domingo, 1 de noviembre de 2020

Francia y el islamismo

Desde hace ya bastante tiempo Francia se enfrenta a la amenaza terrorista de corte yihadista en su propio país de una forma más severa que otros países de Europa. Una de las razones principales es la inmigración musulmana que ha recibido de sus antiguas colonias en el norte de África, y la integración fallida que ha llevado a que muchos de estos inmigrantes vivan en barrios periféricos y no se relacionen con el resto de la población.

La convivencia entre la población musulmana y el resto del país no es sencilla, estallando periódicamente revueltas en los barrios mencionados anteriormente debido a las malas condiciones de vida, así como polémicas sobre diversos asuntos que afectan de una forma u otra a la comunidad musulmana, como pueden ser la prohibición de portar el velo en las escuelas alegando la ley de laicidad del Estado, la reproducción de caricaturas de Mahoma (cuando en el Islam está prohibido representar al profeta y no digamos ya burlarse de él), o recientemente, la voluntad expresada por parte del gobierno de cerrar diversas asociaciones musulmanas ya que alegan que tienen un discurso radical.

Que el terrorismo y todas sus formas (amenazas, insultos, señalamientos, financiación, apoyo, complicidad...) deben ser perseguidos y los responsables puestos ante la justicia, nadie lo pone en duda. Pero otra cosa bien distinta es promover la disolución de ciertos colectivos solamente porque no guste el discurso que realizan.

Para situarnos, hace unas semanas, tras un ataque de corte yihadista por parte de un joven paquistaní que pretendía ir contra la revista Charlie Hebdo, que había vuelto a publicar recientemente las polémicas caricaturas de Mahoma, Macron presentó un plan de acción contra lo que denominó "separatismo islamista", refiriéndose a que ciertos colectivos musulmanes estarían intentando crear una suerte de sistema paralelo al francés, obviando las leyes de la república. 

 

(Portada de Charlie Hebdo en Septiembre de 2020 en la que vuelven a publicar las caricaturas de Mahoma por las que sufrieron el atentado en 2015).

Entre algunas de las medidas más relevantes de este plan destacan el acabar con la educación escolar en las viviendas, o con la financiación de otros países de mezquitas y asociaciones, así como que sea el propio Estado el que forme a los Imanes, o acabar con el programa de formación en lengua de origen.


Después del anuncio de este plan, varios paíse muslmanes con Turquía a la cabeza lo criticaron, al estimar que se estigmatizaba a la población musulmana, especialmente por decir Macron que el Islam se encontraba en crisis en todo el mundo. Sin embargo, la polémica que se generó con este plan, que en líneas generales parece bastante razonable y deja poco lugar a la objeción, al menos desde mi punto de vista, estuvo muy lejos de la que se ha desatado en los últimos días, a raíz de la decapitación de un profesor por parte de un joven checheno, en represalia por debatir en clase sobre las caricaturas de Mahoma.

Obviamente se trata de un crimen horrible, y nadie duda de la actuación policial que desencadenó la muerte del agresor, ni de las detenciones a cómplices del crimen. Pero el gobierno, influido tal vez por parte de la sociedad que reclamaba medidas más contundentes, fue más allá y anunció la disolución de varios colectivos de musulmanes, alegando que difundían un discurso de odio y que habrían incitado a la campaña contra el profesor que resultó decapitado. 

Un papel relevante en estas nuevas medidas del gobierno francés lo juega el ministro del Interior, Gérald Darmanin, político conservador recién estrenado en el cargo. De esta forma, se ha decretado la disolución del colectivo Baraka City y de Cheikh Yassine, colectivo pro Palestina, y se ha anunciado que próximamente se disolverá el CCIF (Colectivo contra la islamofobia en Francia). Además, se proyectaron imágenes de las polémicas caricaturas de Mahoma en edificios gubernamentales.

Asimismo, las 13 regiones de Francia anunciaron que se distribuirá un libro en todos los institutos del país en el que se recogerán las caricaturas de Mahoma, para su discusión en clase.
Estas medidas ya rozan más la discriminación y la estigmatización, y ya ha habido varias voces que advierten sobre su posible ilegalidad.

Sobre Cheikh Yassine, se ha procedido a detener a su fundador, Abdelhakim Sefrioui, quien participó en la campaña de denuncia contra Samuel Paty, el profesor decapitado. La justicia dirá hasta qué punto es responsable de lo sucedido, aunque en mi opinión, no creo que se esperase que su campaña fuese a resultar en decapitación.

Sobre Baraka City, se alegó discurso del odio y justificación del terrorismo. Habrá que ver si es suficiente para que la justicia respalde tal decisión. Personalmente, dudo que estén respaldadas tales acusaciones. El líder de esta organización ha solicitado asilo a Turquía, y es que este paíse ha liderado un boicot entre los países musulmanes a productos franceses, en represalia por su apoyo a las caricaturas que ridiculizan al profeta Mahoma y por la disolución de estos colectivos.

