martes, 7 de junio de 2022

Más de 100 días de agresión rusa a Ucrania

Ya van más de 100 días desde que comenzó la ofensiva rusa contra Ucrania. Más de 100 días en los que el ejército ucraniano ha resistido gracias a la ayuda occidental tanto en armas, como en informes de los servicios de inteligencia respecto a los movimientos de tropas rusas, además de ayuda económica y política. 

Más de 100 días en los que el ejército ruso ha fallado en su objetivo inicial de tomar Kiev y asesinar a Zelenski, y ha debido replegarse a unos objetivos más modestos, debido también a la escasa organización logística, al exceso de confianza, a la baja moral de sus tropas, y a ineptitudes poco propias de un ejército profesional. 

Más de 100 días en los que Occidente ha aplicado duras sanciones económicas y comerciales a Rusia como estrategia para hacerle frenar su agresión a Ucrania, y en los que ha abierto las puertas de la OTAN a Suecia y Finlandia, y de la UE a Ucrania, y puede que a Georgia y a Moldavia.

Viendo este análisis, parecería que a Rusia le ha salido mal la jugada, que no ha conseguido los objetivos que se proponía, sino que al contrario, ha logrado unir más a Occidente en su contra. Esto es cierto, pero también lo es que la situación está comenzando a estancarse, que Rusia ha logrado ganancias territoriales mediante las armas, que sigue conquistando terreno, y que sigue vendiendo gas a Europa.

Vayamos paso por paso. 

Comencemos por el ataque inicial de Rusia al comenzar la agresión a Ucrania.


En este mapa de comienzos de marzo se muestra los frentes que Rusia abrió nada más comenzar la agresión a Ucrania. Cómo se puede apreciar, hay uno en el norte de Ucrania desde Bielorrusia y Chernóbil hasta Kiev, otros 3 en el nordeste de Ucrania hacia Konotep, Sumy y Járkov, otros 2 en el Donbás (este de Ucrania) para ampliar el terreno de los territorios rebeldes desde 2014, marcados en amarillo (uno en el norte para tratar de enlazar con Jarkov, y otro en el sur para tratar de enlazar con Mariúpol), y otros 2 desde Crimea (península al sur de Ucrania ocupada por Rusia desde 2014), uno hacia el oeste (Jerson, para después ir hacia Odessa) y otro hacia el este (Melitópol para después ir a por Mariúpol).

De este modo, Rusia pretendía dejar a Ucrania sin costa, expandirse por el este asegurando toda la frontera, y tomar Kiev. Vamos, una agresión completa en toda regla para hacerse con el país y situar en el poder a un gobierno favorable a sus intereses.

Sin embargo, lo que Rusia preveía como una operación relámpago de una única oleada en la que conseguiría tomar Kiev en apenas una semana, derrumbándose el ejército ucraniano a su paso, y logrando capturar o asesinar al presidente ucraniano Zelenski, pronto se vio que iría para largo, y que el ejército ruso comenzaba a estancarse.

¿Cómo es esto posible? ¿Acaso no tenía el ejército ruso más medios, más hombres, más experiencia, y se había preparado a conciencia para ello? Sí y no. Vayamos por partes.

Para empezar, se ha demostrado que no todos en el ejército ruso sabían lo que estaban haciendo. Muchos soldados rusos apresados por el ejército ucraniano han reconocido pensar que estaban de maniobras. Es decir, no conocían el objetivo real de su misión. Al parecer eso había sido reservado para los altos oficiales y cuerpos de élite. ¿Por qué razón si vas a enviar a tu ejército a otro país para tomarlo por la fuerza no informarías a tus tropas del objetivo final de la misión? 

Solo se me ocurre que para evitar filtraciones que pudiesen alertar al enemigo, aunque este argumento se cae por su propio peso, ya que la acumulación de tropas rusas en la frontera ucraniana previa a la invasión era bastante evidente a la vista de todos (menos para algunos izquierdistas que pensaban que estaban allí en son de paz, pero de ellos me ocuparé después).

¿Entonces? Algunos podrán decir que no hay que compartir toda la información con todo el mundo. Y es cierto. No todos los soldados tienen que conocer toda la estrategia de su ejército. De ese modo si son capturados no todo se va al traste. Pero algo tan básico como saber por qué se va a otro país, o si quiera que se está en otro país, parece evidente que se tenía que conocer.

La única hipótesis posible que se maneja es que Rusia pensaba que el ataque iba a ser un paseo, de una semana, y que por lo tanto no iba a haber soldados capturados, ni había necesidad de prepararles a conciencia para una guerra larga de desgaste.

¿Y por qué no fue un paseo? Bueno, aquí entran varios factores. Comenzando por el lado ruso, cometieron bastantes errores de novato. El principal, subestimar al ejército ucraniano. De eso hablaré más adelante. Otros que cometieron, no menos graves, fue por ejemplo, no cifrar las comunicaciones por radio

No está claro por qué han cometido un error tan obvio. Algunos señalan que la destrucción de torres de comunicación en Járkov llevó a las tropas rusas a prescindir de dicho cifrado. Otros hablan de problemas logísticos en los que el ejército ruso cuenta con material anticuado debido a la corrupción que hace que altos mandos se queden con el dinero en vez de destinarlo a la compra de material adecuado. 

