viernes, 30 de marzo de 2018

Límite de mandatos y ambición de poder

Nunca he tenido muy claro que un límite de mandato de 8 años o de una legislatura como hay en algunos países de Latinoamérica fuese bueno. Pensaba que si el proyecto era bueno y la gente le votaba, ¿por qué no iban a poder estar 12 años en el poder, por ejemplo?

Pero ahora cada vez veo más claro que un límite de mandatos no solo es buena opción, sino que además es necesario. Por desgracia cada vez son más quienes se acomodan en el poder y no lo quieren soltar. Recientemente en China se ha aprobado una reforma para acabar con el límite de mandatos y que el presidente Xi Jinping pueda permanecer en el poder el tiempo que quiera. Algo que no sucedía desde la época de Mao. Tras él todos tuvieron límite de mandatos, para evitar tanta concentración de poder. Algo que también sucede en otros países socialistas de partido único como Vietnam o Laos. Pero ahora la ambición de Xi Jinping ha podido con eso.


  (Campaña promovida por estudiantes chinos en países occidentales rechazando el fin del límite de mandatos en China).



Incluso Trump ha llegado a comentar que esa decisión no le parece mal y que podrían tratar de implantarla en EEUU, a pesar de que desde Franklin Roosevelt, ningún presidente ha estado más de 8 años en el cargo.

Algo similar ocurre en Rusia. Putin lleva siendo presidente desde 1999, cuando accedió al cargo tras la dimisión de Yeltsin. Ganó las elecciones de los años 2000 y 2004. Aunque se fue en 2008 porque la Constitución imponía el límite de mandatos, el nuevo presidente, Medvédev, le nombró primer ministro, y cuando acabó su mandato en 2012, Putin se volvió a presentar como candidato a presidente, ganándolas pese a enormes protestas por fraude electoral. Bajo el gobierno de Medvédev se había reformado la Constitución, y ahora en vez de 4 años, el mandato presidencial es de 6. Pues bien, ha vuelto a haber elecciones en Rusia, y Putin las ha vuelto a ganar (se han ocupado de impedir presentarse a quien pudiese hacerle algo de sombra), con lo que estará en el poder hasta 2024.


(Artículo de Público sobre el fraude electoral en Rusia en 2012).


Claro que esto es bastante habitual en los países ex soviéticos. Lukashenko lleva como presidente de Bielorrusia desde 1994, siendo reelegido desde entonces en 2001, 2006, 2010 y 2015, siempre con más del 70% de los votos (cuando no del 80) y con una oposición bloqueada a la que apenas se la permite hacer campaña. Como no, en 2004 promovió un referéndum para reformar la Constitución y permitir la reelección indefinida, que obviamente ganó.
En las elecciones de 2006 hubo protestas por parte de los opositores ante lo que consideraban falta de limpieza en los comicios. Lukashenko reprimió dichas protestas, acabando algunos opositores en la cárcel.

En Kazajistán Nazarbáyev lleva en el cargo desde 1991, valiéndose del fraude y la represión a la oposición, además de modificar la Constitución para poder presentarse las veces que quiera.
En Turkmenistán, Nyyazow estuvo en el poder entre 1991 y 2006, fecha en la que falleció. Dirigió el país de forma totalitaria, reprimiendo toda oposición. Le sustituyó, y sigue en el cargo, Berdimuhamedow, quien ha ganado todas las elecciones con porcentajes como el 86 o el 96%, en medio de acusaciones de fraude masivas.
En Tayikistán, Rahmon lleva en el cargo desde 1994. Al igual que en Kazajistán y Turkmenistán, gobierna de forma totalitaria.
En Uzbekistán Islom Karimov estuvo en el poder desde 1990 hasta 2016, fecha en la que falleció, manteniendo una política de hierro contra la oposición. Le sustituyó Shavkat Mirziyoyev, quien como no, ganó las elecciones con más del 88% de los votos.
En Azerbaiyán gobierna desde 2003 Ilham Aliyev, habiendo sido reelegido en 2008 y 2013, siempre con cerca del 80% de los votos. Entre 1993 y 2003 gobernó Heydar Aliyev, quien también lo había hecho entre 1969 y 1982, con porcentajes parecidos.
(Nazarbayev (izqda), presidente de Kazajistán, y Rahmon (dcha), presidente de Tayikistán).

Afortunadamente hay algunos países ex soviéticos que se libran y que desde el derrumbe del comunismo han tenido gobiernos democráticos que no se han acomodado en el poder demasiado tiempo, como son los casos de Mongolia y Armenia. 
En Georgia tras la inestabilidad del derrumbe de la URSS, gobernó Eduard Shevardnadze entre 1995 y 2003, fecha en la que fue derrocado con la conocida como revolución de las rosas debido a protestas que alegaban fraude electoral. Tras el derrocamiento y unas nuevas elecciones, llega al poder Mijeíl Saakashvili. Reelegido en 2008, sufrió una grave crisis al perder territorios respaldados por Rusia. En 2013 le sustituyó Giorgi Margvelashvili, que sigue en el cargo.
Después de ello Saakashvili fue gobernador de Odessa en Ucrania hasta que renunció por corrupción, siéndole retirada la nacionalidad que le había sido concedida previamente. Además, el actual gobierno georgiano reclama su extradición para juzgarle por malversación de fondos y represión. Actualmente se encuentra refugiado en Holanda.

