jueves, 9 de abril de 2020

Las medidas tomadas y a tomar frente al coronavirus

Pasado un tiempo prudencial creo que ya se puede ir analizando la efectividad de las medidas que se han ido tomando para hacer frente a la crisis del coronavirus.

Para empezar, como ya señalé en la anterior entrada, ha quedado demostrado que el sistema sanitario está contra las cuerdas. 

Ni siquiera sabemos cuántos contagiados hay realmente, pues no se están realizando tests suficientes. De hecho, España tiene una de las tasas de mortalidad y de recuperación más altas del mundo. ¿Por qué? Porque la cifra de contagiados que ofrece no es real. Ni siquiera la cifra de fallecidos que ofrece es real. Ya están alertando muchas CCAA que hay más fallecidos por el virus de lo que se dice, ya que únicamente contabilizan a quienes realizaron el test, pero hay muchos otros que fallecieron con síntomas, que probablemente tenían el virus, pero no se les realizó el test y por tanto no contabilizan como fallecidos por el virus.

Por si fuera poco, compran tests que no funcionan bien.



Ya se están planteando medidas de recuperación de actividad, cuando hay muchas personas con síntomas encerradas en sus casas. O personas que pueden tener el virus, ser asintomáticas, pero ser capaces de contagiárselo a otros. Actuar sin tener la información más precisa es actuar a ciegas, y es lo peor que se puede hacer. Por ello la importantcia de realizar el mayor número de tests posibles.

Según dicen, el virus podría remitir en verano pero volver en otoño. Está claro que para cuando eso suceda, el sistema sanitario español debe estar preparado para poder realizar tests a una gran parte de la población, y para enfrentar la pandemia en mejores condiciones.

¿Por qué hay tantos médicos contagiados? ¡Porque no se les ha protegido lo suficiente! Les faltan equipos de protección individual y mascarillas. Y claro, cuando un médico se contagia tienen que llamar a otro, y eso tiene un límite. Ya han tenido que llamar a médicos en paro, jubilados, médicos extranjeros, estudiantes de medicina...A Italia llegaron médicos cubanos para ayudar, pero parece que para que colaboren en España lo tienen más complicado.

Tal vez sea por cuestiones políticas, y es que a muchos se les sigue atragantando que Cuba sea uno de los países que cuenta con un sistema sanitario más robusto. A Bernie Sanders, uno de los candidatos del partido demócrata para las elecciones presidenciales (ya se ha retirado despejando el camino a Joe Biden) le llovieron palos de todos los lados por alabar el sistema de alfabetización de Cuba.
Por mucho que nos disguste el sistema político de un país, si hay alguna cosa que hacen bien, hay que reconocerla, sin que eso signifique ni mucho menos un blanqueo o apoyo implícito de ese sistema político en concreto. Simplemente es una constatación de la realidad. Lo contrario sería obcecarse por ceguera política.

El gobierno de Sánchez debería asegurarse en verano de hacer acopio de tests y de que hay un número suficiente de médicos, mascarillas, equipos de protección individual, respiradores o camas.

Está muy bien, y es de agradecer, las donaciones que han realizado empresas y gente con posibilidades a la sanidad pública, como Inditex, el Banco Santander, Mango, El Corte Inglés, BBVA, el Real Madrid, el Atlético de Madrid, Rafa Nadal, Pau Gasol, Fernando Alonso, Pep Guardiola, Cristiano Ronaldo, U2, Xavi, Andy Murray, Robert Moreno, Djokovic, Iniesta, Marc Márquez, Sergio Ramos, Federer, Messi, Neymar, Rihanna, Lewandowski, Bill Gates y muchos otros.



Pero a nadie se le escapa que el sistema sanitario español no puede vivir a base de donaciones, y que es necesaria una inversión MAYÚSCULA en sanidad para estar preparados ante lo que pueda venir en otoño.

Es obvio que era imposible de prever una pandemia de esta magnitud. Habrá quien diga que tras ver lo que sucedía en China e Italia el gobierno debería haber actuado con mayor rapidez, y seguramente tenga razón, pero lo que sería del todo imperdonable es que después de lo que ha sucedido, no aprovechase el verano para prepararse lo suficiente de forma que para otoño pueda enfrentarse en condiciones mucho mejores a una posible nueva ola de la pandemia.