También puede deberse simplemente a imprudencia. Si no estás concienciado para una batalla larga, obvias el cifrado y hablas por radio sin cifrar, o incluso por móviles, y claro, te pueden interceptar, escuchar lo que estás diciendo, y actuar en consecuencia. De hecho, se cree que gracias a ello el ejército ucraniano ha sido capaz de ubicar dónde estaban ciertos generales rusos en un momento concreto, para dirigir sus ataques allí. No en vano se cree que ya han muerto 12 generales rusos en este conflicto. Para ponerlo en perspectiva, EEUU perdió 9 generales en Vietnam.

Además de estos fallos en comunicaciones impropios de un ejército profesional, uno de los factores que ha influido en frenar el ataque ruso ha sido que EEUU ha compartido datos de inteligencia con el ejército ucraniano. Es de sobra sabido que EEUU cuenta con la mayor red de espionaje y analistas del mundo, y al parecer, los datos que obtienen en cuanto a la agresión rusa a Ucrania, los comparten inmediatamente con sus homólogos ucranianos. Esto ha permitido al ejército ucraniano elegir mejor dónde y cuándo atacar, infringiendo de esta forma un mayor daño al enemigo. Hay quien señala que gracias a esta información compartida se logró atacar a los generales rusos muertos en el conflicto, aunque EEUU niega que fuese por esa razón.


Más allá de los generales abatidos, lo cierto es que esta ayuda de los servicios de inteligencia estadounidenses ha sido clave para torpedear los planes rusos. Por ejemplo, gracias a la información recibida por EEUU nada más comenzar la ofensiva rusa, el ejército ucraniano derribó un avión ruso con cientos de soldados de élite a bordo que se dirigían a tomar el aeropuerto de Kiev, un lugar estratégico para Moscú que podía servirles para enviar tropas y equipo militar a Kiev de forma rápida. 

Esta información compartida por EEUU ha logrado que Rusia no se haga por completo con el control aéreo de Ucrania, algo fundamental en el dominio de las guerras actuales, al dirigir el ejército ucraniano sus aviones y defensas aéreas contra ataques rusos inminentes, frenando por tanto el avance ruso.


Aparte de esto, otro factor que se destaca mucho es el problema de suministros. Al esperarse Rusia una guerra relámpago, no estaba preparada para una guerra de desgaste, con lo que muchos vehículos se quedaron sin gasolina, y muchos soldados sin comida. Hasta el punto de que algunos se vieron forzados a abandonar sus tanques (que no se podían mover sin gasolina). Se ha hecho viral alguna imagen de campesinos ucranianos remolcando tanques con sus tractores. O la de un convoy militar ruso que se dirigía hacia Kiev y que se quedó atascado a lo largo de 64 km, a 20 de distancia de Kiev, precisamente por falta de alimentos y gasolina.



Y es que no es nada fácil asegurar suministros a tantos frentes abiertos al mismo tiempo, sobre todo si no lo tenías preparado de antemano. Seguramente esa sea una de las razones por las que Rusia decidió retirarse de algunos frentes. Pero de eso hablaré después.

Otro de los motivos que se suele mencionar es el de la baja moral de las tropas rusas. En muchas ocasiones son soldados sin mucha experiencia, que se creían que estaban de maniobras, y que cuando se dan cuenta de lo que está sucediendo, se encuentran en un país diferente al suyo, con una población hostil que les ataca e intenta sabotearlos, y para colmo, se quedan sin alimentos y sin gasolina, y no saben cuánto tiempo va a durar esa situación ni si podrán volver a casa. 

Si fuesen soldados profesionales con experiencia que conocen bien su misión y se han preparado para ella a conciencia, estarían mejor preparados para lidiar con la resistencia ucraniana, los problemas de suministro, o la prolongación del conflicto. Pero al no ser el caso, muchos abandonan sus tanques y deciden atrincherarse en granjas o cavando trincheras en lugares como Chernóbil

Sí, Chernóbil. Parece ser que los jóvenes soldados rusos saben más bien poco de historia, y que la catástrofe de Chernóbil no se la explicaron bien, o si lo hicieron, minimizaron su impacto. Porque a nadie que conozca un poco de lo que sucedió allí se le ocurriría ponerse a remover tierra para atrincherarse allí. ¿Por qué? Porque le acabaría sucediendo lo que les sucedió a quienes tuvieron tan brillante idea. Que tuvieron que abandonar el lugar para dirigirse a un hospital ruso por problemas asociados a la exposición a la radiación (vómitos, náuseas, diarreas, fiebres, malestar...etc). Solo a soldados poco adiestrados y poco disciplinados se les ocurriría hacer algo así.