En Kirguistán, Akáyev gobernó entre 1990 y 2005, cuando dimitió debido a las protestas por fraude electoral y ante la posibilidad de que le sucediese en el poder uno de sus hijos. A este período de protestas se le conoce como revolución de los tulipanes. A Akáyev le sucedió Bakíev, quien venció en 2005, pero que debido a su carácter autoritario y a una fuerte crisis energética, fue derrocado en otra revuelta similar en 2010. Le sustituyó durante un breve período de tiempo Roza Otunbáyeva, hasta que en 2011 accedió al poder Almazbek Atambáyev tras ganar las primeras elecciones democráticas de este país. Sin embargo también generó controversia por su política hacia la libertad de prensa y de concentración del poder. En 2017 ganó las elecciones el actual presidente Sooronbay Jeenbekov.



(A estas revoluciones que se sucedieron en pocos años se las denominó revolución de colores. Naranja en Ucrania, rosa en Georgia, tulipán en Kirguistán y cedro en Líbano. Tenían en común protestas pro democráticas en contra de los intereses de Rusia, por lo que algunos vieron la mano de EEUU en medio, sin pararse a pensar en que los regímenes o políticas que se estaban tratando de derrumbar eran autoritarios).


Respecto a Asia, ha habido países que han salido de gobiernos dictatoriales y ahora son democracias, como Corea del Sur, Filipinas o Indonesia. Bután ha pasado de una monarquía absoluta a una constitucional, celebrándose elecciones por primera vez en 2008. Algo parecido sucedió en Nepal, pero esta vez con la instauración de una república.
También hay otros que han tenido gobiernos de larga duración en democracia, como Bangladesh, donde desde 1991 se vienen repartiendo el poder entre Jaleda Zia y la actual mandataria Shekh Hasina. O en Malasia, donde Mahathir bin Mohamad estuvo en el poder entre 1981 y 2003.

En Camboya tras el régimen de los jemeres rojos se restituyó la monarquía. Tras un golpe de Estado en 1997, Hun Sen volvió a recuperar el cargo de primer ministro (lo había sido ya entre 1984 y 1992), y no lo ha soltado desde entonces.

En Singapur Lee Kuan Yew estuvo como primer ministro desde 1959 hasta 1990, y después se mantuvo como hombre fuerte en la sombra hasta que su salud se lo impidió en 2015. Desarrolló económicamente al país, pero los derechos humanos dejaron mucho que desear.

En Corea del Norte ya sabemos lo que pasa con la única dinastía comunista del planeta. Del abuelo Kim Il Sung al hijo Kim Jong Il y al nieto Kim Jong Un. Y no parece que vaya a cambiar la cosa ni que vayan a ceder el poder.

En Birmania después de la caída del socialismo llegó una dictadura militar que perdura hasta hoy, si bien han aceptado compartir el poder con Aung San Suu Ky, líder opositora quien estuvo bajo arresto domiciliario por 20 años y que ganó el premio nobel de la paz, aunque ahora hay una campaña por quitársele debido a su silencio frente a la masacre cometida por el ejército contra los rohingya.


(Aung San Suu Ky (izqda), presidenta de facto de Birmania, y Hun Sen (dcha), presidente de Camboya).

Tailandia por su parte lleva unos años dominada por la inestabilidad y los constantes golpes de Estado del ejército. Así, en 2006 con el apoyo del rey Abulyadej, depusieron a Thaksin Shinawatra como primer ministro debido a las controversias que generaban sus operaciones empresariales. No obstante, Shinawatra contaba con apoyo de las clases populares, agrupadas en el movimiento conocido como "camisas rojas", en contrarrestación con los "camisas amarillas" opuestos a Shinawatra y favorables al ejército. En las elecciones de 2011 vencieron los "camisas rojas", y Yingluck Shinawatra, hermana de Thaksin, fue elegida primera ministra.
Sin embargo no duró mucho, pues en 2014 el tribunal constitucional la depuso por abuso de poder y se produjo un nuevo golpe de Estado. Esto se debió a que Yingluck propuso una ley de amnistía para su hermano, condenado por corrupción en 2008, y para los responsables de la represión de las protestas en 2010 contra la junta militar.
Esta propuesta de ley conllevó protestas por todo el espectro político, unos porque se oponían a amnistiar a Thaksin, y otros porque se oponían a amnistiar a los represores. Finalmente el Senado rechazó la ley.
Desde el golpe, Tailandia vive bajo un gobierno militar.



Si nos vamos a Turquía, Erdogan ha sido primer ministro de 2003 a 2014, momento en el que accedió a la presidencia. En 2017 se convocó un referéndum para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista. El sí venció por poco. Esto permite a Erdogan acumular más poder, puesto que se eliminaba el cargo de primer ministro, concentrando las responsabilidades en la presidencia. La reforma se empezará a aplicar en 2019, cuando habrá de nuevo elecciones presidenciales. Suponiendo que Erdogan gane, podría permanecer en el poder hasta 2029 o 2034, ya que con la nueva reforma hay un límite de 2 o 3 mandatos, con un período de duración de 5 años cada uno.


