiva tras el momento de auge por no saber gestionar bien y defraudar las expectativas cuando gobernaron.

El Pasok por su parte continúa su recuperación después de estar hundido durante varios años, y supera el 12% de los votos, procedente de un 11% en las generales de 2023 y un 7% en las europeas de 2019.

Los comunistas del KKE logran su mejor resultado en unas elecciones desde 1990, llegando al 9%, probablemente a costa del voto que pierde Syriza.

Y finalmente el partido Rumbo a la libertad, surgido de una escisión de Syriza que no aceptó los recortes pactados por Tsipras, ha logrado un 3,4% de los votos, aumentando ligeramente respecto a las generales de 2023, y consolidándose como otra opción más de izquierdas ante el declive de Syriza.

El partido liderado por Varoufakis, Frente de desobediencia realista, en cambio, no logró representación al quedarse con el 2,5% de los votos


Pasamos ahora al país más poblado de la UE, Alemania, donde la CDU de Von der Leyen y Manfred Weber ha ganado con holgura, un 30% de los votos, una subida considerable respecto al 24% que obtuvieron en las generales de 2021.

Por su parte los socialdemócratas de Schölz, actualmente en el poder, se quedan por debajo del 14%, un batacazo muy considerable, teniendo en cuenta que en las generales de 2021 obtuvieron el 25% de los votos.

Quien crece y mucho es Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha, que obtiene casi un 16% de los votos, frente al 10% que obtuvo en las generales del 21.

Esto no es suficiente para que se prevea un vuelco en Alemania al estilo de Francia o Italia, pero es sin duda un factor a tener en cuenta. Al igual que en estos países, Alternativa para Alemania consigue meter en la agenda del resto de partidos políticos temas como el de la inmigración.

De hecho, en Die Linke, partido a la izquierda de los socialdemócratas, les ha surgido un rival llamado BSW (Alianza Sahra Wagenknecht - Por la Razón y la Justicia), fruto de una escisión, que pone el foco en la inmigración y en el rechazo a la ayuda a Ucrania. Pues bien, este nuevo partido ha logrado un 6% de los votos, hundiendo a Die Linke que se ha quedado por debajo del 3%. El Frente Obrero bebe del espejo de BSW, aunque afortunadamente sin el mismo éxito por el momento.


Quienes se llevan otro batacazo son los Verdes, que bajan del 12% cuando en las generales del 21 habían obtenido el 14% y en las europeas de 2019 el 20% de los votos.

Está claro que hay una tendencia general del voto en Europa hacia la derecha y la extrema derecha, y que los partidos a la izquierda y los verdes están muy desprestigiados.

Los liberales consiguen un 5%, pero supone un hundimiento respecto al 11% de las generales de 2021. 

En resumen, los partidos de gobierno (Socialdemócratas, Verdes y Liberales) se llevan un sonoro golpe, mientras que la CDU, AfD y BSW salen reforzados.

En Alemania habrá elecciones el año que viene, en 2025. De mantenerse las preferencias actuales, lo normal será que la CDU recupere el poder, pactando con liberales o con socialdemócratas y verdes, según den los números, quedando AfD y BSW en la oposición.

Lo que habrá que ver también es qué sucede al final con AfD después de su ruptura con Le Pen y Salvini al realizar unas declaraciones controvertidas sobre que un miembro de las SS, en referencia al escritor Günter Grass, no tenía por qué ser considerado automáticamente como un criminal. 

En mi opinión esta polémica no fue más que una excusa para romper con ellos, ya que la división entre estos partidos es más profunda, y en el intento de lavado de cara de los partidos de Le Pen y Salvini para aproximarse a otros como Vox, Fratelli d'Italia o el PiS, estimaron conveniente romper con el más ultra de todos, AfD.

Para terminar, otro partido que consigue aumentar representación es Volt, que se estrenó en 2019 como partido transeuropeo para las elecciones al parlamento europeo logrando un escaño por Alemania y ahora ha conseguido 3 escaños, pasando del 0,7% al 2,6%, además de obtener representación también por Holanda. Nada mal para un partido tan pequeño, que demuestra que aún hay gente que confía en el proyecto europeo.

En cambio el partido pirata ha perdido el escaño que tenía. Otros partidos minoritarios también han logrado algún escaño, entre los que destaca Die Partei con cerca del 2% de los votos, un partido satírico con propuestas imposibles que a pesar de ello obtiene votos, imagino que fruto del desapego de buena parte de la sociedad con la política.


En Bélgica se celebraban a la vez elecciones generales, regionales y europeas. El partido más votado en las europeas ha sido el de extrema derecha independentista flamenca Vlaams Belang, alineado con Le Pen y Salvini, con más del 14% de los votos, aunque ha quedado segundo a nivel nacional.

Le siguen el también nacionalista conservador flamenco Nueva Alianza Flamenca (N-VA), con cerca del 14% de los votos, aliado de Vox, el PiS o Fratelli d'Italia en el Parlamento Eurpeo, habiendo obtenido el primer puesto a nivel nacional, y el francófono Movimiento Reformador (MR), de corte liberal, con más del 12% de los votos, partido al que pertenece al actual presidente del Consejo Europeo Charles Michel, que fue también primer ministro belga entre 2014 y 2019.


