El último artículo exhaustivo que publiqué en el blog sobre Venezuela fue en 2017, centrándome en la crisis política entre el oficialismo y la oposición, después de que esta última ganase las elecciones parlamentarias de 2015 y el gobierno de Maduro reaccionase convocando una asamblea constituyente y suspendiese las funciones del parlamento controlado por la oposición. Anteriormente había escrito sobre los problemas económicos a los que se enfrentaba Venezuela y el clima de crispación entre ambos bandos políticos, así como otro artículo cuando murió Chávez en el que hacía una recopilación de todo lo que había sido su gobierno a lo largo de más de una década, y la ilusión que había generado.
Pues bien, la situación política en Venezuela no ha mejorado desde 2017, al contrario, sigue enquistada y cada vez va a peor. En las elecciones presidenciales de 2018 se impidió presentarse a los principales partidos de la oposición, con lo que estos decidieron llamar al boicot electoral, debido a lo cual Maduro fue reelegido con una participación electoral bastante baja, inferior al 50%.
Como consecuencia de esto, se generó una crisis política que llevó a que en 2019 Juan Guaidó, político opositor y presidente de la asamblea nacional, fuese reconocido por la oposición como presidente legítimo de Venezuela, al considerar la reelección de Maduro como ilegítima. Varios países reconocieron a Guaidó como presidente legítimo, pero al no tener el poder efectivo, de poco sirvió. Hubo un intento de golpe militar por parte de la oposición que fracasó, aunque logró liberar al opositor Leopoldo López del arresto domiciliario al que estaba sometido, para después refugiarse en la embajada española en Caracas y finalmente acabar en Madrid.
Tras el golpe fallido se sucedieron varias rondas de negociaciones infructuosas entre el gobierno y la oposición.
En medio de todo esto cabe destacar el éxodo venezolano. Y es que hubo millones de venezolanos que dejaron el país durante esos años debido a la crisis económica y de devaluación de la moneda.
En 2020 se celebraron elecciones parlamentarias, una vez quedó congelado el proyecto de asamblea constituyente impulsado por el gobierno como forma de contrarrestar al triunfo de la oposición en las anteriores elecciones parlamentarias de 2015. En esta ocasión, la oposición volvió a encontrarse con numerosas trabas para presentarse, con lo que volvieron a llamar al boicot electoral. La participación fue muy baja, superando apenas el 30%. A consecuencia de la falta de alternativa política, el oficialismo logró la inmensa mayoría de los escaños.
Por discrepancias internas dentro de la oposición, el mandato de Guaidó terminó en 2022. Las negociaciones con el gobierno para llegar a unas elecciones presidenciales en 2024 en las que pudiera competir la oposición en igualdad de condiciones continuaron. De hecho, en 2023 la oposición celebró unas primarias con alta participación que eligieron como candidata con una abrumadora mayoría a María Corina Machado, opositora reconocida por entre otras cosas haber organizado el referéndum revocatorio contra Chávez en 2004. Antes, se habían retirado de las primarias otros posibles candidatos como Henrique Capriles - quien ya había sido candidato de la oposición contra Chávez en 2012 y contra Maduro en 2013 - debido a su inhabilitación política, o el propio Guaidó, quien tenía difícil liderar a la oposición desde el exilio.
Sin embargo, sobre Corina Machado se impuso también una inhabilitación política al igual que con Capriles, con el objetivo de dificultar a la oposición tener un líder de peso durante la jornada electoral. La oposición reaccionó con rapidez nombrando a la veterana académica Corina Yoris como reemplazo para Machado. Pese a que no existía ninguna clase de inhabilitación contra Yoris, el Consejo Nacional Electoral bloqueó su candidatura, a lo que la oposición reaccionó nombrando como candidato al ex diplomático Edmundo González.
(De izquierda a derecha, Corina Yoris, Corina Machado, y Edmundo González)
Finalmente se celebraron elecciones. Y pese a que todas las encuestas daban como vencedor a la oposición, el Consejo Nacional Electoral proclamó ganador a Maduro. Eso sí, sin publicar las actas electorales, que en su mayoría se encuentran en poder de la oposición, y que atestiguan sin el menor tipo de duda el triunfo de esta frente a Maduro. Aquí conviene aclarar que en Venezuela, al estar el voto automatizado, una vez contabilizados los votos se imprimen las actas, que se las pueden quedar quienes están en la mesa electoral, y electrónicamente se envían al Consejo Nacional Electoral (CNE).
Es decir, la oposición cuenta con la mayor parte de las actas impresas, que certifican su victoria, y que publicaron en internet, mientras que el CNE ha publicado los resultados que dan como vencedor a Maduro sin respaldarlo publicando las actas electrónicas con las que cuenta, pues obviamente si lo hiciera quedaría claro que mintieron al anunciar el resultado. Ahora, el tribunal supremo, compuesto por jueces leales al oficialismo, ha ratificado a Maduro como vencedor.