En la propia Palestina, Mahmud Abbas, más conocido como Abu Mazen, lidera el partido Al Fatah desde el fallecimiento de Arafat en 2004. Ya tiene 82 años, y pese a sus numerosos problemas de salud, se resiste a dejar el poder, pese a estar muy cuestionado por no lograr la unidad con Hamás. La carrera por sucederle ya ha comenzado, siendo uno de los favoritos Marwan Barghouti, quien cumple condena a 5 cadenas perpetuas en Israel por asesinato.
Sí, para que luego digamos que Hamás es violento y Fatah pacífico. En Fatah también tienen grupos armados y gente encarcelada, y no veo que nadie les llame terroristas, como sí que hacen con Hamás.



(Abbas (izqda), presidente de Fatah, y Erdogan (dcha), presidente de Turquía).

En Siria como todos sabemos, Bachar al Assad lleva en el poder desde el año 2000 cuando sucedió a su padre. Aunque ha habido elecciones en 2007 y 2014, solo se ha permitido presentarse a quienes no pudieran hacerle sombra ni cuestionarle, dando como resultado una victoria aplastante. Tras un referéndum en 2012, se aprobó un límite de 2 mandatos de 7 años, no retroactivo. Esto permitiría a Bachar al Assad permanecer en el poder hasta 2028. Este referéndum aclaraba que para presentarse a las elecciones presidenciales se debía ser musulmán, llevar al menos 10 años viviendo en Siria, contar con al menos el apoyo de 35 parlamentarios, tener al menos 40 años, no estar casado con una extranjera, y ser sirio de nacimiento al igual que sus progenitores. 
Además, la propuesta votada en referéndum eliminaba la mención al partido Baath de la Constitución como guardián político, permitiendo otros partidos, que sin embargo no podían constituirse sobre bases tribales, étnicos, regionales o religiosos, y deben contar con el visto bueno del gobierno.

Estas condiciones obviamente limitan mucho a la oposición. Aparte que realizar un referéndum estando en guerra no es desde luego garantista de nada.


En Irán, aunque aparentemente hay elecciones de forma periódica, en realidad solo se pueden presentar quienes consideren que son válidos para el puesto el denominado Consejo de Guardianes, compuesto por 6 juristas nominados por el poder judicial y 6 eruditos religiosos nombrados por el líder supremo, que es el jefe de Estado. Este es nombrado por la Asamblea de Expertos, compuesto por 88 estudiosos del Islam. Esta Asamblea se somete a votación popular cada 8 años, pero solo se pueden presentar a ella quienes considere el gobierno que son aptos para el puesto.
Así pues, tras la revolución islámica de 1979, solo ha habido 2 Jefes de Estado, que son quienes en realidad tienen el poder sobre el ejército y la política exterior, y que no son elegidos democráticamente: Jomeini y el actual Jamenei, que sigue en el cargo a sus 78 años, puesto al que accedió en 1989 tras el fallecimiento de Jomeini.


Entrando en América, otro caso que viene a la cabeza fácilmente es el de Cuba. Desde que la revolución triunfó, ha tenido a un Castro al frente, primero Fidel, y luego Raúl, cuando sustituyó al primero debido a su enfermedad. No obstante, Raúl ha cumplido su promesa de estar únicamente 2 mandatos, y se espera que en las próximas semanas la Asamblea Nacional elija a su sucesor.

 (Miguel Díaz Canel (dcha), el favorito para suceder a Raúl Castro (izqda) como presidente de Cuba).

Aunque es un caso extremo, otros países en América Latina empiezan a asemejarse. Por ejemplo en Bolivia Evo Morales lleva siendo presidente desde que ganó las elecciones en 2005. En 2009 se aprobó una nueva Constitución que limitaba a 2 los mandatos presidenciales de 5 años. Como no se cuenta el primer mandato de Evo, eso significa que ahora está en su segundo mandato de acorde con la nueva Constitución (después de ganar las elecciones de 2009 y 2014). Al empezar este último mandato en 2015, debería terminar en 2020 tras las elecciones que se celebrarán en 2019. Pero, sorpresa, se quiere volver a presentar, a pesar de lo que dice la Constitución que él mismo impulsó, y a pesar, ojo, de haber perdido un referéndum en 2016 para precisamente modificar ese límite de mandatos. En una controvertida decisión, el tribunal constitucional de Bolivia entendió que prevalecía la Convención americana sobre derechos humanos frente a la Constitución, permitiendo de este modo a Morales presentarse las veces que quiera.


(Porcentaje de votos en el referéndum de 2016 en Bolivia).

Claro que este desprecio por los referéndums que se pierden no nos debería de chocar. En Venezuela Chávez perdió un referéndum constitucional en 2007 que buscaba modificar la Constitución -que él mismo impulsó y que fue aprobada en 1999- para, oh sorpresa, levantar el límite de mandatos a los que una persona podía presentarse de forma continuada.
Es decir, tanto Chávez como Morales buscaron reformar la Constitución que ellos mismos habían impulsado y en la que habían recogido un límite de mandatos. Ambos trataron de reformarla vía referéndum. Ambos perdieron. Ambos hicieron caso omiso y continuaron tratando de lograr su objetivo. Morales recurriendo al tribunal constitucional que como hemos visto emitió una decisión bastante controvertida. Chávez, volviendo a convocar otro referéndum en 2009 que esta vez sí que ganó.