Y eso implica también comprar multitud de mascarillas. Ahora no pueden obligar a la gente a portarlas sencillamente porque no las hay, y obviamente deben tener prioridad los médicos en su utilización. Pero lo que no puede ser es que se estén fabricando mascarillas caseras, o equipos de protección individual con bolsas de basura. El gobierno debe garantizar que hay material suficiente para afrontar la posible nueva ola en otoño.


Las crisis a veces muestran lo mejor y lo peor de la sociedad. En lo peor, podemos ver cómo algunos están insinuando, o incluso priorizando, que se salve a la gente joven frente a la gente mayor. En una situación desesperada se puede intentar ver la lógica de este argumento. Pero cuando se utiliza como excusa, resulta repugnante. Es lo que insinuaron por ejemplo en Holanda, al hablar del mayor número de afectados en Italia o España. Que es que nos preocupábamos demasiado de la gente mayor, y que había que dejarla en sus domicilios en vez de saturar los hospitales. Es decir, que había que dejarles morir en sus casas. Algo parecido a lo que dijo algún político republicano en EEUU, o lo que recomendó Torra en Cataluña.



Esto no demuestra más que una falta de humanidad tremenda y absoluta. Una sociedad que no se preocupa de atender a las personas más vulnerables, en este caso los mayores, es una sociedad deshumanizada, que solo pretende que cada uno se las apañe como pueda, sin preocuparse de los demás.
Es como cuando Vox reclamó en medio de la pandemia que se quitase la sanidad a los inmigrantes sin papeles. ¿Estamos locos? ¿En medio de una enfermedad infecciosa? ¿Cuando lo lógico es que todo el mundo esté protegido, vamos y expulsamos a una parte de la población del sistema sanitario con lo que será más fácil que contagien a otros al no saber si tienen el virus?

Aparte de la falta de humanidad que esto supone, también refleja el interés partidista de algunos. No diré que se tenga que apoyar al gobierno en todo, como están insinuando desde el PSOE y Podemos. Bien sabemos todos que si ellos estuviesen en la oposición, no les faltaría tiempo para criticar al gobierno. Pero una cosa es una crítica constructiva, o dura pero razonable, y otra muy distinta es una crítica partidista que en vez de preocuparse por otorgar las mejores soluciones frente a la crisis, se preocupa de atacar al gobierno sin importar las consecuencias.

No se puede entender de otra forma que desde Vox exijan la dimisión de Sánchez y se nieguen a responder a su llamada de teléfono y a aprobar la prórroga del estado de alarma. ¿Qué harían ellos, levantar la prórroga? Obviamente no. ¿Entonces por qué no votan a favor? Porque su estrategia no es hacer frente a la pandemia, sino desgastar al gobierno. Ni más ni menos. Repugnante.

Al menos el PP, aunque crítico con el gobierno, apoya la prórroga por responsabilidad. Ciudadanos también se sienta a negociar para impulsar medidas que cree que pueden ayudar en la crisis. Pero la actuación de Vox es sencillamente de ataque al gobierno sin importarle otra cosa. Espero que sus votantes y simpatizantes se den cuenta de esto. Una cosa es no estar de acuerdo con todo lo que hace el gobierno, y otra poner en peligro a la población negándose a apoyar la prórroga del estado de alarma sencillamente por su estrategia de desgaste. Aborrecible.




Volviendo a las insinuaciones de Holanda, republicanos de EEUU, o las instrucciones de Torra, lo que demuestran además de falta de humanidad, es que les importa más la economía que salvar a las personas.
Lo correcto en estos casos debería ser aumentar la capacidad del sistema sanitario para que pueda atender en condiciones a todas las personas, independientemente de su edad. Todos podemos comprender que en una situación extrema se priorice salvar a quien mayor esperanza de vida tenga, pero de ahí a instaurar esa lógica como norma, va un trecho muy grande.

Respecto de la economía, es obvio que se va a resentir. Especialmente países que dependen mucho del turismo y la hostelería, como España. No obstante, hay que priorizar, o la economía, o la vida de las personas. El gobierno, frente a la magnitud de la crisis sanitaria, optó por parar toda actividad no esencial. Para algunos que lo venían reclamando desde hace tiempo, tarde y mal, porque ya están diciendo de levantarlo a partir del día 12. 

