viernes, 14 de febrero de 2025

La vuelta de Trump al poder

El partido republicano de EEUU ha cambiado tanto desde que adoptó el populismo con el tea party y Sarah Palin, que hoy en día Bush hijo parece hasta un moderado si se le compara con Trump. Quien nos lo iba a decir.

Cómo ha llegado el partido republicano a esto sería algo que convendría analizar, pero no está tan lejos de lo que sucede en otros países con el auge de los partidos de extrema derecha. La diferencia es que en EEUU, al estar el bipartidismo tan arraigado, la ola populista ha llegado a tomar el poder en el principal partido conservador, en vez de surgir otro partido a su derecha que le hiciese sombra y eventualmente le adelantase, como ha sucedido en Italia (Fratelli d'Italia de Meloni y la Liga Norte de Salvini adelantando por la derecha a la Forza Italia de Berlusconi y Tajani), Francia (Reagrupación Nacional de Le Pen adelantando por la derecha al partido republicano de Sarkozy y Chirac), o Polonia (el PiS de Kaczynski adelantó a la derecha tradicional de Tusk, aunque estos alineándose con otros partidos consiguieron recuperar el gobierno).

En otros países, si bien no les han adelantado, tienen una fuerza no despreciable y en auge, como Alemania con AfD, España con Vox, Portugal con Chega, o el Reino Unido con UKIP.


 (De izquierda a derecha, Orbán, Abascal y Le Pen, en una cumbre reciente celebrada en Madrid de la familia política de buena parte de los partidos de ultraderecha europeos).

Si bien hay diferencias entre estos partidos, les suelen unir algunas cosas en común, como un patriotismo exacerbado unido a la defensa de la soberanía nacional frente a otros órganos de decisión supranacionales como la UE o la ONU, un rechazo general a la inmigración relacionado especialmente con la población musulmana, y cierta nostalgia por el pasado y los valores y costumbres tradicionales que se pueden traducir en políticas restrictivas en cuanto a la diversidad de género, menor esfuerzo por luchar contra el cambio climático, o un ensalzamiento de regímenes y épocas pasadas históricas.

Aunque todo eso ya se daba en los partidos de derecha tradicionales, la diferencia es que estos nuevos partidos y líderes llevan estos temas por bandera, acusando a los partidos o líderes tradicionales de haber sucumbido al sistema y haber aceptado políticas de la izquierda.

Razón en parte no les falta. La derecha tradicional en España se opuso al divorcio, al aborto, o al matrimonio homosexual. Pero cuando gobernó, no hizo nada por cambiarlo.

Así pues, estos nuevos partidos y líderes, al poner el acento en temas candentes y señalar a quienes dicen estar en contra pero que no hacen nada por cambiarlo, consiguen arrastrar a cada vez mayor número de votantes.

También ayuda, por supuesto, que en estos nuevos partidos aparezcan líderes carismáticos y con buena oratoria. Y Trump en el caso del partido republicano, es el mejor ejemplo.

Antes de entrar en política, era un conocido empresario por protagonizar su propio programa de televisión, en el cual había varias personas que trabajaban para su empresa, y Trump las iba despidiendo una a una hasta que al final uno conseguía quedarse con el puesto. 

 

(Anuncio en la Torre Trump del programa de televisión de la NBC "The apprentice" en la que Trump es el protagonista anunciando a los empleados concursantes que están despedidos con su demoledora frase "You're fired").

 

Por tanto, era bien conocido por el público en general, y la cualidad que tiene al hablar y hacer captar la atención de la gente, manejando el tono de voz, haciendo sentirse partícipes a la gente que le escucha, y hablando claro y sin rodeos, es desde luego innegable. 

Como decía al principio, el terreno en el partido republicano estaba ya preparado desde que John McCain cometiese el error garrafal de elegir a Sarah Palin como su futura vicepresidente en caso de que ganase las elecciones frente a Obama en 2008. Sarah Palin, que era gobernadora de Alaska, lideró un movimiento conservador dentro del partido republicano, el conocido como Tea Party, que apoyaba a los congresistas y senadores más conservadores dentro del partido republicano frente a otros más moderados.