 
(Porcentaje de votos en el referéndum de 2007 en Venezuela).

Álvaro Uribe por su parte trató de presentarse en 2010 a un 3º mandato presidencial en Colombia, con un referéndum para permitirlo, pero el tribunal constitucional le prohibió alegando irregularidades en la ley que lo posibilitaba. Uribe aceptó la decisión.
Hay que tener en cuenta que dicho tribunal ya había fallado previamente a favor de la reforma de la Constitución que permitía la posibilidad de una única reelección, lo que posibilitó que Uribe estuviese dos mandatos consecutivos al mando.


No obstante, esto no es solo algo de América Latina. La propia UE, al aprobar el Tratado de Lisboa, obligó a realizar un 2º referéndum en Irlanda después de que este país rechazase dicho tratado en un 1º referéndum. Así que lo de no respetar los resultados de los referéndums no es nada nuevo.


(En este gráfico se puede ver cómo el sí subió un 20% en el 2º referéndum y cómo el no bajó un 20%).


Si nos vamos a Ecuador, vemos que Rafael Correa ganó las elecciones de 2006, y al igual que Morales y Chávez, impulsó una nueva Constitución que fue aprobada en 2008. Bajo esta nueva Constitución, Correa se presentó 2 veces más en 2009 y 2013, hasta que en 2017 le sucedió el actual presidente Lenín Moreno tras la retirada de Correa. No obstante, al igual que Chávez y Morales, promovió una reforma de la misma Constitución que él había impulsado, para permitir la reelección indefinida. No se hizo vía referéndum, sino que bastó con la aprobación del parlamento. Eso sí, para asegurarse el apoyo al referéndum, Correa aseguró que no se presentaría a una tercera reelección.
El problema es que Correa se sintió traicionado por el nuevo presidente, al entender que estaba desviándose de la política que él marcó, y amagó con volver a presentarse. Ante ello, Lenín Moreno promovió un referéndum -que ganó- en el que entre otras cosas se proponía reformar la Constitución para que la reelección -fuese consecutiva o no- únicamente pudiese realizarse una vez. De este modo dejaba fuera de juego a Correa, quien tal vez ahora se esté lamentando de no haberse presentado a un tercer mandato bajo la nueva Constitución.


El panorama en Brasil, Argentina, Chile o Uruguay no es muy diferente. Aunque no acumulan tantos años en el poder, siguen una estrategia distinta. Están uno o dos mandatos, se retiran, dejan paso a otro, y luego vuelven a presentarse. 

De este modo, Lula venció en 2002 y 2006, terminando su mandato en 2010 dando paso a Dilma Rousseff, quien ganó en 2010 y 2014. Sin embargo fue destituida por el Senado en 2016. Lula, acorralado por la corrupción, promete volver a presentarse a las elecciones de 2018.



Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner estuvo en el cargo entre 2007 y 2015 tras suceder a su marido que estuvo en el poder entre 2003 y 2007.
La oposición llegó al poder en 2015 de la mano de Macri. Sin embargo, Cristina Fernández, que al igual que Lula tiene causas pendientes en la Justicia, ya se perfila para presentarse a las elecciones de 2019 y volver al cargo.
En Chile pasa algo curioso. Bachelet gobernó entre 2006 y 2010, momento en el que la oposición llegó al poder de la mano de Piñera. En 2014 Bachelet volvió al cargo, y recientemente le ha perdido pues Piñera ha vuelto a ganar en 2018. Es decir, se han alternado 2 presidentes cada cuatro años. Esto es así porque según una reforma constitucional de 2005, el período del mandato es de 4 años, sin posibilidad de reelección inmediata, aunque como hemos visto, sí que se pueden presentar tras 4 años, que es lo que ha sucedido.
En Uruguay, Tabaré Vázquez gobernó entre 2005 y 2010, momento en el que dio paso a su sucesor, el célebre Pepe Mújica, quien se retiró en 2015 volviendo a dar paso de nuevo a Tabaré Vázquez. Efectivamente, sucede lo mismo que en Chile. La Constitución prohíbe la reelección, pero no volver a presentarse tras estar un tiempo fuera del poder, cómo ha sucedido. Y eso a pesar de que el partido de Vázquez y Mújica se planteó reformar la Constitución, aunque finalmente no lo hicieron.


(Pepe Mújica (izqda) y Tabaré Vázquez (dcha)).


En Nicaragua por su parte, Daniel Ortega fue presidente entre 1979 y 1990 durante la época sandinista, hasta que fue derrotado por la oposición, pero logró volver al poder en las elecciones de 2006, siendo reelegido en 2011 y 2016. En la primera reelección en 2011 hubo polémica pues la oposición afirmaba que la Constitución no permitía la reelección. Sin embargo la Corte Suprema lo validó. La nueva Asamblea Nacional controlada por los sandinistas eliminó en 2014 la limitación de la reelección de la Constitución que tanta polémica había causado.
La última reelección, la de 2016, también fue muy polémica, pues meses antes de las elecciones se destituyó de su cargo a varios diputados opositores. En consecuencia, los principales partidos opositores decidieron no presentarse, y el frente sandinista arrasó con más del 70% de los votos.