Ha habido quien ha señalado que algunos soldados han saboteado sus propios tanques para no tener que dirigirse a la batalla, o que se han negado a atacar cuándo se lo han ordenado. Para hacer frente a dicha situación, Rusia se ha visto obligada a recurrir a soldados chechenos, feroces y entrenados tras el conflicto en dicha región, así como a mercenarios de la compañía Wagner, experimentados tras pasar por Libia y otros países de África, aparte de haber estado en Ucrania desde 2014 en los territorios rebeldes. De lo de 2014 también hablaré más adelante.


Por el momento, Putin no ha ordenado una movilización general. Hacerlo supondría reconocer que está en guerra con Ucrania, y sobre el papel él sigue asegurando que se trata de una operación especial para "desnazificar" Ucrania. Además, recurrir a la movilización general podría suponerle un quebradero de cabeza. Si bien ya hay protestas dentro de Rusia por la guerra, por el momento no están siendo demasiado masivas, y la propaganda rusa sigue desplegando su poder magnificando las exiguas victorias y desechando o desmintiendo las derrotas. 

Pero que de pronto todos los hombres con edad de estar en el ejército tuviesen que movilizarse para ir al frente podría suponerle un problema mayor, ya que habría muchos que se opondrían, aunque simplemente fuese por un instinto de supervivencia. Tal vez para evitar esos problemas haya decidido retirarse de algunos frentes, y concentrar las tropas que tiene en menor espacio, para evitar tener que convocar una movilización general.

Por último, podemos añadir que Rusia ha estado empleando armamento obsoleto, como bombas sin sistema de guiado, lo que reduce considerablemente su capacidad de precisión y por tanto su eficacia. Este armamento obsoleto se debería a la misma razón mencionada anteriormente, a la corrupción que provoca que el dinero vaya a otra parte en vez de a la adquisición de armamento moderno.


Así pues, por el momento tenemos baja moral y baja experiencia de las tropas rusas, uso imprudente de las comunicaciones, fallo en la cadena de suministros, armamento y equipamiento obsoleto, y apoyo de la inteligencia de EEUU a Ucrania. A ello habría que sumarle más factores del lado ucraniano y occidental.

En efecto las tropas rusas se han enfrentado a un ejército ucraniano mejor preparado que en 2014. ¿Qué sucedió en 2014? Parece que muchos lo han olvidado, o que no lo recuerdan (o no quieren acordarse), pero en 2014 hubo una revuelta en Ucrania contra el gobierno de ese momento que había prometido un acuerdo de asociación con la UE para echarse atrás en el último momento y firmar un acuerdo comercial con Rusia. Esta revuelta acabó con el presidente ucraniano huyendo a Rusia. De eso hablé en su día en mi blog, aquí.

Sin embargo, en Crimea y en el este de Ucrania, tradicionalmente más favorables a Rusia, había sectores que no estaban de acuerdo, y empezaron a tomar las armas. Rusia aprovechó la situación y envió tropas a Crimea, que había sido territorio ruso hasta los años 50 cuando el presidente ruso Kruschev se la cedió a Ucrania. Allí Putin organizó un referéndum para la anexión a Rusia. Detengámonos un momento. Un referéndum en un territorio ocupado por tanques y soldados de un país extranjero para que la gente decida si quiere unirse a dicho país o no. Y aún hay gente que defiende la legitimidad de ese referéndum. De locos.


En cuanto al este de Ucrania, en la región del Donbás, Rusia envió mercenarios para apoyar a los rebeldes. Es decir, oficialmente no envió tropas, pero todo el mundo sabía que los rebeldes del este de Ucrania estaban apoyados por Rusia. ¿Todos? No. Una pequeña aldea resiste ahora y siempre heroicamente a la tozuda realidad. ¿Los galos de Astérix? Casi. Los izquierdistas que decían que los rebeldes del este de Ucrania estaban luchando nada más y nada menos que contra el fascismo. Y quienes iban a apoyarles, ya fuesen rusos o de otros países (porque también fueron individuos occidentales que se tragaron el cuento), iban para luchar contra el fascismo.

Ahí tenemos a Pablo Iglesias alabando a la afición del Rayo Vallecano por llamar "puto nazi" a Zozulya. Un jugador de fútbol ucraniano que estuvo a punto de fichar por el Rayo, pero que debido a que había apoyado al ejército ucraniano para que recuperase los territorios rebeldes del este de Ucrania, la afición ultra del Rayo le había tildado de nazi y había orquestado una campaña contra él para que no jugase en su equipo. De esto hablé en su día en mi blog.

El propio Zozulya ha aclarado en varias ocasiones que no es nazi y que lo único que hizo fue apoyar al ejército de su país. Pero independientemente de la ideología de este señor, nadie debería organizar una campaña para que no jugase en un equipo de fútbol, y mucho menos aplaudir dicha campaña si eres un representante político.