De hecho, las relaciones entre Francia y Turquía están en su peor momento. Desde hace mucho tiempo Turquía y Grecia tienen disputas territoriales, no solo en Chipre, también en las islas entre ambos países, que datan de la disolución del Imperio Otomano. Pues bien, tras el resurgir turco como potencia en Oriente Medio implicándose directamente en las guerras de Siria y Libia, se llegó a un acuerdo entre Turquía y sus aliados en Libia respecto a las aguas marítimas, que choca con el acuerdo alcanzado entre Grecia y Egipto. Francia no dudó en aliarse con Grecia de forma clara, a pesar de que Turquía es miembro de la OTAN, y de que otros países europeos, como Alemania o España, tienen una posición más neutral en este conflicto.

Lo mismo se puede decir del reciente conflicto entre Azerbaiyán y Armenia por disputas territoriales. Turquía apoya a los primeros, mientras que Rusia y buena parte de Europa a los segundos. Sin embargo, la presión que Grecia o Armenia pueden reclamar sobre Turquía es limitada, pues al fin y al cabo es un socio comercial de primer orden, un aliado de la OTAN importantísimo, y sobre todo, controla el flujo migratorio de refugiados, pudiendo desatar una nueva ola migratoria hacia Europa como la de 2015   con el consecuente quebradero de cabeza que eso supondría para la Unión Europea, en caso de que por ejemplo se decidiese por parte de Europa la implantación de sanciones contra Turquía.

 

Así pues, en este contexto internacional de gran tensión con Turquía, estalla esta campaña en Francia contra determinados colectivos musulmanes, y Erdogan, que ya tenía en el punto de mira a Macron por las tensiones en Libia, Armenia y Grecia, y por su discurso sobre el separatismo islámico, estalla y afirma que tiene problemas mentales, y promueve el boicot contra los productos franceses en el mundo musulmán, que se une a manifestaciones ante embajadas francesas y protestas mancillando la bandera francesa o retratos de Macron. Francia respondió llamando a consultas al embajador turco, la UE exigió rectificación de estas declaraciones, y Charlie Hebdo publicó una portada burlándose del propio Erdogan.

 


Aquí conviene señalar también el creciente peso y la creciente influencia que está ganando Turquía en el mundo musulmán. Al fin y al cabo, por mucho que en Occidente se quiera estigmatizar a Turquía y a Erdogan como dictadura, radical e integrista, lo cierto es que dentro del mundo musulmán es de los países más democráticos. Eso no quiere decir por supuesto que no tenga problemas y que no haya persecución o censura, pero no se puede comparar por ejemplo con otros países como Egipto, Arabia Saudí o Irán, países muy relevantes dentro del mundo musulmán que tienen dictaduras férreas que encarcelan, ejecutan o hacen desaparecer a cualquier intento de disidencia. En cambio Turquía es un sistema parlamentario, con elecciones libres, partidos políticos, y cierta permisividad religiosa (al menos comparándolo por ejemplo con Arabia Saudí).

Por otra parte, la normalización de ciertos países árabes con Israel promovida por EEUU, no ha ayudado a la población musulmana a ver a estos países como defensores de su comunidad, más bien al contrario, desatándose protestas y críticas contra estas decisiones (hasta el momento tomadas por los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Sudán). Arabia Saudí de hecho, pese a estar de acuerdo con esta normalización, no se atreve a llevarla a cabo porque sabe que le costaría una revuelta interna, ya que no le perdonarían que al ser los guardianes de los santos lugares del Islam (la Meca y Medina), no defendiesen la causa palestina y normalizasen relaciones con Israel a cambio de nada.

 

De esta forma, ante la dejadez e indiferencia de ciertos países árabes respecto a la causa palestina, y debido a prácticas dictatoriales por parte de estos (especialmente Egipto, Arabia Saudí y EAU), y ante la situación inestable de otros países que tiempo atrás podrían ser referentes como Argelia o Libia, únicamente Turquía e Irán están ganando posiciones como máximos referentes de la comunidad musulmana y su causa, pese a no ser ninguno de los dos árabe, y pese a tener ambos problemas internos (los kurdos en el caso de Turquía, y la economía en el caso iraní a causa de las sanciones impuestas por EEUU).

Me temo que esta polémica entre Francia y los países musulmanes no hará otra cosa que escalar. Ya ha habido nuevos atentados en Francia, el último un ataque en una iglesia de Niza, que Turquía se ha apresurado a condenar. Y es que una cosa es protestar contra caricaturas que ridiculizan al profeta de una religión que siguen casi 2 billones de personas en el mundo y llamar al boicot de productos franceses, y otra justificar o apoyar atentados terroristas, máxime cuando Turquía también ha sufrido ataques del Estado Islámico y de los kurdos.