Sin realizar estas reformas constitucionales para permitir la reelección indefinida, ha habido otros gobiernos en América Latina que también han hecho lo que han podido para permanecer en el poder, como el del gobierno de Perú presidido por Kuzcynski, que acorralado como estaba por la corrupción, no dudó en pactar con algunos miembros opositores el indulto al criminal Fujimori para lograr permanecer en el poder a cambio de su apoyo. Claro que la polémica fue tal que recientemente ha dimitido ante la falta clara de apoyo del parlamento.
 
O en Honduras, donde en 2009 se dio un golpe de Estado contra el presidente legítimo Manuel Zelaya. Trataron de solucionar la falta de legitimidad con unas elecciones que la oposición boicoteó. En 2013 se organizaron para recuperar el poder, pero perdieron, aunque hubo acusaciones de fraude. En 2017 lo intentaron de nuevo, y parecía que iban a volver a ganar, pero de nuevo perdieron. Esta vez sin embargo el fraude fue mucho más evidente, pues en el recuento iba ganando el partido apoyado por Zelaya, y tras un apagón eléctrico, se situó en cabeza su rival político, que venía siendo presidente desde que ganó en 2013, y que optaba a la reelección tras modificar la Constitución. Este fraude obviamente provocó una gran ola de protestas en el país.



En Surinam gobierna desde 2010 Dési Bouterse, quien ya lo hizo previamente entre 1980 y 1988 como dictador. De hecho, está condenado por Holanda por el asesinato de 15 personas en 1982, con lo que no puede salir del país.

Así pues, no solo con la reelección buscan algunos perpetuarse en el poder. También vía golpes de Estado, fraude, o pactos de dudosa legitimidad como el indulto a Fujimori.



En cuanto a África, todos los países menos Senegal y Botsuana han tenido gobiernos autoritarios. Algunos siguen en esa situación y otros han conseguido salir de ella.
Los que siguen con dictaduras más o menos encubiertas, son:

Argelia, donde el presidente Buteflika lleva en el poder desde 1999, siendo reelegido en 2004, 2009 y 2014, moviéndose siempre entre el 75 y el 90% de los votos, con numerosas acusaciones de fraude. Y todo ello a pesar de que Buteflika tiene serios problemas de salud, pues ha perdido la movilidad, la fortaleza física, y se sospecha que hasta la capacidad de habla. Pero ahí sigue al frente, sin dimitir, y pensando en volver a presentarse para 2019.



(Esta imagen difundida por el gobierno francés tras una reunión del primer ministro Manuel Valls con el presidente argelino fue muy comentada, dado el apreciable deterioro físico de este último).


Egipto, donde tras el golpe de Estado dado contra Mursi, Al Sisi venció en las elecciones de 2014 con cerca del 97% de los votos tras reprimir atrozmente a la oposición. Ahora se vuelve a presentar, tras barrer a cualquier miembro opositor que le pudiera hacer frente, con lo que se espera un resultado similar.

Chad, donde tras los gobiernos dictatoriales de Tombalbaye y Habré, llegó el gobierno de Déby, que abrió el país al multipartidismo, aunque en 2005 promovió una reforma de la Constitución que el mismo había impulsado en 1996 para permitir la reelección indefinida. Lleva en el poder desde 1990, siendo reelegido en 1996, 2001, 2006, 2011 y 2016.

Sudán, donde al gobierno dictatorial de Al Numeiry le sucedió desde 1989 el gobierno del actual presidente Al Bashir, igual de dictatorial. Aunque consiguió solventar la solución con el Sur, que proclamaría su independencia en 2011, el conflicto racial en Darfur entre árabes y negros continúa, siendo acusado al Bashir de crímenes de guerra.

Eritrea, donde Afewerki gobierna desde 1993 en un sistema de partido único con toda la oposición perseguida. De hecho, es uno de los países que más refugiados tiene esparcidos por todo el mundo.

Yibuti, donde también hubo un sistema de partido único hasta que tras una guerra civil, se abrió al multipartidismo. En las primeras elecciones libres en 1999 venció Ismail Omar Guelleh, sobrino del anterior presidente, quien gobierna el país desde entonces, siendo reelegido en 2005, 2011 y 2016.
En las de 2005 no tuvo ningún rival. En 2010 la Asamblea Nacional modificó la Constitución para permitir la reelección. La oposición le acusa de fraude, y boicotea las elecciones. Todas las ha ganado con más del 74% de los votos.



(Al Bashir, presidente de Sudán, a la izquierda, y Deby, presidente de Chad, a la derecha).


En Uganda hubo gobiernos autoritarios desde su independencia. En 1986 llegó al poder Museveni, quien se mantiene en el cargo. Únicamente permitió elecciones libres en 2013.

En Ruanda Kagame lleva en el poder desde el año 2000 cuando el presidente Bizimungu fue depuesto. Kagame fue reelegido en 2003, 2010 y 2017, en las últimas con un 99% de los votos. Antes, en 2015, se había celebrado un referéndum para permitirle un 3º mandato, que fue aprobado en votación con un 98% de los votos, por lo que seguirá siendo presidente hasta 2024. Obviamente el fraude y el acoso a lo oposición lo hacen posible.
 