Iglesias no fue el único. Otros alababan también a los rebeldes ucranianos como si estuviesen luchando contra el fascismo. Véase a modo de ejemplo Alberto Garzón, que en 2014 se creía toda la propaganda rusa, y ahora que está en el gobierno y ante la evidencia de los hechos, ya lógicamente no defiende -al menos en voz alta- lo que promulgaba en 2014.

Aún así, incluso a día de hoy hay quien sigue acudiendo por increíble que parezca en defensa de Rusia. Por ejemplo, Javier Couso, hermano de José Couso, el periodista de televisión muerto en Irak por un misil estadounidense dirigido hacia el hotel en el que se encontraba. Javier fue batería del grupo punk Sindios, de ideología anarquista, y después fue eurodiputado por parte de Izquierda Unida, llegando a reunirse con el dictador Bashar al Asad, y por tanto legitimándole. Pues bien, ni corto ni perezoso, ha ido difundiendo una tras otra todas las ocurrencias rusas para justificar la agresión. Como por ejemplo que en Ucrania estaban experimentando con armas biológicas.

Además de Javier Couso, también se ha subido al carro de correa de transmisión del Kremlin nada más y nada menos que Pascual Serrano, director del portal Rebelión y autor de numerosos libros sobre el periodismo. Ahora se entiende que todo lo que decía de contrainformación no era más que un seguidismo de las políticas de los países y regímenes contrarios a EEUU y a Occidente en general.

La propia Izquierda Unida sigue empeñada en hacer campaña contra la OTAN, y ahora que se va a celebrar la cumbre de esta alianza en Madrid, en la que probablemente se admita la entrada de Suecia y Finlandia (de lo que hablaré en seguida) y en la que se especula con que hasta Zelenski podría acudir en un golpe de efecto, a IU no se le ocurre otra cosa que convocar una marcha en su contra porque estima que la OTAN busca la guerra y ellos quieren la paz. Más les valdría participara en una marcha contra Putin. Eso sí que sería demostrar que desean la paz. Pero claro, es demasiado pedir.

Por no hablar de otros que se las daban de expertos como el coronel Pedro Baños, quien siempre defendió a Putin, y ahora trata de ponerse de perfil y de jugar a la equidistancia.

También podríamos citar a otros, como el marxista Santiago Armesilla, que destacaba por su posición contra los nacionalismos separatistas, pero que no por eso dejaba de admirar a Stalin, y por lo que se ve, a Putin también. Pero no solo en la izquierda el presidente de Rusia encuentra admiradores. También en la derecha. Por ejemplo, el periodista y escritor César Vidal. En este artículo hablan sobre los defensores de Putin en España, que afortunadamente, cada vez son menos.


Del mito nazi y fascista en Ucrania, ya he hablado en numerosas ocasiones en mi blog (aquí, donde también hablaba de la ultraderecha rusa; aquí, al final de la publicación; y aquí, también al final). Por lo tanto no me voy a extender mucho sobre este asunto. Si alguien quiere profundizar, que entre en dichos artículos.

Simplemente señalar que si bien es cierto que hubo ultraderecha en Ucrania y en el ejército, esta siempre ha sido minoritaria, por mucho que la propaganda rusa la quisiera magnificar, y que desde luego nunca ha habido gobierno ni ministros ni mandos del ejército nazis o fascistas, como muchos izquierdistas han creído. Ahí tenemos a los Banda Bassotti, grupo italiano de ska que siguen creyendo la lucha contra el "fascismo" de Rusia y pensando que son los buenos. Como diría el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver. En este artículo se habla bien de todos los sectores, tanto de derecha como de izquierda, que se creyeron la propaganda rusa y fueron a luchar del lado de los rebeldes del este de Ucrania.


Volvamos pues a la situación de 2014 tras haber dado un poco de contexto a quien no recordase bien la situación. En 2014 tenemos un cambio de gobierno en Ucrania y unos territorios que se rebelan (el Donbás) y que se pierden (Crimea) por culpa de Rusia. El ejército ucraniano de entonces no estaba preparado. El gobierno prooccidental ucraniano acababa de llegar al poder, y de pronto se vio en la situación de pérdida de territorios. 

Envió al ejército al frente, pero tras varios meses de batalla la situación se estancó, y dio lugar a los conocidos como acuerdos de Minsk, que básicamente declaraban un alto el fuego entre las partes y decían que Ucrania debía conceder autonomía a los territorios rebeldes del este para recuperar su soberanía. Esos acuerdos nunca se llegaron a implantar, y fue una de las excusas que utilizó Rusia para lanzar su ofensiva en 2022.


Sin embargo, ocho años después, el ejército ucraniano estaba mejor preparado. En 2014, muchos mandos del ejército ucraniano eran favorables a Rusia, y se cambiaron de bando con la invasión de Crimea. Tal vez por esa razón Rusia pensaba que ahora también sería un paseo. Pero durante estos 8 años Ucrania ha reformado y reforzado su ejército. Sus soldados han ganado experiencia de combate en el este de Ucrania, y han estado asesorados por instructores occidentales. Además compraron armamento ligero (drones turcos, misiles antitanque Javelin, lanzamisiles Stinger...). Por otra parte, la moral de sus tropas estaba alta, y presta a hacer frente a un ataque ruso, a defenderse.