(Tom Van Grieken (izqda), líder de Vlaams Belang, y Bart de Wever (dcha), líder de N-VA, máximos ganadores de las elecciones en Bélgica).

Probablemente, el N-VA y el MR formen una alianza para gobernar en Bélgica con el apoyo de otros partidos minoritarios, después de la debacle del partido del primer ministro, de corte liberal flamenco, que ha bajado en las europeas del 9 al 5% de los votos. Los ecologistas francófonos también caen considerablemente, del 7 al 3%, al igual que los socialistas francófonos, del 10 al 7% de los votos.

En cambio los centristas, socialistas y ecologistas flamencos consiguen mantener un buen resultado, con el 8, casi el 8, y 6% de los votos respectivamente.

Los centristas francófonos aumentan en votos del 3 al 5%, mientras que los comunistas francófonos del PTB se mantienen en el 5%. Los comunistas flamencos por su parte aumentan del 3 al 5%.

Esto lo que confirma es que Bélgica, al igual que otros países de la UE, gira hacia la derecha, incluida la parte francófona, que tradicionalmente siempre había sido más de izquierdas.


En Holanda hubo elecciones también recientemente, en 2023, ganando el partido ultraderechista de Geert Wilders con un 23% de los votos. Ahora en las europeas ha bajado bastante en porcentaje de voto, hasta el 17%. Tal vez le haya perjudicado que no ha conseguido ser primer ministro, y aunque ha logrado meter a su partido en el gobierno, ha tenido que conformarse con un primer ministro consensuado con los partidos aliados.

Por su parte, la alianza entre verdes y laboristas ha pasado de un 15% en las generales a un 21% en las europeas, consolidándose como principal alternativa a Wilders.


(Wilders (izqda) y Timmermans (dcha), líder de la alianza entre laboristas y verdes).

Los liberales del ex primer ministro Rutte, y actual aspirante a liderar la OTAN, obtienen el 11% de los votos, una bajada significativa respecto a las generales de 2023 cuando obtuvieron el 15%.

Quien ha subido también mucho respecto a las generales han sido los democristianos del CDA, pasando del 3 al 9%. Los centristas de D66 también aumentan del 6 al 8% de los votos, así como el partido rural BBB al superar el 5%. El NSC en cambio, una escisión del CDA, se hunde del 12 al 3% de los votos.

Además del dato ya comentado previamente en Alemania sobre Volt, que consigue representación también en Holanda con un 5% de los votos y 2 escaños, entran otros dos partidos minoritarios, el calvinista SGP, que sube del 2 al 3% de los votos, y el animalista PVD que sube del 2 al 4%.

Por su lado, el FVD, populistas de derechas, confirma su hundimiento al pasar de un 10% en las europeas del 2019 a apenas un 2% en 2024, quedándose sin representación, probablemente habiendo sido su voto absorbido por el PVV.

En resumen, la izquierda en Holanda únicamente se puede encontrar en la coalición de laboristas y verdes, ya que todos los demás partidos con representación (exceptuando Volt y los animalistas), son liberales, cristianodemócratas, o de extrema derecha.

Se espera que el partido de Wilders se integre con los de Le Pen y Salvini en el parlamento europeo.


Si nos vamos a los países nórdicos, en Suecia los socialistas han ganado con cerca de un 25% de los votos. Supone una bajada considerable respecto al 30% obtenido en las generales de 2022, pero les sirve para mantenerse en cabeza.

La buena noticia es que la ultraderecha de Demócratas de Suecia baja hasta un 13% de los votos, cuando en las generales obtuvo un 20%. Parece que les está pasando factura apoyar desde fuera al actual gobierno sueco liderado por el partido moderado, quien se abrió por primera vez a pactar con la ultraderecha, que baja ligeramente del 19 al 17% de los votos.

Los Verdes obtienen un magnífico resultado pasando del 5% en las generales a rozar el 14% en las europeas. También sube considerablemente el partido de Izquierda, del 6 al 11% de los votos.

Por su parte los centristas, democristianos y liberales mantienen resultado, con el 6, 5 y 4% de los votos respectivamente.


Algo parecido ha sucedido en Finlandia, donde el Partido de los Finlandeses, antes conocidos como Verdaderos Finlandeses, se ha desplomado al caer del 20 al 7% de los votos. Seguramente el hecho de haber entrado por primera vez en el gobierno finlandés y haber moderado sus posturas les ha acabado pasando factura, además de numerosos escándalos que han ido saliendo a la luz.

El partido conservador Coalición Nacional KOK, actualmente en el poder, sube del 20% obtenido en las generales de 2023, al 24% de los votos.

La Alianza de Izquierda VAS aumenta espectacularmente del 7 al 17% de los votos, mientras que los socialdemócratas siguen en crisis y caen del 20 al 15%. Los verdes también aumentan considerablemente del 7 al 11% de los votos, mientras que los centristas se mantienen en el 11% y el partido popular sueco, representante de la minoría sueca en Finlandia, aumenta ligeramente del 4 al 6%. Por su parte los democristianos se quedan sin representación al no llegar al 5% de los votos.

Así pues vemos como quienes más caen son la ultraderecha y los socialdemócratas, mientras que conservadores, la izquierda y los verdes suben bastante, y los demás se mantienen.