En Burundi sucede algo similar con Nkurunziza, quien lleva en el poder desde su nombramiento por el parlamento en 2005, siendo reelegido en 2010 por un 91% de los votos con boicot de la oposición. En 2015 buscó un tercer mandato. Los críticos se oponían diciendo que la Constitución no lo permitía, pero sus allegados alegaban que en su primer mandato no había sido elegido por el pueblo, sino por el parlamento, con lo que sí que podía optar a ese 3º mandato. Estas tensiones llevaron a un intento fallido de golpe de Estado por parte de sectores militares, tras lo que se llevaron finalmente a cabo las elecciones, que volvió a ganar Nkurunziza con casi un 70% de los votos, aunque la participación no llegó al 30%.


(Nkuruziza, presidente de Burundi, a la izquierda, y Kagame, presidente de Ruanda, a la derecha).


En la República Democrática del Congo, tras el asesinato del mítico Lumumba y de la dictadura de Mobutu, el clan Kabila gobierna en el país desde 1997, primero con el padre, y tras su asesinato en 2001 con el hijo, quien fue reelegido en 2006 y 2011, entre acusaciones de fraude. Aunque deberían haberse celebrado elecciones en 2016, la Constitución no permite a Kabila volver a presentarse, con lo que las ha ido retrasando para permanecer en el poder hasta ahora.

En Congo, Nguesso gobernó el país entre 1979 y 1992 bajo el sistema de partido único y sistema socialista. Tras la apertura a la democracia, volvió a presentarse en 1997, gobernando desde entonces. Ha tenido choques con la oposición, que está reprimida. La constitución de 2002 amplió a 7 los años del mandato presidencial, siendo reelegido en 2009 con un 78% de los votos en medio del boicot opositor. Un referéndum para reformar la constitución aprobado en 2015 le permitió optar a otro mandato más en 2016, cuando volvió a ser elegido con el 60% de los votos.


 (Nguesso, presidente de Congo, a la izquierda y Kabila, presidente de la RDC, a la derecha).

En Gabón, Omar Bongo estuvo como presidente entre 1967 y 2009, fecha en la que falleció y le sucedió su hijo Ali Bongo Ondimba, quien sigue en el cargo tras ganar las elecciones de 2009 y 2016, entre acusaciones de fraude y protestas. El multipartidismo se introdujuo en los 90, y una reforma constitucional en 2003 eliminó el límite de mandatos, y se cambió el nº de años de mandato presidencial de 5 a 7.

En Camerún, Paul Biya lleva siendo presidente desde 1982. Acabó con el sistema de partido único en los 90, logrando la reelección en 1992, 1997, 2004 y 2011, aunque la oposición y la Comunidad Internacional han alegado fraude. La Constitución de 1996 limitaba a 2 los mandatos presidenciales. En 2008 la Asamblea Nacional eliminó ese límite, permitiendo a Biya volver a presentarse en 2011.

En Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang lleva en el poder desde, atención, ¡1979!, cuando dio un golpe de Estado contra su tío, que por aquel entonces era presidente del país, al que destituyó y posteriormente se le juzgó y ejecutó.
Y no parece que vaya a soltar el poder, habiendo ganado todas las elecciones con más del 90% de los votos y teniendo a la oposición reprimida y a buena parte de su población en la pobreza. Todo ello pese a contar con grandes reservas petroleras, cuyos beneficios se esfuman en corrupción y desvío de fondos.

En Togo, Gnassingbé Eyadéma estuvo en el poder entre 1967 y 2005, con una represión brutal a la oposición. Tras su fallecimiento le sucedió su hijo Faure, quien desde entonces permanece en el cargo.



(Biya, presidente de Camerún, a la izquierda y Ondimba, presidente de Gabón, a la derecha).



Hay otros países de África en los que parece que se empieza a vislumbrar una apertura, tras muchos años con el mismo presidente:


En Zimbabue Robert Mugabe ha estado en el poder entre 1980 y 2017, hasta que la cúpula militar se hartó de él y le forzó a dimitir. Demasiado tardaron dado el fraude general en las elecciones y la desastrosa situación económica con una hiperinflación apabullante.

En Lesoto después de muchos golpes de Estado, dictaduras y revueltas, se llegó a un sistema multipartidista en el que Mosisili (1998-2012 y 2015-2017) y Thabane (2012-2015 y 2017-actualidad) han estado gobernando hasta ahora.

En Angola José Eduardo dos Santos estuvo como presidente desde 1979 hasta 2017, cuando le reemplazó Joao Lourenço, prometiendo acabar con la corrupción y la pobreza en el país, marcas características del gobierno de Dos Santos. Tras la guerra civil se llegó a un acuerdo de paz en los 90 con una nueva Constitución que permitía elecciones libres.


(Dos Santos a la izquierda, junto a su sucesor Loureço a la derecha).

En Gambia, tras gobiernos longevos de Jawara y Jammeh, este último se vio forzado a retirarse en 2017 y dar paso a Adama Barrow, vencedor de las elecciones.

En Burkina Faso, tras el golpe de Estado contra Sankara, llegó en 1987 Blaise Compaoré hasta el poder, manteniéndolo hasta 2014, momento en el que es depuesto por un golpe de Estado al tratar, oh sorpresa, de reformar la Constitución para aumentar su tiempo de permanencia en el poder. Tras las elecciones de 2015, Kaboré es el actual mandatario del país.