Sin duda la figura de Zelenski ha influido a la hora de afianzar la moral ucraniana. Un presidente que llegó al poder en 2019 procedente del mundo de la comedia, arrasando en la segunda vuelta de las elecciones con el 73% de los votos. Un presidente que ante la invasión decidió no huir, como muchos le aconsejaban, sino quedarse al mando del país, publicando vídeos animando a resistir, e incrementando sus contactos con Occidente para hacer frente a la agresión. Esto ha provocado que su popularidad dentro del país esté por las nubes. Y eso sin duda es vital para la moral. Que las tropas y el pueblo ucraniano puedan contar con un presidente en el que confiar, que sea su cara visible frente a la agresión rusa.

Por otra parte, las tornas han cambiado. Si en 2014 eran los rebeldes prorrusos los que recibían voluntarios extranjeros para combatir contra el "fascismo" ucraniano, ahora en 2022 es Ucrania quien recibe a voluntarios extranjeros para combatir a la agresión rusa. Esto también hace que la moral de las tropas ucranianas aumente.


Es decir, la propaganda, la guerra mediática, que tan bien se le ha dado a Rusia históricamente, esta vez está fallando, al encontrarse a un Zelenski desafiante, a quien han fallado en asesinar, a un ejército combativo, y a la opinión pública de parte de Ucrania.

En ese sentido hay que leer la victoria de Ucrania en Eurovisión. La opinión pública europea se puso de su parte, votándoles masivamente. Rusia en cambio, fue excluida de la competición. Una victoria moral en toda regla.

Los sectores prorrusos que pudiesen quedar en Ucrania, están silenciados o han cambiado de bando. Algunos partidos políticos y medios de comunicación han sido prohibidos por sus posiciones prorrusas. No podía ser de otra manera tras la cruenta agresión rusa, pese a que algunos en la izquierda se rasguen las vestiduras hablando de falta de democracia y de violación de los derechos humanos. A ver qué harían ellos en una situación de guerra. Si Putin pretendía volverse a ganar a los ucranianos, está consiguiendo justo lo contrario. La mayor parte de la población ya está a favor de entrar en la UE y en la OTAN.

Y por supuesto, uno de los factores que más está ayudando al ejército ucraniano es el envío de armamento extranjero. Ya he hablado sobre ello en otras entradas de mi blog (aquí y aquí), por lo que no me extenderé mucho al respecto. En este artículo especifican muy bien el tipo de armamento enviado a Ucrania por diferentes países. Sin embargo, estos envíos están comenzando a frenarse, o por lo menos, a no llegar a todo lo que podrían ser. 

Zelenski lleva solicitando desde hace tiempo armamento pesado. Es decir, tanques y aviones. Sin embargo estos están tardando en llegar,  La OTAN se resiste porque teme que un envío así provocase una reacción rusa atacando a quien lo envía. Solo recientemente EEUU y Reino Unido han aprobado enviar sistemas de lanzacohetes múltiples, y España está estudiando la opción de enviar tanques que tiene inutilizados en un almacén.

Hasta ahora Ucrania ha recibido principalmente armamento ligero, lo que está bien para defenderse, pero no para atacar ni para lanzar contraofensivas. Lo cierto es que si no se envía armamento pesado, la guerra cobra riesgo de alargarse indefinidamente, de que la moral ucraniana baje, y de que los territorios perdidos acaben siendo consolidados por Rusia.


Además, no solo se trata del armamento pesado. Incluso hay problemas para continuar enviando armamento ligero, por la sencilla razón de que a Occidente se le están agotando las reservas que tenía, y que fabricar más lleva bastante tiempo. En ese sentido se encuadra el anuncio de que la UE se va a rearmar de forma conjunta en los próximos años. Esto lo que demuestra es que ese argumento de que se crean guerras para vender armas no es del todo cierto, ya que aquí se ve cómo se está agotando el arsenal y los problemas que lleva el renovarlo, entre otras razones por problemas globales que tienen que ver con la cadena de suministros y la deslocalización occidental de la industria en otros países.

No es algo nuevo, ya lo vimos en la crisis del coronavirus, que para importar mascarillas y respiradores dependíamos totalmente de China, ya que Occidente era incapaz de producirlo.

Algo parecido sucede con la energía. Si bien Occidente se apresuró a implantar sanciones contra Rusia, estas se han ralentizado, en parte debido a la oposición de Hungría. Finalmente han acordado prohibir la venta de petróleo a Rusia (menos si es por oleoducto) y sacar al banco ruso más grande del sistema internacional de pagos SWIFT. Esto demuestra dos cosas. La primera, la dependencia mayúscula de energía por parte de Europa hacia Rusia. De hecho, hasta antes de la agresión, Alemania tenía pensado abrir un oleoducto que la conectaba directamente con Rusia, ¡y pensaba que era buena idea!