Finalmente, en Dinamarca, la Izquierda Verde ha ganado las elecciones con un 17% de los votos, dato abrumador teniendo en cuenta que venía de un 8% en las generales de 2022. Es seguido por los socialdemócratas, que al igual que en Finlandia, se desploman, pasando aquí de un 27 a un 15% de los votos. Seguramente les haya pasado factura el haber adoptado una postura anti-inmigración tan dura o más como la que propugna la extrema derecha.


Los conservadores de Venstre aumentan ligeramente del 13 al 14%. Los social-liberales lo hacen del 3 al 7% mientras que los conservadores del KF suben del 5 al 8%. La alianza roji-verde por su parte sube del 5 al 7% mientras que los liberales del LA se mantienen en torno al 7% y los moderados bajan del 9 al 5%.

El partido popular danés, de extrema derecha, aumenta considerablemente del 2 al 6% de los votos, y Demócratas de Dinamarca, también de ultraderecha, se mantiene en torno al 8% de los votos.


Recapitulando, la ultraderecha se mantiene en Dinamarca mientras baja en Suecia y Finlandia. Por su parte los socialdemócratas bajan en todos los países nórdicos y la izquierda alternativa y los verdes suben.

Se argumenta que cuando la extrema derecha entra en el gobierno sin liderarlo, le apoya desde fuera, o sus políticas son adoptadas por otros partidos, comienza a perder fuelle. Este sería el caso de Portugal y Suecia al apoyar desde fuera al gobierno, de Holanda y Finlandia al estar dentro de él, o de Dinamarca al haber adoptado los socialdemócratas este tipo de políticas.


Yéndonos ahora al centro de Europa, donde la ultraderecha también está fuerte, comenzaremos en Polonia, donde la coalición gubernamental dirigida por Donald Tusk ha conseguido imponerse aumentando del 30% obtenido en las generales del 2023, al 37% de los votos. Sus rivales del PiS (hermanados con Vox en el mismo grupo parlamentario) han aumentado ligeramente del 35 al 36% de los votos, aún así lejos del 45% de los votos que obtuvieron en las europeas de 2019. Claro que entonces sus rivales de ultraderecha libertaria y antiucraniana, Konfederacja, solo obtuvieron el 4% de los votos, y ahora han aumentado al 12% (en las generales obtuvo un 7%).

Por su parte, la izquierda socialdemócrata de Lewica ha bajado del 8% obtenido en las generales, a un 6%, mientras que la centrista Tercera vía se ha desplomado del 14 al 7% de los votos.

Está claro que parte del voto de Lewica y Tercera Vía se ha concentrado en el partido de Tusk. Aún así, la ventaja que tienen sobre el PiS y la Confederación es pequeña, con lo que creo que en Polonia hay partido para rato entre ambos bloques ideológicos.


Si nos vamos a Hungría, el otro país que junto a Polonia ha sido la bestia negra de Europa durante muchos años debido a las polémicas políticas llevadas a cabo por su presidente Orbán, nos encontramos con que su partido sigue fuerte, con un 45% de los votos, pero que se ha ido dejando apoyos respecto al 54% logrado en las generales de 2022. Habrá que ver en qué grupo se inscribe esta vez, tras su expulsión del partido popular europeo.

Los socialdemócratas no logran posicionarse como alternativa al caer al 8% de los votos (16% en las europeas de 2009 y 34% en las generales de 2022 al ir en coalición con otros partidos, en concreto los socioliberales DK con quienes han ido también en coalición a las europeas, el centrista Momentum, que apenas ha obtenido un 3% en 2024, y el antiguo ultraderechista Jobbik, que se moderó hacia posiciones centradas, y que apenas ha obtenido un 1%).

¿Entonces a quién ha votado la oposición democrática? Pues a un partido nuevo anticorrupción denominado TISZA (Respeto y Libertad) liderado por Péter Magyar, procedente del mismo partido de Orbán. Ha logrado casi el 30% de los votos.


Por su parte, el Movimiento Nuestra Patria, escisión de Jobbik cuando este se moderó, ha logrado incrementar ligeramente sus resultados, superando el 6% de los votos. Otros partidos como los Verdes o el satírico MKKP se quedan sin representación. 


Siguiendo por Eslovaquia, donde recientemente fue tiroteado el primer ministro populista y prorruso Fico por un opositor a su gobierno, su partido logró subir ligeramente los apoyos hasta el 24%, desde el 23% que obtuvo en las elecciones generales de 2023. Sin embargo, los socioliberales del PS le superaron con casi un 28%, cuando venían de rozar el 18% en las generales.

Conviene recordar que el partido de Fico fue expulsado del grupo parlamentario socialista europeo por sus posturas pro-Putin.

Los socialdemócratas de HLAS bajan del 14 al 7%, mientras que los democristianos de KDH se mantienen en torno al 7% de los votos.

La mala noticia es que la ultraderecha aparece con el 12% de los votos, cuando en las presidenciales de 2023 no llegó al 5% de los votos.

Así pues, en Eslovaquia, al igual que en Hungría, hay batalla entre ambos bloques.