En Guinea Conakri después de la dictadura de Lansana Conté (1984-2008) y del golpe de Estado que le sucedió, Alpha Condé llegó al poder tras vencer en las elecciones de 2010, siendo reelegido en 2015.



Hay otros países africanos que han estado en guerra y en situación de descomposición pero donde parece que la democracia avanza, como son:
 
Costa de Marfil, donde tras la dictadura de Félix Houphouët Boigny (1960-1993), su sucesor Bédié (1993-1999) fue depuesto por un golpe de Estado que condujo a las primeras elecciones democráticas en el año 2000 que ganó Gbagbo, quien sin embargo retrasó las siguientes elecciones hasta el año 2010, perdiéndolas ante Ouattara, actual presidente, tras una crisis que condujo a retirar a Gbagbo del poder, pues se negaba a reconocer los resultados. Ouattara fue reelegido en 2015 de forma aplastante tras el boicot de los partidarios de Gbagbo, quien está encarcelado y tiene un proceso abierto con el Tribunal Penal Internacional.


Guinea Bissau, donde gobierna José Mario Vaz después de vencer en las elecciones de 2014, que se celebraron tras diversos golpes de Estado que se iniciaron con el derrocamiento del dictador Vieira.


(Ouattara, presidente de Costa de Marfil, a la izquierda, y Vaz, presidente de Guinea Bissau, a la derecha).

Sierra Leona, donde después de las cruentas guerras civiles, llegaron a la democracia con el presidente Ernest Bai Koroma quien venció en 2007 y 2012. Para las actuales de 2018 no se presenta.

Liberia, donde tras dictaduras, golpes de Estado y guerras civiles, llegó la democracia primero con Ellen Johnson Sirleaf (2006-2018) y luego con George Weah, actual presidente y ex jugador de fútbol.

Mauritania, donde  tras dictaduras y golpes de Estado, se celebraron elecciones presidenciales en 2009 en las que resultó vencedor Mohamed Uld Abdelaziz, reelegido en 2014 con el boicot de la oposición.

Mali, donde tras el período dictatorial de Traoré, se abrió a la democracia. Tras un golpe de Estado en 2012 motivado por la rebelión tuareg y la incapacidad del gobierno, se celebraron elecciones en 2013, siendo elegido el actual presidente Ibrahim Boubacar Keïta.

Níger, donde tras gobiernos dictatoriales y golpes de Estado llegó Tandja al poder en 1999, quien sin embargo se quiso perpetuar y en 2009 suspendió la Constitución y promovió una reforma de esta, truncada con el golpe de Estado de 2010 que le apartó del poder y que condujo a unas elecciones en 2011 que ganó el actual presidente, Mahamadou Issoufu, reelecto en 2015.

República Centroafricana, donde tras varios golpes de Estado desde la independencia y guerras civiles, parece que la democracia se está consolidando. El actual presidente es Touadéra, y está en el cargo desde 2016 cuando ganó las elecciones.




 (Keïta, presidente de Mali, a la izquierda, e Issoufu, presidente de Níger, a la derecha).


En Etiopía tras una monarquía absoluta y un gobierno socialista autoritario, llegó al poder Meles Zenawi, quien impulsó elecciones libres, gobernando desde 1991 hasta 2012, fecha en la que fallece, siendo sucedido por Hailemariam Desalegne, quien acaba de dimitir como primer ministro debido a las protestas de grupos raciales que se sienten discriminados.

En Somalia tras el asesinato del presidente Abdirashid Ali Shermake en 1969, el militar Mohamed Siad Barre se hizo con el poder hasta 1991, instaurando también un régimen socialista autoritario. La presión de grupos independentistas del norte logró derribarle, desmembrando desde entonces Somalia en varios territorios autónomos no reconocidos internacionalmente, siendo los más conocido Somalilandia y Puntlandia. Desde entonces Somalia entró en guerra civil. Ha tenido varios presidentes, entre ellos un ex presidente de Puntlandia o un miembro de la Unión de Tribunales Islámicos. Actualmente Puntlandia y el islamismo radical parecen en cierta medida controlados. No así Somalilandia ni el grupo yihadista Al Shabbaab.

Madagascar, donde tras la dictadura de Ratsiraka, que dejó definitivamente el poder en 2002, y tras un golpe de Estado en 2009, ganó Rajaonarimampianina las elecciones de 2014 de forma democrática.

Namibia y Sudáfrica, donde tras el régimen del apartheid la democracia se ha ido también consolidando, con varios presidentes turnándose en el poder, sin que eso quiera decir que todo funcione de maravilla, ni mucho menos. De hecho en Sudáfrica apartaron recientemente al presidente Zuma del poder por corrupción, siendo sustituido por Ramaphosa.

En otros países del continente parece que la democracia ya está más consolidada, después de que tras varios gobiernos dictatoriales y golpes de Estado, se hayan conseguido celebrar elecciones libres, sucediéndose varios presidentes, sin nadie que acaparase el poder durante mucho tiempo. Podemos señalar a Ghana, Benín, Nigeria, Kenia, Tanzania, Zambia, Malaui y Mozambique.

También podríamos hablar de las monarquías absolutas o semi absolutas como Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán, Suazilandia, Jordania, Marruecos o Bahréin. Desde luego la realeza no va a soltar el poder así como así.