Ahora, para reducir la dependencia energética, han tenido que meter el turbo. Pero claro, no es fácil ni se puede hacer de la noche al día. Así que de momento le siguen comprando gas a Rusia, incluso en rublos aunque esté prohibido por la UE, y por lo tanto financiando la guerra, mientras buscan alternativas en Noruega, Qatar o Argelia. 

Aunque para ser justos, Sánchez no ha estado lo que se dice precisamente afortunado al priorizar la relación con Marruecos aceptando su plan de autonomía para el Sáhara y dejando por tanto de lado a Argelia cuando era un socio fundamental. Y además a cambio de nada, porque Marruecos va a seguir con la misma política que hasta ahora. Jugada maestra decían algunos. A la vista está que quien lo decía tenía que recibir algo, porque si no es inexplicable que justificasen una chapuza tan descomunal. Por no hablar de la situación de abandono y desamparo en la que quedan los saharauis.


La otra conclusión que se saca del último paquete de sanciones de la UE es que hay que acabar de una vez por todas con la unanimidad. Solo eso es lo que ha causado que haya tanto retraso a la hora de aprobar este último paquete de sanciones. La unanimidad podía tener sentido cuando se trataba de 6 Estados miembro, 12, o incluso 15, pero no tiene ningún sentido cuando son 27, en ocasiones con intereses contrapuestos, ya que lo único que hace es ralentizar decisiones que deberían tomarse más rápidamente.

La conferencia sobre el futuro de Europa, celebrada recientemente con sectores de la sociedad civil, apuntaba en ese sentido. Reformar los tratados para acabar con la unanimidad, sustituyéndola por una mayoría simple o cualificada.

¿Cuál es el problema? Que para acabar con la unanimidad se requiere unanimidad. Y ya hay muchos países que han dicho que no están por la labor. Básicamente porque así se aseguran poder seguir bloqueando cuando les convenga. O negociar y conseguir ventajas a cambio de levantar su bloqueo. Es decir, el chantaje de toda la vida.

Para concluir, lo que venía siendo la UE actuando de forma rápida y contundente, ha acabado en lo de siempre, la UE atascándose por la dichosa unanimidad. No tiene pinta de que vaya a cambiar, con lo que esto seguirá igual.

Otro problema aparte de la energía y el armamento, son los cereales, que en su mayoría provienen de Ucrania y Rusia, y claro, ahora con la guerra llegarán menos, con lo que los precios subirán.

Los precios en Europa ya estaban subiendo en general, sobre todo por el incremento de la gasolina debido a la subida de los precios del petróleo y del gas a causa de las sanciones a Rusia. Esto generó protestas de los transportistas llevando en España a una huelga indefinida hasta que el gobierno se dignó a subvencionar ¡20 céntimos! por litro, tras tachar a los transportistas de ultraderechistas (¿qué habría dicho la izquierda si fuese la derecha quien gobernase y acusase a los huelguistas de ser de extrema izquierda?). Pues bien, ahora además de la gasolina subirá también el precio de los alimentos.


Esto demuestra que el sistema está muy mal organizado. Al servicio de unos pocos. Capitalismo de oligopolios. Solo así se entiende el sistema de compra y venta de energía que hace que se forren unos pocos a cambio de que muchos otros se dejen el sueldo para poder tener luz y calefacción en casa. Y que cuando se quiere cambiar el sistema acusen de intervención en el mercado. Pues sí. Intervención es lo que hace falta. Y de las buenas. Ya está bien de dejar al mercado algo tan importante como es la energía.

Y en la cuestión de los alimentos, lo mismo. Hay que intervenir para lograr la soberanía alimentaria. No es posible que un país se quede sin alimentos debido a que suben los precios. Tiene que ser capaz de producirlos por sí mismo. Aunque en otro lugar sean más competitivos. Da igual. La alimentación es un sector estratégico, igual que la energía. Y en un mundo como el actual, donde hay dictadores, hay guerras, y hay países hostiles, no puedes depender de que te vendan la energía o los alimentos al precio que quieran, o que comprándolo estés financiando guerras, dictaduras o violaciones de los derechos humanos.

Esto no quiere decir que todos los países tengan que aislarse y ser soberanos en todo. Pero sí que deberían ir procurando alejarse de países dictatoriales o autoritarios, pues depender mucho de ellos, como ahora se está viendo con Rusia, no es nada bueno, porque luego se sufre mucho para cortar lazos con ellos. Y si lo de Rusia nos parece grave por el incremento de precios en gasolina y alimentos, eso no va a ser nada comparado con el día en que nos tengamos que enfrentar con China.

Porque ese día llegará, no seamos ilusos. Ya ha llegado con Rusia. Y ese día costará mucho, porque si bien Rusia es importante en ciertos sectores como la energía, los minerales o la alimentación, China es importante en casi todos los sectores de alimentación, manufacturas, tecnología...