Mientras tanto, en la República Checa el partido populista ANO ha logrado la victoria con el 26% de los votos, aunque baja ligeramente respecto al 27% obtenido en 2021. Hay que recordar que ANO está liderado por Andrej Babis, segundo hombre más rico del país, y que ha tenido algunos problemas con la ley.

Por su parte, la coalición gobernante conservadora SPOLU integrada en el grupo en el que está Vox, obtiene el 22% de los votos, una bajada significativa respecto al 27% conseguido en las generales de 2021.

Con un sorprendente 10% se alza una coalición nueva "Promesa y Motoristas", encabezada por el piloto Filip Turek, de corte ultraderechista. Con el 9% se quedó la coalición comunista, un buen resultado teniendo en cuenta que en las generales de 2021 se habían quedado sin representación al no llegar ni al 4% de los votos.

El partido localista STAN logró un buen resultado del 8% de los votos, mientras que los piratas bajaron hasta el 6%, quedándose con tan sólo un escaño. Los también ultraderechistas del SPD se quedaron con el 5% de los votos, una bajada significativa respecto al 9% logrado en las generales. Seguramente muchos de sus votos hayan ido al partido de Turek.

En resumen, lo que vemos en la República Checa es a dos partidos principales disputándose el poder, seguidos de una serie de partidos poco tradicionales, incluida la ultraderecha.


Y finalmente, para acabar con centroeuropa, nos vamos a Austria, donde la ultraderecha del FPÖ es la clara ganadora con un 25% de los votos, respecto al 16% obtenido en las generales del 2019.

El conservador ÖVP por su parte obtiene el 24%, bastante lejos del 37% obtenido en las generales. Los socialdemócratas aumentan ligeramente al pasar del 21 al 23% de los votos, mientras que los verdes bajan del 14 al 11% y los liberales de NEOS aumentan del 8 al 10%.

Austria tendrá elecciones generales en septiembre de este año, con lo que no descartaría un gobierno de FPÖ-ÖVP, como ya sucedió anteriormente, solo que en esta ocasión el FPÖ podría ser primera fuerza.


(Los líderes de FPÖ y ÖVP cuando acordaron formar gobierno en 2017).

Yéndonos ahora a las islas, tenemos a Chipre, donde los democristianos ganan con el 24% de lo votos aunque bajan ligeramente respecto al 27% que tuvieron en las generales de 2021. Los comunistas de AKEL logran el 21%, ligeramente inferior al 22% logrado en las generales. Los liberales de DIKO bajan del 11 al 9%, mientras que la ultraderecha de ELAM sube del 6 al 11%. Los socialdemócratas por su parte se quedan sin representación al obtener tan solo el 5% de los votos, aunque bien es cierto que ya estaban en una posición bastante baja en 2021 con solo el 6%.

La sorpresa en Chipre ha sido el youtuber humorista Fidias, que ha logrado casi el 20% de los votos.

En Malta los laboristas bajan pero siguen en cabeza con un 45% de los votos, seguidos de los conservadores con un 42%. Parece que el crimen por el que se asesinó a la periodista anticorrupción Daphne Caruana ha incidido algo para la bajada del partido laborista, pero aún no lo suficiente como para que pierdan la primera plaza.


Por su parte, en Rumanía, se celebraron a la vez elecciones municipales y europeas. Los socialistas han ido en coalición con los liberales, logrando el 48% de los votos. Sin embargo, ambos partidos obtuvieron un 53% en las generales de 2020.

Además, el partido ultraconservador AUR ha subido del 9 al 15% de los votos, mientras que aparece el también ultraderechista SOS con el 5%. El partido de minoría húngara UDMR sube ligeramente hasta el 6%.

La oposición liberal ADU surgida de las protestas contra la corrupción de 2017-2019 agrupada principalmente en torno a USR ha bajado calamitosamente del 22% logrado en las europeas de 2019 al 8% actual, aunque bien es cierto que ya en las generales del 2020 había caído hasta el 15%. Está claro que no supieron capitalizar el descontento. No obstante, el independiente Nicu Stefanuta, anteriormente en ADU, logra representación con un 3% de los votos.


En Bulgaria coincidieron las elecciones al parlamento europeo con las generales, las sextas desde 2021, lo que da una muestra de la inestabilidad política que vive el país, desde que las protestas anticorrupción de 2020 contra el gobierno de Borísov acabaron con el poder tradicional de los principales partidos políticos (los conservadores de GERB y los socialistas de BSP, además del partido de minoría turca DPS), al surgir partidos nuevos contra la corrupción, entre los que destacaba el antisistema ITN, los liberales de derechas DB, y los liberales de izquierdas ISMV. Más tarde surgiría la coalición PP, también anticorrupción. 

Sin embargo las diferencias por parte de estos partidos alternativos para formar un gobierno estable unido al rechazo de algunos para levantar el veto búlgaro a la adhesión de Macedonia del Norte a la UE, los acabó debilitando, y propiciando el auge de la extrema derecha de VAZ y BV.

Así pues, en las europeas el GERB se ha hecho con el 23% de los votos, la minoría turca con un 14%, los socialdemócratas con el 7%, y la extrema derecha con casi un 14% de los votos. Por su parte la coalición anticorrupción PP-DB ha logrado el 14% e ITN el 6%.