(Bin Salman (izqda), heredero de Arabia Saudí, junto a Bin Zayad (dcha), heredero de Emiratos Árabes Unidos).


O de dictadores de un pasado no tan lejano, como Gadafi (Libia), Sadam Hussein (Irak), Franco (España), Salazar (Portugal), Videla (Argentina), Pinochet (Chile), Mubarak (Egipto), Ben Alí (Túnez), Abdalá Saleh en Yemen (recientemente asesinado por los rebeldes houthíes), Hoxha (Albania), Zhivkov (Bulgaria), Tito (Yugoslavia) o Ceaucescu (Rumanía).



La verdad es que tras observar el desolador panorama que tenemos en el mundo con gobiernos autoritarios, uno solo puede alegrarse de vivir en Europa, aunque aquí también tenemos algunos que perduran en el cargo:
La propia Merkel acaba de inaugurar su cuarto mandato consecutivo. Es primera ministra desde 2005, y por lo visto va a seguir hasta 2021.
Uno de los casos más paradigmáticos es el de Berlusconi, quien ha sido primer ministro en 3 ocasiones y aún sigue en política. 
El propio Sarkozy tras ser presidente y perder en 2012 ante Hollande, se volvió a presentar en las primarias de su partido en 2017 para un nuevo asalto, pero perdió ante Fillon.
Gerry Adams, político histórico norirlandés llevaba al frente de su partido, el Sinn Feinn, desde 1983, hasta que este año ha decidido dar el relevo.


En España hemos tenido casos de políticos, presidentes autonómicos y alcaldes que han estado un gran período de tiempo en el poder: Felipe González 14 años como presidente del gobierno, Sánchez Gordillo como alcalde de Marinaleda desde 1979, José Bono como presidente de Castilla la Mancha entre 1983 y 2004, Rodríguez Ibarra como presidente de Extremadura entre 1983 y 2007, Chaves como presidente de Andalucía entre 1990 y 2009, Fraga como presidente de Galicia entre 1990 y 2005, Juan Vicente Herrera como presidente de Castilla y León desde 2001 hasta la actualidad, Rita Barberá como alcaldesa de Valencia entre 1991 y 2015, Teófila Martínez como alcaldesa de Cádiz entre 1995 y 2015, Jordi Pujol como presidente de Cataluña entre 1980 y 2003, Valcárcel como presidente de la región de Murcia entre 1995 y 2014, Odón Elorza como alcalde de San Sebastián entre 1991 y 2011, Iñaki Azkuna como alcalde de Bilbao entre 1999 y 2014, o Fabra como presidente de la diputación de Castellón entre 1995 y 2011, entre otros que seguro que me dejo.


Pues bien, resulta que en el acuerdo de investidura entre Ciudadanos y el PP figuraba limitar el número de mandatos presidenciales...pero ahora el PP dice que eso se empieza a contar desde que se haga la reforma, ¡con lo que el gobierno de Rajoy desde 2011 no contaría!
Desde luego demuestra mucho menos estilo que Aznar o Zapatero, quienes se comprometieron a estar únicamente 8 años en el poder.


Creo que visto lo visto, es bueno el límite de mandatos, pues si no la gente se acomoda en el poder y ya no lo quier soltar, independientemente del signo que sea. No sé si en España habría que legislarlo vía reforma constitucional o vía reforma legislativa, pero creo que es necesario. Tal vez no a un único mandato, como tienen establecido en la CUP, pero sí a 2.

El problema podría ser que luego se vuelva a reformar para levantar el límite, como hemos visto que ha sucedido en otros países, valiéndose de artimañas o de un momento de fuerza. Eso debería de ser algo a evitar, pues al final nadie debería ser imprescindible, y es bueno que haya renovación política y diferentes personas con diferentes ideas.

1 comentario:

Anónimo dijo...


A mí los argumentos me parecen convincentes y mas ante las exhaustivas pruebas de ambición desmedida y artimañas varias. Creo no obstante que habiendo en la historia políticos tan carismáticos como Sir Wiston Churchill o Rooselvet y entendiendo que nadie, absolutamente nadie, es insustituible,tampoco sería bueno que, por ejemplo tras los dos mandatos obligatorios de rigor y pasado un período idéntico de ausencia total no del poder sino de la política misma, es decir no pudiendo ostentar cargos políticos en la oposición ni en ninguno de los poderes del Estado, puedan volver a presentarse para, comenzando de nuevo puedan estar en el poder otros dos mandatos. Finalizando, si hubiesen sido reelegidos, su carrera política. El talento y la valía de algunas personas puesto al servicio de la sociedad parecería poder compaginarse con el riesgo de ambición personal y partidista que lleve a perpetuarse en el poder "en beneficio del Pueblo". Resumiendo, yo defiendo el Límite de dos mandatos. Pues el período de carencia política de otros dos y posibilidad última de reelección por otros dos, aun con enormes trabas a la modificación de la Constitución en este aspecto vía "referéndums" haría que arriesgásemos la libertad y la seguridad si caemos en manos de populistas y demagogos. Porque el peligro está en que esto permitiría presentarse a Aznar con el riesgo que conlleva de creer en personalismos. Por eso quizá lo mejor sea evitar la posible reelección pasados los dos mandatos. ¿Que sacrificamos a un Churchill? Mala suerte pero es mejor eso que caer en manos de ciertos políticos.