Es cierto que parece que al fin se ha superado el famoso pico de la curva, pero si ahora se relajan las medidas, dentro de unas semanas nos volveremos a encontrar con que los contagiados y fallecidos vuelven a aumentar. ¿Qué sentido tiene prohibir a la gente salir a la calle si luego para ir a trabajar a una actividad no esencial están abarrotados en el transporte público? ¿O codo con codo en su lugar de trabajo cuando la actividad no es esencial?

En mi opinión, deberían extender la limitación de no trabajar más que los sectores esenciales durante más tiempo, hasta que la situación estuviese controlada. ¿Que la economía se va a resentir más? Sí. Pero si estamos hablando de proteger la salud de las personas, no puede ser que los trabajadores de sectores no esenciales se expongan a riesgos innecesarios. Por eso no entiendo la posición del PP de oponerse a esta medida, ni la del PSOE por no querer prorrogarla.



Sobre las medidas económicas, creo que todos, o casi todos, podemos entender que haya expedientes de regulación temporal de empleo al parar la producción, que los que se van al paro tengan prestación, que haya una garantía de ingresos mínimos en esta situación, que se aplace el pago de hipotecas, impuestos, cuotas, que haya facilidades para el crédito a empresas, que haya reducciones de salario en algunos sectores agraciados (como el fútbol profesional)...Se trata de no dejar a nadie atrás, y que cuando esto pase puedan volver a la normalidad sin provocar una crisis económica. 

Claro que esto es difícil de prevenir. Tal vez sea más sencillo en el sector industrial o en el comercio, pero en el turismo, la hostelería o el ocio, que se caracterizan por desplazamientos y concentración de personas, parece que la situación seguirá siendo muy oscura, y debería hacerse todo lo posible para que puedan subsistir hasta que se pueda recuperar la normalidad.


Para todas estas medidas los gobiernos están tirando de déficit y deuda. Hasta ahora no hay crisis en los mercados como sucedió en la recesión de 2008, pero los países más endeudados reclaman una deuda común europea (eurobonos) para minimizar riesgos. Otros países que tienen menor deuda y menor número de contagiados se oponen porque entienden que estarían cubriendo a los países que no cumplen con sus obligaciones de equilibrio presupuestario.
Se les conoce como nueva liga hanseática, y está formada además de por Holanda, por los países escandinavos, los países bálticos, algunos países centroeuropeos, e Irlanda.

En el fondo, el problema de la UE es el de siempre. Por un lado, la unanimidad necesaria, que hace que las respuestas que da ante los problemas que se le presentan sea tardía y mínima, ante la imposibilidad de que todos se pongan de acuerdo en una respuesta más temprana y contundente.
Por otro lado, la resistencia de los Estados a ceder soberanía y construir una política fiscal común europea, o disponer de una política exterior común europea.

Esto hace que cada Estado vaya por su cuenta y que cuando reclama apoyo de otros, no lo obtenga al ser necesaria la unanimidad, pese a que haya Estados dispuestos a ayudar.
A esto hay que sumarle el aciago recuerdo de la gestión de la crisis de 2008, con los recortes draconianos impuestos a Grecia.
Una respuesta débil hoy ante el coronavirus que no contribuya a que los Estados más perjudicados puedan recuperarse del endeudamiento de una forma rápida, solo llevará a mayor euroescepticismo y decepción con la UE.




Hace tiempo que se perdió el impulso del europeísmo. Al menos desde las últimas ampliaciones y desde la derrota de la Constitución de la UE. Desde entonces no ha habido avances significativos. Más bien retrocesos, como el Brexit, y en esas seguiremos mientras no se acabe con la unanimidad obligatoria.

Tal vez cuando eran 15 Estados era más fácil ponerse todos de acuerdo. Pero con 27 resulta del todo imposible. Si unos quieren avanzar y otros no, que avancen los primeros, y los segundos ya se unirán después si quieren. Pero no puede ser que porque los segundos lo rechacen, los primeros no avancen.

Hasta que no se vea eso, todo seguirá igual en la UE.

4 comentarios:

Anónimo dijo...


Totalmente de acuerdo con sus comentarios respecto a la puesta a punto durante el verano. Si es que entonces baja algo la virulencia, que lo dudo.