Parece pues que la inestabilidad continuará en Bulgaria durante un tiempo.


Yéndonos ahora a los países bálticos, en Estonia los liberales de la primera ministra Kallas, que suena con fuerza para optar al cargo de alta representante en política exterior de la UE, caen abruptamente hasta el 18% de los votos, en comparación con el 31% que obtuvieron en las generales de 2023. Este varapalo, provocado por el descontento con el recorte en gasto público, ha dejado tocada a Kallas, que se enfrenta a presiones para que dimita de su cargo.

Los centristas bajan del 15 al 12%, mientras que los socialdemócratas aumentan espectacularmente del 9 al 19%. Por su parte, el conservador Isamaa también aumenta espectacularmente del 8 al 21%, mientras que la extrema derecha de EKRE baja ligeramente del 16 al 15%.

En Letonia el partido conservador JV sigue en cabeza subiendo hasta el 25% de los votos respecto al 19% obtenido en las generales de 2022. Sus aliados de ultraderecha de Alianza Nacional (NA), tipo Vox, suben del 9 hasta un increíble 22%, mientras que sus también aliados conservadores de Lista Unida (AS) bajan del 11 al 8%. Los socialdemócratas del SDP se recuperan algo de la debacle sufrida en las generales y pasan del 4 al 7%. El partido agrario ZZS en cambio se hunde del 12% obtenido en las generales hasta el 2% y se queda sin representación.

Los rusófilos de ST, escisión del SDP, también se hunden respecto a las generales pasando del 6 al 2% de los votos quedándose sin representación. Los ultraderechistas de Letonia primero (LPV) se mantienen en el 6% de los votos. Finalmente, los progresistas suben ligeramente del 6 al 7%.

Y en Lituania el centroderecha de TS-LKD ha vuelto a ganar con un 21% de los votos, aunque baja respecto al 25% obtenido en las generales de 2020. Le suceden los socialdemócratas con un 18%, que pegan un subidón respecto al 9% obtenido en las generales. En tercer lugar se sitúa el partido agrario LVZS, que se deja la mitad de los votos pasando del 18 al 9%.

Los liberales de LRLS bajan del 7 al 5%, y los del LP lo hacen del 9 al 8%, mientras que el grupo de extrema derecha LLRA-KSS se mantiene en el 5%. Los centristas del DP se hunden del 9 a no llegar ni siquiera al 2% de los votos. La izquierda verde del DSVL aparece con un 6% y los conservadores del LCP hacen lo propio con un 5%.


En resumen, podemos decir sin temor a equivocarnos que la derecha en los países bálticos está fuerte, mientras la izquierda aparece en un segundo plano, y la ultraderecha está presente, aunque sin llegar al nivel alarmante de otros países. Si algo une a estos países es su preocupación por la agresión rusa a Ucrania, dada su cercanía geográfica.


Vamos terminando ya, y pasamos a los balcanes. En Eslovenia los conservadores del SDS han logrado el 30% de los votos, un gran resultado teniendo en cuenta que partían del 23% en las generales de 2022. Su líder, Janez Jansa, ha sido comparado con Orbán, y ha dado más de un quebradero de cabeza al Partido Popular Europeo.

El partido liberal gobernante Svoboda baja ampliamente del 34 al 22%. Aparece un partido verde, Vesna, que obtiene el 10% de los votos. Por su parte los democristianos NSI subieron ligeramente del 6 al 7% al igual que los socialdemócratas SD, mientras que la izquierda Levica, aunque se mantiene en el 4%, se queda sin representación.

Y en Croacia los conservadores de HDZ logran repetir el 34% de los votos que también obtuvieron este mismo año en las generales. Los socialdemócratas también se mantiene en torno al 26% mientras que la ultraderecha de DP baja ligeramente del 9 al 8% y la izquierda de Mozemo baja del 9 al 6%.

Nos habíamos dejado por el camino a Luxemburgo, donde los democristianos se hacen con la victoria con un 22% de los votos pero bajan respecto al 29% obtenido en las generales de 2023. Los liberales de DP se mantienen en el 18% y los socialdemócratas aumentan ligeramente del 18 al 21%. Los verdes también aumentan del 8 al 11%, mientras que los piratas bajan desde el 6 a debajo del 5% quedándose de este modo sin representación. La izquierda se mantiene en el 3%, también sin representación. Los conservadores de ADR, aliados de Vox, aumentan del 9 al 11% de los votos.

Y finalmente llegamos a Irlanda donde el Fine Gael, aliado del partido popular europeo, se alza con la victoria con el 20% de los votos, repitiendo el resultado de las generales de 2020, mientras que el Fianna Fail, aliado de los liberales, baja ligeramente del 22 al 20% de los votos. Quien por contra se desploma respecto de las generales es el Sinn Fein, que baja de un 24 a un 11% de los votos, a quien podría haberle afectado el discurso antiinmigración del resto de partidos principales. 

Los verdes también bajan del 7 al 5% y se quedan sin representación, algo que sí que obtienen los laboristas con un 3% de los votos. También logran escaño 2 parlamentarios independientes de los que al menos uno se espera que se una al grupo de izquierdas, y por primera vez entra la ultraderecha, agrupada en Irlanda independiente, con un 6% de los votos.