 

A ojos de Occidente los kurdos son vistos como algo romántico, un pueblo sin Estado que lucha por recuperarlo. Pero la realidad es que en Turquía son vistos por muchos como terroristas que han perpetrado numerosos crímenes que han dejado miles de víctimas, incluyendo coches bomba y atentados suicidas.

Así pues, Macron, que tiene el terrorismo yihadista en casa, tal vez debería reflexionar y dejar de amparar a refugiados kurdos asilados en Francia que en muchas ocasiones están en busca y captura por parte de la justicia turca por crímenes cometidos en este país.

 

Sobre las caricaturas, me gustaría reflexionar sobre qué sucedería si en vez de ridiculizar a Mahoma y al Islam, se ridiculizase a los judíos y su religión y sentimiento como pueblo. Si se les caricaturizase como tacaños, avaros, usureros...etc. Estoy plenamente convencido de que automáticamente buena parte de los mismos que defienden la libertad de expresión de estas caricaturas ridiculizadoras de Mahoma, saldrían a pedir la prohibición de estas caricaturas que ridiculizan a los judíos, alegando que son racistas y antisemitas y que no se puede propagar a su difusión. Desde luego a nadie se le ocurriría proyectarlas en edificios públicos ni distribuir un libro con caricaturas por los institutos.

Es posible que nadie fuese degollado o decapitado por estas caricaturas. Pero también que quien las publicase sufriese una campaña seria de difamación en redes y prensa acusándolo de racismo y boicoteando cualquier obra suya.

Y es que en Francia y en otros países se está yendo muy lejos con el tema del antisemitismo, asemejando cualquier crítica a Israel como antisemita, cuando en muchas ocasiones lo único que se hace es denunciar una política de un Estado que oprime y machaca a la población de otro Estado al que no reconocen, arrebatándole tierras, humillándole, imponiéndole un bloqueo marítimo comercial, cerrándole las fronteras, bombardeándolo, encarcelándolo...y ejerciendo presión en el resto del mundo para sumar países a su causa, con el beneplácito de EEUU, logrando que se reconozca a Jerusalén como su capital pese a las resoluciones de la ONU, y carta blanca para actuar en Palestina según se le antoje, sin ninguna consecuencia, logrando frenar cualquier crítica y campaña a boicot como antisemita, cuando lo único de lo que se trata es de una campaña contra la ocupación y el exterminio.

 
(El periódico The New York Times, uno de los más importantes del mundo, anunció que dejaba de publicar caricaturas políticas tras ser tachados de antisemitas al publicar una caricatura en la que se reflejaba a Netanyahu, presidente de Israel, como un perro al que Trump paseaba).


En cualquier caso, a mí no me parecería bien que se realizasen caricaturas estigmatizando a los judíos, como tampoco me parece bien que se publiquen caricaturas que ridiculizan a los musulmanes. ¿Las prohibiría? Probablemente no, porque ciertamente tiene que haber libertad de expresión. Pero desde luego no las proyectaría en edificios públicos, ni promovería su difusión recopilándolas en un libro para ser repartidas entre estudiantes de institutos.

Obviamente a quienes cometen crímenes o alientan o ayudan a cometerlos hay que perseguirlos con todos los instrumentos jurídicos y legales, pero eso es una cosa y otra disolver colectivos alegando que tienen un discurso de odio sin ninguna prueba real, simplemente porque no gusta lo que dicen. Si se defiende la libertad de expresión para burlarse de una religión, también se debería defender para que cierto colectivo plantee cierto discurso aunque los demás no estén de acuerdo con él, ¿o no? ¿O es que va a haber uniformidad de pensamiento?

En Francia se habla de los valores de la República. Sí, muy bien. Podemos hablar también de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como punto de partida para respetar en todos los sitios del planeta. Pero cuidado con ir más allá. Porque algunos derechos que ciertos países o grupos pueden considerar asentados e indiscutibles, igual no lo están en otros sitios. Por ejemplo, el aborto. Para algunos debe ser un derecho que debe existir en todas partes, mientras que en otros países está prohibido y no van a aceptar una imposición de levantar la prohibición. Así que no se puede pretender que de acuerdo con una uniformidad de pensamiento ciertos colectivos no puedan hablar contra el aborto en países donde este ya es legal, por ejemplo. O contra el matrimonio homosexual, la ideología de género, la eutanasia, o la legalización de las drogas, por poner algunos ejemplos.