Solicitar en este momento la dimisión del gobierno me parece lamentable. Ha habido ocasiones para hacerlo cuando firmó con socios insolidarios, y no se hizo, y se va a hacer ahora que hace las cosas lo mejor que puede.

Sí que me parece justo pedirlo por la suspensión de aspectos graves como es que se haya suspendido la rehabilitación para enfermos del Centro de Parapléjicos de Toledo. Comprendo que estén desbordados y hayan tenido que habilitar una planta para infectados por el coronavirus pero de ahí a suspender la rehabilitación tan fundamental para muchos pacientes...

En cuanto a la UE y su requerida unanimidad estoy completamente de acuerdo. La insolidaridad es lo propio de todo caradura. A veces disfrazada de libertad y otras cuestiones. La UE o se refuerza con unión o desaparece. La deuda en eurobonos, la política fiscal común, la misma unión política es hoy una necesidad. Ocurre sin embargo que la UE tiene una inercia que, si se rompe, perjudicará a muchos y los "vagos del sur" mas los clarividentes de otros lugares tendrían que formar una aparte. Lamentable. Aunque el egoísmo tiene estas cosas.

Jesulin Violao dijo...

Aunque para nada comparto la ideología de VOX, si comparto su metodología. La oposición debe ser oposición, y lo más importante para un político debe ser siempre llegar al poder, y una vez en él conservarlo hasta que el caos y colapso dejado sea irresoluble, y que sea otro el encargado de arreglar lo que han destruido.
Respecto a la economía sobre la vida, si en circunstancias normales intercambiamos nuestra salud por dinero mediante el trabajo, no tiene sentido que en esta crisis se priorice a la contra, ¿Que sentido tiene salvar la vida de una persona que después no va a tener probabilidades de vivir cómodamente? para mí es prioritario salvar la comodidad, la calidad de vida. El peor problema que ha arrastrado la humanidad es priorizar la supervivencia sobre la calidad de vida, ya que si dejáramos de vivir cuando la vida no nos ofrece determinadas comodidades, muchos problemas de pobreza, demanda de empleo y demográficos se solucionarían por si mismos

Alexander Strauffon dijo...

Muchos países han quedado mal plantados en cuanto a lo que sus autoridades hicieron al respecto del Coronavirus desde el inicio de la emergencia sanitaria, pero hay que decir que la gente común no ha quedado libre de culpa. Conspiranoicos, necios, negacionistas, o apáticos han hecho cosas como las "Fiestas COVID", o sencillamente ignorar las medidas básicas de seguridad. Si llega a ocurrir una emergencia más seria en el futuro (o quizá deba decir: cuando llegue a ocurrir, no "si llega") quién sabe cómo nos irá. Ojalá esos vicios de conducta y esa desconsideración entre la gente de poder se corrigan. O bueno, se minimicen al menos. Que quede la enorme lección que nos ha dejado este 2020.

Anónimo dijo...


Discrepo de Jesulín Violao. Yo creo que la vida tiene valor en sí misma porque lo importante y fundamental es estar vivo. Después nos podemos plantear comodidades en las que poner los límites que nos parezca. No olvidemos que comodidades de hoy fueron lujos de otras épocas.

Hay que salvar la vida de todo aquel que se pueda. Creo que vivir es una suerte. Hay circunstancias dolorosísimas en las que es preferible la muerte. Lo dijo Hanna Arendt cuando explicó por qué los judíos cavaban su propia fosa antes de ser fusilados. Hay cosas mil veces peores que la muerte dijo.

Por eso tiene defensores el testamento vital pero nunca deberíamos olvidar que por las mismas razones por las que pedimos una "muerte digna" para nosotros, toda muerte es digna, las podemos pedir para un niño de cinco años: Enfermedad dolorosa e irreversible, ausencia de control de esfínteres, caída de baba...

Y sí que creo que la oposición debe ser oposición, pero en tiempo de paz. En casi nada coincido con VOX pero siempre debemos tener en cuenta al ciudadano. No se trata de llegar al poder ni arreglar nada o que lo arregle otro, se trata de que estamos ante una guerra. Y en esas circunstancias procede unir esfuerzos y poner la economía al servicio de la victoria.

Como dice Alexander Strauffon tenemos que estar preparados para cuando llegue otra epidemia. La enorme lección de 2020 debe ser aprendida.