(Ciaran Mullooly, en el centro, elegido eurodiputado por Irlanda Independiente, celebra los resultados levantando los brazos).


Una vez hecho un repaso del resultado de las elecciones en todos los países, toca analizarlas en su conjunto. Como ya hemos comentado, la ultraderecha ha crecido, consiguiendo ser primera fuerza en Francia, Italia, Hungría, Austria y Bélgica, segunda fuerza en Alemania, Polonia, Holanda, República Checa, Rumanía y Letonia, y tercera fuerza en España, Portugal, Eslovaquia, Bulgaria y Croacia.

Aunque hay intentos por unificarla en un solo grupo para convertirse en la segunda fuerza parlamentaria más numerosa tan solo por detrás del PPE, se me hace muy complicado de visualizar, dado que hay intereses muy diferentes, en especial en relación a Rusia, estando algunos muy en contra de Putin, como el PiS polaco, y otros bastante a favor, como la AfD alemana.

En cualquier caso, es previsible que el grupo de conservadores y reformistas, en el que se encuadran entre otros el PiS, Vox o Fratelli d'Italia, siga adelante, al ser algo más moderado que el grupo de Identidad y Democracia (ID), y rechazar alguno de sus partidos miembros la incorporación de otros partidos más radicales. Por ejemplo el ODS checo se opone a aceptar al Fidesz húngaro por su cercanía a Putin.

De este modo, está pro ver si consiguen atraer a otros partidos que ahora mismo están en ID, como RN de Le Pen, el PVV de Wilders, FPÖ de Austria, la Liga, o la ultraderecha estonia y danesa. Más difícil parece integrar a otros como AfD o Vlaams Belang, al ser más radicales.

Así pues yo apostaría a que habrá un gran grupo de ultraderecha comandado por Meloni y el PiS polaco en el que se encuadrarían Vox, Chega, o la ultraderecha griega y nórdica, y otro más radical y pequeño como hasta ahora en el que estarían la Liga, RN de Le Pen, el PVV de Wilders o el FPÖ de Austria, y veremos si aceptan a AfD y Fidesz. Seguramente dependerá de si les necesitan imprescindiblemente para formar grupo o no.


No sirve de mucho hacer números entre los distintos grupos, pues hay varios partidos nuevos, y hasta que no negocien y se adhieran a algún grupo (tienen tiempo para ello hasta la sesión constitutiva del parlamento a mediados de julio), no se sabrá realmente la fuerza que tiene cada uno de ellos.

En cualquier caso, el grupo de los socialdemócratas ha dicho que sólo apoyarán a Von der Leyen para repetir en el cargo si excluye cualquier pacto con Meloni. Y como Von der Leyen quiere repetir, lo más probable es que acepte en vez de echarse en manos del grupo de Meloni aplicando el refrán "más vale malo conocido que bueno por conocer". Con lo cual Meloni quedaría en una situación entre ambos bandos. Si acepta incluir a los partidos de Orbán o Le Pen en su grupo, podría costarle divisiones internas. Al final dependerá de hasta dónde les beneficiaría numéricamente incluirles teniendo en cuenta los que se les podrían escapar, más la coherencia en el discurso. Pero está claro que Le Pen busca hacerse respetable mediante su acercamiento a Meloni.


En el caso del partido popular europeo, el más numeroso, han logrado ser primera fuerza en Alemania, España, Polonia, Grecia, Finlandia, Chipre, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Irlanda, Eslovenia, Croacia y Luxemburgo, mientras que ha sido segunda fuerza en Portugal, Suecia, Austria, Hungría, y Malta. Han conseguido aumentar escaños respecto a las elecciones de 2019. Aún así habrá que ver cómo lidia con algunos partidos problemáticos, como los de Bulgaria y Eslovenia, desprestigiados por la corrupción y le autoritarismo.

Por parte de los socialistas, tan solo se han alzado con la victoria en Portugal, Suecia, Holanda, Malta y Rumanía (aquí yendo en coalición con los liberales). Han sido segunda fuerza en España, Italia, Dinamarca, Estonia, Lituania, Croacia y Luxemburgo, y tercera fuerza en Francia, Alemania, Grecia, Finlandia, Austria y Hungría. En comparación con las elecciones de 2019 han bajado en escaños, y por lo tanto en influencia. También tienen algunos líderes problemáticos, como los daneses adoptando posturas sobre la inmigración propias de la ultraderecha, o los rumanos y malteses salpicados por la corrupción.

Respecto a la tercera familia en discordia, los liberales, han bajado mucho, en especial por las debacles de Ciudadanos y del partido de Macron. Aún así se alzan con la victoria en algunos países como la República Checa, Eslovaquia y Rumanía (compartida con los socialistas). Son segundos en Francia, Irlanda, Eslovenia y Bulgaria, y terceros en Bélgica, Holanda, Dinamarca, Estonia y Luxemburgo. De todos modos la victoria en República Checa o Rumanía no les debería alegrar tanto, ya que estos partidos están desprestigiados en dichos países por corrupción.

En cuanto a los verdes, también bajan considerablemente, aunque aún conservan cierta influencia en algunos países. De este modo, han conseguido ganar en Dinamarca, y han logrado la tercera plaza en Suecia, Eslovenia y Lituania.