Puedo estar de acuerdo en que hay algunos debates superados y que a colectivos que promuevan volver a abrir esos debates se les debe perseguir (por ejemplo sobre la supremacía racial, la eugenesia o la esclavitud), pero aun quedan muchos debates sin cerrar, y sería un error intentar imponer nuestro particular punto de vista a los demás prohibiendo por ejemplo partidos o colectivos a favor de la restauración monárquica en una república, en contra del aborto en un país donde es legal, a favor de la eutanasia en un país donde es ilegal, y así.


(Mapa del mundo donde se refleja qué posición está vigente en cada país respecto al aborto. Como se puede ver, dista mucho de ser un debate cerrado).

 

En el caso concreto de Francia, en estos momentos quien está en el punto de mira es el islamismo. ¿Pero qué es el islamismo? Para ciertas personas, lo mismo que el yihadismo. Error. En mi opinión, dentro de estas personas encontramos algunos que confunden los términos por falta de conocimiento sobre ellos, y otros que a sabiendas de que son diferentes, les da igual, ya que su objetivo es estigmatizar a los musulmanes.

El islamismo es un movimiento político que pretende llevar el Islam a la vida política. Normalmente, por vías pacíficas. Cuando se realiza o se defiende por vías violentas, es cuando hablamos de yihadismo. Entre medias podemos hablar del salafismo, que es un movimiento islámico integrista que persigue lo mismo que el islamismo, pero de una forma más radical, en el sentido de que tienen una concepción del Islam más estricta, al pretender volver al Islam inicial en vez de continuar con el actual. Al igual que el islamismo, puede ser violento o no.

Entonces, decir que islamismo y yihadismo es lo mismo, es simplemente confundir. Aun así, ¿debería prohibirse el islamismo? No veo por qué. Si en vez de Islam hablásemos de cristianismo, y de un movimiento político que pretende llevar la religión a la vida pública y a la política...¿deberíamos prohibirlo? ¿Por qué?

En mi opinión la libertad de expresión debe ser amplia, tanto para burlarse de una religión, como para defender llevar esa religión a la política. Siempre obviamente que no haya persecución. Una cosa es que haya debates que no estén cerrados, como el del matrimonio homosexual, y otra muy diferente que simplemente por ser homosexual te cuelguen de una grúa, como sucede en Irán. O que por blasfemia te den latigazos, como ocurre en Arabia Saudí.


(En este mapa se puede observar cómo se trata la actividad homosexual en el mundo. Es decir, no recoge si el matrimonio homosexual está permitido o no, sino si por el hecho de ser homosexual y comportarse como tal, se está perseguido o no. Como se puede ver, hay algunos países en los que está perseguido hasta con la pena de muerte).

 

Pero si hay un movimiento político que se declara islamista, que participa en elecciones, y que quiere llevar el Islam a la vida política y pública, que cuenta con apoyo electoral y social, que actúa solo por vías pacíficas, y que no persigue a otros colectivos ni discrimina por causas religiosas, no veo dónde está el problema. De hecho ese movimiento ya gobierna en varios países. Turquía y Túnez son los ejemplos más claros. También tienen fuerza en Marruecos o Jordania, y llegaron a gobernar en Egipto.

El islamismo no es el problema. El problema es que Macron, y muchos otros líderes occidentales hipócritas, prefieren dictaduras antes que islamistas. Prefieren a dictadores como Al Sisi en Egipto, Gadafi en Libia, Al Assad en Siria, Bouteflika en Argelia, Putin en Rusia, o Bin Salmán en Arabia Saudí, pese a todas las tropelías y abusos de derechos humanos que cometen, antes que a partidos políticos islamistas como los Hermanos Musulmanes que sí que respetan las reglas de juego, las elecciones parlamentarias y el sistema democrático. Es una hipocresía de tal magnitud que ponen en el punto de mira al islamismo y a colectivos islamistas, y por otra parte promueven el apoyo a dictadores que torturan y ejecutan sin piedad.

Así que menos discurso y más ejemplaridad. Persecución al terrorismo sí. Defensa de la libertad de expresión sí. Pero para todos. Y basta de amparar a dictadores.

En Europa durante muchos años la democracia cristiana fue un actor político relevante para la consolidación de la democracia. ¿Por qué no permitir que el islam político lo sea en el mundo musulmán? Estoy seguro de que con democracias islámicas en países como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Siria, Irak, Arabia Saudí, Turquía, o Yemen, nos iría mucho mejor a todos en cuestión de derechos humanos, migración, lucha contra el terrorismo y libertad de expresión, que con dictadores corruptos por muy laicos que se vendan.

El debate entre laicidad e islamismo es falso. Lo que realmente está en juego es el debate entre democracia y dictadura, entre honestidad e hipocresía. El enemigo no es el islamismo. El enemigo es el terrorismo (recordemos que el Estado Islámico atenta en países donde gobiernan los islamistas como en Turquía o Túnez) y las dictaduras. Y cuanto antes tengamos eso claro, antes saldremos del pozo en el que nos hallamos.

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