Y sin embargo, hay que lograr una reindustrialización de Europa y de Occidente. No puede ser que las industrias occidentales estén en países subdesarrollados con sueldos bajos, porque luego te sucede algo como lo que está ocurriendo, o como lo del COVID, y no puedes fabricar, o no llegas a tiempo.

Urge un plan para que la UE sea soberana energéticamente, alimentariamente, y también industrialmente. No puede depender de otros de forma tan bestial, porque eso crea servidumbres, que tenemos que tratar de evitar pagar. Y para ello, entre otras cosas, hay que acabar con la unanimidad. Si no, nunca avanzaremos.


Eso se ve por ejemplo, con el proceso de ampliación de la UE. No es un proceso sencillo ni mucho menos. El país candidato debe cumplir muchos requisitos, y las negociaciones suelen llevar años. Ahí están en lista de espera Turquía, Serbia, Montenegro, Albania y Macedonia del Norte. Y parece que van a seguir durante bastante tiempo. Ahora se quieren unir además Ucrania, Georgia y Moldavia.

A mí me parece bien que se unan estos países. Pero para ello hace falta obviamente que cumplan los requisitos. Y muchos de ellos están lejos de cumplirlos. También hace falta que todos los países de la UE se muestren favorables a su entrada. Y hay muchos con muchas reticencias, en especial en lo que se refiere a la entrada de determinados países. Y por último, de entrar, sería imperativo acabar con la unanimidad, porque si entrasen y se siguiese requiriendo la unanimidad para aprobar políticas importantes de la UE en materia de política exterior por ejemplo, entonces sí que no sería que la UE avanzase lentamente, es que estaría totalmente atascada.


Macron propuso una especie de alianza con ciertos países, que no estarían en la UE pero que estarían de alguna forma asociados. No está mal como solución temporal, pero no deja de ser un parche. No debería convertirse en una solución definitiva, sino que debería ser un paso previo hasta la completa integración.


Por otra parte, el problema de la unanimidad lo estamos viendo también en la OTAN. Pese a que a Ucrania de momento se le ha dicho que no va a entrar, a Suecia y a Finlandia se les ha dicho que se les espera con los brazos abiertos. ¿Por qué? Básicamente porque la reacción de Rusia es menor. No lo ve como una amenaza existencial, como sí que parece que le sucede con Ucrania. Sin embargo, Turquía ha puesto condiciones para la entrada de Suecia y Finlandia. En especial, en lo que se refiere a su apoyo a ciertos grupos kurdos que Turquía considera terroristas, y que Suecia y Finlandia acogen en sus respectivos países. Es decir, que para entrar en la OTAN, tendrán que negociar con Turquía una solución común a este conflicto. Otra vez la unanimidad.

De todas formas haríamos mal en culpar a Turquía de la situación. Es obvio que intenta sacar rédito de esta. Pero también es obvio que es un socio muy importante de la OTAN, y que provocarles, llamarles autoritarios, dar respaldo a los kurdos, y tener bloqueada su entrada a la UE desde el inicio de las negociaciones en 2005 no ayuda a que Turquía esté por la labor de cooperar. Conviene tener a Turquía en la OTAN y con ánimo de entrar en la UE, porque cerrarle las puertas sería empujarla del lado de Rusia y de China, y eso es algo que geopolíticamente hay que tratar de evitar a toda costa.


(Encuentro de la delegación turca y sueca para tratar la admisión de este último país a la OTAN. Foto: Reuters).


Volviendo al conflicto militar, nos habíamos quedado en que Rusia se esperaba una victoria relámpago, y que en vez de eso, debido a errores propios como problemas en la cadena de suministros, armamento obsoleto, baja moral y baja preparación de la tropa, subestimación del ejército ucraniano, apoyo occidental a Ucrania en forma de armamento e inteligencia, así como sanciones económicas y comerciales a Rusia, los frentes estaban estancándose. Tal vez por ello decidieron iniciar negociaciones de paz con el gobierno de Ucrania facilitadas por la mediación de Turquía, tras los fracasos de intento de mediación por parte de Bielorrusia, quien no era neutral para nada al estar claramente alineada con Rusia, al contrario que Turquía, quien mantiene buenas relaciones por lo general tanto con Ucrania como con Rusia. El magnate multimillonario ruso Abramovich participó en dichas conversaciones, tal vez interesado en que fructificasen y ver así liberada su fortuna de la congelación de fondos impuesta por la UE como medida de sanciones contra la oligarquía favorable a Putin.

Estas negociaciones de paz contemplaban que Ucrania entrase en la UE pero no en la OTAN, que hubiese países garantes de su seguridad territorial, que los rusoparlantes ucranianos viesen protegidos sus derechos. Las cuestiones territoriales de Crimea y del este de Ucrania (Donbás) se negociarían entre las partes una vez concluido el acuerdo.