Finalmente, el grupo de izquierdas, también pierde escaños, siendo una fuerza minoritaria en la mayor parte de los países. Tan solo consigue un resultado reseñable en Chipre y Finlandia, donde son segunda fuerza, y en Grecia, donde son tercera fuerza.

Por último deberíamos hablar de partidos nuevos difíciles de encasillar, como el youtuber chipriota Fidias que ha quedado tercero, Die Partei en Alemania, Alvise, o los motoristas en República Checa. Lo normal es que queden como no inscritos, sin agruparse en alguno de los grupos ya existentes, aunque no descartaría que Alvise y los motoristas se acaben yendo con la ultraderecha.

Está por ver también si BSW (6 escaños) decide encuadrarse en el grupo de izquierdas o trata de formar un grupo aparte, con la antiinmigración y la cercanía a Rusia como banderas, tal vez con el partido eslovaco de Fico (5 escaños) y el movimiento 5 estrellas de Italia (8 escaños), a quienes podría unirse el PTB de Bélgica (2 escaños). También podría tentar a los socialdemócratas rumanos y búlgaros. No descartaría que la Francia Insumisa (9 escaños), los comunistas checos (2 escaños), la izquierda holandesa (1 escaño), el CDU de Portugal (1 escaño) o el KKE de Grecia (2 escaños) se les uniese también. Tampoco sería descartable que consiguiese atraer independientes de Irlanda o incluso a Junts (1 escaño), quienes tienen difícil encontrar un grupo debido a la oposición que suscitan en los verdes o los liberales. Recordemos que para formar grupo parlamentario han de reunir al menos a 23 eurodiputados de 7 países diferentes.


(Sahra Wagenknecht, líder de BSW, junto a Mélénchon, líder de la Francia Insumisa).

Si se confirma este movimiento, podría dejar temblando al actual grupo de izquierdas, aunando tan solo al Bloco de Portugal (1 escaño), a Podemos (2 escaños, está por ver qué hace Sumar, donde al menos 2 de sus 3 eurodiputados irán a los verdes), Bildu (1 escaño), el Sinn Feinn de Irlanda, la alianza de izquierdas en Italia (una parte de sus 6 escaños irá a los verdes y tal vez otra al grupo de izquierda), Syriza (4 escaños), Die Linke (3 escaños), el partido animalista alemán (1 escaño), los comunistas de Chipre (1 escaño), y la izquierda nórdica de Suecia (2 escaños), Finlandia (3 escaños) y Dinamarca (1 escaño), quedándose por debajo de los 30 escaños, si finalmente se les marcha la Francia Insumisa.


Respecto a los altos cargos, Macron, quien había amagado con apoyar a Draghi para presidente de la Comisión al considerar a Von der Leyen demasiado política (y eso que la impuso él en su momento por rechazo a Manfred Weber), podría recular ahora, a cambio de hacer un cordón sanitario contra Meloni y Le Pen, ya que no está nada cómodo con la ultraderecha tan fuerte en su propio país. Von der Leyen podría asegurarse el puesto pactando otros cargos importantes para las familias socialista y liberal. Así, se habla de otorgar la presidencia del Consejo Europeo a Antonio Costa, ex primer ministro de Portugal, y el puesto de Alta Representante, como he comentado anteriormente, a la actual primera ministra estonia, Kaja Kallas, mientras que en la presidencia del parlamento europeo continuaría la popular Roberta Metsola, de Malta. Otros nombres o alternativas como el del primer ministro croata Plenkovic que también sonó para el puesto de presidente de la Comisión, o la opción de relegar a Von der Leyen a la presidencia de la OTAN parecen descartados.

En cuanto a las prioridades políticas, parece ser que el pacto verde europeo quedará en un segundo plano. Esto no significa desentenderse de él, sino que ya no será tan relevante, al haber otras cuestiones encima de la mesa que requieren de más atención, con agricultores y ganaderos en pie de guerra por los altos requisitos medioambientales que deben cumplir, el incremento del precio de los alimentos, o la reindustrialización para hacer frente a China y a las necesidades de la guerra para ser capaces de apoyar a Ucrania si en EEUU hay un gobierno hostil a continuar enviando ayuda a este país.

Por otro lado habrá que ver qué ocurre con la ampliación. Hay países candidatos nuevos, como Ucrania, Moldavia y Georgia, y otros que llevan ya bastante tiempo esperando, como Turquía, Serbia, Macedonia del Norte y Albania. No es esperable que entre ninguno de ellos en esta legislatura (2024-2029), pero sí por lo menos allanarles el camino. Y algo fundamental para ello es reformar los tratados para acabar con la unanimidad, ya que si por el momento es difícil funcionar teniendo que ponerse de acuerdo 27 Estados miembro, sería imposible hacerlo siendo 34.


Esto con casi toda seguridad provocaría una Europa de dos velocidades, en la que habría un núcleo de países que iría más deprisa en la aplicación de nuevas políticas, y otro que iría más despacio. Tampoco es nada nuevo realmente. Ya se está viendo con el euro, pues hay países que aún no lo han adoptado pese a llevar ya bastante tiempo en la UE.

Pero por lo menos posibilitaría esa mayor rapidez y agilidad. Otro tema a tener en cuenta será el Brexit. En Reino Unido han convocado elecciones para julio, y todo parece indicar que los laboristas se alzarán con la victoria, en parte debido al descrédito de los tories y al resurgimiento de Reform UK de Farage. Culpa de ello la tiene en buena medida el Brexit, que no ha solucionado los problemas que habían prometido sus partidarios que iba a solucionar, en especial el de la inmigración, que persiste, y además ha traído otros problemas, como escasez de mano de obra en determinados sectores.

Los tories y Reform UK quieren endurecer las leyes contra la inmigración, pero no les es sencillo pues la polémica ley por la que quieren enviar refugiados a Ruanda ha sufrido en la cámara de los lores hasta que finalmente ha sido aprobada.

Si ganan los laboristas, es bastante probable que negocien con la UE una aplicación blanda del Brexit. Es decir, continuar fuera de la UE, pero con un trato especial, como el que tiene ahora Noruega por ejemplo, facilitando el comercio y su participación en determinados programas, como Erasmus Plus. 

Otro tema importante será la política de defensa europea, en especial si gana Trump en EEUU, por el temor a que pueda abandonar a la OTAN a su suerte ante un posible ataque ruso. Esto está ligado a la industria que comentaba antes. También he mencionado previamente la posibilidad de que el ex primer ministro holandés Mark Rutte acceda al cargo de secretario general de la OTAN, lo que sería una buena noticia dado su cercanía a los presidentes de los Estados de la UE.


Respecto a Ucrania, es previsible que sigan apoyando, pese a la reticencia incomprensible de algunos como Podemos, BSW, Mélénchon, Orbán, Alvise o AfD, que parece que culpan a todos de la guerra menos a Putin, y de quienes sorprende su poca empatía con los ucranianos al negarse a enviarles armas o apoyarles argumentando que no se nos ha perdido nada en dicha guerra. Me recuerda tristemente a las posiciones aislacionistas en la segunda guerra mundial. Qué dirían los miembros de las brigadas internacionales si vieran esto. En la guerra civil española una de las causas por las que perdió la república fue por la negativa de Francia e Inglaterra a intervenir, argumentando que eso daría lugar a una espiral. Sin embargo poco después estalló la segunda guerra mundial, con lo que se demostró que la espiral estaba realmente ya en marcha. 

Sin duda se vienen tiempos interesantes. Veremos a ver quiénes son finalmente las caras más relevantes de la UE, y si consiguen llevar a cabo esas prioridades adelante, aunque dependerá también en cierta medida del equilibrio interno de fuerzas entre los diferentes partidos políticos, no ya en el parlamento europeo, sino al frente de cada gobierno.

Además de los altos cargos, está por ver cómo queda el reparto de comisarios. Todo apunta a que Sánchez intentará aupar a Ribera como comisaria de energía y clima, aunque dependerá de los otros candidatos que se presenten y el puesto que deseen ocupar, pues seguramente habrá candidatos que deseen el mismo puesto en dicha temática. Recordemos que cada país tiene un comisario que es propuesto por su gobierno para una determinada materia (educación, sanidad, agricultura, energía...etc.), con lo que lo lógico es que el partido en el poder de cada país proponga a un miembro de su partido, normalmente un ministro en el cargo, incluso aunque hayan perdido las elecciones al parlamento europeo, como es el caso del PSOE. Después es el parlamento europeo quien debe ratificar su nombramiento. Salvo que un país haya propuesto a alguien muy problemático, normalmente suelen pasar el corte. En cualquier caso, si Ribera no consiguiera esa cartera, lo más probable es que se le asignase otra materia, antes que buscar otra alternativa a Ribera como comisaria.

Más incógnita hay por ejemplo con qué comisario propondrá Bélgica, ya que como también ha habido elecciones generales, está por ver si consiguen formar gobierno a tiempo para proponer a un comisario, o será el actual gobierno en funciones quien deba proponerlo. Lo mismo sucede con Bulgaria, o con Holanda, donde el gobierno de coalición acaba de arrancar.

Una que parece ser que no repetirá es Margrethe Vestager, la comisaria danesa de competencia, a quien parece ser que el actual gobierno danés no apoyará para un tercer mandato pese a su excelente labor, puesto que la actual primera ministra, la socialista antiinmigración Frederiksen, podría optar ella misma a un puesto como comisaria.

Lo mismo con el omnipresente holandés Timmermans, que pese a que su partido ha ganado las europeas, el hecho de estar en la oposición en Holanda le resta muchas posibilidades.


(De izquierda a derecha, Vestager, Timmermans y Manfred Weber. En 2019 cada uno encabezaba a una familia política en el parlamento europeo (liberales, socialistas y populares, respectivamente), aunque posteriormente debido a la cabezonería de Macron, se acabó nombrando a Von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, saltando por los aires el sistema conocido como Spitzenkandidat, por el cual el líder de la familia política más votada debería ser el presidente de la Comisión). 

Por su parte Macron estaría aspirando a lograr una cartera importante que mezcle industria y competitividad, con Bruno Le Maire (actual ministro de finanzas) o Thierry Breton (comisario de mercado interior) como nombres más plausibles para ocupar el puesto.

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