Hay diferentes versiones sobre por qué estas negociaciones no culminaron en un acuerdo. Algunos dicen que Occidente presionó a Ucrania para que no firmase. Otros, que a Rusia le interesaba más ganar territorio sobre el terreno, ya que que pensaba que iba a ser mayor que lo que sacase de la mesa de negociación, dados los precedentes de los Acuerdos de Minsk.


(El presidente turco Erdogan se dirige a las delegaciones ucraniana y rusa reunidas en Estambul para negociar la paz).

En cualquier caso, tras las negociaciones, Rusia anunció que abandonaba el asedio de Kiev, como gesto, dijeron, de buena voluntad.

En realidad lo más posible es que lo abandonasen porque era insostenible continuar en tantos frentes a la vez que estaban estancados, y probablemente una vez visto que no iba a lograr tomar Kiev, optó por centrarse en el este y sur de Ucrania, para asegurar las ganancias territoriales, y en caso de volver a la mesa de negociación, hacerlo en una posición de fuerza.

Por cierto que tras el abandono del cerco a Kiev salieron a la luz supuestos crímenes de guerra cometidos por Rusia en localidades cercanas, como Bucha, donde habrían llevado a cabo ejecuciones de civiles.

Rusia alegó que su objetivo nunca había sido tomar Kiev, y que si lo había atacado era para distraer al ejército ucraniano, pero que su verdadero objetivo eran el este y el sur de Ucrania, zonas donde se concentra la población rusoparlante. 

De esta forma, esta reducción del frente permitió a Rusia asegurar ciertas posiciones, como la toma de Mariúpol, ciudad sureña de Ucrania que permitía a Rusia enlazar los territorios rebeldes del este con la península de Crimea.

La toma de Mariúpol no fue nada fácil, gracias a la heroica resistencia ucraniana que logró fijar sobre el terreno a tropas rusas evitando su despliegue sobre el este del país. Entre la resistencia destaca el batallón Azov, denostado por la izquierda como neonazi, cuando la realidad es que si bien tuvo neonazis en sus filas, evolucionó hasta convertirse en un batallón compuesto por personas de todas las ideologías e integrado en la guardia nacional ucraniana.

Tras la toma de Mariúpol y el fracaso en la toma de Járkov, Rusia se está centrando en el este de Ucrania, con el objetivo de lograr al fin controlar todo el territorio del Donbás. Es allí donde se están celebrando ahora las principales batallas. Ucrania está intentando lanzar contraofensivas también en el sur, con el objetivo de liberar Jérson. 


(En esta imagen se puede observar la evolución de la guerra. En la primera imagen se marcan los territorios ucranianos controlados por los rebeldes afines a Rusia en el este (en amarillo), así como el territorio de Crimea en el sur, anexionado por Rusia en 2014. En la siguiente, del 15 de marzo, muestra las ganancias obtenidas por Rusia hasta la fecha en todos los frentes. La posterior, del 13 de abril, refleja la retirada de Rusia de los frente norteños de Kiev, Chernóbil, Konotep y Sumy. Además, se aprecia como han conseguido unir el territorio controlado en el sur con el territorio controlado en el este. Finalmente, en la última imagen del 22 de mayo, se aprecian ganancias importantes en el este del país, así como consolidación en el suroeste, señal de que la estrategia rusa ha tenido cierto éxito al retirarse del norte para asegurar el este y el sur del país).


La evolución de la guerra dependerá del material bélico que llegue a Ucrania. Si no es armamento pesado, difícilmente tendrá la oportunidad de recuperar el territorio perdido, y Rusia lo habrá ganado por la fuerza de los hechos.

Zelenski decía que esperaba que Eurovisión 2023 se pudiese celebrar en una Mariúpol liberada. Parece algo demasiado optimista, pero sin duda sería un golpe de efecto si se lograse. No obstante, parece ser que ya hay quien está presionando a Zelenski para que negocie con Rusia y ceda los territorios perdidos a cambio de la paz. Quien empuja hacia esto, Francia y Alemania, según dicen, se equivocan. Porque como siempre, miran a corto plazo, y ven la inflación y lo que les está costando el plan para dejar de comprar gas a Rusia, y se asustan. Pero la realidad es que si comienzan a aflojar, Rusia se hará con lo que se le antoje, como de costumbre. Ante los fuertes no se puede ser débil, porque te devoran. Hay que actuar con contundencia. 

Afortunadamente Biden y Johnson parecen haberlo entendido, y también los países del este de Europa. Ahora falta que el resto, el núcleo duro de países de la UE (Francia, Alemania, España e Italia), se apliquen el cuento y se dejen de cálculos y llamadas al diálogo, den un paso al frente, y apoyen con contundencia a Ucrania, como están haciendo el resto. Incluso las figuras más importantes de las instituciones europeas como la presidenta de la Comisión Von der Leyen o el representante de asuntos exteriores Josep Borrel, están siendo más contundentes y piden más firmeza. Es hora de que Macron, Scholz, Sánchez y Draghi sigan sus pasos.

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